lunes, 12 de marzo de 2018

M E S D E S A N J O S É Día 11




ACTO DE CONTRICIÓN

¡Oh, Dios Omnipotente!, arrepentido por las muchas culpas que he cometido contra tu divina majestad en este día, vengo a solicitar de tu misericordia infinita tu generoso perdón. Por la valiosa intercesión del Santísimo Patriarca Señor San José te suplico humildemente que me concedas nuevas gracias para servirte y amarte, a fin de que después de haber combatido denodadamente en esta vida, tenga la dicha de alcanzar el galardón eterno a la hora de la muerte. Así sea.


CATECISMO DE SAN JOSÉ


14. ¿Cómo fue designado visiblemente José a los sacerdotes, para ser esposo de María?

Hallándose los sacerdotes embarazados para la elección, a consecuencia de los numerosos pretendientes, recurrieron la oración, y el cielo les respondió con una inspiración: esta decía, que todos los jóvenes debían tener en sus manos varas secas, y aquel cuya vara floreciese sería elegido. La orden fue ejecutada, y puestos todos en oración, la vara de José floreció en sus manos, y una blanca paloma vino a colocarse en su cabeza. Convencidos por este milagro de los designios de Dios sobre san José, los sacerdotes enviaron a buscar a la joven María, que sólo consintió en ese enlace por obediencia: la noticia del milagro debió causar en ella una grande alegría, porque pensó que ya el cielo le enviaba tan visiblemente a San José por esposo, el cielo sabría inspirar respeto a su voto de virginidad, y hacerle solamente un custodio y un apoyo para ella.
Los sacerdotes procedieron en seguida a la ceremonia, que se hizo conforme la ley exigía y según la costumbre de la nación. José puso un anillo en el dedo de la joven virgen, como prenda de fidelidad conyugal que le prometía, recibiendo una recíproca promesa en la aceptación que ella hizo.


Aquí se rezan 7 Padre Nuestros y 7 Ave Marías en honor de los dolores y gozos del Señor San José.

M E M O R A R E

Acordaos, ¡oh castísimo esposo de la Virgen María, San José, mi amable protector, que nunca se ha oído decir que ninguno de los que ha invocado vuestra protección o implorado vuestros auxilios, hayan quedado sin consuelo. Lleno de confianza en vuestro poder, llego a vuestra presencia, y me recomiendo con fervor!
¡Ah! No desdeñéis mis oraciones, oh vos, que ha­béis sido llamado padre del Redentor, sino escu­chadlas con benevolencia, y dignaos recibirlas favo­rablemente.
Así sea.


Trescientos días de indulgencias (una vez por día) apli­cables a los difuntos. (Breve de N. S. P. el Papa León XIII.)









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