viernes, 30 de junio de 2017

MES DEDICADO A LA PRECIOSÍSIMA SANGRE DE NUESTRO SEÑOR JESUCRISTO - Día 1


DÍA PRIMERO



Autor: Un Misionero. Traducido del italiano porO. M. Presbítero. Santiago de Chile, 1919.


ORACIÓN PARA TODOS LOS DIAS


¡Oh Sangre Preciosísima de vida eterna, precio y rescate de todo el universo, bebida y salud de nuestras almas, que protegéis continuamente la causa de los hombres ante el trono de la suprema misericordia yo os adoro profundamente y quisiera compensar, en cuanto me fuese posible, las injurias y ultrajes que de continuo estáis recibiendo de las creaturas humanas y con especialidad de las que se atreven temerariamente a blasfemar de Vos. ¡Oh! ¿Quién no bendecirá esa Sangre de infinito valor? ¿Quién no se sentirá inflamado de amor a Jesús que la ha derramado? ¿Qué sería de mí si no hubiera sido rescatado con esa Sangre divina? ¿Quién la ha sacado de las venas de mi Señor Jesucristo hasta la última gota? ¡Ah! Nadie podía ser sino el amor. ¡Oh amor inmenso, que nos ha dado este bálsamo tan saludable! ¡Oh bálsamo inestimable, salido de la fuente de un amor inmenso! Haced que todos los corazones y todas las lenguas puedan alabaros, ensalzaros y daros gracias ahora, por siempre y por toda la eternidad. Amén.




CONSIDERACIÓN
La devoción a la Preciosa Sangre


  1. Toda dignidad exige reverencia y honor; y mientras más sublime es, tanto mayor obsequio se le debe. Honramos a los santos porque son amigos y cortesanos de Dios. A la Virgen Santísima tributamos una veneración más especial, porque es Madre de Dios. Pero a la Preciosa Sangre debemos rendir el máximo honor, porque está unida hipostáticamente a la Divinidad, porque es Sangre de un Dios hecho hombre. Almas creyentes, pongamos en práctica eso que nos enseña la fe: encendámonos en el más tierno amor hacia la Divina Sangre, y honrémosla con la más afectuosa devoción.
  2. A todo bienhechor se le debe amor y gratitud en proporción de los beneficios que comparte. La Preciosa Sangre es el verdadero precio de nuestra redención, ella nos ha reconciliado con el Padre celestial, nos ha hecho amigos e hijos suyos y nos ha conquistado una felicidad sobrenatural, cual es el eterno goce de Dios mismo, bien infinito. En una palabra, nos ha hecho tales beneficios, que no se puede esperarlos mayores. Por tanto todos debemos encendernos del amor más ardiente, demostrar los más sinceros afectos de gratitud, y profesar sumo reconocimiento a tan benéfica Sangre.
  3. Es necesario que los indigentes estén siempre allegados a la fuente de las gracias, y los enfermos al depósito de las medicinas. La Sangre de Jesús, por ser el precio infinito de nuestra redención, constituye la fuente inextinguible de todos los bienes y el remedio de todos los males. Siendo nosotros pecadores y viles creaturas no podemos, ni merecer, ni hacer bien alguno por nosotros mismos; por eso nos conviene correr continuamente a saciar la sed en esta fuente de la Preciosísima Sangre. Vamos pues, piadosos cristianos, vamos a beber las aguas de todas las gracias, que manan de las llagas del Salvador, por medio de una tierna devoción a su Sangre, especialmente en el curso de este mes a ella dedicado, empezándolo y prosiguiéndolo hasta el fin con gran fervor y afectuosa devoción.
Ejemplo: En Berito, ciudad de la Siria habiendo llegado a manos de algunos hebreos una imagen del Redentor, con rabia diabólica renovaron éstos los insultos y tormentos que un día sus padres hicieron sufrir a Jesús cuando vivía en la tierra. Blasfemias, salivas, golpes, clavos, todo ello emplearon para deshonrar esta santa imagen: y al fin con una lanza le traspasaron el costado, el cual apenas herido, comenzó a manar viva Sangre. Sin conmoverse lo más mínimo ante tan gran prodigio, acercaron un vaso a la herida, y una vez lleno de aquella Sangre, lo llevaron a la Sinagoga; donde, entre improperios y burlas, ungieron con él a toda clase de enfermos, los cuales al instante sanaron. Caminaban expeditamente los cojos, veían los ciegos, oían los sordos, hablaban los mudos, y los moribundos mismos recobraban la salud apenas eran ungidos con la milagrosa Sangre. Ante tan portentoso número de curaciones instantáneas, operadas bajo sus propios ojos, no pudiendo ya resistir su obstinación, y arrepentidos todos se condujeron al Obispo de Antioquía para pedirle el bautismo; y con ellos mismos muchos otros hebreos abrazaron la fe de Cristo (Baronio, Anales Eclesiásticos. Ant. 787 n. 23, etc. El Martirologio Romano conmemora este prodigio el 9 de Noviembre). Procuremos también nosotros la más tierna devoción a la misma Sangre divina, y obtendremos de Jesús gracias espirituales, y aún corporales, si nos sirven para la salvación del alma.


Se medita y se pide lo que se desea conseguir.


Obsequio: Rezar cinco Pater, Ave y Gloria a las cinco llagas de Jesús.


Jaculatoria
A vuestra Sangre
Rendir honor,
Siempre deseo,
Caro Señor.


ORACIÓN PARA ESTE DÍA
¡Oh Sangre preciosísima de mi Jesús! Yo os adoro como a Sangre de mi Dios, os doy gracias como a mi perpetuo bienhechor, os alabo y bendigo como al precio de mi redención, os amo como a fuente de los dones celestiales, y quiero amaros y honraros por todo el resto de mi vida. ¿Qué sería de mi, si me alejase de Vos, que sois mi bien, mi vida, mi todo? Ciertamente me perdería. Para evitar tan grande desventura quiero estar siempre unido a Vos, y alimentar para con Vos, la más tierna devoción. Amén.




