domingo, 13 de marzo de 2016

ESCLAVITUD MARIANA - DIA 21

PREPARACIÓN PARA LA CONSAGRACIÓN DE SÍ MISMO A 
JESUCRISTO, LA SABIDURÍA ENCARNADA, POR LAS MANOS DE 
MARÍA.
San Luis María Grignon de Monfort
(Nota: La preparación dura 33 días. Las oraciones están al final de la lectura de cada ocasión)
Día 21
(Continuación sobre la interpretación de la historia de Jacob y cómo él es figura de los predestinados)
194. 4º) Tenía gran confianza en su querida madre, y como no confiaba en su propio valer, se apoyaba solamente en la solicitud y cuidados de su madre. Imploraba su ayuda en todas las necesidades y la consultaba en todas las dudas, por ejemplo, cuando le preguntó, si, en vez de la bendición, recibiría, más bien, la maldición de su padre, creyó en ella, y a ella se confió tan pronto Rebeca le contestó que ella tomaría sobre sí esa maldición.
195. 5º) Finalmente, imitaba -según sus capacidades- las virtudes de su madre. Y parece que una de las razones de que permaneciera sedentario en casa era el imitar a su querida y muy virtuosa madre, y el alejarse de las malas compañías, que corrompen las costumbres. En esta forma, se hizo digno de recibir la doble bendición de su querido padre.
196. Este es el comportamiento habitual de los predestinados:
1º) Permanecen asiduamente en casa con su madre, es decir, aman el retiro, gustan de la vida interior, se aplican a la oración, a ejemplo y en compañía de su Madre, la Santísima Virgen, cuya gloria está en el interior. Ciertamente, de vez en cuando aparecen en público, pero por obediencia a la voluntad de Dios y a la de su querida Madre y a fin de cumplir con los deberes de su estado. Y aunque en el exterior realicen aparentemente cosas grandes, estiman mucho más las que adelantan en el interior de sí mismos en compañía de la Santísima Virgen. En efecto, allí van realizando la obra importantísima de su perfección, en comparación de la cual las demás obras no son sino juego de niños.
Por eso, mientras algunas veces sus hermanos y hermanas trabajan fuera con gran empeño, habilidad y éxito, cosechando la alabanza y aprobación del mundo, ellos conocen -por la luz del Espíritu Santo- que se disfruta de mayor gloria, provecho y alegría en vivir escondidos en el retiro con Jesucristo, su modelo - en total y perfecta sumisión a su Madre- que en realizar por sí solos maravillas de naturaleza y gracia en el mundo, a semejanza de tantos Esaús y réprobos que hay en él. En su casa habrá riquezas y abundancia (Sal 112 [111],3). Sí, en la casa de María se encuentra abundancia de gloria para Dios y de riquezas para los hombres.
Señor Jesús, ¡qué delicia es tu morada! (Sal 84 [83],1-8). El pajarillo encontró casa para albergarse, y la tórtola nido para colocar sus polluelos. ¡Oh! ¡Cuán dichoso el hombre que habita en la casa de María! ¡Tú fuiste el primero en habitar en Ella! En esta morada de predestinados, el cristiano recibe ayuda de ti solo y dispone en su corazón las subidas y escalones de todas las virtudes para elevarse a la perfección en este valle de lágrimas.
197. 2º) Los predestinados aman con filial afecto y honran efectivamente a la Santísima Virgen como a su cariñosa Madre y Señora. La aman no sólo de palabra, sino de hecho. La honran no sólo exteriormente, sino en el fondo del corazón. Evitan, como Jacob, cuanto pueda desagradarle y practican con fervor todo lo que creen puede granjearles su benevolencia.
Le llevan y entregan no ya dos cabritos, como Jacob a Rebeca, sino lo que representaban los dos cabritos de Jacob, es decir, su cuerpo y su alma, con todo cuanto de ellos depende, para que Ella: 1) los reciba como cosa suya; 2) los mate y haga morir al pecado y a sí mismos, desollándolos y despojándolos de su propia piel y egoísmo, para agradar por este medio a su Hijo Jesús, que no acepta por amigos y discípulos sino a los que están muertos a sí mismos; 3) los aderece al gusto del Padre celestial y a su mayor gloria, que Ella conoce mejor que nadie; 4) con sus cuidados e intercesión disponga este cuerpo y esta alma, bien purificados de toda mancha, bien muertos, desollados y aderezados, como manjar delicado, digno de la boca y bendición del Padre celestial.
¿No es esto, acaso, lo que harán los predestinados, que aceptarán y vivirán la perfecta consagración a Jesucristo por manos de María, que aquí les enseñamos, para que testifiquen a Jesús y a María un amor intrépido y efectivo? Los réprobos protestan muchas veces que aman a Jesús, que aman y honran a María, pero no lo demuestran con la entrega de sí mismos (Prov 3,9), ni llegan a inmolarles el cuerpo y el alma con sus pasiones, como los predestinados.
