martes, 13 de marzo de 2018

M E S D E S A N J O S É Día 18




ACTO DE CONTRICIÓN

¡Oh, Dios Omnipotente!, arrepentido por las muchas culpas que he cometido contra tu divina majestad en este día, vengo a solicitar de tu misericordia infinita tu generoso perdón. Por la valiosa intercesión del Santísimo Patriarca Señor San José te suplico humildemente que me concedas nuevas gracias para servirte y amarte, a fin de que después de haber combatido denodadamente en esta vida, tenga la dicha de alcanzar el galardón eterno a la hora de la muerte. Así sea.


CATECISMO DE SAN JOSÉ


21. Habladnos de la turbación de José en el embarazo de María.

María, después de una ausencia de tres meses, pasados en casa de su prima santa Isabel, volvió á
Nazaret con su esposo José, dejando a la naturaleza el cuidado de hacer conocer lo que la había sucedido en sí misma, y al cielo el cuidado de justificarla.
Reunidos aún bajo el mismo techo, los dos santos esposos vivían como antes de la partida de María, en la más profunda paz y en una alegría sin igual, cuando una circunstancia vino si no a afligir, al menos a probar el corazón de José. María en efecto, había llegado hacia poco, cuando su esposo se apercibió sin que pudiera tener género alguno de duda, que estaba en cinta, y se turbó. Resolvió desde luego, nos dice la Escritura, separarse de ella, e iba a poner en práctica su resolución, cuando un ángel se le apareció en sueños y le dijo: «José, hijo de David, no temas el permanecer con María tu esposa, porque lo que en ella existe es obra del Espíritu Santo. Parirá un hijo a quien pondrás por nombre Jesús, que quiere decir Salvador, el que remediará a su pueblo y borrará los pecados del mundo.»






Aquí se rezan 7 Padre Nuestros y 7 Ave Marías en honor de los dolores y gozos del Señor San José.

M E M O R A R E

Acordaos, ¡oh castísimo esposo de la Virgen María, San José, mi amable protector, que nunca se ha oído decir que ninguno de los que ha invocado vuestra protección o implorado vuestros auxilios, hayan quedado sin consuelo. Lleno de confianza en vuestro poder, llego a vuestra presencia, y me recomiendo con fervor!
¡Ah! No desdeñéis mis oraciones, oh vos, que ha­béis sido llamado padre del Redentor, sino escu­chadlas con benevolencia, y dignaos recibirlas favo­rablemente.
Así sea.


Trescientos días de indulgencias (una vez por día) apli­cables a los difuntos. (Breve de N. S. P. el Papa León XIII.)



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