PREPARACIÓN
PARA LA CONSAGRACIÓN DE SÍ MISMO A
JESUCRISTO, LA SABIDURÍA
ENCARNADA, POR LAS MANOS
DE MARÍA.
San Luis María Grignon de Monfort
(Nota:
La preparación dura 33 días. Las oraciones están al final de la
lectura de cada ocasión)
DIA
23
Consideración
del Tratado de la Verdadera Devoción
II.
Ella los mantiene
208.
El segundo oficio de caridad que la Santísima Virgen ejerce para con
sus fieles servidores, es el de mantenerlos en todo lo requerido para
el cuerpo y para el alma. Les da vestiduras dobles, como acabamos de
ver. Les da a comer los platos más exquisitos de la mesa de Dios;
les da a comer el pan de vida que ella ha formado:”A
generationibus meis implemini. Hijos
míos queridos, les dice, bajo el nombre de la Sabiduría, saciaos de
mis generaciones, es decir, de Jesucristo, el fruto de vida (Eccli.
XXIV, 26. Cf. Juan VI, 35, 41, 48 [“Yo soy el pan de vida”] a
57), que yo he dado a luz por vosotros. Venite,
comedite panem deum et bibiti vinum quod miscui vobis (Prov.
IX,5),
comedite,
et bibiti, et inebriamini, carissimi
(Cant. V, 1: “ Comed, y bebed, y embriagaos amadísimos): Venid les
repite Ella en otra parte, comed mi pan, que es Jesús, y bebed el
vino de su amor que yo os he mezclado” con la leche de mis pechos.
Como Ella es la tesorera y la dispensadora de los dones y de las
gracias del Altísimo (Ver nota 19 del n° 202), da de ellos una
buena porción y la mejor para alimentar y mantener a sus hijos y
servidores. Estos son colmados con el pan vivo, y embriagados con el
vino que engendra vírgenes (Cf. Zac. IX, 17). Son llevados al pecho:
Ad
ubere portabimini (Is.
LXVI, 12). Tanta facilidad tienen en llevar el yugo de Jesucristo que
casi no sienten su peso, a causa del óleo de la devoción con que
Ella los hace podrir (El Santo traduce literalmente “podrir”. Se
entiende que, siendo el yugo de madera, esta quedaría esponjosa,
fofa, en una palabra, liviana): et
computrecet jugum a facie olei
(Is. X, 27. El Santo ha puesto el siguiente texto: “Jugum
eorum putrescere faciet a facie olei” El
trancripto arriba es el de la Vulgata).
III
Ella los conduce
209.
El tercer bien que la Santísima Virgen hace a sus fieles servidores,
es el de conducirlos y dirigirlos según la voluntad de su Hijo.
Rebeca conducía a su pequeño Jacob y, de tiempo en tiempo, le daba
buenos consejos, sea para atraer sobre él la bendición de su padre,
sea para evitar el odio y persecución de su hermano Esaú. María,
que es la estrella del mar, conduce a todos sus fieles servidores a
buen puerto; les muestra los caminos de la vida eterna; les hace
evitar los pasos peligrosos; los conduce de la mano en los senderos
de la justicia; los sostiene cuando están a punto de caer; los
levanta cuando han caído; los reprende como caritativa Madre cuando
faltan; y, algunas veces, hasta los castiga, amorosamente (Cf. Prov.
XX, 15 “Virga
atque correptio tribuit sapientiam”.
Ps. CXL, 5 Hebr. XII, 6). ¿Puede, acaso, un hijo obediente a María,
su Madre nutricia y esclarecida directora, extraviarse en los caminos
de la eternidad? Ipsam
sequens, non devias:
Siguiéndola no te extraviarás, dice San Bernardo (Texto y
comentario, supra n°174). No temáis que un verdadero hijo de María
sea engañado por el maligno y caiga en alguna herejía formal. Allí
donde conduce María, no se encuentran, ni el espíritu maligno con
sus ilusiones, ni los herejes con sus artificios:
Ipsa tenente, non corruis (N°
174).
IV.
Ella los defiende y protege
210.
El
cuarto servicio que la Santísima Virgen hace a sus hijos y fieles
servidores, es el de defenderlos y protegerlos contra sus enemigos.
Rebeca, con sus cuidados e industrias, libró a Jacob de todos los
peligros en que se encontró y, particularmente de la muerte que su
hermano Esaú, aparentemente la habría dado, por el odio y la
envidia que le tenía, como en otro tiempo Caín a su hermano Abel.
