domingo, 13 de marzo de 2016

ESCLAVITUD MARIANA - DIA 22

PREPARACIÓN PARA LA CONSAGRACIÓN DE SÍ MISMO A 
JESUCRISTO, LA SABIDURÍA ENCARNADA, POR LAS MANOS DE 
MARÍA.
San Luis María Grignon de Monfort
(Nota: La preparación dura 33 días. Las oraciones están al final de la lectura de cada ocasión)
Día 22
Artículo II
La Santísima Virgen y sus esclavos de amor


201. Veamos ahora los amables cuidados que la Santísima Virgen, como la mejor de todas las madres, prodiga a los fieles servidores que se han consagrado a Ella de la manera que acabo de indicar y conforme al ejemplo de Jacob.
1º María los ama
Yo amo a los que me aman (Prov 8,17). 1) Los ama, porque es su Madre verdadera, y una madre ama siempre a su hijo, fruto de sus entrañas. 2) Los ama, en respuesta al amor efectivo que ellos le profesan como a su cariñosa Madre. 3) Los ama, porque -como predestinados que son- también los ama Dios: Quise a Jacob más que a Esaú (Rom 9,13). 4) Los ama, porque se han consagrado totalmente a Ella, y son, por tanto, su posesión y herencia: Sea Israel tu heredad (Eccli 24,13).
202. Ella los ama con ternura, con mayor ternura que todas las madres juntas. Reúnan, si pueden, todo el amor natural que todas las madres del mundo tienen a sus hijos, en el corazón de una sola madre hacia su hijo único: ciertamente, esta madre amaría mucho a ese hijo. María, sin embargo, ama en verdad más tiernamente a sus hijos de cuanto esta madre amaría al suyo.
Los ama no sólo con afecto, sino con eficacia. Con amor afectivo y efectivo, como el de Rebeca para con Jacob y aún mucho más.
Veamos lo que esta bondadosa Madre -de quien Rebeca no fue más que una figura- hace a fin de obtener para sus hijos la bendición del Padre celestial:
203. 1) Espía, como Rebeca, las oportunidades para hacerles el bien, para engrandecerlos y enriquecerlos. Dado que ve claramente en la luz de Dios todos los bienes y males, la fortuna próspera o adversa, las bendiciones y maldiciones divinas, dispone de lejos las cosas para liberar a sus servidores de toda clase de males y colmarlos de toda suerte de bienes; de modo que, si se tiene que realizar ante Dios alguna empresa por la fidelidad de una creatura a un cargo importante, es seguro que María procurará que esta empresa se encomiende a alguno de sus queridos hijos y servidores y le dará la gracia necesaria para llevarla a feliz término. “Ella gestiona nuestros asuntos”, dice un santo.
204. 2) Les da buenos consejos, como Rebeca a Jacob: Hijo mío, escucha lo que te digo (Gén 27,8,). Sigue mis consejos. Y entre otras cosas, les inspira que le lleven dos cabritos, es decir, su cuerpo y su alma, y se lo consagren, para aderezar con ellos un manjar agradable a Dios. Les aconseja también que cumplan cuanto Jesucristo, su Hijo, enseñó con sus palabras y ejemplos. Y si no les da por sí misma estos consejos, se vale para ello del ministerio de los ángeles, los cuales jamás se sienten tan honrados ni experimentan mayor placer que cuando obedecen alguna de sus órdenes de bajar a la tierra a socorrer a alguno de sus servidores.
205. 3) Y ¿qué hace esta tierna Madre cuando le entregas y consagras cuerpo y alma y cuanto de ellos depende sin excepción alguna? Lo que hizo Rebeca en otro tiempo con los cabritos que le llevó Jacob: 1) los mata y hace morir a la vida del viejo Adán; 2) los desuella y despoja de su piel natural, de sus inclinaciones torcidas, del egoísmo y voluntad propia y del apego a las creaturas; 3) los purifica de toda suciedad y mancha de pecado; 4) los adereza al gusto de Dios y a su mayor gloria. Y como sólo Ella conoce perfectamente en cada caso el gusto divino y la mayor gloria del Altísimo, sólo Ella puede, sin equivocarse, condimentar y aderezar nuestro cuerpo y alma a este gusto infinitamente exquisito y a esta gloria divinamente oculta.
