PREPARACIÓN
PARA LA CONSAGRACIÓN DE SÍ MISMO A
JESUCRISTO, LA SABIDURÍA
ENCARNADA,
San
Luis María Grignon de Monfort
(Nota:
La preparación dura 33 días. Las oraciones están al final de la
lectura de cada ocasión)
DÍA
26
Consideración
del Tratado de la Verdadera Devoción
Capítulo
VIII
Prácticas
particulares de esta Devoción
(Estos
títulos han sido puestos por el Santo)
Artículo
I
Prácticas
Espirituales
(Estos
títulos han sido puestros por el Santo)
226.
Aunque lo esencial de esta devoción consiste en lo Interior (Ver
supra
nº
119), no deja de tener varias prácticas exteriores que no se deben
descuidar: Haec
oportuit facere, et illa non omittere (“Estas
debieras hacer sin omitir aquellas”. Mat. XXIII, 23), sea porque
las prácticas exteriores bien hechas ayudan a las interiores, sea
porque hacen recordar al hombre, el cual se guía siempre por los
sentidos, lo que ha hecho a lo que debe hacer; sea porque son propias
para edificar al prójimo que las ve, lo que no hacen las que son
puramente interiores. Que ningún mundano, pues, ni crítico, meta
aquí la naríz para decir que la verdadera devoción está en el
corazón, que es preciso evitar lo que exterior, que puede haber en
ello vanidad, que es menester ocultar su devoción, etc. Les
respondo, con mi Maestro: Que los hombres vean vuestras buenas obras,
a fin de que glorifiquen a vuestro Padre que está en los cielos
(Mat. V, 16); no –según dice San Gregorio- que se deba realizar
acciones y devociones exteriores para agradar a los hombres y obtener
por ello alguna alabanza, eso sería vanidad; sino que se las hace
algunas veces delante de los hombres, con la mira de agradar a Dios y
por ahí hacer que se le glorifique, sin cuidarse de los desprecios
ni de las alabanzas de los hombres. Mencionaré solo en resumen
algunas prácticas exteriores, que no llamo exteriores porque se las
haga sin interiorr, sino porque tienen algo de exterior, para
distinguirlas de las que son puramente interiores.
I.
Consagración después de ejercicios preparatorios
227.
PRIMERA PRÁCTICA. Aquellos y aquellas que quieran entrar en esta
devoción particular, que no ha sido erigida en cofradía (Los deseos
del Santo se han realizado. Su devoción ha sido ya erigida en
archicofradía, cuyos miembros se multiplican maravillosamente por
todo el mundo. Las obligaciones son muy fáciles y reducidas. Para
los sacerdotes existe la Asociación de los sacerdotes de María. La
Archicofradía ha recibido el nombre de MARIA REINA DE LOS CORAZONES
(título que el Santo emplea; ver puntos 37 y 38 del Tratado). Para
cualquier información, inscripción, etc., dirigirse al Rector
del Santuario de María Reina de los Corazones, en
Roma:
Via Romagna, 44.
La casa madre de San Luis María está en Saint-Laurent-sur Sevre
(Vendée), Francia), aunque fuese de desear, después de haber –como
Jesucristo- (Estas palabras del Santo hacen suponer otra obra
interior (p. ej., El
amor de la Sabiduría Eterna; Cf.
cap. VII y XVI), o una parte del mismo Tratado,
que se habría perdido. Al final, en el Apéndice, se encontrarán
las oraciones preparatorias, o ejercicios, aconsejados por el Santo)
empleado doce días por lo menos, en vaciarse del espíritu del mundo
contrario al de Jesucristo por la Santísima Virgen. He aquí el
orden que podrán observar:
228.
