ACTO
DE CONTRICIÓN
¡Oh,
Dios Omnipotente!, arrepentido por las muchas culpas que he cometido
contra tu divina majestad en este día, vengo a solicitar de tu
misericordia infinita tu generoso perdón. Por la valiosa intercesión
del Santísimo Patriarca Señor San José te suplico humildemente que
me concedas nuevas gracias para servirte y amarte, a fin de que
después de haber combatido denodadamente en esta vida, tenga la
dicha de alcanzar el galardón eterno a la hora de la muerte. Así
sea.
CATECISMO
DE SAN JOSÉ
25.
¿Qué nos recuerda la permanencia de San José en Egipto?
La
estancia de San José en Egipto, recuerda naturalmente el antiguo
Patriarca llamado también José, que fue vendido por sus hermanos y
conducido a Egipto, San José experimentó los mismos infortunios,
virtudes, beneficios del antiguo José y, desde luego, sus
desgracias. El antiguo José, dice San Bernardo, vendido y conducido
a Egipto por la envidia de sus hermanos, figura de lejos la venta de
Jesucristo y al nuevo José, para evitar el deseo de Herodes, condujo
a Cristo a Egipto. El antiguo José, encerrado en la prisión, fue
largo tiempo víctima de la más odiosa calumnia, y el nuevo José,
desterrado a una tierra desconocida, vivió cerca de siete años
víctima de la más injusta persecución. Copia igualmente sus
virtudes. El antiguo José, dice San Bernardo, conservó la más
sincera fidelidad respecto de su amo, no queriendo acceder a las
solicitudes de la mujer de Potifar, y el nuevo José , reconociendo a
la Santísima Virgen por su soberana, por la Madre de su Señor, fue
siempre casto esposo y fiel depositario de tan santa virginidad. El
antiguo José recibió del cielo la inteligencia en los sueños
misteriosos, y el nuevo José merece ser confidente y cooperador de
los secretos de Dios. Los dos, sometidos a pruebas de la Providencia,
no murmuran ni contra la prisión y cansancios, ni contra el
destierro y sus penas, y sin rencor a causa de las injusticias, sin
disgusto por os malos tratamientos, piden por sus perseguidores y se
juzgan dichosos en sufrir: el uno por la inocencia de su corazón y
el otro por la inocencia de Jesús. San José copia, en fin, los
beneficios del antiguo José; y en efecto, el antiguo José, continúa
San Bernardo, conservó el trigo, no para él, sino para todo el
pueblo, y el nuevo José recibió en depósito, tanto para sí mimo
como para el mundo entero, el pan vivo bajado del cielo, y se fue a
Egipto, fue en calidad de guardián fiel para producir en los días
de escasez y hambre el trigo de los elegidos y el divino maná. Como
el antiguo José fue e bienhechor de Egipto por la virtud del celeste
Niño. Fácil es, pues, ver que las relaciones entre los dos José no
pueden ser más exactas, pero añadamos también que el cuadro sería
más completo si nosotros, cristianos, imitásemos la conducta de los
egipcios.
Y
en efecto, el Faraón y todo su pueblo, reconociendo que por José se
habían salvado del hambre, quiso que José fuese el primero después
de él en su reino; imitemos a los Egipcios, reconozcamos que San
José nos ha salvado del hambre conservándonos al Divino Niño, este
Niño que es alimento de los ángeles, el trigo de los elegidos, y el
pan, en fin, que nos da la vida eterna.
Aquí
se rezan 7 Padre Nuestros y 7 Ave Marías en honor de los dolores y
gozos del Señor San José.
M
E M O R A R E
Acordaos,
¡oh castísimo esposo de la Virgen María, San José, mi amable
protector, que nunca se ha oído decir que ninguno de los que ha
invocado vuestra protección o implorado vuestros auxilios, hayan
quedado sin consuelo. Lleno de confianza en vuestro poder, llego a
vuestra presencia, y me recomiendo con fervor!
¡Ah!
No desdeñéis mis oraciones, oh vos, que habéis sido llamado
padre del Redentor, sino escuchadlas con benevolencia, y dignaos
recibirlas favorablemente.
Así
sea.
Trescientos
días de indulgencias (una vez por día) aplicables a los
difuntos. (Breve de N. S. P. el Papa León XIII.)
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