198. 3º) Estos viven sumisos y obedientes a la Santísima Virgen como a su cariñosa Madre, a ejemplo de Jesucristo, quien de treinta y tres años que vivió sobre la tierra, empleó treinta en glorificar a Dios, su Padre, mediante una perfecta y total sumisión a su santísima Madre. La obedecen, siguiendo exactamente sus consejos, como el humilde Jacob los de Rebeca cuando le dijo: Escucha lo que te digo (Gén 27,8), o como la Santísima Virgen: Hagan lo que El les diga (Jn 2,5). Jacob, por haber obedecido a su madre, recibió –como de milagro– la bendición, aunque, naturalmente, no podía recibirla. Los servidores de las bodas de Caná, por haber seguido el consejo de la Santísima Virgen, fueron honrados con el primer milagro de Jesucristo, que convirtió el agua en vino a petición de su santísima Madre. Asimismo, todos los que hasta el fin de los siglos reciban la bendición del Padre celestial y sean honrados con las maravillas de Dios, sólo recibirán estas gracias como consecuencia de su perfecta obediencia a María. Los Esaús, al contrario, pierden su bendición por falta de sumisión a la Santísima Virgen.
199. 4º) Los predestinados tienen gran confianza en la bondad y poder de María, su bondadosa Madre. Reclaman sin cesar su socorro. La miran como su estrella polar, para llegar a buen puerto. Le manifiestan sus penas y necesidades con toda la sinceridad del corazón.
Se acogen a los pechos de su misericordia y dulzura para obtener por su intercesión el perdón de sus pecados o saborear, en medio de las penas y sequedades, sus dulzuras maternales. Se arrojan, esconden y pierden de manera maravillosa en su seno amoroso y virginal, para ser allí inflamados en amor puro, ser allí purificados de las menores manchas y encontrar allí plenamente a Jesucristo, que reside en María como en su trono más glorioso.
¡Oh! ¡Qué felicidad! “No creas –dice el abad Guerrico– que es mayor felicidad habitar en el seno de Abrahán que en el de María, dado que el Señor puso en éste su trono”.
Los réprobos, por el contrario, ponen toda su confianza en sí mismos. Al igual que el hijo pródigo, se alimentan solamente de lo que comen los cerdos, se nutren solamente de tierra, a semejanza de los sapos, y, a la par que los mundanos, sólo aman las cosas visibles y exteriores. No pueden gustar del seno de María ni experimentar el apoyo y la confianza que sienten los predestinados en la Santísima Virgen, su bondadosa Madre. Quieren hambrear miserablemente por las cosas de fuera –dice San Gregorio –, porque no quieren saborear la dulzura preparada dentro de sí mismos y en el interior de Jesús y de María.
200. 5º) Finalmente, los predestinados siguen el ejemplo de la Santísima Virgen, su tierna Madre. Es decir, la imitan, y por esto son verdaderamente dichosos y devotos y llevan la señal infalible de su predestinación, como se lo anuncia su cariñosa Madre: Dichosos los que siguen mis caminos (Prov 8,32), es decir, quienes con el auxilio de la gracia divina practican mis virtudes y caminan sobre las huellas de mi vida. Sí, dichosos durante su vida terrena, por la abundancia de gracias y dulzuras que les comunico de mi plenitud, y más abundantemente que a aquellos que no me imitan tan de cerca. Dichosos en su muerte, que es dulce y tranquila, y a la que ordinariamente asisto para conducirlos personalmente a los goces de la eternidad. Dichosos, finalmente, en la eternidad, porque jamás se ha perdido ninguno de mis fieles servidores que haya imitado mis virtudes durante su vida.
Los réprobos, por el contrario, son desgraciados durante su vida, en la muerte y por la eternidad, porque no imitan las virtudes de la Santísima Virgen, y se contentan con ingresar, a veces, en sus cofradías, rezar en su honor algunas oraciones o practicar otra devoción exterior.
¡Oh Virgen Santísima! ¡Bondadosa Madre mía! ¡Cuán felices son -lo repito en el arrebato de mi corazón-, cuán felices son quienes, sin dejarse seducir por una falsa devoción, siguen fielmente tus caminos, observando tus consejos y mandatos! Pero ¡desgraciados y malditos los que, abusando de tu devoción, no guardan los mandamientos de tu Hijo! Malditos los que se apartan de tus mandatos (Sal 119 [118],21).
Segunda Semana
Empleada en adquirir el conocimiento de la Santísima Virgen
Prácticas Espirituales:
Se dedicarán en sus oraciones y obras de cada día a conocer a la Santísima Virgen, pidiendo éste conocimiento al Espíritu Santo. Podrán leer y meditar sobre lo que esto hemos dicho ya y rezarán, como en la primera semana, las Letanías al Espíritu Santo y el Ave Maris Stella, y además un Rosario todos los días, o al menos cinco misterios con esa intención.
Oraciones de la Segunda Semana:


LETANÍAS DEL ESPÍRITU SANTO


Señor, ten piedad de nosotros.


