MES
DE JUNIO
DEDICADO
AL
SAGRADO CORAZÓN
DÍA
VIGÉSIMO CUARTO
ACTO
DE CONTRICIÓN
¡Dulcísimo
Corazón de Jesús, que en este Divino Sacramento estais vivo e
inflamado de amor por nosotros!
Aquí
nos tieneis en vuestra presencia, pidiendoos perdón de nuestras
culpas e implorando vuestra misericordia. Nos pesa, ¡oh buen Jesús!,
de haberte ofendido, por ser Vos tan bueno que no mereceis tal
ingratitud. Concedednos luz y gracia para meditar vuestras virtudes y
formar según ellas nuestro pobre corazón. Amén.
DÍA
24
PIDAMOS
AL SAGRADO CORAZÓN,
POR
LAS OBRAS DE APOSTOLADO
I
PEDIMOS
hoy por todos los trabajos encaminados a difundir en nuestra sociedad
la influencia de la Iglesia Católica y de sus instituciones contra
la acción disolvente y demoledora de tantos que con diversos y
numerosos medios pugnan por descatolizar el mundo. Pertenecen al
concepto general de obra de Apostolado todos los ministerios
eclesiásticos; pero de un modo muy particular se distinguen con este
nombre las obras que ejercen bajo la dirección de la Iglesia los
mismos laicos. Las sociedades de caridad, las escuelas y talleres,
los periódicos y libros cristianos, las Academias de Juventud
católica y asociaciones de católicos y todas las que con este o con
aquel nombre, se proponen la reparación de los estragos de nuestros
tiempos, la moralización del pueblo, la protección del pobre, o
simplemente el ejercicio práctico y sin respeto humano de la
Religión; todo eso que constituye hoy con diversidad de organización
y de medios, pero con maravillosa unidad de pensamiento, el gran
cuerpo de ejército de Apostolado seglar.
Oremos,
pues, hoy por esta imperiosa necesidad de los tiempos presentes.
Oremos por esos hermanos nuestros que luchan incansablemente en estos
campos de acción. Oremos para que Dios sostenga sus fuerzas, aumente
su fe, dé alcance a sus palabras, los libre de la vacilación y del
desaliento de los contratiempos, los corone de consuelos acá y de
gloria en el cielo en premio de sus combates.
¡Oh
Sagrado Corazón! Tú eres el jefe de esa espiritual y generosa
milicia, Tú el Nombre de su escudo y el lema de su bandera. Hazlos
contigo un solo corazón y una sola alma, valerosos, dignos del todo
de la santa causa que defienden y de la celestial recompensa que
esperan.
Medítese
unos minutos.
II
¡Qué
glorioso es ese ejército creyente que, de uno a otro confín del
mundo lucha sin descanso por el nombre de Cristo, mezclado, aunque no
confundido, con ese otro ejército de error y corrupción que sigue
la bandera del enemigo! ¡Qué grandes combates se libran a todas
horas entre los de uno y otro bando por medio del ejercicio de la
caridad, de la pluma, de las palabras, del franco y esforzado
ejemplo! ¡Qué grato ha de ser a Dios ver alrededor de la Iglesia
esos hombres y mujeres que de toda edad, de todo sexo, de toda
condición, que trabajan en estas magníficas obras católicas!
Roguemos
al Sagrado Corazón que nuestros corazones latan todos con los
divinos latidos del Corazón de Jesús! Que no nos mueva otro deseo
que el de su mayor gloria y la salvación de las almas! Que no nos
engañe el fuego vano de erradas doctrinas que tienden a disminuir la
santa intransigencia del dogma católico!
Oh
Corazón de Jesús! ¡Que vengamos a templar nuestras almas en Ti,
fragua de amor infinito; que las saquemos de allí enrojecidas en el
fuego de tu celo y de tu ardentísima caridad! Fuego viniste a traer
a la tierra; ¿qué quieres Tú, sino que sin cesar se avive?
Avívalo, Señor, primeramente en nuestros corazones que ya son
tuyos, y sírvete luego de ellos para las grandiosas empresas de tu
santa Religión.
Rendido
a vuestros pies, ¡oh Jesús mío! ,considerando las inefables
muestras de amor que me habeis dado y las sublimes lecciones que me
enseña de continuo tu adorabilísimo Corazón, os pido humildemente
la gracia de conoceros, amaros y serviros como fiel discípulo
vuestro, para hacerme digno de las mercedes y bendiciones que
generoso concedeis a los que de veras os conocen, aman y sirven.
¡Mira
que soy muy pobre, dulcísimo Jesús, y necesito de Vos como el
mendigo de la limosna que el rico le ha de dar! Mira que soy muy
rudo, oh soberano Maestro, y necesito de tus divinas enseñanzas,
para luz y guía de mi ignorancia! ¡Mira que soy muy débil, oh
poderosísimo amparo de los flacos, y caigo a cada paso, y necesito
apoyarme en Vos para no desfallecer! Sedlo todo para mí, Sagrado
Corazón: socorro de mi miseria, lumbre de mis ojos, báculo de mis
pasos, remedio de mis males, auxilio en toda necesidad. De Ti lo
espera todo mi pobre corazón. Vos lo alentasteis y convidasteis
cuando con tan tiernos acentos, dijisteis repetidas veces en vuestro
Evangelio: Venid a Mí,... Aprended de Mí... Pedid, llamad... A las
puertas de vuestro Corazón vengo pues hoy, y llamo, ypido, y espero.
Del mío os hago, oh Señor, firme, formal y decidida entrega.
Tomadlo Vos, y dame en cambio lo que sabeis me ha de hacer bueno en
la tierra y dichoso en la eternidad. Amén.
Aquí
se rezará tres veces el Padre Nuestro, Ave Maria y Gloria, en
recuerdo de las tres insignias, cruz, corona y herida de la lanza,
con que se apareció el Sagrado Corazón a Santa Margarita María
Alacoque.
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