lunes, 20 de junio de 2016

MES DE JUNIO DEDICADO AL SAGRADO CORAZÓN DÍA VIGÉSIMO TERCERO

MES DE JUNIO
DEDICADO
AL SAGRADO CORAZÓN
DÍA VIGÉSIMO TERCERO
ACTO DE CONTRICIÓN


¡Dulcísimo Corazón de Jesús, que en este Divino Sacramento estais vivo e inflamado de amor por nosotros!
Aquí nos tieneis en vuestra presencia, pidiendoos perdón de nuestras culpas e implorando vuestra misericordia. Nos pesa, ¡oh buen Jesús!, de haberte ofendido, por ser Vos tan bueno que no mereceis tal ingratitud. Concedednos luz y gracia para meditar vuestras virtudes y formar según ellas nuestro pobre corazón. Amén.




DÍA 23
PIDAMOS AL SAGRADO CORAZÓN,
POR LOS INCRÉDULOS Y LOS MALOS CRISTIANOS


I
HAY hermanos nuestros creados como nosotros por Dios, redimidos como nosotros por la Sangre Divina, destinados como nosotros para el reino eterno, y que sin embargo se obstinan en cerrar sus ojos a la luz de la verdad y permanecer apartados de la fe, en ciego y voluntario paganismo. Estos son los incrédulos. ¡Cuántos de esos gentiles hay en medio de nuestra sociedad cristiana! ¡Cuántos de nuestros amigos y conocidos, y quizás parientes, no tienen de Dios y de su ley y de sus misterios mayor conocimiento que el que tiene un pobre salvaje, para quien es absolutamente desconocida la cruz! Roguemos, pues, hoy al Sagrado Corazón de Jesús por este doloroso estado de tantas almas.
¡Oh Jesús, Señor Nuestro! ¿Cómo puede ser que veinte siglos después de tu venida haya aún quien no te conozca? Abre, Señor, los ojos a los ciegos del alma, Tú que a tantos iluminaste los del cuerpo en tu vida mortal; te diremos como aquel ciego del Evangelio: “Señor, ¡que vean!” Que vean, que sientan, que gocen de la verdad de tu ley, de la ternura de tu amor, de la eficacia de tus Sacramentos! Que te conozcan ¡oh buen Jesús! estas pobres almas, a quienes tiene engañada la idea de que pueden salvarse con sólo vivir una honradez mundana, siendo que Tú no reconocerás este modo de vivir como digno de Cielo en tu juicio. Rasga, Señor, las densas tinieblas en que están envueltos tantos hermanos nuestros, y que les impiden ver el espantoso abismo de la eternidad que tienen abierto a sus pies. ¡Misericordia por ellos, piadosísimo Jesús! Acepta por ellos, Sagrado Corazón, los humildes ruegos de nuestro rendido corazón.
Medítese unos minutos.
II
Además de los incrédulos están los malos cristianos; es decir, aquellos que creen de verdad, pero no practican; tienen fe -y no quieren dejar de ser llamados católicos-, pero tienen malas costumbres y cometen criminales acciones. ¿Qué les valdrá a ellos su creencia, si no procuran tener una conducta coherente con ella? Sólo les valdrá de mayor responsabilidad en el tribunal de Dios.
Te pedimos también, Sacratísimo Corazón de Jesús, por esos malos cristianos cuya vida culpable y viciosa deshonra tu ley y da ocasión a que se burlen de ella tus enemigos, al paso que es mortal escándalo para los incautos. ¡Oh indigna ingratitud! Creen en Ti, Señor, pero no te sirven; admiten tu ley, pero la pisotean y afrentan; temen el infierno, pero nada hacen por no caer en él.
¡Señor! ¡Despierta con el clamor de tus palabras de advertencia a los que están dormidos! ¡Limpia de las manchas de sus malas acciones a los que tienen la lepra en el alma! ¡Toca con tu inspiración a aquellos que como Lázaros ya huelen mal por la podredumbre de sus vicios!
Haz brillar tu poder y tu misericordia sobre todos nosotros, para lograr ser lumbreras de santidad y ornamentos de la Iglesia.
¡Sagrado Corazón de Jesús! Por los incrédulos, por los endurecidos pecadores, te pedimos hoy luz, gracia y perdón.
Medítese, y pídase la gracia particular.
ORACIÓN Y ACTO DE CONSAGRACIÓN
Rendido a vuestros pies, ¡oh Jesús mío! ,considerando las inefables muestras de amor que me habeis dado y las sublimes lecciones que me enseña de continuo tu adorabilísimo Corazón, os pido humildemente la gracia de conoceros, amaros y serviros como fiel discípulo vuestro, para hacerme digno de las mercedes y bendiciones que generoso concedeis a los que de veras os conocen, aman y sirven.
¡Mira que soy muy pobre, dulcísimo Jesús, y necesito de Vos como el mendigo de la limosna que el rico le ha de dar! Mira que soy muy rudo, oh soberano Maestro, y necesito de tus divinas enseñanzas, para luz y guía de mi ignorancia! ¡Mira que soy muy débil, oh poderosísimo amparo de los flacos, y caigo a cada paso, y necesito apoyarme en Vos para no desfallecer! Sedlo todo para mí, Sagrado Corazón: socorro de mi miseria, lumbre de mis ojos, báculo de mis pasos, remedio de mis males, auxilio en toda necesidad. De Ti lo espera todo mi pobre corazón. Vos lo alentasteis y convidasteis cuando con tan tiernos acentos, dijisteis repetidas veces en vuestro Evangelio: Venid a Mí,... Aprended de Mí... Pedid, llamad... A las puertas de vuestro Corazón vengo pues hoy, y llamo, ypido, y espero. Del mío os hago, oh Señor, firme, formal y decidida entrega. Tomadlo Vos, y dame en cambio lo que sabeis me ha de hacer bueno en la tierra y dichoso en la eternidad. Amén.
Aquí se rezará tres veces el Padre Nuestro, Ave Maria y Gloria, en recuerdo de las tres insignias, cruz, corona y herida de la lanza, con que se apareció el Sagrado Corazón a Santa Margarita María Alacoque.










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