206. 4) Luego que esta bondadosa Madre recibe la ofrenda perfecta que le hemos hecho de nosotros mismos y de nuestros propios méritos y satisfacciones -por la devoción de que hemos hablado-, nos despoja de nuestros antiguos vestidos, nos engalana y hace dignos de comparecer ante el Padre del cielo: 1.º)nos reviste con los vestidos limpios, nuevos, preciosos y perfumados de Esaú, el primogénito, es decir, de Jesucristo, su Hijo, los cuales guarda Ella en casa, o sea, tiene en su poder, ya que es la tesorera y dispensadora universal y eterna de las virtudes y méritos de su Hijo Jesucristo. Virtudes y méritos que Ella concede y comunica a quien quiere, cuando quiere, como quiere y cuanto quiere, como ya hemos dicho;2º) cubre el cuello y las manos de sus servidores con las pieles de los cabritos muertos y desollados, es decir, los engalana con los méritos y el valor de sus propias acciones. Mata y mortifica, en efecto, todo lo imperfecto e impuro que hay en sus personas, pero no pierde ni disipa todo el bien que la gracia ha realizado en ellos, sino que lo guarda y aumenta, para hacer con ellos el ornato y fuerza de su cuello y de sus manos, es decir, para fortalecerlos a fin de que puedan llevar sobre su cuello el yugo del Señor y realizar grandes cosas para la gloria de Dios y la salvación de sus pobres hermanos; 3º) comunica perfume y gracia nuevos a sus vestidos y adornos revistiéndolos con sus propias vestiduras, esto es, con sus méritos y virtudes, que al morir les legó en su testamento -como dice una santa religiosa del último siglo muerta en olor de santidad, y que lo supo por revelación-. De modo que todos los de su casa -sus servidores y esclavos llevan doble vestidura: la de su Hijo y la de Ella (ver Prov 31,21). Por ello, no tienen que temer el frío de Jesucristo, blanco como la nieve. Mientras que los réprobos, enteramente desnudos y despojados de los méritos de Jesucristo y de su Madre santísima, no podrán soportarlo.
207. 5º) Ella, finalmente, les obtiene la bendición del Padre celestial, por más que, no siendo ellos sino hijos menores y adoptivos, no deberían, naturalmente, tenerla. Con estos vestidos nuevos, de alto precio y agradabilísimo olor, y con cuerpo y alma bien preparados, se acercan confiados al lecho del Padre celestial. Él oye y distingue su voz, que es la del pecador; toca sus manos, cubiertas de pieles; percibe el perfume de sus vestidos; come con regocijo de lo que María, Madre de ellos, le ha preparado, y reconociendo en ellos los méritos y el buen olor de Jesucristo y de su Santísima Madre: 1.º) les da su doble bendición: bendición del rocío del cielo (Gén 27,28), es decir, de la gracia divina, que es semilla de gloria: Nos ha bendecido en la persona de Cristo con toda clase de bienes espirituales y celestiales (Ef 1,3); y bendición de la fertilidad de la tierra (Gén 27,28), es decir, que este buen Padre les da el pan de cada día y suficiente cantidad de bienes de este mundo; 2º) les constituye señores de sus otros hermanos, los réprobos. Lo cual no quiere decir que esta primacía sea siempre evidente en este mundo –que pasa en un instante (ver 1Cor 7,29-31) y al que frecuentemente dominan los réprobos: Todos esos malhechores son insolentes y altaneros; ¡son unos fanfarrones! (Sal 94 [93],3-4). Vi a un malvado que se jactaba, que prosperaba como cedro frondoso (Sal 36 [35],35)–, pero que es real, y aparecerá cuando los justos –como dice el Espíritu Santo– gobernarán naciones, someterán pueblos (Sab 3,8); 3º). el Señor, no contento con bendecirlos en sus personas y bienes, bendice también a cuantos los bendigan y maldice a cuantos los maldigan y persigan.
Segunda Semana
Empleada en adquirir el conocimiento de la Santísima Virgen
Prácticas Espirituales:
Se dedicarán en sus oraciones y obras de cada día a conocer a la Santísima Virgen, pidiendo éste conocimiento al Espíritu Santo. Podrán leer y meditar sobre lo que esto hemos dicho ya y rezarán, como en la primera semana, las Letanías al Espíritu Santo y el Ave Maris Stella, y además un Rosario todos los días, o al menos cinco misterios con esa intención.
Oraciones de la Segunda Semana:


LETANÍAS DEL ESPÍRITU SANTO


Señor, ten piedad de nosotros.


Cristo, ten piedad de nosotros.
Señor, ten piedad de nosotros.


Cristo, óyenos.


Cristo, escúchanos.


