viernes, 23 de marzo de 2018

M E S D E S A N J O S É Día 23






ACTO DE CONTRICIÓN

¡Oh, Dios Omnipotente!, arrepentido por las muchas culpas que he cometido contra tu divina majestad en este día, vengo a solicitar de tu misericordia infinita tu generoso perdón. Por la valiosa intercesión del Santísimo Patriarca Señor San José te suplico humildemente que me concedas nuevas gracias para servirte y amarte, a fin de que después de haber combatido denodadamente en esta vida, tenga la dicha de alcanzar el galardón eterno a la hora de la muerte. Así sea.


CATECISMO DE SAN JOSÉ

24. ¿Porque se refugió José en Egipto?

Herodes engañado por los magos y temiendo que el niño que iban a adorar fuese un día el que le echara de su trono, dio orden de asesinar a todos los niños de menos de dos años que se hallaran en Belén y sus alrededores, creyendo que por estas medidas, el niño que había nacido y que le habían dicho que era el Mesías, seria incluido en el asesinato, y no escaparía a su venganza.
Pero el cielo velaba por su conservación y mientras que Herodes meditaba su cruel designio, un ángel se apareció a José en sueños, y le dijo: “levantaos, tomas el niño y a su madre, huid a Egipto y permaneced allí hasta que se os ordene volver: porque Herodes se dispone a buscar al niño, para hacerle morir.” Y José, añade la escritura santa, se levantó al punto, huyo con el niño y su madre, y se retiró a Egipto. Luego si José huye de su querida patria, y conduce a Jesús y a María a Egipto, es por obedecer las órdenes del cielo: es para evitar que el niño que le ha sido confiado caiga bajo los golpes del furor de Herodes.
El lugar del destierro está muy distante; hay cerca de ciento cuarenta leguas del país natal; el viaje será, por consecuencia, pesado, durará cerca de quince días; no importa, el cielo habla, el niño está en peligro y José obedece. ¡Que fe! ¡Que obediencia!






Aquí se rezan 7 Padre Nuestros y 7 Ave Marías en honor de los dolores y gozos del Señor San José.

M E M O R A R E

Acordaos, ¡oh castísimo esposo de la Virgen María, San José, mi amable protector, que nunca se ha oído decir que ninguno de los que ha invocado vuestra protección o implorado vuestros auxilios, hayan quedado sin consuelo. Lleno de confianza en vuestro poder, llego a vuestra presencia, y me recomiendo con fervor!
¡Ah! No desdeñéis mis oraciones, oh vos, que ha­béis sido llamado padre del Redentor, sino escu­chadlas con benevolencia, y dignaos recibirlas favo­rablemente.
Así sea.


Trescientos días de indulgencias (una vez por día) apli­cables a los difuntos. (Breve de N. S. P. el Papa León XIII.)









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