María,, la buena Madre de los predestinados, los oculta bajo las
alas de su protección, como una gallina a sus polluelos; les habla,
baja hasta ellos, condesciende en todas sus flaquezas; para preservar
los del gavilan y del buitre los rodea; y los acompaña como un
ejercito en orden de batalla: ut
castrorum acies ordinata
(Cant VI, 3). Un hombre rodeado por un bien alineado ejército
¿Puede, acaso, temer a sus enemigos? Un fiel servidor de María,
rodeado de su protección, y de su poder imperial, tiene aun menos
que temer. Esta buena Madre y poderosa Princesa de los Cielos,
despacharía batallones de millones de Ángeles para socorrer a uno
de sus servidores antes de que se diga alguna vez que un fiel
servidor de María que ha confiado en Ella, sucumbió a la malicia,
al número y a la fuerza de sus enemigos.
V.
Intercede
por ellos
211.
En fin, el quinto y mayor bien que la amable María procura a sus
fieles devotos, es que intercede por ellos junto a su Hijo y lo
aplaca con su ruego, los une a El con lazo muy íntimo, y en El los
conserva.
Rebeca
hizo acercar a Jacob al lecho de su padre, y el buen anciano lo tocó,
lo abrazó , y aun lo besó con alegría, estando contento y
satisfecho del manjar aderezado que le había traído; y habiendo
olido con mucha complacencia los exquisitos perfumes de sus
vestiduras , exclamo “ ecce
odor filii mei Sicut odor agri pleni, cui benedixic Dominus (Gén.
XXVII)
He
aquí el olor de mi hijo, que es como el olor de un campo pleno, que
el Señor ha bendecido”. Este campo pleno, cuyo olor embelesó el
corazón del padre, no es otra cosa que el olor de las virtudes y de
los méritos de María, que es un campo pleno de gracia en el que
Dios Padre ha sembrado como un grano de trigo de los elegidos, a su
Unigénito.
¡Oh!
¡Cuán bien acogido junto a Jesucristo, que es el padre del siglo
futuro (Is. IX, 6 (Letanías del Santísimo Nombre de Jesús), es un
hijo perfumado con la fragancia de María ¡!Oh! ¡Cuán pronta y
perfectamente es unido a El!
212.
Además después que Ella ha colmado a sus hijos y fieles servidores
de sus favores, que les ha obtenido la bendición del Padre Celestial
y la unión con Jesucristo, los conserva en Jesucristo y, y a
Jesucristo en ellos; los guarda y cuida siempre, por temor de que
pierdan la gracia de Dios y caigan en los lazos de sus enemigos: “In
plenitudine sanctos detinet (Sentencia
de San Buenaventura, citada y comentada más arriba [n°174]):
retiene a los santos en su plenitud”, los hace perseverar en ella
hasta el fin, como hemos visto.
He
aquí la explicación, de esta grande y antigua figura de la
predestinación y reprobación, tan desconocida y tan llena de
misterios.
Segunda
Semana
Empleada
en adquirir el conocimiento de la Santísima Virgen
Prácticas
Espirituales:
Se
dedicarán en sus oraciones y obras de cada día a conocer a la
Santísima Virgen, pidiendo éste conocimiento al Espíritu Santo.
Podrán leer y meditar sobre lo que esto hemos dicho ya y rezarán,
como en la primera semana, las Letanías al Espíritu Santo y el Ave
Maris Stella, y además un Rosario todos los días, o al menos cinco
misterios con esa intención.
Oraciones
de la Segunda Semana:
LETANÍAS
DEL ESPÍRITU SANTO
Señor,
ten piedad de nosotros.
Cristo,
ten piedad de nosotros.
Señor,
ten piedad de nosotros.
Cristo,
óyenos.
Cristo,
escúchanos.
