miércoles, 27 de enero de 2016

NOVENA A SAN FRANCISCO DE SALES - Día nueve



DIA NONO.

Prudentísimo San Francisco de Sales, que de todas las criaturas hacías escala por donde subías á tu amado Dios, tomando solamente de ellas el resplandor de la bondad divina, que de varias maneras participan todas, levantando la atención á la primera causa, sin fijarla en las segundas, conservando así imperturbable la divina presencia, que despertaba en tu corazón un amor continuo del Sumo bien: alcánzanos del Corazón de Jesús, la luz que te alumbraba, para que teniendo siempre presente a Dios, como le tenías, le amemos como le amabas , y por medio para este fin el favor que deseamos. Amén. Aquí se reza un Padre nuestro, un Ave María, por la conversión de los pecadores.


DE LA VIDA DE SAN FRANCISCO DE SALES

San Francisco de Sales, Obispo:
Monseñor de Granier, quien siempre había visto en Francisco un posible coadjutor y sucesor, pensó que había llegado el momento de poner en obra sus proyectos. El santo se negó a aceptar, al principio, pero finalmente se rindió a las súplicas de su Obispo, sometiéndose a lo que consideraba como una manifestación de la voluntad de Dios.
A la muerte de Claudio de Granier, acaecida en el otoño de 1602, Francisco le sucedió en el gobierno de la diócesis. Fijó su residencia en Annecy, donde organizó su casa con la más estricta economía, y se consagró a sus deberes pastorales con enorme generosidad y devoción. Además del trabajo administrativo, que llevaba hasta en los menores detalles del gobierno de su diócesis, el santo encontraba todavía tiempo para predicar y confesar con infatigable celo.
En su maravilloso “Tratado del Amor de Dios” escribió: “La medida del amor es amar sin medida”. Supo vivir lo que predicaba.
El libro “Introducción a la Vida Devota” nació de las notas que el santo conservaba de las instrucciones y consejos enviados a su prima política, la Sra. de Chamoisy, que se había confiado a su dirección. San Francisco se decidió, en 1608, a publicar dichas notas, con algunas adiciones. El libro fue recibido como una de las obras maestras de la ascética, y pronto se tradujo en muchos idiomas.
Terror de los herejes:
El celo de San Francisco de Sales por salvar almas lo hizo viajar a numerosas localidades a fin de debatir con los herejes. Notable es la ocasión en que se reunió con La Faye, uno de los más famosos ministros calvinistas de la época. No pudiendo éste refutar los argumentos del santo, se restringió a colmarlo de injurias y ultrajes. El debate tuvo gran repercusión y llegó lejos. San Francisco comenzó entonces a ser visto como el atleta invencible de la verdad.
De esta forma repetía las conversiones que había hecho en Chablais. El duque de Saboya le solicitó a San Francisco que indicara los medios para desenvolver los frutos de su misión. El apóstol, pretendiendo un fin duradero, pidió entonces al duque más misioneros apostólicos para asistir a los católicos, restaurar las iglesias arruinadas y abrir las que estaban cerradas. Solicitó asimismo que estimule a todos los habitantes de la provincia a asistir a las prédicas católicas y que estableciera en la región una compañía de infantería o de caballería para ocupar a la juventud ociosa. Finalmente pidió al duque, que fundara en Thonon, capital del Chablais, un colegio jesuita y que alejara a los herejes de los cargos públicos. ¡No podía ser más radical!
El santo tuvo la alegría de recibir la abjuración del primer magistrado municipal de Thonon y de concluir la conversión de su guarnición militar.
Los éxitos de Francisco de Sales repercutieron en Roma. Clemente VIII le confió entonces la misión de medirse cuerpo a cuerpo, en la propia ciudad de Calvino, con Teodoro Beza su sucesor, porta estandarte y el más fuerte apoyo de la herejía.
Así, con peligro de su vida, el santo entró en Ginebra para entrevistarse con Beza. El hereje se mostró cortés, reconoció la verdad, pero no tuvo fuerzas para convertirse, retenido por el respeto humano. Murió poco después, aparentemente en la práctica de la religión "reformada".
Por sus trabajos, su virtud y su ciencia, San Francisco de Sales se convirtió en el terror de los herejes, de tal forma que los ministros protestantes terminaron por rechazar cualquier disputa con él.
Coronó su misión en Thonon predicando las Cuarenta Horas, con la presencia de los más altos personajes de la ciudad. En aquella que había sido hasta hace poco la capital del calvinismo en la provincia, se vio en dos oportunidades, por sus calles renovadas, al Santísimo Sacramento llevado en solemne procesión. En esa ocasión, centenares de personas, incluso algunos ministros, abjuraron del calvinismo.
Últimos meses y muerte del Santo:
El día de San Juan de 1622 le sobrevino una parálisis; pero recuperó el habla y el pleno conocimiento. Con admirable paciencia, soportó las penosas curaciones que se le administraron con la intención de prolongarle la vida, pero que no hicieron más que acortársela.
Su última palabra fue el nombre de “Jesús”. Y mientras los circundantes recitaban de rodillas las Letanías de los agonizantes, San Francisco de Sales expiró dulcemente, a los 56 años de edad, el 28 de Diciembre de 1622, fiesta de los Santos Inocentes. Había sido obispo por 21 años y había convertido a 70.000 almas.

