PREPARACIÓN
PARA LA CONSAGRACIÓN DE SÍ MISMO A JESUCRISTO, LA SABIDURÍA
ENCARNADA,
San
Luis María Grignon de Monfort
(Nota:
La preparación dura 33 días. Las oraciones están al final de la
lectura de cada ocasión)
DÍA
12
Artículo
II
Las
prácticas de la verdadera devoción a la Santísima Virgen
I.
Las prácticas comunes
115.
Hay varias prácticas interiores
de la verdadera devoción a la Santísima Virgen. He aquí, en
resumen, las principales: 1º) Honrarla como la digna Madre de Dios,
con culto de hiperdulía, es decir, estimarla y honrarla por sobre
todos los santos, como a la obra maestra de la gracia y la primera
después de Jesucristo, verdadero Dios y verdadero hombre; 2º)
meditar sus virtudes, sus privilegios y sus acciones; 3º) contemplar
sus grandezas; 4º) hacerle actos de amor, de alabanza y de
reconocimiento; 5º) invocarla cordialmente; 6º) ofrecerse y unirse
a Ella; 7º) realizar las acciones con la mira de agradarla; 8º)
comenzar, continuar y terminar todas las acciones por Ella, en Ella y
con Ella (En el manuscrito falta “para
Ella”.
Al correr de la pluma el Santo tal vez lo ha omitido. El contexto, y
lo puesto en otras partes, lo pide), y a fin de hacerlas por
Jesucristo, en Jesucristo, con Jesucristo y para Jesucristo, nuestro
último fin. Explicaremos esta última práctica (Ver al fin del
Tratado,
capítulo
VIII, artículo II).
116.
La verdadera devoción a la Santísima Virgen tiene también varias
prácticas exteriores: he aquí las principales: 1º) Alistarse en
sus cofradías y entrar en sus congregaciones; 2º) entrar en las
comunidades religiosas instituidas en su honor; 3º) publicar sus
alabanzas; 4º) hacer limosnas, ayunos y mortificaciones de espíritu
o de cuerpo, en su honor; 5º) llevar sobre sí sus libreas, como el
santo Rosario o la corona, el escapulario o la cadenilla; 6º)
recitar con atención, devoción y modestia o el santo Rosario,
compuesto de quince decenas de Avemarías, en honor de los quince
principales misterios de Jesucristo, o la corona
de cinco decenas, que es la tercera parte del Rosario, o en honor de
los cinco misterios gozosos, que son: la Anunciación, la Visitación,
la Natividad de Jesucristo, la Purificación y el Hallazgo de
Jesucristo en el Templo; o en honor de los cinco misterios dolorosos,
que son: la Agonía de Jesucristo en el Huerto de los Olivos, su
Flagelación, su Coronación de Espinas, su Cruz a cuestas y su
Crucifixión; o en honor de los cinco misterios gloriosos, que son:
la Resurrección de Jesucristo, su Ascensión, la Venida del Espíritu
Santo o Pentecostés, la Asunción de la Santísima Virgen en cuerpo
y alma al Cielo, y su Coronación por las tres Personas de la
Santísima Trinidad. También se puede decir una corona de seis o
siete decenas, en honor de los años que se cree que la Santísima
Virgen ha vivido sobre la tierra; o la coronita de la Virgen,
compuesta de tres Padrenuestros y doce Avemarías, en honor de su
corona de doce estrellas o privilegios (Ver al fin del Tratado,
capítulo VIII, artículo I, segunda práctica, página 136); o el
Oficio de la Santísima Virgen, tan universalmente recibido y
recitado en la Iglesia, o el pequeño salterio de la Santísima
Virgen, que San Buenaventura ha compuesto en su honor, y que es tan
tierno y tan devoto, que no se lo puede recitar sin estremecerse; o
catorce Padrenuestros y Avemarías en honor de sus catorce alegrías;
o algunas otras oraciones, himnos y cánticos de la Iglesia, como el
Salve
Regina, el
Alma,
el
Ave
Regina coelorum, o
el Regina
coeli, según
los diferentes tiempos; o el Ave
maris stella, O gloriosa Domina, etc.,
o el Magnificat,
o
algunas otras oraciones de devoción, de que están llenos los
libros; 7º) cantar y hacer cantar en su honor cánticos
espirituales; 8º) hacerle un cierto número de genuflexiones o
reverencias diciéndole, por ejemplo, todas las mañanas, sesenta o
cien veces: Ave
María Virgo fidelis, para
obtener de Dios, por Ella, la fidelidad a las gracias de Dios durante
el día; y por la noche: Ave
María Mater misericordiae, para
pedir perdón a Dios, por Ella, de los pecados que se han cometido
durante el día; 9º) preocuparse por sus cofradías y adornar sus
altares, coronar y embellecer sus imágenes; 10º) llevar y hacer
llevar sus imágenes en procesión, o llevar una consigo como arma
poderosa contra el maligno; 11º) mandar hacer imágenes suyas o
letreros con su nombre, y colocarlos o en las Iglesias o en los
hogares, o sobre las puertas o entradas de las ciudades, de las
iglesias y de las casas; 12º) consagrarse a Ella de una manera
especial y solemne.