Durante
la primera semana, emplearán
todas sus oraciones y acciones de piedad en pedir el conocimiento de
sí mismos y la contrición de sus pecados; harán todo en espíritu
de humildad. Para eso, podrán, si quieren, meditrar lo que he dicho
de nuestro mal fondo (Ver supra
nº
78 y sig.) y no considerarse en los seis días de esta semana sino
como caracoles, babosas, sapos, cerdos, serpientes y machos cabríos;
o bien estas tres palabras de San Bernardo: Cogita
quid fueris, semen putridum; quid sis, vas stercorum; quid futurus
sis, esca vermium (“Piensa
lo que has sido, simiente pútrida; lo que eres, vaso de estiércol;
lo que llegarás a ser, comida de gusanos”. (S. Bernardo. Inter
opera), Meditación
sobre el conocimiento de la condición humana).
Rogarán a Nuestro Señor y a su Santo Espíritu que los ilumine, con
estas palabras: Domine,
ut videam (“¡Señor,
que vea!”, Luc. XVIII, 41. Cf. Ps. CXVIII, 18 (“Aperi oculos
meos”), o Noverim
me (“Noverim
me, noverim te”. San Agustín (Soliloquios,
I.
II, c. I, n. I) o Veni
Sancte Spiritus, y
dirán todos los días las letanías del Espíritu Santo y la oración
que sigue, señaladas en la primera parte de esta obra (Ver nota 6
del punto nº 227. Estas letanías se encontrarán en el Apéndice).
Recurrirán a la Santísima Virgen, y le pedirán esta gracia grande
que debe ser el fundamento de las obras, y para esto dirán todos los
días el Ave
Maris Stella, y
sus letanías.
229.
Durante
la segunda semana, se
aplicarán en todas sus oraciones y obras de cada día a conocer a la
Santísima Virgen; pedirán este conocimiento al Espíritu Santo.
Podrán leer y meditar lo que al respecto dijimos. Recitarán, como
en la primera semana, las letanías del Espíritu Santo y el Ave
Maris Stella
y, además, un rosario todos los días, o por lo menos, una corona
con esta intención.
230.
Emplearán
la tercera semana en
conocer a Jesucristo. Podrán leer y meditar lo que de ellos hemos
dicho y decir la oración de San Agustín, que hemos puesto hacia el
comienzo de esta segunda parte (Ver nº 67. El Santo había escrito
primero: al
comienzo… Para
ser mas exacto, ha corregido, y puesto: hacia
el
comienzo de esta segunda parte. (Cf. nota 6 del nº 227)). Podrán,
con el mismo santo, decir y repetir cien y cien veces al día:
Noverim
te: ¡Señor,
que os conozca!”, o bien: “Domine,
ut videam: ¡Señor,
que vea yo quien sois Vos!” Recitarán, como en las semanas
precedentes, las letanías del Espíritu Santo y el Ave
Maris Stella, y
añadirán todos los días las letanías de Jesús (Se encontrarán
en el Apéndice).
231.
Al cabo de esas tres semanas, se confesarán y comulgarán con la
intención de darse a Jesucristo en calidad de esclavos de amor, por
las manos de María. Y después de la comunión que tratarán de
hacer según el método que indicaré mas adelante (Ver nº 266 y
sig.), recitarán la fórmula de su consagración, que también
encontrarán mas adelante (Esta fórmula se encontrará en el
Apéndice); será menester que la escriban o la hagan escribir, si no
está impresa, y que la firmen el mismo día que la hicieren.
232.
Será bueno que ese día paguen algún tributo a Jesucristo y a su
Santísima Madre, ya como penitencia de su infidelidad pasada a los
votos del bautismo, ya para protestar su dependencia del dominio de
Jesús y de María. Ahora bien, este tributo será según la devoción
y la capacidad de cada uno: como un ayuno, una mortificación, una
limosna, un cirio; aunque solo diesen un alfiler en homenaje, de
corazón, es suficiente para Jesús, que no mira sino la buena
voluntad (Cf. Marc. XII, 41/44. Ps. XLIX, CVIII, 1; CXVIV, 1, II Cor.
IX, 7).
233.