ORACIÓN FINAL PARA TODOS LOS DIAS


¡Oh Corazón de mi amado Jesús, cargado con la pesada cruz de mis culpas, coronado con las espinas de mis ingratitudes y llagado con la lanza de mis pecados! ¡Oh Jesús de mi vida! cruz, espinas y lanza he sido para vuestro Corazón con mis repetidas ofensas: éste es el retorno con que, ingrato, he correspondido a las dulces y amorosas lágrimas de Belén y a la extrema pobreza en que por mi amor nacisteis; éste es el agradecimiento y recompensa que han tenido vuestros trabajos y vuestra Preciosísima Sangre derramada con tanto amor por la salud de mi alma; esta es la paga de aquella excesiva fineza que obrasteis en el Cenáculo, cuando, abrazado en caridad y encendido en divinas llamas, os quedasteis por mi amor sacramentado, buscando amante la bajeza de mi pecho para recreo de vuestra bondad. ¡Oh Jesús de toda mi alma! Parece que hemos andado a competencia los dos, Vos con finezas, yo con ingratitudes; Vos con un amor que no tiene igual, y yo con un menosprecio que no tiene semejante; Vos con tanto amor regalándome y dándome en el Sacramento la dulzura de vuestro Corazón y yo dándoos por la cara con la hiel de mis culpas. ¡Oh Corazón de mí amado Jesús! ¡Oh Jesús de mi corazón, piadosísimo en esperarme! Compadeceos de mi miseria y perdonadme misericordioso cuanto ingrato os he ofendido, concediéndome benigno que esas espinas con que os veo punzado saquen lágrimas de mi corazón contrito, con que llore mis repetidas ingratitudes, y por esas vuestras amorosas y dulces llagas, llagad y herid éste mi corazón con la dulce y ardiente flecha de vuestro amor, para que os ame y sirva, para que os alabe y bendiga, y después eternamente gozaros. Amén.
V. Señor nos redimisteis con vuestra sangre
P. Y nos habéis hecho un Reino para nuestro Dios


OREMOS


Dios omnipotente y eterno, que habéis constituido a vuestro Hijo único Redentor del mundo y que quisisteis ser aplacado con su Sangre; te rogamos nos concedas que de tal modo veneremos el precio de nuestra salvación, y por su virtud seamos preservados en la tierra de los males de la presente vida, que nos regocijemos después con fruto perpetuo en los cielos. Por el mismo Jesucristo Nuestro Señor que contigo vive y reina por los siglos de los siglos Amén.













miércoles, 28 de junio de 2017

MES DE PREPARACIÓN PARA LA ENTRONIZACIÓN DEL SAGRADO CORAZÓN DE JESÚS Día 30

EN LOS HOGARES
Por el Presbítero Rodolfo Vergara Antúnez
Año 1895


Breve reseña de la Entronización del Sagrado Corazón
Fundada por el Padre Mateo Crawley- Boevey SS.CC.


La inspiración que tuvo el Padre Mateo, autor de la Hora Santa (ver aquí) en Paray le Monial, lugar de las revelaciones del Sagrado Corazón a Santa Margarita María de Alacoque, para crear su Apostolado de la Entronización, puede resumirse en las palabras del Papa Benedicto XV, quien aprobó la obra de la entronización mediante una carta fechada el 27 de abril de 1915. En ella la definió así: «La Entronización es la instalación de la imagen del Sagrado Corazón, como en un trono, en el sitio más noble de la casa, de tal suerte que Jesucristo Nuestro Señor reine visiblemente en los hogares católicos». Se trata, pues, no de un acto transitorio, sino de una verdadera y propia toma de posesión del hogar por parte de Jesucristo Rey, que debe ser permanentemente el punto de referencia de la vida de la familia, que se constituye en súbdita de su Corazón adorable.
Si se desea que la Entronización produzca frutos maravillosos, dice el Fundador, forzosamente la ceremonia debe prepararse bien, por eso le proponemos a nuestros lectores durante el mes de junio, dedicado al Sagrado Corazón, la meditación de este misterio insondable de amor por los hombres con los escritos del Padre Rodolfo Vergara Antúnez, autor del Mes de María, (ver aquí) para que el día 30 se pueda realizar la ceremonia que publicaremos. También les proporcionamos una imagen en alta resolución que pueden imprimir y enmarcar para poner el lugar más destacado del hogar (aquí).




DÍA TRIGÉSIMO
CEREMONIAL DE LA ENTRONIZACIÓN EN LOS HOGARES
Del Padre Mateo Crawley-Boevey
Apóstol Mundial del Sagrado Corazón


