ACTO
DE CONTRICIÓN
¡Oh,
Dios Omnipotente!, arrepentido por las muchas culpas que he cometido
contra tu divina majestad en este día, vengo a solicitar de tu
misericordia infinita tu generoso perdón. Por la valiosa intercesión
del Santísimo Patriarca Señor San José te suplico humildemente que
me concedas nuevas gracias para servirte y amarte, a fin de que
después de haber combatido denodadamente en esta vida, tenga la
dicha de alcanzar el galardón eterno a la hora de la muerte. Así
sea.
CATECISMO
DE SAN JOSÉ
16.
¿Cómo fue virginal en la promesa este casamiento?
Puesto
que, según nos ha revelado el Espíritu Santo y nos enseña la
Iglesia, el casamiento de San José y de María ha sido muy
verdadero, se sigue que estos dos Santos esposos se han pertenecido
verdaderamente el uno al otro, por consecuencia. María pertenece a
José y José a la divina María ¿Pero cómo se han entregado el uno
al otro? «Aquí es donde, exclama San Agustín, debemos admirar el
triunfo de la pureza, en la certidumbre de este matrimonio. José y
María se entregaron mutuamente, es cierto, más se dieron su
virginidad, y se concedieron un mutuo derecho de guardársela el uno
al otro; luego María tuvo el derecho de guardar la virginidad de
José, y José el de guardar la de María: ni el uno ni el otro puede
disponer de ella, y toda la virginidad de este casamiento consiste en
guardar su santa virginidad: he aquí las promesas que les unieron,
he aquí el tratado que les enlazó: son dos virginidades que se
enlazan para conservarse mutuamente el uno y el otro por una
correspondencia de deseos púdicos.» Tal es el nudo de este
matrimonio, dice San Agustín, que es tanto más firme cuanto las
promesas que en ella se hacen, deben ser más inviolables, porque son
más santas.
Aquí
se rezan 7 Padre Nuestros y 7 Ave Marías en honor de los dolores y
gozos del Señor San José.
M
E M O R A R E
Acordaos,
¡oh castísimo esposo de la Virgen María, San José, mi amable
protector, que nunca se ha oído decir que ninguno de los que ha
invocado vuestra protección o implorado vuestros auxilios, hayan
quedado sin consuelo. Lleno de confianza en vuestro poder, llego a
vuestra presencia, y me recomiendo con fervor!
¡Ah!
No desdeñéis mis oraciones, oh vos, que habéis sido llamado
padre del Redentor, sino escuchadlas con benevolencia, y dignaos
recibirlas favorablemente.
Así
sea.
Trescientos
días de indulgencias (una vez por día) aplicables a los
difuntos. (Breve de N. S. P. el Papa León XIII.)
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