domingo, 13 de marzo de 2016

ESCLAVITUD MARIANA - DIA 27

PREPARACIÓN PARA LA CONSAGRACIÓN DE SÍ MISMO A 
JESUCRISTO, LA SABIDURÍA ENCARNADA,
POR LAS MANOS DE MARÍA


San Luis María Grignon de Monfort
(Nota: La preparación dura 33 días. Las oraciones están al final de la lectura de cada ocasión)
DÍA 27
Consideración del Tratado de la Verdadera Devoción
Artículo VIII
Prácticas particulares de esta Devoción
(Estos títulos han sido puestos por el Santo)


Artículo I
Prácticas Espirituales
(Estos títulos han sido puestros por el Santo)
III. Llevar sus cadenitas
236. TERCERA PRÁCTICA. Es muy laudable, muy glorioso, y muy útil, para aquellos y aquellas que así se hayan hecho esclavos de Jesús en María, que lleven, como señal de su esclavitud de amor, cadenitas de hierro (Podría creerse que ciertos decretos de las Congregaciones romanas han prohibido el uso absoluto de estas cadenitas. Nada sin embargo en esos decretos prohibe esta práctica a los particulares, sobre todo si las lleva como símbolo de la esclavitud de Jesús en María, en lo que propiamente consiste la devoción que enseña el Santo. (Véase Anacleta Juris Pontificii, 1ra. serie, col. 757). Hoy el Santo, en vez de cadenitas de hierro, diría tal vez, simplemente, de metal) bendecidas con una bendición propia, que se consigna mas adelante. Estas señales exteriores, en verdad, no son esenciales, y una persona puede, muy bien, pasar sin ellas, aunque haya abrazado esta devoción; sin embargo, no puedo abstenerme de alabar mucho a aquellos y aquellas que, después de haber sacudido las vergonzosas cadenas de la esclavitud del diablo, a la que el pecado original y quizás los pecados actuales los habían vinculado, se han sometido voluntariamente a la gloriosa esclavitud de Jesucristo, y se glorían con San Pablo de estar en cadenas por Jesucristo (Cf. Ephes. III, 1 y Ad. Philem. 9), cadenas mil veces mas gloriosas y preciosas, aunque de hierro y sin lustre, que todos los collares de oro de los emperadores.
237. Aunque en otro tiempo no hubo nada mas infame que la cruz, al presente este madero no deja de ser el objeto mas glorioso del cristianismo. Digamos lo mismo de los hierros de la esclavitud. Nada había mas ignominioso entre los antiguos, ni lo hay aún ahora entre los paganos; pero, entre los cristianos, nada hay mas ilustre que estas cadenas de Jesucristo, porque ellas nos liberan y preservan de los vínculos infames del pecado y del demonio; porque ellas nos ponene en libertad y nos ligan a Jesús y a María, no por constricción y po fuerza como galeotes, sino por caridad y amor como hijos: “Traham eos in vinculis charitatis (Os. XI, 4): los atraeré a mí, dice Dios por boca de un profeta, con cadenas de caridad”, que por consiguiente, son fuertes como la muerte (Cf. Cant. VIII, 6), y, en cierto modo, mas fuertes en aquellos que sean fieles en llevar hasta la muerte estas señales gloriosas. Pues, aunque la muerte destruya sus cuerpos reduciéndolos a podredumbre, no destruirá los vínculos de su esclavitud que, siendo de hierro, no se corromperán fácilmente; y puede ser que en el día de la resurrección de los cuerpos, en el gran juicio postrimero, esas cadenas, que todavía ligarán sus huesos, constituyan parte de su gloria y sean cambiadas en cadenas de luz y de gloria. ¡Felices, pues mil veces felices, los esclavos ilustres de Jesús en María, que llevan sus cadenas hasta la tumba!