Es costumbre muy recomendable comenzar la Entronización leyendo la siguiente poesía, que invita al Rey de Amor a que tome plena posesión de todos los corazones de la familia.
¡ENTRA, SEÑOR!
Entra, Jesús: el día ya declina,
el astro rey hacia el ocaso inclina
su brillante fulgor;
no pases adelante, que anochece;
toma un descanso que el amor te ofrece;
¡Entra en casa, Señor!
¡Entra en casa, Señor, y si cerradas hallas tantas moradas,
que un asilo a su Dios quieren negar...,
olvida entre nosotros su desvío;
mientras tengamos casa, Jesús mío,
¡Tú tendrás un hogar!
Entra, Señor; mas no como mendigo:
Nuestro Rey, nuestro Padre, nuestro Amigo,
nuestro Todo serás...;
que si el error levanta sus banderas,
en este hogar Tú reinas y Tú imperas,
y homenajes y amor encontrarás.
Entra, Señor, aquí todos te amamos,
y pues Rey te aclamamos
de esta humilde mansión,
ya nuestros corazones se han ligado
y de su amor un trono te han formado:
Coloca en él, Señor, tu Corazón.
Colócalo, Señor, y no receles,
somos vasallos fieles;
no encontrarás aquí ningún traidor...;
antes morir queremos que dejarte,
antes morir queremos que negarte,
Divino Rey de amor.
Y si el mundo y los suyos te persiguen,
y si a este umbral quizá llegar consiguen…
a Ti no llegarán,
que sabrán defenderte nuestras vidas...
los filos de sus armas deicidas,
ni tu pecho, ni los nuestros herirán.
Entra, Señor; estemos siempre unidos,
mezclados, enlazados, confundidos,
de ese Pecho al calor;
viviendo todos de tu misma vida
como vive adherida
la enredadera al tronco bienhechor.
Juntos así el destierro cruzaremos,
así contigo juntos gozaremos
las dichas que nos des...,
y si el dolor empaña nuestros ojos,
juntos también pondremos sus despojos
como perlas humildes a tus pies.
Entra, Señor; ya izamos tu bandera;
entra, Señor, y manda, reina, impera
en este pobre hogar...,
pobre y desconocido,
pero con tu presencia enriquecido,
y muy feliz, porque te sabe amar.
BENDICIÓN DE LA IMAGEN
OREMOS
Omnipotente y sempiterno Dios, que no repruebas el que se pinten las imágenes (o se esculpan las estatuas) de tus Santos, a fin de que cuantas veces las vemos con los ojos de nuestro cuerpo, otras tantas nos determinemos a imitar los ejemplos de su santidad: te rogamos que te dignes bendecir y santificar esta Imagen (o estatua) hecha en honor y memoria del Sacratísimo Corazón de tu Hijo Unigénito Nuestro Señor Jesucristo; y concédenos que cuantos ante Ella procuren honrar y consolar al Sacratísimo Corazón de tu Unigénito Hijo, por sus méritos e intercesión obtengan de Ti la gracia en la vida presente y la gloria en la eterna. Por el mismo Jesucristo Nuestro Señor. Amén.
Rociada la imagen con agua bendita, se puede entonar un canto al Sagrado Corazón, mientras se ordena la procesión hasta el lugar donde va a quedar colocada la imagen, adornada, si fuera posible, con algunas flores, rezándose una vez allí, en voz alta y por todos, el CREDO, en testimonio explícito de la fe de toda la familia.
Breve explicación del sacerdote sobre el significado de la ceremonia.
ACTO DE CONSAGRACIÓN
(Rezado, si es posible, por el jefe de la familia.)
Corazón Sagrado de Jesús, que has manifestado a Santa Margarita María el deseo de reinar en las familias cristianas, venimos hoy a proclamar tu Realeza, la más absoluta, sobre la nuestra. Queremos vivir en adelante de tu vida, queremos hacer florecer en nuestro hogar las virtudes a las cuales prometiste la paz aquí en la tierra, queremos desterrar lejos de nosotros el espíritu mundano que Tú maldijiste.
Reinarás en nuestra inteligencia por la sencillez de nuestra fe, reinarás en nuestros corazones por el amor sin límites en que arderán por Ti, y cuya llama alimentaremos con la recepción frecuente de tu divina Eucaristía.
Dígnate, ¡Oh Divino Corazón!, presidir nuestras reuniones, bendecir nuestras empresas espirituales y temporales, ahuyentar nuestros pesares, santificar nuestras alegrías, aliviar nuestras penas. Si alguno de nosotros tuviera la desgracia de afligirte, acuérdate, ¡Oh Corazón de Jesús!, de que eres bueno y misericordioso para el pecador arrepentido. Y cuando llegue la hora de la separación, cuando la muerte venga a cubrirnos de luto, todos, tanto los que partan como los que queden, estaremos sumisos a tus decretos eternos y nos consolaremos con el pensamiento de que llegará un día en que toda la familia reunida en el cielo, cantará para siempre tu gloria y tus beneficios.
Dígnense el Corazón Inmaculado de María y el glorioso Patriarca San José presentarte esta consagración, y recordárnosla todos los días de nuestra vida.
¡Viva el Corazón de Jesús, nuestro Rey y nuestro Padre!
Y no debiendo faltar ningún miembro del hogar en este momento solemne y feliz, evoquemos el recuerdo de los queridos difuntos y ausentes de esta familia, rezando por ellos un PADRE NUESTRO y un AVEMARIA.
Oración
Deberá ser rezada por el sacerdote y toda la familia:
Gloria al Sagrado Corazón de Jesús, cuya misericordia ha sido infinita con los miembros de este cristiano hogar, al escogerlo entre millares como herencia de amor y santuario de reparación por las ingratitudes humanas.
Cuánta confusión Divino Jesús, esta porción de tu rebaño fiel acepta el honor insigne de verte presidir nuestra familia. Cómo te adora en silencio y se regocija al verte compartir bajo el mismo techo las fatigas, los afanes y también los puros goces de estos hijos tuyos. Verdad es que no somos dignos de que Tú entres en nuestra humilde morada, pero Tú mismo dejaste escapar de tus labios divinos, la palabra que nos tranquiliza cuando nos revelaste la hermosura de tu Divino Corazón y nuestras almas que tanta sed tienen de Ti ¡Oh Buen Jesús! han encontrado en la preciosa herida de tu Costado las aguas vivas que brotan hasta la vida eterna.
Así, pues, contritos y confiados venimos a consagrarnos a Ti que eres la vida inmutable. Quédate entre nosotros ¡Oh Corazón santísimo!, pues sentimos ansias supremas de amarte y de hacerte amar, porque Tú eres el fuego divino que ha de abrasar al mundo para regenerarlo. ¡Ah, sí! Que esta casa sea tu refugio tan dulce como el de Betania, donde encuentres solaz en las almas amigas que han escogido la mejor parte en la intimidad venturosa de tu Corazón. Sea éste, Salvador amado el asilo pobre, pero cariñoso, de Egipto en el des-tierro de tus enemigos.
¡Ven, divino Jesús, ven!, pues en esta casa se ama con entrañable amor a la Virgen María, esa Madre tan tierna que Tú mismo nos diste. Ven a llenar con tu dulcísima presencia, los vacíos que la muerte y la desgracia han dejado entre nosotros. ¡Ah, si Tú, el amigo fidelísimo hubieras estado en nuestras horas de duelo, cómo se hubieran endulzado tantas lágrimas y cuánto bálsamo de paz hubiéramos sentido en aquellas heridas secretas que sólo Tú conoces.
¡Ven, porque se acerca tal vez para nosotros la tarde angustiosa de nuevos pesares y declina el día fugaz de nuestra juventud y de nuestras ilusiones. Quédate con nosotros, porque ya anochece y el mundo perverso quiere envolvernos en las tinieblas de sus negaciones, de sus vicios y vanidades y nosotros te queremos a Ti; porque sólo Tú, eres el Camino la Verdad y la Vida!.
Exclama Jesús, como en otro tiempo: "Es preciso que desde hoy me den hospedaje en su casa". Sí, Dios mío, establece aquí tu tabernáculo a cuya sombra vivamos en tu compañía, nosotros que te proclamamos nuestro Rey porque no queremos que ningún otro reine sobre nosotros sino Tú.
¡Viva siempre amado, bendecido y glorificado en este hogar el Corazón triunfante de Jesús! Venga a nosotros tu reino. Amén.
Rezar en voz alta una SALVE en homenaje de amor al Inmaculado Corazón de María.
Sagrado Corazón de Jesús, ten piedad de nosotros (Tres veces).
Corazón Inmaculado de María, ruega por nosotros.
San José, ruega por nosotros.
Santa Margarita María, ruega por nosotros.
El sacerdote da la bendición: Bmnedictio Dei Omnipotentis: Patris et Filii et Spiritus Sancti descendat super vos et maneat semper. Amén.
Renovación De la Consagración familiar antes de acostarse
Dulcísimo Salvador nuestro, humildemente postrados a tus plantas, renovamos con todo fervor la consagración que un día hicimos de nuestra familia a tu divino Corazón. Sigue siempre siendo nuestro Rey, pues en Ti pusimos toda nuestra confianza. Que nuestros pensamientos, nuestros deseos, nuestras palabras y obras, se sientan todos impregnados de tu espíritu. Bendice nuestras empresas, toma parte en nuestras alegrías, en nuestras pruebas y en nuestros trabajos. Concédenos el favor inmenso de conocerte más intensamente, para así amarte mejor y servirte sin descanso. Que desde un extremo al otro de la tierra resuene esta aclamación: »Amado, bendecido y glorificado sea por doquiera y por siempre el Corazón triunfante de Jesús!» Amén.
Para la Renovación mensual o anual tomar la oración, correspondiente al, acto de Consagración.
INDULGENCIAS
Su Santidad Pío X concedió a las familias chilenas. S.S. Benedicto XV extendió a todas las familias del mundo que hicieran la Entronización del Sagrado Corazón de Jesús, la Indulgencia Plenaria una vez cada año en ese mismo día sí, habiendo confesado y comulgado, renuevan el Acto de Consagración y visitan una iglesia u oratorio público rogando por las intenciones del Papado.