Una vez al año por lo menos, el mismo día, renovar todo lo que han
hecho, con estas pocas palabras: “Tuus
totus ego sum et omnia mea tua sunt: soy todo vuestro y todo lo que
tengo os pertenece”, ¡oh mi amable Jesús!, por medio de María,
vuestra Santísima Madre” (Los
miembros de la Archicofradía de MARIA REINA DE LOS CORAZONES, ganan,
cada vez que renuevan su consagración con esta fórmula, 300 días
de indulgencia (aplicable a los difuntos) (S. S. Pío X, rescripto
del 18 de diciembre de 1913, in perpetuo).
II.
El rezo de la coronita de la Santísima Virgen
234.
SEGUNDA PRÁCTICA. Recitarán todos los días de su vida, si nada lo
estorba, la coronita
de
la Santísima Virgen, compuesta de tres Padrenuestros y doce
Avemarías, en honor de los privilegios y grandezas de la Santísima
Virge. Esta práctica es muy antigua y tiene su fundamento en la
Sagrada Escritura. San Juan vió una mujer coronada de doce
estrellas, vestida de sol y que tenía la luna bajo sus pies (Apoc.
XII, 1), la cual mujer, según los intérpretes (Entre otros: S.
Agustín (Tract.
de Symbolo ad Catechumenos, lib.
IV, cap. 1). San Bernardo (sermo
super signum magnum, n.
3), es la Santísima Virgen.
235.
Hay muchas maneras de rezarla bien que sería muy largo referir; el
Espíritu Santo las enseñará a aquellos y aquellas que sean los mas
fieles a esta devoción. Sin embargo, para rezarla de modo simple, es
menester decir primero: Dignare
me laudare te, Virgo sacrata; da mihi virtutem contra hostes tuos
(“Hazme
digno de alabarte, oh Virgen Sagrada, dame fuerzas contra tus
enemigos”. Antif. Oficio Parvo. Segundas vísperas del Común de
las fiestas de la B. V. M.); en seguida se dirá el Credo,
después
un Padrenuestro, después cuatro Avemarías, y un Gloria
Patri; otra
vez esto mismo y, al final: Sub
tuum praesidium (Se encontrará esta oración en el Apéndice).
Prácticas
Espirituales
Se
dedicarán en sus oraciones y obras de cada día a conocer a la
Santísima Virgen, pidiendo este conocimiento al Espíritu Santo.
Podrán leer y meditar lo que sobre esto hemos dicho ya y rezarán,
como en la primera semana, las letanías del Espíritu Santo y el Ave
Maris Stella, y además un Rosario todos los días, o al menos cinco
misterios con esa intención.
Oraciones
de la segunda semana:
LETANÍAS
DEL ESPÍRITU SANTO
Señor,
ten piedad de nosotros.
Cristo,
ten piedad de nosotros.
Señor,
ten piedad de nosotros.
Cristo,
óyenos.
Cristo,
escúchanos.
Dios,
Padre celestial,
Dios,
Hijo, Redentor del mundo,
Dios,
Espíritu Santo,
Trinidad
Santa, un solo Dios,
Espíritu,
que procede del Padre y del Hijo,
Espíritu
del Señor, que al comienzo
de
la creación planeando sobre las aguas,
las
fecundaste
Espíritu
por inspiración del cual han
hablado
los santos hombres de Dios,
Espíritu
cuya unción nos enseña
todas
las cosas
Espíritu,
que das testimonio de Cristo,
Espíritu
de verdad que nos instruís sobre
todas
las cosas
Espíritu
que sobreviene a María,
Espíritu
del Señor que llena todo el orbe,
Espíritu
de Dios que habita en nosotros,
Espíritu
de sabiduría y de entendimiento,
Espíritu
de consejo y de fortaleza,
Espíritu
de ciencia y de piedad,
Espíritu
de temor del Señor,
Espíritu
de gracia y de misericordia,
Espíritu
de fuerza, de dilección y de sobriedad,
Espíritu
de fe, de esperanza, de amor y de
paz
Espíritu
de humildad y de castidad,
Espíritu
de benignidad y de mansedumbre,
Espíritu
de multiforme gracia,
Espíritu
que escrutas hasta los secretos de Dios
Espíritu
que ruegas por nosotros con gemidos
inenarrables
Espíritu
que descendiste sobre Cristo en
forma
de paloma
Espíritu
en el cual renacemos,
Espíritu
por el cual se difunde la caridad en
nuestros
corazones
Espíritu
de adopción de los hijos de Dios,
Espíritu
que en lenguas de fuego sobre los
Discípulos
apareciste.
