martes, 13 de marzo de 2018

M E S D E S A N J O S É Día 16




ACTO DE CONTRICIÓN

¡Oh, Dios Omnipotente!, arrepentido por las muchas culpas que he cometido contra tu divina majestad en este día, vengo a solicitar de tu misericordia infinita tu generoso perdón. Por la valiosa intercesión del Santísimo Patriarca Señor San José te suplico humildemente que me concedas nuevas gracias para servirte y amarte, a fin de que después de haber combatido denodadamente en esta vida, tenga la dicha de alcanzar el galardón eterno a la hora de la muerte. Así sea.


CATECISMO DE SAN JOSÉ


19. ¿Qué consecuencia legítima se podrá deducir del verdadero matrimonio entre José y María?

Si la unión entre José y María ha sido un verdadero matrimonio, podemos deducir dos consecuencias muy gloriosas para el santo Patriarca. La primera es que san José, desde su nacimiento, ha debido hallarse colmado de gracias y de méritos: yen efecto, si María ha sido saludada llena de gracia, y si de sus castas entrañas debía nacer el autor de ella, ¿no es evidente que san José ha debido estar colmado de gracia? La segunda es, que san José ha debido ser y fue siempre virgen; si María en efecto, no obstante su maternidad, no ha cesado jamás de ser virgen; si además su virginidad atrajo a Jesucristo a sus castísimas entrañas: si el Salvador ha amado a san Juan con un amor de predilección y le confió su santa madre, porque era virgen, ¿no debemos concluir también y creer, en contra de lo que ciertos autores dicen, que san José siempre fue virgen? Sí, podemos decirlo, porque el cielo le ha escogido para ser el custodio de la virginidad de María y el padre adoptivo de Jesús.

Aquí se rezan 7 Padre Nuestros y 7 Ave Marías en honor de los dolores y gozos del Señor San José.

M E M O R A R E

Acordaos, ¡oh castísimo esposo de la Virgen María, San José, mi amable protector, que nunca se ha oído decir que ninguno de los que ha invocado vuestra protección o implorado vuestros auxilios, hayan quedado sin consuelo. Lleno de confianza en vuestro poder, llego a vuestra presencia, y me recomiendo con fervor!
¡Ah! No desdeñéis mis oraciones, oh vos, que ha­béis sido llamado padre del Redentor, sino escu­chadlas con benevolencia, y dignaos recibirlas favo­rablemente.
Así sea.


Trescientos días de indulgencias (una vez por día) apli­cables a los difuntos. (Breve de N. S. P. el Papa León XIII.)







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