Dios, Padre celestial,


Dios, Hijo, Redentor del mundo,


Dios, Espíritu Santo,


Trinidad Santa, un solo Dios,


Espíritu, que procede del Padre y del Hijo,
Espíritu del Señor, que al comienzo


de la creación planeando sobre las aguas,
las fecundaste
Espíritu por inspiración del cual han


hablado los santos hombres de Dios,


Espíritu cuya unción nos enseña
todas las cosas
Espíritu, que das testimonio de Cristo,


Espíritu de verdad que nos instruís sobre
todas las cosas
Espíritu que sobreviene a María,


Espíritu del Señor que llena todo el orbe,


Espíritu de Dios que habita en nosotros,


Espíritu de sabiduría y de entendimiento,


Espíritu de consejo y de fortaleza,


Espíritu de ciencia y de piedad,


Espíritu de temor del Señor,


Espíritu de gracia y de misericordia,


Espíritu de fuerza, de dilección y de sobriedad,


Espíritu de fe, de esperanza, de amor y de
paz
Espíritu de humildad y de castidad,


Espíritu de benignidad y de mansedumbre,


Espíritu de multiforme gracia,


Espíritu que escrutas hasta los secretos de Dios


Espíritu que ruegas por nosotros con gemidos
inenarrables


Espíritu que descendiste sobre Cristo en
forma de paloma
Espíritu en el cual renacemos,


Espíritu por el cual se difunde la caridad en
nuestros corazones
Espíritu de adopción de los hijos de Dios,


Espíritu que en lenguas de fuego sobre los
Discípulos apareciste.
Espíritu con el cual fueron los Apóstoles henchidos


Espíritu que distribuyes (vuestros dones)
a cada uno como quieres,
Sednos propicio, perdónanos, Señor.


Sednos propicio, escúchanos, Señor.




De todo mal,


De todo pecado,


De las tentaciones e insidias del diablo,


De toda presunción y desesperación,


De la resistencia a la verdad conocida,
De la obstinación y de la impenitencia,


De la impureza de la mente y del cuerpo,


Del espíritu de fornicación,


De todo espíritu malo,


Por tu eterna procesión del Padre y del Hijo,


Por la Concepción de Jesucristo, hecha por


operación.


Por tu descenso sobre Cristo, en el Jordán.


Por tu advenimiento sobre los Discípulos.


En el día del juicio,


Pecadores, te rogamos, óyenos.


Para que, así como vivimos por el espíritu,


obremos también por el espíritu,
Para que, recordando que somos templo


del Espíritu Santo, no lo profanemos,


Para que, viviendo según el espíritu, no


cumplamos los deseos de la carne,


A fin de que por el espíritu mortifiquemos
las obras de la carne,
Para que no te contristemos a ti, Espíritu


Santo de Dios,


Para que seamos solícitos en guardar la


unidad de espíritu en el vínculo de la paz,


Para que no creamos a todo espíritu,


te rogamos, óyenos.


Para que probemos a los espíritus si son de


Dios, te rogamos, óyenos.


Para que te dignes renovar en nosotros el


espíritu de rectitud, re rogamos...


Para que nos confirmes por tu espíritu


soberano, te rogamos, óyenos.


Cordero de Dios que quitas los pecados del


mundo, perdónanos, Señor.


Cordero de Dios que quitas los pecados del


mundo, escúchanos, Señor.


Cordero de Dios que quitas los pecados del


mundo,ten piedad de nosotros.


Oremos


Asístanos, te pedimos, Señor, la virtud del


Espíritu Santo, que purifique clementemente


nuestros corazones y nos preserve de todo


mal.Por Jesucristo Nuestro Señor.


Así sea.


AVE ESTRELLA DE LA MAR


Ave estrella de la mar,


Augusta Madre de Dios,


Permanentemente Virgen,


Puerta del cielo, feliz.


Recibiendo Tú aquel Ave


Por la boca de Gabriel,


Ciméntanos en la paz,


Mudando el nombre de Eva.


Desata el lazo al culpable,


Muestra la luz a los ciegos,


Líbranos de todo mal,


Consíguenos todo bien.


Que eres Madre muéstranos;


Reciba por Ti las preces


Quien, nacido por nosotros,


Quiso ser el fruto tuyo.


Virgen única, sin par,


Entre todas la más dulce,


Líbranos de nuestras culpas,


Haz que seamos mansos, castos.


Concédenos vida pura,


Vía segura prepara:


Para que, viendo a Jesús,


Siempre juntos nos gocemos.


Se alabanza a Dios Padre,


Al sumo Cristo esplendor,


con el Espíritu Santo,


a los Tres un solo honor.


Amén.
Un Rosario, o al menos cinco misterios.










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