238. He aquí las razones por las cuales se lleva estas cadenitas: 1º) Es para que el cristiano se acuerde de los votos y compromisos de su bautismo, de la renovación perfecta que ha hecho de ellos por medio de esta devoción, y de la estrecha obligación en que está de hacerse fiel a ellos. Como el hombre, que se conduce frecuentemente mas por los sentidos que por la pura fe, se olvida fácilmente de sus obligaciones para con Dios, si no tiene algo exterior que se las traiga a la memoria, esas cadenitas sirven al cristiano, maravillosamente, para hacerle recordar las cadenas del pecado y la esclavitud del demonio, de las que el Santo Bautismo lo ha liberado, y la dependencia que ha prometido a Jesucristo en el Santo Bautismo, y la ratificación que de ello ha hecho por la renovación de sus votos; y una de las razones por qué tan pocos cristianos piensan en sus votos del Santo Bautismo, y viven con tanto desenfreno como si nada hubiesen prometido a Dios, como los paganos, es que no llevan señal exterior que se los haga recordar.
239. 2º) Es para mostrar que uno no se avergüenza de esclavitud y servidumbre de Jesucristo, y que renuncia a la esclavitud funesta del mundo, del pecado y del demonio. 3º) Es para asegurarse y preservarse de las cadenas del pecado y del demonio. Porque es preciso que llevemos o cadenas de iniquidad, o cadenas de caridad y de salvación: Vincula peccatorum… o in vinculis charitatis.
240. ¡Ah!, querido hermano mío, rompamos las cadenas de los pecados y de los pecadores, del mundo y de los mundanos, del diablo y sus secuaces, y arrojemos lejos de nosotros su funesto yugo: Dirumpamus vincula eorum et projiciamus a nobis jugum ipsorum (Ps. II, 3). Metamos nuestros pies, para servirme de los términos del Espíritu Santo, en sus hierros gloriosos, y nuestro cuello en sus collares: Injice pedent tuum in compedes illius, et in torques illius collum tuum (Eccli. VI, 25). Sometamos nuestros hombros y llevemos la Sabiduría, que es Jesucristo, y no nos disgustemos de sus cadenas: Subjice humerum tuum et porta illant, et ne acedieris vinculis ejus (Eccli. VI, 26). Notarás que el Espíritu Santo, antes de decir estas palabras, prepara al alma para ellas, a fin de que no rechace su importante consejo. He aquí sus palabras (En el versículo 24, anterior a los que acaba de citar): “Audi filii, et accipe consilium intellectus, et ne abjicias consilium meum: Escucha, hijo mío, y recibe un consejo de entendimiento, y no rechaces mi consejo”.
241. Permíteme, querido amigo mío, que me una al Espíritu Santo para darte el mismo consejo: “Vincula illius alligatura salutis (Eccli. VI, 31): Sus cadenas son cadenas de salvación”. Como Jesucristo en la cruz debe atraer todo a El, de grado o por fuerza, El atraerá a los réprobos por las cadenas de sus pecados, para encadenarlos como galeotes y diablos, a su ira eterna y a su justicia vengadora; pero atraerá, particularmente en estos últimos tiempos, a los predestinados por cadenas de caridad: Omnia traham ad meipsum (Juan, XII, 32). Traham eos in vinculis charitatis (Os. XI, 4).
242. Estos esclavos amorosos de Jesucristo o encadenados de Jesucristo, vincti Christi (Es la expresión de S. Pablo puesta en plural (Ephes. III, 1; Phil. I, 7, 13), pueden llevar sus cadenas en el cuello o en los brazos, o rodeando su cintura, o en los pies. El Padre Vicente Caraffa, séptimo general de la Compañía de Jesús, que murió en olor de santidad el año 1643, llevaba, como señal de su servidumbre, una argolla de hierro en el pied, y decía que su dolor era no poder arrastrar públicamente la correspondiente cadena. La Madre Inés de Jesús, de la que hemos hablado (Ver nº 170), llevaba una cadena de hierro alrededor de su cintura. Otros la han llevado al cuello, como penitencia de los collares de perlas que habían ostentado en el mundo. Algunos en sus brazos, para que les hiciesen recordar en los trabajos de sus manos, que eran esclavos de Jesucristo.