(Preces 1938, pág. 52. Libro: Jesús, Rey de Amor, del Padre Mateo Crawley- Boevey)









MES DE PREPARACIÓN PARA LA ENTRONIZACIÓN DEL SAGRADO CORAZÓN DE JESÚS Día 29

EN LOS HOGARES
Por el Presbítero Rodolfo Vergara Antúnez
Año 1895


Breve reseña de la Entronización del Sagrado Corazón
Fundada por el Padre Mateo Crawley- Boevey SS.CC.


La inspiración que tuvo el Padre Mateo, autor de la Hora Santa (ver aquí) en Paray le Monial, lugar de las revelaciones del Sagrado Corazón a Santa Margarita María de Alacoque, para crear su Apostolado de la Entronización, puede resumirse en las palabras del Papa Benedicto XV, quien aprobó la obra de la entronización mediante una carta fechada el 27 de abril de 1915. En ella la definió así: «La Entronización es la instalación de la imagen del Sagrado Corazón, como en un trono, en el sitio más noble de la casa, de tal suerte que Jesucristo Nuestro Señor reine visiblemente en los hogares católicos». Se trata, pues, no de un acto transitorio, sino de una verdadera y propia toma de posesión del hogar por parte de Jesucristo Rey, que debe ser permanentemente el punto de referencia de la vida de la familia, que se constituye en súbdita de su Corazón adorable.
Si se desea que la Entronización produzca frutos maravillosos, dice el Fundador, forzosamente la ceremonia debe prepararse bien, por eso le proponemos a nuestros lectores durante el mes de junio, dedicado al Sagrado Corazón, la meditación de este misterio insondable de amor por los hombres con los escritos del Padre Rodolfo Vergara Antúnez, autor del Mes de María, (ver aquí) para que el día 30 se pueda realizar la ceremonia que publicaremos. También les proporcionamos una imagen en alta resolución que pueden imprimir y enmarcar para poner el lugar más destacado del hogar (aquí).


DÍA VIGÉSIMO NONO
VÍSPERA DE LA ENTRONIZACIÓN EN EL HOGAR
Amor y consagración al Corazón de Jesús


En las consideraciones hechas hasta el presente hemos visto desfilar delante de nuestros ojos las finezas incomparables del amor divino para con el hombre. Un día el Hijo de Dios viene a buscarnos desde las alturas de su gloria y se hace igual al hombre haciéndose hombre; y colmando los abismos que nos separan, se liga a nosotros con los vínculos de la naturaleza humana. Deja la morada de su Padre para vivir humilde y pobre, en un mismo destierro con nosotros; y de los abatimientos de la Encarnación desciende a las oscuridades insondables de la Eucaristía, y desde allí responde a todas las profanaciones y a todas las ingratitudes del mundo, diciendo: «Yo estaré con vosotros todos los días hasta el fin de los siglos.» De las profundidades de la Eucaristía lo vemos descender hasta el oprobio de la cruz, en la cual, muriendo por el hombre, desafía a todos los amores de la tierra, diciendo: «Nadie puede amar más que yo, puesto que muero por quien amo”
Ahora bien, ¿cuál debe ser la consecuencia natural que debemos deducir de la consideración de estas admirables finezas? Ya lo ha dicho San Juan: «Por consiguiente, nosotros debemos amar a Dios, puesto que Él nos ha amado, primero”. Es ley del corazón que el amor no puede tener otra correspondencia justa que el amor. Jesucristo habría podido reclamar sangre por sangre; pero só1o nos pide amor por amor. ¡Y podríamos negárselo?
Amar a Dios es la mayor conveniencia para el hombre. «Quien está lleno de amor, dice San Agustín, está lleno de Dios», y quien posee a Dios tiene todo lo que puede apetecerse, como quiera que en Él se encierran todos los bienes. Todo lo que se hace por amor a Dios, aún lo más pequeño, es origen de méritos que nos hacen dignos de aumento de gracia en la tierra y de gloria en el cielo; y al contrario, aunque alguno diese, dice el Apóstol, todos sus bienes a los pobres, sin amor a Dios nada le aprovecharía; de modo que el amor es mina inagotable de riquezas espirituales. Cuando el amor se derrama en el alma, le comunica un bienestar, una íntima serenidad, un gusto indefinible que se asemeja a la felicidad del cielo; por lo cual podemos decir que la señal del amor divino es la felicidad que se siente en el alma. El cielo misino no es otra cosa en su esencia que el amor a Dios, el amor con transportes no interrumpidos, el amor que contempla a Dios sin velo y que lo goza sin temor de perderlo; por manera que el que ama a Dios en la tierra se encuentra como en el vestíbulo del cielo. El que ama a Dios todo lo puede, porque nada hay difícil para el que ama; los mayores sacrificios son dulces porque el amor todo lo endulza. “El amor es poderoso en el imperio, porque todo lo domina; en el vuelo, porque tiene alas que suben muy alto; en la fortaleza, porque a todos resiste; en la paciencia, porque nada le cansa; en la felicidad, porque es todo Amor. Dispuesta ya el alma con un devoto mes, o por lo menos con un triduo dc santos ejercicios, convendría hacer una confesión de las propias culpas con más diligencia de lo acostumbrado. En la víspera sería conveniente hacer alguna especial mortificación que reanimase el fervor, y emplear algún tiempo delante del Santísimo Sacramento, a fin de empezar a encender el fuego santo en las almas. Ofrézcanle las oraciones de los ángeles en cambio de las vuestras; procuren que todos los movimientos de vuestros corazones sean otras tantas alabanzas que le den, y con estos pensamientos vayan a descansar. Al día siguiente, que debe ser para la familia un día encendido como una fragua, darán completísimo desahogo a vuestros corazones. La meditación de la mañana deberá ser sobre aquel Corazón sacrosanto. La comunión que ocupa el primer lugar, debe ser hecha con todo el fervor posible; advirtiendo, no obstante, que se trata de fervor de voluntad, no de fervor sensible. Vienen después los actos encendidos de reparación y de consagración, y con ellos las almas se abrasarán en deseos de reparar cuantos ultrajes ha recibido el Redentor en el Sacramento desde el día de su institución hasta los nuestros; y por esto se entristecen, se afligen, piden perdón y ofrecen las adoraciones de todos los santos, de todos los ángeles, de la Santísima Virgen, del Señor San José y del mismo Santísimo Corazón.


