MES
DE JUNIO
DEDICADO
AL
SAGRADO CORAZÓN
DÍA
VIGÉSIMO QUINTO
ACTO
DE CONTRICIÓN
¡Dulcísimo
Corazón de Jesús, que en este Divino Sacramento estais vivo e
inflamado de amor por nosotros!
Aquí
nos tieneis en vuestra presencia, pidiendoos perdón de nuestras
culpas e implorando vuestra misericordia. Nos pesa, ¡oh buen Jesús!,
de haberte ofendido, por ser Vos tan bueno que no mereceis tal
ingratitud. Concedednos luz y gracia para meditar vuestras virtudes y
formar según ellas nuestro pobre corazón. Amén.
DÍA
25
PIDAMOS
AL SAGRADO CORAZÓN,
POR
LOS AGONIZANTES
I
MILES
de almas, pasan cada día de este mundo a la eternidad. Por
consiguiente, miles de personas están a todas horas en dolorosa
agonía. Y ¿qué es la agonía? Son los últimos instantes
concedidos a aquélla alma antes de presentarse al tribunal. Son las
últimas luchas entre la gracia de Dios y la sugestión del diablo,
en aquel corazón que ambos se disputan toda la vida. Son momentos
preciosos, de los cuales, así puede salir una eternidad feliz, como
una eternidad desventurada. Al paso que se le van acabando al cuerpo
sus fuerzas; mientras va faltándole al pecho la respiración, a los
ojos la luz, a los miembros el calor y el movimiento, va acercándose
el alma a aquélla región de la cual no se puede volver atrás.
Esto
es agonizar, esto es morir. ¡Y miles de hermanos nuestros están
cada día, ahora mismo, en este preciso instante, en este trance tan
angustioso! Roguemos por ellos hoy y cada día al Sagrado Corazón de
Jesús!
¡Oh
Corazón Divino, que agonizaste en el Huerto y en el Calvario! sé
luz y consuelo de estos hermanos nuestros en su dolorosa agonía.
Mira bondadoso a estas almas privadas de todo humano consuelo, y que
pendientes entre el cielo que desean y el infierno que temen,
colocadas entre el tiempo que les huye y la eternidad que les viene
encima, no tienen ya a quien volverse más que a Ti.
¡Corazón
agonizante de nuestro divino Salvador! Sé Tú el bálsamo Cordial
para esos hermanos nuestros en su angustiosa situación!
Medítese
unos minutos.
II
Un
día seremos nosotros los que nos hallaremos en agonía. Los que
varias veces hemos presenciado en otros, por nosotros pasará y en
nosotros lo verán entristecidos nuestros amigos. Dirán que llegó
el fin para nosotros, la hora de abandonar este mundo, al que hemos
entregado, quizás con demasía, nuestro pobre corazón.
¡Corazón
de Jesús! Cuando me falte todo, y todo me huya, y todo me desampare
Tú no me dejarás. ¡Oh dulce Amigo mío! De Ti espero el mejor
consuelo que fortalecerá mi espíritu acongojado y calmará su
agitación e inquietud; de Ti aguardo, por medio de los Santos
Sacramentos, el último abrazo de paz y reconciliación.
Pero
entretanto, miles de hermanos nuestros se hallan cada día en estas
angustias, y te ruego los socorras. Mientras como, descanso, trabajo,
rezo o me divierto, esas almas se hallan pendientes en su suerte
eterna de este último combate decisivo. ¡Oh amado Corazón de
Jesús! Por aquellas tres amarguísimas horas que en el lecho de la
cruz te vieron cielos y tierra agonizante y moribundo, socorre en ese
trance a los hijos de tu Corazón
Medítese,
y pídase
ORACIÓN
Y ACTO DE CONSAGRACIÓN
Rendido
a vuestros pies, ¡oh Jesús mío! ,considerando las inefables
muestras de amor que me habeis dado y las sublimes lecciones que me
enseña de continuo tu adorabilísimo Corazón, os pido humildemente
la gracia de conoceros, amaros y serviros como fiel discípulo
vuestro, para hacerme digno de las mercedes y bendiciones que
generoso concedeis a los que de veras os conocen, aman y sirven.
¡Mira
que soy muy pobre, dulcísimo Jesús, y necesito de Vos como el
mendigo de la limosna que el rico le ha de dar! Mira que soy muy
rudo, oh soberano Maestro, y necesito de tus divinas enseñanzas,
para luz y guía de mi ignorancia! ¡Mira que soy muy débil, oh
poderosísimo amparo de los flacos, y caigo a cada paso, y necesito
apoyarme en Vos para no desfallecer! Sedlo todo para mí, Sagrado
Corazón: socorro de mi miseria, lumbre de mis ojos, báculo de mis
pasos, remedio de mis males, auxilio en toda necesidad. De Ti lo
espera todo mi pobre corazón. Vos lo alentasteis y convidasteis
cuando con tan tiernos acentos, dijisteis repetidas veces en vuestro
Evangelio: Venid a Mí,... Aprended de Mí... Pedid, llamad... A las
puertas de vuestro Corazón vengo pues hoy, y llamo, ypido, y espero.
Del mío os hago, oh Señor, firme, formal y decidida entrega.
Tomadlo Vos, y dame en cambio lo que sabeis me ha de hacer bueno en
la tierra y dichoso en la eternidad. Amén.
Aquí
se rezará tres veces el Padre Nuestro, Ave Maria y Gloria, en
recuerdo de las tres insignias, cruz, corona y herida de la lanza,
con que se apareció el Sagrado Corazón a Santa Margarita María
Alacoque.
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