Prácticas Espirituales
Se dedicarán en sus oraciones y obras de cada día a conocer a la Santísima Virgen, pidiendo este conocimiento al Espíritu Santo. Podrán leer y meditar lo que sobre esto hemos dicho ya y rezarán, como en la primera semana, las letanías del Espíritu Santo y el Ave Maris Stella, y además un Rosario todos los días, o al menos cinco misterios con esa intención.


Oraciones de la segunda semana:


LETANÍAS DEL ESPÍRITU SANTO


Señor, ten piedad de nosotros.
Cristo, ten piedad de nosotros.
Señor, ten piedad de nosotros.
Cristo, óyenos.
Cristo, escúchanos.
Dios, Padre celestial,
Dios, Hijo, Redentor del mundo,
Dios, Espíritu Santo,
Trinidad Santa, un solo Dios,
Espíritu, que procede del Padre y del Hijo,
Espíritu del Señor, que al comienzo
de la creación planeando sobre las aguas, las fecundaste
Espíritu por inspiración del cual han
hablado los santos hombres de Dios,
Espíritu cuya unción nos enseña todas las cosas
Espíritu, que das testimonio de Cristo,
Espíritu de verdad que nos instruís sobre todas las cosas
Espíritu que sobreviene a María,
Espíritu del Señor que llena todo el orbe,
Espíritu de Dios que habita en nosotros,
Espíritu de sabiduría y de entendimiento,
Espíritu de consejo y de fortaleza,
Espíritu de ciencia y de piedad,
Espíritu de temor del Señor,
Espíritu de gracia y de misericordia,
Espíritu de fuerza, de dilección y de sobriedad,
Espíritu de fe, de esperanza, de amor y de paz
Espíritu de humildad y de castidad,
Espíritu de benignidad y de mansedumbre,
Espíritu de multiforme gracia,
Espíritu que escrutas hasta los secretos de Dios
Espíritu que ruegas por nosotros con gemidos inenarrables
Espíritu que descendiste sobre Cristo en forma de paloma
Espíritu en el cual renacemos,
Espíritu por el cual se difunde la caridad en nuestros corazones
Espíritu de adopción de los hijos de Dios,
Espíritu que en lenguas de fuego sobre los Discípulos apareciste.
Espíritu con el cual fueron los Apóstoles henchidos
Espíritu que distribuyes (vuestros dones) a cada uno como quieres,
Sednos propicio, perdónanos, Señor.
Sednos propicio, escúchanos, Señor.
De todo mal,
De todo pecado,
De las tentaciones e insidias del diablo,
De toda presunción y desesperación,
De la resistencia a la verdad conocida,
De la obstinación y de la impenitencia,
De la impureza de la mente y del cuerpo,
Del espíritu de fornicación,
De todo espíritu malo,
Por tu eterna procesión del Padre y del Hijo,
Por la Concepción de Jesucristo, hecha por operación.
Por tu descenso sobre Cristo, en el Jordán.
Por tu advenimiento sobre los Discípulos.
En el día del juicio,
Pecadores, te rogamos, óyenos.
Para que, así como vivimos por el espíritu,
obremos también por el espíritu,
Para que, recordando que somos templo
del Espíritu Santo, no lo profanemos,
Para que, viviendo según el espíritu, no
cumplamos los deseos de la carne,
A fin de que por el espíritu mortifiquemos las obras de la carne,
Para que no te contristemos a ti, Espíritu Santo de Dios,
Para que seamos solícitos en guardar la
unidad de espíritu en el vínculo de la paz,
Para que no creamos a todo espíritu, te rogamos, óyenos.
Para que probemos a los espíritus si son de Dios,
te rogamos, óyenos.
Para que te dignes renovar en nosotros el
espíritu de rectitud, re rogamos…
Para que nos confirmes por tu espíritu
soberano, te rogamos, óyenos.
Cordero de Dios que quitas los pecados del
mundo, perdónanos, Señor.
Cordero de Dios que quitas los pecados del
mundo, escúchanos, Señor.
Cordero de Dios que quitas los pecados del
mundo, ten piedad de nosotros.
Oremos
Asístanos, te pedimos, Señor, la virtud del
Espíritu Santo, que purifique clementemente
nuestros corazones y nos preserve de todo
mal. Por Jesucristo Nuestro Señor.
Así sea.




AVE ESTRELLA DE LA MAR


Ave estrella de la mar,
Augusta Madre de Dios,
Permanentemente Virgen,
Puerta del cielo, feliz.


Recibiendo Tú aquel Ave
Por la boca de Gabriel,
Ciméntanos en la paz,
Mudando el nombre de Eva.


Desata el lazo al culpable,
Muestra la luz a los ciegos,
Líbranos de todo mal,
Consíguenos todo bien.


Que eres Madre muéstranos;
Reciba por Ti las preces
Quien, nacido por nosotros,
Quiso ser el fruto tuyo.


Virgen única, sin par,
Entre todas la más dulce,
Líbranos de nuestras culpas,
Haz que seamos mansos, castos.


Concédenos vida pura,
Vía segura prepara:
Para que, viendo a Jesús,
Siempre juntos nos gocemos.


Se alabanza a Dios Padre,
Al sumo Cristo esplendor,
con el Espíritu Santo,
a los Tres un solo honor.
Amén.

Un Rosario, o al menos cinco misterios.









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