Después de su muerte:
A la misma hora en que falleció San Francisco de Sales, en la ciudad de Grenoble estaba Santa Juana de Chantal orando por él, cuando oyó una voz que decía: ” Ya no vive sobre la tierra”, pero era poca inclinada a creer en favores extraordinarios, no creyó que fuese un aviso de la muerte del santo. Cuando le llegaron con la noticia, comprendió que aquella voz era cierta y durante todo el día y la noche no podía parar de llorar la muerte del Santo.
Cuando la noticia llegó a Annecy, después de un silencio general, todos lloraban a su querido obispo.
Inmediatamente que llegó su cadáver y fue sepultado, empezaron a ocurrir milagros por la intercesión del santo, lo que llevó a La Santa Sede a abrir su causa de Beatificación en 1626.

¿Qué sucedió el día que abrieron su tumba?:
En 1632 se hizo la exhumación del cadáver de Francisco de Sales para saber cómo estaba. Abrieron su tumba los comisionados de la Santa Sede acompañados de las monjas de la Visitación. Cuando levantaron la lápida, apareció el santo igual que cuando vivía. Su hermoso rostro conservaba la expresión de un apacible sueño. Le tomaron la mano y el brazo estaba elástico (llevaba 10 años de enterrado). Del ataúd salía una extraordinaria y agradable fragancia.
Toda la ciudad desfiló ante su santo Obispo que apenas parecía dormido. Sus reliquias se conservan en el Monasterio de la Visitación de Annecy.
San Francisco fue beatificado por el Papa Alejandro VII en el 1661, y el mismo Papa lo canonizó en el 1665, a los 43 años de su muerte.
En el 1878 el Papa Pío IX, considerando que los tres libros famosos del santo: “Las controversias” (contra los protestantes); La Introducción a la Vida Devota” (o Filotea) y El Tratado del Amor de Dios (o Teótimo), tanto como la colección de sus sermones, son verdaderos tesoros de sabiduría, declaró a San Francisco de Sales “Doctor de la Iglesia”, siendo llamado “El Doctor de la amabilidad”.

Oración
Glorioso San Francisco de Sales, vuestro nombre porta la dulzura del corazón mas afligido; vuestras obras destilan la selecta miel de la piedad; vuestra vida fue un continuo holocausto de amor perfecto lleno del verdadero gusto por las cosas espirituales, y del generoso abandono en la amorosa divina voluntad. Enséñame la humildad interior, la dulzura de nuestro exterior, y la imitación de todas las virtudes que has sabido copiar de los Corazones de Jesús y de María. Amén
ANTÍFONA

Sacerdos, Pontifex et virtutum Opifex, Pastor bone in Populo , ora pro nobis, Dominum.
V. Amavit eum Dominus et ornavit eum.
R. Stolam gloriae induit eum.
ORATIO

Deus, qui ad ánimarum salutem beatum Franciscum, confessorem tuum, atque pontificem, omnibus omnia factum esse voluisti: concede propitius, ut charitatis tuae dulcedine perfusi, ejus dirigentibus monitis, ac sufragantibus meritis aeterna gaudia consequamur. Per Dominum nostrum Jesum Christum Filium tuum: Qui tecum vivit et regnat in unitate Spiritus Sancti Deus per omnia secula seculorum.  R. Amén