Preparación de la Ceremonia de la Entronización


Tendrán dispuesto ya para el siguiente día el lugar más destacado del hogar donde el Señor será honrado con la Entronización. Para ese fin habrán preparado un altar familiar con un cuadro o figura del Sagrado Corazón, velas, flores y todo lo que el amor a tan grande Soberano les inspire. Habrán solicitado con antelación la presencia de un sacerdote quien leerá el Ceremonial que el Padre Mateo Crawley-Boevey ha compuesto, y que se publicará mañana. Y para perpetuar la familia este compromiso de fidelidad al Sagrado Corazón, el jefe de familia firmará un certificado en el que quedará grabada la fecha a fin de renovarlo cada año.
A continuación les dejamos este documento para imprimir.



















MES DE PREPARACIÓN PARA LA ENTRONIZACIÓN DEL SAGRADO CORAZÓN DE JESÚS Día 28


EN LOS HOGARES
Por el Presbítero Rodolfo Vergara Antúnez
Año 1895


Breve reseña de la Entronización del Sagrado Corazón
Fundada por el Padre Mateo Crawley- Boevey SS.CC.


La inspiración que tuvo el Padre Mateo, autor de la Hora Santa (ver aquí) en Paray le Monial, lugar de las revelaciones del Sagrado Corazón a Santa Margarita María de Alacoque, para crear su Apostolado de la Entronización, puede resumirse en las palabras del Papa Benedicto XV, quien aprobó la obra de la entronización mediante una carta fechada el 27 de abril de 1915. En ella la definió así: «La Entronización es la instalación de la imagen del Sagrado Corazón, como en un trono, en el sitio más noble de la casa, de tal suerte que Jesucristo Nuestro Señor reine visiblemente en los hogares católicos». Se trata, pues, no de un acto transitorio, sino de una verdadera y propia toma de posesión del hogar por parte de Jesucristo Rey, que debe ser permanentemente el punto de referencia de la vida de la familia, que se constituye en súbdita de su Corazón adorable.
Si se desea que la Entronización produzca frutos maravillosos, dice el Fundador, forzosamente la ceremonia debe prepararse bien, por eso le proponemos a nuestros lectores durante el mes de junio, dedicado al Sagrado Corazón, la meditación de este misterio insondable de amor por los hombres con los escritos del Padre Rodolfo Vergara Antúnez, autor del Mes de María, (ver aquí) para que el día 30 se pueda realizar la ceremonia que publicaremos. También les proporcionamos una imagen en alta resolución que pueden imprimir y enmarcar para poner el lugar más destacado del hogar (aquí).







DÍA VIGÉSIMO OCTAVO
Oración con que se comenzarán los ejercicios de cada día del Mes.


Adorable Corazón de Jesús, trono de misericordia y manantial inagotable de gracias, dignaos aceptar los homenajes de amor y de agradecimiento que traeremos al pie de vuestro altar durante la serie de bellos días consagrados a vuestra gloria como preparación para entronizarte en nuestros hogares. Obedientes a la dulce voz de vuestro Corazón, venimos a ofreceros el débil tributo de nuestros consuelos para haceros olvidar la ingratitud incomprensible con que tantos pecadores corresponden a la inmensidad de vuestros beneficios. La voz de nuestras alabanzas subirá cada día a las alturas de vuestro trono para apagar el eco de las blasfemias con que os ultrajan tantas almas rescatadas con vuestra Sangre Preciosa. Nuestros corazones, profundamente conmovidos por la amargura de vuestras quejas, vienen aquí a protestaros que os aman y que os amarán mientras les concedáis la vida, con toda la efusión y la ternura de que son capaces. Queremos reparar las ofensas que recibís continuamente de los infieles que no tienen la dicha de conoceros, de los herejes que tienen la desgracia de negaros y de los impíos que tienen la audacia de haceros implacable guerra. Nosotros hemos sido, es verdad, del número de los ingratos que os ofenden; pero, sinceramente arrepentidos de nuestros pasados extravíos, aceptad, ¡oh Corazón misericordioso! las reparaciones que os ofrecen nuestros dolores y nuestras lágrimas; las oraciones y sacrificios que te presentaremos durante este mes para que reines en nuestros corazones, nuestras familias, en la sociedad y el mundo entero ¡Viva Cristo Rey!


CONSIDERACIÓN

ACTO DE CONSAGRACIÓN AL SAGRADO CORAZÓN DE JESÚS
Oh Jesús, Salvador y Dios mío, postrado humildemente en vuestro acatamiento, yo me entrego del todo a vuestro divino Corazón en agradecimiento de todos los beneficios que habéis dispensado a los hombres y particularmente de la inestimable merced que nos habéis hecho, quedándoos con nosotros en el Santísimo Sacramento del altar. Quiero dedicarme a dilatar la gloria de este Corazón adorable, a fin de reparar, en cuanto dependa de mí, los ultrajes que os han hecho y os harán los pecadores hasta el fin del mundo. Es mi voluntad satisfacer con este espíritu de gratitud y de reparación por todas mis obligaciones.
Aceptad, oh Corazón Sagrado, todos mis pensamientos, mis deseos, mi voluntad, mi memoria, mi libertad, mis obras, en una palabra, toda mi vida. Recibid mis padecimientos y adversidades; yo me entrego a Vos para siempre. No puedo ofreceros más; ¡ojalá fuese yo dueño de los corazones de todos los hombres para poder presentároslo gozoso en homenaje! Oh Señor, todos los instantes de mi vida os pertenecen y todas mis acciones son vuestras; no permitáis haya en ellas ninguna cosa que las haga indignas de vuestro adorable Corazón, antes bien haced que las comience, las continúe y termine por vuestra gracia, y con la sola mira de agradaros y serviros: a este fin las uno a las vuestras y deseo tener las disposiciones santas y divinas de que vuestro Corazón estuvo siempre animado.
Oh Jesús mío, reinad en mí como soberano dueño; haced que yo dependa enteramente de Vos, que todo mi cuidado sea imitar a vuestro Corazón ya que Él es mi modelo, mi fuerza, mi asilo, mi consuelo y mi esperanza. Amén.

Práctica Espiritual
Rezar una tercera parte del Rosario en homenaje a la gloria del Sagrado Corazón de Jesús en el cielo.

Oración final.


¡Oh Corazón Sacratísimo de Jesús!, quisiéramos que todos los corazones se reuniesen para amaros y que todos los labios se abriesen para bendeciros en un solo cántico de reconocimiento y de alabanza. Quisiéramos traer a vuestros pies todo lo que hay de grande y hermoso en el cielo y en la tierra; y que todas las criaturas salidas de vuestra mano omnipotente se unieran a nosotros para ensalzar vuestras grandezas y celebrar vuestras obras de bondad y de misericordia. Pero ya que esto no es posible, recibid, Señor, como débil expresión de nuestro amor, las flores con que nuestra familia adorna vuestra imagen, las luces con que iluminamos el trono de vuestra gloria y los cánticos de gratitud que cada día modulan nuestros labios. No miréis la pobreza de nuestras ofrendas, sino el amor con que os las presentamos; y en cambio, abrid en este Mes bendito los tesoros de vuestras gracias y derramadlas sobre vuestros amantes hijos, que atraídos por el encanto de vuestro Corazón y congregados en torno de vuestro altar, quieren glorificaros en estos santos días, para merecer la dicha de amaros eternamente en el cielo. Amén.