117.
Hay una cantidad de otras prácticas de la verdadera devoción a la
Santísima Virgen, que el Espíritu Santo ha inspirado a las almas
santas, que son muy santificantes; se las podrá leer mas
extensamente en Le
Paradis ouvert à Philagie, compuesto
por el reverendo Padre Pablo Barry, de la Compañía de Jesús, donde
ha reunido un gran número de devociones que los santos han
practicado en honor de la Santísima Virgen, las cuales sirven
maravillosamente para santificar a las almas, con tal que sean hechas
como es debido, es decir: 1º) Con una buena y recta intención de
agradar a Dios
solo, de
unirse a Jesucristo como a su fin último, y de edificar al prójimo;
2º) con atención, sin distracciones voluntarias; 3º) con devoción,
sin apresuramiento ni negligencia; 4º) con modestia y compostura de
cuerpo respetuosa y edificante.
II.
La práctica perfecta
118.
Después de todo, declaro abiertamente que habiendo leído casi todos
los libros que tratan de la devoción a la Santísima Virge y
habiendo conversado familiarmente con los mas santos y sabios
personajes de estos últimos tiempos, no he conocido ni aprendido
práctica de devoción hacia la Santísima Virgen semejante a la que
quiero decir, que exija de un alma mas sacrificios por Dios, que la
vacíe mas de sí misma y de su amor propio, que la conserve mas
fielmente en la gracia, y a la gracia en ella, que la una mas
perfecta y fácilmente a Jesucristo y, en fin, que sea mas gloriosa a
Dios, santificante para el alma y útil al prójimo.
119.
Como lo esencial de esta devoción consiste en el interior, que debe
formar, no será igualmente comprendida por todos: algunos se
detendrán en lo que tiene de exterior, y no pasarán mas allá, y
este será el mayor número; algunos, en pequeño número, entrarán
en su interior, pero allí no subirán sino un grado. ¿Quién es el
que subirá al segundo? ¿Quién llegará hasta el tercero? En fin,
¿quién permanecerá allí [como] por estado?
(Dice el Santo literalmente: “qui
est celui qui y sera per
état?
El R. P. Monplasir, S. M. M. (en la pequeña vida del Santo,
publicada en Bogotá), al hablar de su doctrina, dice: no actos
aislados de devoción… sino un ESTADO, como decían los místicos
del siglo XVII”… un estado
de
unión íntima a María Santísima…”
12
DÍAS PRELIMINARES
Empleados
en vaciarse del espíritu del mundo
Prácticas
Espirituales
Quienes
deseen abrazar esta devoción particular emplearán doce días por lo
menos en vaciarse del espíritu del mundo contrario al de Jesucristo
y para ello rezarán las siguientes oraciones:
VEN
ESPÍRITU CREADOR
Ven
Espíritu Creador,
Visita
el alma de los tuyos,
Llena
de suprema gracia
Los
corazones que creaste.
Tú,
llamado: Consolador,
Don
de Dios Altísimo,
Fuente
viva, fuego, caridad,
Y
espiritual unción.
Tú,
regalo de siete dones,
Dedo
de la diestra Paterna,
Tú,
prometido formal del Padre,
Que
enriqueces con elocuencia
Nuestros
labios.
Enciende
luz a los sentidos,
Infunde
amor a los corazones,
Con
tu fuerza perpetua
Sostén
nuestra debilidad.
Arroja
muy lejos al enemigo,
Y
danos pronto la paz;
Ante
nosotros marcha como guía,
Para
que evitemos todo mal.
Sepamos
por Ti del Padre,
Y
conozcamos al Hijo,
Y
a Ti, Espíritu de ambos,
Creamos
en todo tiempo.
¡Gloria
a Dios Padre,
Y
al Hijo, que resucitó de entre
los
muertos,
Y
al Paráclito,
Por
los siglos de los siglos.
Amén
AVE
ESTRELLA DE LA MAR
Ave
estrella de la mar,
Augusta
Madre de Dios,
Permanentemente
Virgen,
Puerta
del cielo, feliz.
Recibiendo
Tú aquel Ave
Por
la boca de Gabriel,
Ciméntanos
en la paz,
Mudando
el nombre de Eva.
Desata
el lazo al culpable,
Muestra
la luz a los ciegos,
Líbranos
de todo mal,
Consíguenos
todo bien.
Que
eres Madre muéstranos;
Reciba
por Ti las preces
Quien,
nacido por nosotros,
Quiso
ser el fruto tuyo.
Virgen
única, sin par,
Entre
todas la más dulce,
Líbranos
de nuestras culpas,
Haz
que seamos mansos, castos.
Concédenos
vida pura,
Vía
segura prepara:
Para
que, viendo a Jesús,
Siempre
juntos nos gocemos.
Se
alabanza a Dios Padre,
Al
sumo Cristo esplendor,
con
el Espíritu Santo,
a
los Tres un solo honor.
Amén.
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