ACTO
DE CONTRICIÓN
¡Oh,
Dios Omnipotente!, arrepentido por las muchas culpas que he cometido
contra tu divina majestad en este día, vengo a solicitar de tu
misericordia infinita tu generoso perdón. Por la valiosa intercesión
del Santísimo Patriarca Señor San José te suplico humildemente que
me concedas nuevas gracias para servirte y amarte, a fin de que
después de haber combatido denodadamente en esta vida, tenga la
dicha de alcanzar el galardón eterno a la hora de la muerte. Así
sea.
CATECISMO
DE SAN JOSÉ
20.
¿San
José puede ser verdaderamente llamado el padre de Jesucristo?
Aunque
la concepción milagrosa de Jesucristo fue por obra del Espíritu
Santo, no obstante, diremos que José era verdaderamente el padre del
Salvador, y esto por muchas razones. La primera, porque el
Padre
Eterno había cedido en la tierra todos sus derechos a José sobre su
Hijo único; siendo por tanto José quien le impuso el nombre de
Jesús, quien le circuncidó, quien le presentó en el templo y le
condujo todos los años a Jerusalén. La segunda, porque le preservó
del furor de Herodes conduciéndole a Egipto; le llevó a Nazaret
para evitar la crueldad de Archelao, que durante tres días le buscó
después de haberle perdido; José es quien le alimenta, quien le
cuida, quien le alberga, quien le ama con todo su corazón de
verdadero padre. La tercera es que José era verdaderamente esposo de
María: María debe pertenecerle en toda propiedad, y por
consiguiente, también el niño que dio a luz, en virtud del derecho
que lo que está plantado o nace sobre el terreno de otro, pertenece
a su dueño. Ved aquí el razonamiento de san Francisco de Sales: «Si
una paloma, dice con sublime sencillez este gran Santo, llevando en
su pico un dátil, le deja caer en un jardín en el que nace una
palma, ¿no se dirá que esta palma pertenece al dueño del jardín?
Luego Jesús, divina palma cuyos frutos deliciosos alimentan al mundo
entero, pertenece a José, porque sembrado por el Espíritu Santo, ha
germinado en el seno de María, jardín cerrado del que José era
dueño.
Aquí
se rezan 7 Padre Nuestros y 7 Ave Marías en honor de los dolores y
gozos del Señor San José.
M
E M O R A R E
Acordaos,
¡oh castísimo esposo de la Virgen María, San José, mi amable
protector, que nunca se ha oído decir que ninguno de los que ha
invocado vuestra protección o implorado vuestros auxilios, hayan
quedado sin consuelo. Lleno de confianza en vuestro poder, llego a
vuestra presencia, y me recomiendo con fervor!
¡Ah!
No desdeñéis mis oraciones, oh vos, que habéis sido llamado
padre del Redentor, sino escuchadlas con benevolencia, y dignaos
recibirlas favorablemente.
Así
sea.
Trescientos
días de indulgencias (una vez por día) aplicables a los
difuntos. (Breve de N. S. P. el Papa León XIII.)
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