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lunes, 26 de junio de 2017

MES DE PREPARACIÓN PARA LA ENTRONIZACIÓN DEL SAGRADO CORAZÓN DE JESÚS Día 27

EN LOS HOGARES
Por el Presbítero Rodolfo Vergara Antúnez
Año 1895


Breve reseña de la Entronización del Sagrado Corazón
Fundada por el Padre Mateo Crawley- Boevey SS.CC.


La inspiración que tuvo el Padre Mateo, autor de la Hora Santa (ver aquí) en Paray le Monial, lugar de las revelaciones del Sagrado Corazón a Santa Margarita María de Alacoque, para crear su Apostolado de la Entronización, puede resumirse en las palabras del Papa Benedicto XV, quien aprobó la obra de la entronización mediante una carta fechada el 27 de abril de 1915. En ella la definió así: «La Entronización es la instalación de la imagen del Sagrado Corazón, como en un trono, en el sitio más noble de la casa, de tal suerte que Jesucristo Nuestro Señor reine visiblemente en los hogares católicos». Se trata, pues, no de un acto transitorio, sino de una verdadera y propia toma de posesión del hogar por parte de Jesucristo Rey, que debe ser permanentemente el punto de referencia de la vida de la familia, que se constituye en súbdita de su Corazón adorable.
Si se desea que la Entronización produzca frutos maravillosos, dice el Fundador, forzosamente la ceremonia debe prepararse bien, por eso le proponemos a nuestros lectores durante el mes de junio, dedicado al Sagrado Corazón, la meditación de este misterio insondable de amor por los hombres con los escritos del Padre Rodolfo Vergara Antúnez, autor del Mes de María, (ver aquí) para que el día 30 se pueda realizar la ceremonia que publicaremos. También les proporcionamos una imagen en alta resolución que pueden imprimir y enmarcar para poner el lugar más destacado del hogar (aquí).





DÍA VIGESIMOSÉPTIMO
Oración con que se comenzarán los ejercicios de cada día del Mes.


Adorable Corazón de Jesús, trono de misericordia y manantial inagotable de gracias, dignaos aceptar los homenajes de amor y de agradecimiento que traeremos al pie de vuestro altar durante la serie de bellos días consagrados a vuestra gloria como preparación para entronizarte en nuestros hogares. Obedientes a la dulce voz de vuestro Corazón, venimos a ofreceros el débil tributo de nuestros consuelos para haceros olvidar la ingratitud incomprensible con que tantos pecadores corresponden a la inmensidad de vuestros beneficios. La voz de nuestras alabanzas subirá cada día a las alturas de vuestro trono para apagar el eco de las blasfemias con que os ultrajan tantas almas rescatadas con vuestra Sangre Preciosa. Nuestros corazones, profundamente conmovidos por la amargura de vuestras quejas, vienen aquí a protestaros que os aman y que os amarán mientras les concedáis la vida, con toda la efusión y la ternura de que son capaces. Queremos reparar las ofensas que recibís continuamente de los infieles que no tienen la dicha de conoceros, de los herejes que tienen la desgracia de negaros y de los impíos que tienen la audacia de haceros implacable guerra. Nosotros hemos sido, es verdad, del número de los ingratos que os ofenden; pero, sinceramente arrepentidos de nuestros pasados extravíos, aceptad, ¡oh Corazón misericordioso! las reparaciones que os ofrecen nuestros dolores y nuestras lágrimas; las oraciones y sacrificios que te presentaremos durante este mes para que reines en nuestros corazones, nuestras familias, en la sociedad y el mundo entero ¡Viva Cristo Rey!


CONSIDERACIÓN

Cómo mueren los que aman y sirven al Corazón de Jesús.