Dios,
Padre celestial,
Dios,
Hijo, Redentor del mundo,
Dios,
Espíritu Santo,
Trinidad
Santa, un solo Dios,
Espíritu,
que procede del Padre y del Hijo,
Espíritu
del Señor, que al comienzo
de
la creación planeando sobre las aguas,
las
fecundaste
Espíritu
por inspiración del cual han
hablado
los santos hombres de Dios,
Espíritu
cuya unción nos enseña
todas
las cosas
Espíritu,
que das testimonio de Cristo,
Espíritu
de verdad que nos instruís sobre
todas
las cosas
Espíritu
que sobreviene a María,
Espíritu
del Señor que llena todo el orbe,
Espíritu
de Dios que habita en nosotros,
Espíritu
de sabiduría y de entendimiento,
Espíritu
de consejo y de fortaleza,
Espíritu
de ciencia y de piedad,
Espíritu
de temor del Señor,
Espíritu
de gracia y de misericordia,
Espíritu
de fuerza, de dilección y de sobriedad,
Espíritu
de fe, de esperanza, de amor y de
paz
Espíritu
de humildad y de castidad,
Espíritu
de benignidad y de mansedumbre,
Espíritu
de multiforme gracia,
Espíritu
que escrutas hasta los secretos de Dios
Espíritu
que ruegas por nosotros con gemidos
inenarrables
Espíritu
que descendiste sobre Cristo en
forma
de paloma
Espíritu
en el cual renacemos,
Espíritu
por el cual se difunde la caridad en
nuestros
corazones
Espíritu
de adopción de los hijos de Dios,
Espíritu
que en lenguas de fuego sobre los
Discípulos
apareciste.
Espíritu
con el cual fueron los Apóstoles henchidos
Espíritu
que distribuyes (vuestros dones)
a
cada uno como quieres,
Sednos
propicio, perdónanos, Señor.
Sednos
propicio, escúchanos, Señor.
De
todo mal,
De
todo pecado,
De
las tentaciones e insidias del diablo,
De
toda presunción y desesperación,
De
la resistencia a la verdad conocida,
De
la obstinación y de la impenitencia,
De
la impureza de la mente y del cuerpo,
Del
espíritu de fornicación,
De
todo espíritu malo,
Por
tu eterna procesión del Padre y del Hijo,
Por
la Concepción de Jesucristo, hecha por
operación.
Por
tu descenso sobre Cristo, en el Jordán.
Por
tu advenimiento sobre los Discípulos.
En
el día del juicio,
Pecadores,
te rogamos, óyenos.
Para
que, así como vivimos por el espíritu,
obremos
también por el espíritu,
Para
que, recordando que somos templo
del
Espíritu Santo, no lo profanemos,
Para
que, viviendo según el espíritu, no
cumplamos
los deseos de la carne,
A
fin de que por el espíritu mortifiquemos
las
obras de la carne,
Para
que no te contristemos a ti, Espíritu
Santo
de Dios,
Para
que seamos solícitos en guardar la
unidad
de espíritu en el vínculo de la paz,
Para
que no creamos a todo espíritu,
te
rogamos, óyenos.
Para
que probemos a los espíritus si son de
Dios,
te rogamos, óyenos.
Para
que te dignes renovar en nosotros el
espíritu
de rectitud, re rogamos…
Para
que nos confirmes por tu espíritu
soberano,
te rogamos, óyenos.
Cordero
de Dios que quitas los pecados del
mundo,
perdónanos, Señor.
Cordero
de Dios que quitas los pecados del
mundo,
escúchanos, Señor.
Cordero
de Dios que quitas los pecados del
mundo,
ten piedad de nosotros.
Oremos
Asístanos,
te pedimos, Señor, la virtud del
Espíritu
Santo, que purifique clementemente
nuestros
corazones y nos preserve de todo
mal.
Por Jesucristo Nuestro Señor.
Así
sea.
AVE
ESTRELLA DE LA MAR
Ave
estrella de la mar,
Augusta
Madre de Dios,
Permanentemente
Virgen,
Puerta
del cielo, feliz.
Recibiendo
Tú aquel Ave
Por
la boca de Gabriel,
Ciméntanos
en la paz,
Mudando
el nombre de Eva.
Desata
el lazo al culpable,
Muestra
la luz a los ciegos,
Líbranos
de todo mal,
Consíguenos
todo bien.
Que
eres Madre muéstranos;
Reciba
por Ti las preces
Quien,
nacido por nosotros,
Quiso
ser el fruto tuyo.
Virgen
única, sin par,
Entre
todas la más dulce,
Líbranos
de nuestras culpas,
Haz
que seamos mansos, castos.
Concédenos
vida pura,
Vía
segura prepara:
Para
que, viendo a Jesús,
Siempre
juntos nos gocemos.
Sea
la alabanza a Dios Padre,
Al
sumo Cristo esplendor,
con
el Espíritu Santo,
a
los Tres un solo honor.
Amén.
Un
Rosario, o al menos cinco misterios
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