Espíritu
con el cual fueron los Apóstoles henchidos
Espíritu
que distribuyes (vuestros dones)
a
cada uno como quieres,
Sednos
propicio, perdónanos, Señor.
Sednos
propicio, escúchanos, Señor.
De
todo mal,
De
todo pecado,
De
las tentaciones e insidias del diablo,
De
toda presunción y desesperación,
De
la resistencia a la verdad conocida,
De
la obstinación y de la impenitencia,
De
la impureza de la mente y del cuerpo,
Del
espíritu de fornicación,
De
todo espíritu malo,
Por
tu eterna procesión del Padre y del Hijo,
Por
la Concepción de Jesucristo, hecha por
operación.
Por
tu descenso sobre Cristo, en el Jordán.
Por
tu advenimiento sobre los Discípulos.
En
el día del juicio,
Pecadores,
te rogamos, óyenos.
Para
que, así como vivimos por el espíritu,
obremos
también por el espíritu,
Para
que, recordando que somos templo
del
Espíritu Santo, no lo profanemos,
Para
que, viviendo según el espíritu, no
cumplamos
los deseos de la carne,
A
fin de que por el espíritu mortifiquemos
las
obras de la carne,
Para
que no te contristemos a ti, Espíritu
Santo
de Dios,
Para
que seamos solícitos en guardar la
unidad
de espíritu en el vínculo de la paz,
Para
que no creamos a todo espíritu,
te
rogamos, óyenos.
Para
que probemos a los espíritus si son de
Dios,
te
rogamos, óyenos.
Para
que te dignes renovar en nosotros el
espíritu
de rectitud, re rogamos…
Para
que nos confirmes por tu espíritu
soberano,
te rogamos, óyenos.
Cordero
de Dios que quitas los pecados del
mundo,
perdónanos, Señor.
Cordero
de Dios que quitas los pecados del
mundo,
escúchanos, Señor.
Cordero
de Dios que quitas los pecados del
mundo,
ten piedad de nosotros.
Oremos
Asístanos,
te pedimos, Señor, la virtud del
Espíritu
Santo, que purifique clementemente
nuestros
corazones y nos preserve de todo
mal.
Por Jesucristo Nuestro Señor.
Así
sea.
AVE
ESTRELLA DE LA MAR
Ave
estrella de la mar,
Augusta
Madre de Dios,
Permanentemente
Virgen,
Puerta
del cielo, feliz.
Recibiendo
Tú aquel Ave
Por
la boca de Gabriel,
Ciméntanos
en la paz,
Mudando
el nombre de Eva.
Desata
el lazo al culpable,
Muestra
la luz a los ciegos,
Líbranos
de todo mal,
Consíguenos
todo bien.
Que
eres Madre muéstranos;
Reciba
por Ti las preces
Quien,
nacido por nosotros,
Quiso
ser el fruto tuyo.
Virgen
única, sin par,
Entre
todas la más dulce,
Líbranos
de nuestras culpas,
Haz
que seamos mansos, castos.
Concédenos
vida pura,
Vía
segura prepara:
Para
que, viendo a Jesús,
Siempre
juntos nos gocemos.
Se
alabanza a Dios Padre,
Al
sumo Cristo esplendor,
con
el Espíritu Santo,
a
los Tres un solo honor.
Amén.
Un
Rosario, o al menos cinco misterios.
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