Una muerte santa es el vestíbulo del cielo. Tal fue la de Santa Margarita María Alacoque a quien Dios eligió para descubrir los secretos de su Corazón. No necesitó para morir de una larga enfermedad: llevaba dentro de sí un verdugo que cortó sin esfuerzo el hilo de sus preciosos días. Este verdugo era el amor divino. Su vida era más divina que humana; su corazón más vivía en el cielo que en la tierra. Margarita murió de amor: su alma se desprendió del cuerpo como se desprende un suspiro del corazón enamorado.
Estaba en la víspera de su muerte, y nadie lo sospechaba. El médico tranquilizaba a todo el mundo, y el semblante de Margarita acababa de disipar todas las aprensiones. No obstante, en la tarde la hermana María, que no la dejaba un instante, notó que sufría mucho; pero eran dolores interiores y difíciles de definir y penetrar la causa ¿Mucho sufrís? la dijo.
¡Oh! no mucho», contestó con ardor la Santa; y volvió a caer en el silencio. Poco más tarde, al principiar la noche, llamó a la hermana y la habló sobre el deseo ardiente que la consumía de ver a Dios en el cielo, añadiendo que a pesar de eso, preferiría permanecer hasta el día del juicio, en la tierra, si esa era la voluntad de Dios.
«El día siguiente, 16 de octubre, víspera de su muerte, desde temprano pidió le diesen el santo viático; y como se obstinaban en rehusárselo no inspirando su estado inquietud alguna, pidió la permitiesen a lo menos hacer la sagrada comunión, estando todavía en ayunas. Cedieron a sus instancias; y cuando vio entrar a su Amado, abrió los brazos, y con ardores que los testigos de esa conmovedora escena han declarado indescriptibles, le dio gracias por haberse dignado venir donde ella. Era la última vez que recibía a su Dios en la tierra; bien lo sabía, pues luego después de la ceremonia, dijo a Sor María Nicolasa, que como llegaba a su fin, había comulgado en forma de viático ese último día, tuvieron que admirar el extraordinario gozo que se reflejaba en su semblante. Eran constantes sus exclamaciones. «¡Ah! qué dicha es amar a Dios! ¡Amémosle, amémosle! pero que sea con toda perfección!» Por un instante, el pensamiento de la justicia divina cruza por su espíritu. La vieron temblar, besar con humildad y ardor su crucifijo. «¡Misericordia, Dios mío, misericordia!» Pero no fue más que un instante. Se volvió a sumergir en el Corazón de Jesús, y una radiosa serenidad reapareció en su frente para no perderla más.
«Hubo un momento en que, después de decir con entusiasmo: «¿Qué quiero yo en el cielo y qué puedo desear sobre la tierra fuera de vos solo, oh Dios mío?», llamó a su joven enfermera y la dijo: «¿Faltará mucho todavía?» A lo que ella contestó que, según la opinión del médico, no moriría aún. « ¡Ah Señor! exclamó entonces ¡cuándo me sacarás de este destierro!» Hizo le rezaran las letanías del Sagrado Corazón de Jesús, las de la Santísima Virgen; pidió invocasen a San José, a San Francisco de Sales y a su ángel custodio, para que viniesen a asistirla. Después volvió a permanecer en silencio durante muchas horas.
«En la tarde principió a preocuparla un último pensamiento de humildad y deseo de vida oculta. Llamó a Sor de Farges y le pidió quemara todo lo que quedaba de sus escritos, particularmente las Memorias que había escrito por orden del padre Rollin. Comprendió la hermana todo el peligro, y le insinuó con dulzura que sería más perfecto someterse a las superioras y abandonar todo a la obediencia. No insistió más. Y como Sor de Farges se conmoviese viéndola tan penetrada de su próxima muerte, Margarita le repitió lo que muchas veces había dicho: «que su muerte era necesaria a la gloria del Corazón de Jesús.»
Así trascurrió el día y la noche del 16 de Octubre. En la mañana del 17, sintió algunas fatigas y pidió el santo viático. El médico, llamado precipitadamente, declaró que no había por qué apurarse, que no se moría. «Ya lo veréis», replicó la Santa; y cuando se fue dijo a Sor de Farges, hablando del viático que acababa de rehusarle: « Felizmente lo había previsto; ya pensaba yo que no me creerían tan enferma, y ayer comulgué con esa intención.»
«Las últimas palabras del médico tranquilizaron a toda la comunidad, y cada una de las hermanas volvió a sus ocupaciones ordinarias. Sólo quedó a su lado Sor de Farges, con quien se entretuvo hablando de los inefables excesos del amor de Dios. Hablaba poco, pero con palabras inflamadas. Como a las siete de la tarde una ligera convulsión agitó sus miembros. Sor María Nicolasa corrió a buscar a la superiora. En ese momento entraba Sor de Farges, la que pensando era una crisis pasajera, quiso detenerla. «Dejadla ir, dijo Margarita, ya es tiempo.» Llega la superiora y quiere mandar buscar el médico: «Madre, le dijo Margarita María, ya no necesito más que de Dios solo, y abismarme en el Corazón de Jesucristo.»
«Un momento después acudieron todas las hermanas, avisadas de que estaba en la extremidad, y se postraron a los pies de la cama llorando. Ella reúne las pocas fuerzas que le quedan para exhortarlas a que amen a Dios sin reserva; después avisó que le dieran la extremaunción. Al entrar el sacerdote la Santa se enderezó; al momento dos hermanas se precipitan para sostenerla en sus brazos, impulsadas por el afecto que tenían por ella. Las dos hermanas que se levantaron tan espontáneamente fueron Sor Rosalía Verchére y Sor de Farges; las mismas a quienes ella había predicho que moriría en sus brazos. Ellas ni habían pensado, y sólo se acordaron después cuando lo aseguraron con juramento. A la cuarta unción, expiró dulcemente en sus brazos, pronunciando el dulcísimo nombre de Jesús. Era el 17 de octubre de 1690, a las siete de la tarde. Tenía cuarenta y tres años, dos meses y veinticuatro días» (Bongeaus, Historia de Margarita María de Alacoque).


Práctica Espiritual
Hacer tres actos de vencimiento de la propia voluntad, pidiendo al Sagrado Corazón el espíritu de sacrificio.


Oración final.


¡Oh Corazón Sacratísimo de Jesús!, quisiéramos que todos los corazones se reuniesen para amaros y que todos los labios se abriesen para bendeciros en un solo cántico de reconocimiento y de alabanza. Quisiéramos traer a vuestros pies todo lo que hay de grande y hermoso en el cielo y en la tierra; y que todas las criaturas salidas de vuestra mano omnipotente se unieran a nosotros para ensalzar vuestras grandezas y celebrar vuestras obras de bondad y de misericordia. Pero ya que esto no es posible, recibid, Señor, como débil expresión de nuestro amor, las flores con que nuestra familia adorna vuestra imagen, las luces con que iluminamos el trono de vuestra gloria y los cánticos de gratitud que cada día modulan nuestros labios. No miréis la pobreza de nuestras ofrendas, sino el amor con que os las presentamos; y en cambio, abrid en este Mes bendito los tesoros de vuestras gracias y derramadlas sobre vuestros amantes hijos, que atraídos por el encanto de vuestro Corazón y congregados en torno de vuestro altar, quieren glorificaros en estos santos días, para merecer la dicha de amaros eternamente en el cielo. Amén.










domingo, 25 de junio de 2017

MES DE PREPARACIÓN PARA LA ENTRONIZACIÓN DEL SAGRADO CORAZÓN DE JESÚS Día 26


EN LOS HOGARES
Por el Presbítero Rodolfo Vergara Antúnez
Año 1895


Breve reseña de la Entronización del Sagrado Corazón
Fundada por el Padre Mateo Crawley- Boevey SS.CC.


La inspiración que tuvo el Padre Mateo, autor de la Hora Santa (ver aquí) en Paray le Monial, lugar de las revelaciones del Sagrado Corazón a Santa Margarita María de Alacoque, para crear su Apostolado de la Entronización, puede resumirse en las palabras del Papa Benedicto XV, quien aprobó la obra de la entronización mediante una carta fechada el 27 de abril de 1915. En ella la definió así: «La Entronización es la instalación de la imagen del Sagrado Corazón, como en un trono, en el sitio más noble de la casa, de tal suerte que Jesucristo Nuestro Señor reine visiblemente en los hogares católicos». Se trata, pues, no de un acto transitorio, sino de una verdadera y propia toma de posesión del hogar por parte de Jesucristo Rey, que debe ser permanentemente el punto de referencia de la vida de la familia, que se constituye en súbdita de su Corazón adorable.
Si se desea que la Entronización produzca frutos maravillosos, dice el Fundador, forzosamente la ceremonia debe prepararse bien, por eso le proponemos a nuestros lectores durante el mes de junio, dedicado al Sagrado Corazón, la meditación de este misterio insondable de amor por los hombres con los escritos del Padre Rodolfo Vergara Antúnez, autor del Mes de María, (ver aquí) para que el día 30 se pueda realizar la ceremonia que publicaremos. También les proporcionamos una imagen en alta resolución que pueden imprimir y enmarcar para poner el lugar más destacado del hogar (aquí).


 

DÍA VIGÉSIMOSEXTO
Oración con que se comenzarán los ejercicios de cada día del Mes.