Cristo, ten piedad de nosotros.
Señor, ten piedad de nosotros.


Cristo, óyenos.


Cristo, escúchanos.


Dios, Padre celestial,


Dios, Hijo, Redentor del mundo,


Dios, Espíritu Santo,


Trinidad Santa, un solo Dios,


Espíritu, que procede del Padre y del Hijo,
Espíritu del Señor, que al comienzo


de la creación planeando sobre las aguas,
las fecundaste
Espíritu por inspiración del cual han


hablado los santos hombres de Dios,


Espíritu cuya unción nos enseña
todas las cosas
Espíritu, que das testimonio de Cristo,


Espíritu de verdad que nos instruís sobre
todas las cosas
Espíritu que sobreviene a María,


Espíritu del Señor que llena todo el orbe,


Espíritu de Dios que habita en nosotros,


Espíritu de sabiduría y de entendimiento,


Espíritu de consejo y de fortaleza,


Espíritu de ciencia y de piedad,


Espíritu de temor del Señor,


Espíritu de gracia y de misericordia,


Espíritu de fuerza, de dilección y de sobriedad,


Espíritu de fe, de esperanza, de amor y de
paz
Espíritu de humildad y de castidad,


Espíritu de benignidad y de mansedumbre,


Espíritu de multiforme gracia,


Espíritu que escrutas hasta los secretos de Dios


Espíritu que ruegas por nosotros con gemidos
inenarrables


Espíritu que descendiste sobre Cristo en
forma de paloma
Espíritu en el cual renacemos,


Espíritu por el cual se difunde la caridad en
nuestros corazones
Espíritu de adopción de los hijos de Dios,


Espíritu que en lenguas de fuego sobre los
Discípulos apareciste.
Espíritu con el cual fueron los Apóstoles henchidos


Espíritu que distribuyes (vuestros dones)
a cada uno como quieres,
Sednos propicio, perdónanos, Señor.


Sednos propicio, escúchanos, Señor.




De todo mal,


De todo pecado,


De las tentaciones e insidias del diablo,


De toda presunción y desesperación,


De la resistencia a la verdad conocida,
De la obstinación y de la impenitencia,


De la impureza de la mente y del cuerpo,


Del espíritu de fornicación,


De todo espíritu malo,


Por tu eterna procesión del Padre y del Hijo,


Por la Concepción de Jesucristo, hecha por


operación.


Por tu descenso sobre Cristo, en el Jordán.


Por tu advenimiento sobre los Discípulos.


En el día del juicio,


Pecadores, te rogamos, óyenos.


Para que, así como vivimos por el espíritu,


obremos también por el espíritu,
Para que, recordando que somos templo


del Espíritu Santo, no lo profanemos,


Para que, viviendo según el espíritu, no


cumplamos los deseos de la carne,


A fin de que por el espíritu mortifiquemos
las obras de la carne,
Para que no te contristemos a ti, Espíritu


Santo de Dios,


Para que seamos solícitos en guardar la


unidad de espíritu en el vínculo de la paz,


Para que no creamos a todo espíritu,


te rogamos, óyenos.


Para que probemos a los espíritus si son de


Dios, te rogamos, óyenos.


Para que te dignes renovar en nosotros el


espíritu de rectitud, re rogamos...


Para que nos confirmes por tu espíritu


soberano, te rogamos, óyenos.


Cordero de Dios que quitas los pecados del


mundo, perdónanos, Señor.


Cordero de Dios que quitas los pecados del


mundo, escúchanos, Señor.


Cordero de Dios que quitas los pecados del


mundo,ten piedad de nosotros.


Oremos


Asístanos, te pedimos, Señor, la virtud del


Espíritu Santo, que purifique clementemente


nuestros corazones y nos preserve de todo


mal.Por Jesucristo Nuestro Señor.


Así sea.


AVE ESTRELLA DE LA MAR


Ave estrella de la mar,


Augusta Madre de Dios,


Permanentemente Virgen,


Puerta del cielo, feliz.


Recibiendo Tú aquel Ave


Por la boca de Gabriel,


Ciméntanos en la paz,


Mudando el nombre de Eva.


Desata el lazo al culpable,


Muestra la luz a los ciegos,


Líbranos de todo mal,


Consíguenos todo bien.


Que eres Madre muéstranos;


Reciba por Ti las preces


Quien, nacido por nosotros,


Quiso ser el fruto tuyo.


Virgen única, sin par,


Entre todas la más dulce,


Líbranos de nuestras culpas,


Haz que seamos mansos, castos.


Concédenos vida pura,


Vía segura prepara:


Para que, viendo a Jesús,


Siempre juntos nos gocemos.


Se alabanza a Dios Padre,


Al sumo Cristo esplendor,


con el Espíritu Santo,


a los Tres un solo honor.


Amén.

Un Rosario, o al menos cinco misterios.







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