ACTO
DE CONTRICIÓN
¡Oh,
Dios Omnipotente!, arrepentido por las muchas culpas que he cometido
contra tu divina majestad en este día, vengo a solicitar de tu
misericordia infinita tu generoso perdón. Por la valiosa intercesión
del Santísimo Patriarca Señor San José te suplico humildemente que
me concedas nuevas gracias para servirte y amarte, a fin de que
después de haber combatido denodadamente en esta vida, tenga la
dicha de alcanzar el galardón eterno a la hora de la muerte. Así
sea.
CATECISMO
DE SAN JOSÉ
24.
¿Porque se refugió José en Egipto?
Herodes
engañado por los magos y temiendo que el niño que iban a adorar
fuese un día el que le echara de su trono, dio orden de asesinar a
todos los niños de menos de dos años que se hallaran en Belén y
sus alrededores, creyendo que por estas medidas, el niño que había
nacido y que le habían dicho que era el Mesías, seria incluido en
el asesinato, y no escaparía a su venganza.
Pero
el cielo velaba por su conservación y mientras que Herodes meditaba
su cruel designio, un ángel se apareció a José en sueños, y le
dijo: “levantaos, tomas el niño y a su madre, huid a Egipto y
permaneced allí hasta que se os ordene volver: porque Herodes se
dispone a buscar al niño, para hacerle morir.” Y José, añade la
escritura santa, se levantó al punto, huyo con el niño y su madre,
y se retiró a Egipto. Luego si José huye de su querida patria, y
conduce a Jesús y a María a Egipto, es por obedecer las órdenes
del cielo: es para evitar que el niño que le ha sido confiado caiga
bajo los golpes del furor de Herodes.
El
lugar del destierro está muy distante; hay cerca de ciento cuarenta
leguas del país natal; el viaje será, por consecuencia, pesado,
durará cerca de quince días; no importa, el cielo habla, el niño
está en peligro y José obedece. ¡Que fe! ¡Que obediencia!
Aquí
se rezan 7 Padre Nuestros y 7 Ave Marías en honor de los dolores y
gozos del Señor San José.
M
E M O R A R E
Acordaos,
¡oh castísimo esposo de la Virgen María, San José, mi amable
protector, que nunca se ha oído decir que ninguno de los que ha
invocado vuestra protección o implorado vuestros auxilios, hayan
quedado sin consuelo. Lleno de confianza en vuestro poder, llego a
vuestra presencia, y me recomiendo con fervor!
¡Ah!
No desdeñéis mis oraciones, oh vos, que habéis sido llamado
padre del Redentor, sino escuchadlas con benevolencia, y dignaos
recibirlas favorablemente.
Así
sea.
Trescientos
días de indulgencias (una vez por día) aplicables a los
difuntos. (Breve de N. S. P. el Papa León XIII.)
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