Adorable Corazón de Jesús, trono de misericordia y manantial inagotable de gracias, dignaos aceptar los homenajes de amor y de agradecimiento que traeremos al pie de vuestro altar durante la serie de bellos días consagrados a vuestra gloria como preparación para entronizarte en nuestros hogares. Obedientes a la dulce voz de vuestro Corazón, venimos a ofreceros el débil tributo de nuestros consuelos para haceros olvidar la ingratitud incomprensible con que tantos pecadores corresponden a la inmensidad de vuestros beneficios. La voz de nuestras alabanzas subirá cada día a las alturas de vuestro trono para apagar el eco de las blasfemias con que os ultrajan tantas almas rescatadas con vuestra Sangre Preciosa. Nuestros corazones, profundamente conmovidos por la amargura de vuestras quejas, vienen aquí a protestaros que os aman y que os amarán mientras les concedáis la vida, con toda la efusión y la ternura de que son capaces. Queremos reparar las ofensas que recibís continuamente de los infieles que no tienen la dicha de conoceros, de los herejes que tienen la desgracia de negaros y de los impíos que tienen la audacia de haceros implacable guerra. Nosotros hemos sido, es verdad, del número de los ingratos que os ofenden; pero, sinceramente arrepentidos de nuestros pasados extravíos, aceptad, ¡oh Corazón misericordioso! las reparaciones que os ofrecen nuestros dolores y nuestras lágrimas; las oraciones y sacrificios que te presentaremos durante este mes para que reines en nuestros corazones, nuestras familias, en la sociedad y el mundo entero ¡Viva Cristo Rey!


CONSIDERACIÓN

Amor del Corazón de Jesús en la comunión sacramental



El salvador del mundo no es solamente en la Eucaristía una víctima propiciatoria. Al instituir el sacrificio de la nueva ley, dijo a sus apóstoles, y en su persona a todos los cristianos: “Tomad y comed.” La naturaleza de los elementos que ha escogido para ocultar su santa y gloriosa humanidad nos indica que la Eucaristía no es solamente un sacrificio, sino también un banquete en que se sirve su carne y su sangre bajo las apariencias del pan y del vino. “Mi carne, dice, es verdadera comida y mi sangre verdadera bebida; y el que come mi carne y bebe mi sangre permanece en mí y yo en él.”
¡Oh sin igual maravilla del amor! Jesucristo, la luz, la paz, el gozo, el redentor del mundo, el tesoro del cielo, el sol de la eternidad, hace al hombre la donación completa de su cuerpo, de su sangre, de su alma, de si divinidad, uniéndose a él en la intimidad más completa. Dios se dio por la encarnación a la humanidad en general; en la Eucaristía se da a cada alma en particular. No bastaba a su amor su unión con nuestra naturaleza, haciéndose hombre para rescatar a la raza infortunada de Adán. Quiso que la carne de Cristo redentor entrase en cada hombre real y sustancialmente, como el alimento material entra en el organismo humano, a fin de sostener, reparar, conservar y acrecentar nuestra vida sobrenatural con un alimento divino. Jesucristo en la comunión se enlaza dulcemente con el alma y la enciende con su calor, le infunde su vida, la sostiene con su poder, la fortifica con su gracia, la regala con su amor, la transforma en sí mismo y llega a ser la carne de su carne, el corazón de su corazón, el alma de su alma, de modo que el cristiano puede decir: “No soy yo quien vivo; es Jesucristo el que vive en mí.”
El verdadero amor tiende irresistiblemente a la unión. Mirad a la madre cuando acaricia a su pequeño hijo: ella lo estrecha contra su pecho como si quisiera incorporarlo en su propio ser y convertirlo en sí misma. Jesucristo que ama a las almas, según su testimonio, micho más que las madres a sus hijos, ha encontrado en la comunión un medio de satisfacer esta aspiración del amor. Se une al hombre, no obstante su miseria, y lo estrecha y acaricia con ternura inefable, y lo diviniza en cierto modo dándole su divinidad por nutrición. Y como esa unión maravillosa es una prenda de su infinito amor, ella produce en las almas bien dispuestas goces tan íntimos, delicias tan puras que la lengua humana no puede expresar. ¿No habéis hecho alguna vez una comunión fervorosa? Si habéis disfrutado de esta felicidad, podréis decir con experiencia: “cuan suave, cuan dulce es el Señor.” Entonces habéis comprendido que la comunión es el vestíbulo del cielo, porque sólo en la patria de los eternos goces pueden sentirse emociones como las que despierta en el alma la presencia sacramental de Jesús. ¿No os habéis olvidado entonces de la tierra y de sus dolores, y os habéis creído trasportados a una región alta y serena en que concluyen las penalidades del destierro y empiezan las dulzuras de la patria?
¡Y qué incomprensible dignación la de Jesús! Se ha visto a grandes de la tierra descender de la altura de sus palacios hasta la humilde morada de uno de sus vasallos para sentarse junto al lecho de sus dolores, consolarlo, asistirlo, curar sus llagas y remediar su miseria. El mundo ha visto esa acción una grandeza mayor que en el esplendor y el poder de los tronos. Pues bien, Jesucristo hace mucho más que eso en la comunión. No desciende de un palacio o trono de la tierra, sino de las alturas esplendorosas del cielo; no viene a sentarse junto al lecho de los dolores físicos o morales del hombre, sino en medio de su corazón para descubrir más fácilmente el secreto de sus penas. Y a estas dulces intimidades del amor convida a todos, a los más grandes y a los pequeños; porque en el banquete eucarístico, a diferencia de los banquetes del mundo, no se excluye a nadie; y a un podemos agregar que los más humildes y los más desgraciados tienen asiento de preferencia.
¡Ah! Y ¿Cómo no admirar la grandeza del Amor que inventa tales prodigios? ¿Quién habría podido imaginarse que un Dios se abismase hasta unirse y confundirse con sus pobres criaturas para darles a gustar consuelos celestiales y hacerlas participantes de su propia vida? Por incomprensible que sea esta maravilla de amor, el hecho es que el Corazón de Jesús ha realizado y realiza diariamente en millones de almas este portento de incomparable bondad.



Práctica Espiritual


Examinar atentamente la conciencia para descubrir nuestra pasión dominante y aplicarnos a corregirla.


Oración final.


¡Oh Corazón Sacratísimo de Jesús!, quisiéramos que todos los corazones se reuniesen para amaros y que todos los labios se abriesen para bendeciros en un solo cántico de reconocimiento y de alabanza. Quisiéramos traer a vuestros pies todo lo que hay de grande y hermoso en el cielo y en la tierra; y que todas las criaturas salidas de vuestra mano omnipotente se unieran a nosotros para ensalzar vuestras grandezas y celebrar vuestras obras de bondad y de misericordia. Pero ya que esto no es posible, recibid, Señor, como débil expresión de nuestro amor, las flores con que nuestra familia adorna vuestra imagen, las luces con que iluminamos el trono de vuestra gloria y los cánticos de gratitud que cada día modulan nuestros labios. No miréis la pobreza de nuestras ofrendas, sino el amor con que os las presentamos; y en cambio, abrid en este Mes bendito los tesoros de vuestras gracias y derramadlas sobre vuestros amantes hijos, que atraídos por el encanto de vuestro Corazón y congregados en torno de vuestro altar, quieren glorificaros en estos santos días, para merecer la dicha de amaros eternamente en el cielo. Amén.