martes, 23 de febrero de 2016

ESCLAVITUD MARIANA - DIA 9

PREPARACIÓN PARA LA CONSAGRACIÓN DE SÍ MISMO A 
JESUCRISTO, LA SABIDURÍA ENCARNADA,
POR LAS MANOS DE MARÍA


San Luis María Grignon de Monfort

DÍA 9
Consideración del Tratado de la Verdadera Devoción
Artículo IV
Tenemos Necesidad de un Mediador para con el Mediador Nuestro, Jesucristo.
83 Cuarta verdad. Es más perfecto, porque es más humilde, no acercarnos a Dios por nosotros mismos, sin tomar un mediador. Nuestro fondo, como acabo de mostrar, está tan corrompido, que si nos apoyamos en nuestros propios trabajos, industrias y preparaciones para llegar a Dios y agradarle, es cierto que todas nuestras justicias estarán manchadas o serán de poco peso delante de Dios para obligarle a unirse a nosotros y escucharnos. Pues no sin razón nos ha dado Dios mediadores ante Su Majestad: ha visto nuestra indignidad e incapacidad, ha tenido piedad de nosotros, y, para darnos acceso a sus misericordias nos ha provisto de intercesores poderosos para ante Su Grandeza; de suerte que descuidar tales mediadores y acercarse directamente a Su Santidad sin recomendación alguna, es carecer de humildad, es carecer de respeto hacia un Dios tan alto y tan santo; es hacer menos caso de este Rey de reyes que el que se haría de un rey o de príncipe de la tierra, a quienes no nos querríamos acercar sin algún amigo que hablase por nosotros.
84. Nuestro Señor es nuestro abogado y nuestro mediador de redención junto a Dios Padre; por Él debemos rogar con toda la Iglesia triunfante y militante; por Él tenemos acceso junto a Su Majestad, y nunca debemos presentarnos delante de Él sino apoyados y revestidos de sus méritos, como el pequeño Jacob con las pieles de cabrito delante de su padre Isaac, para recibir su bendición.
85. Pero, ¿no tenemos necesidad de un mediador ante el Mediador mismo? ¿Nuestra pureza es bastante grande a unirnos a Él, y por nosotros mismos? ¿No es Dios, en todo igual a su Padre, y por consiguiente el Santo de los Santos, tan digno de respeto como su Padre? Si, por su caridad infinita, Él se ha hecho nuestra caución y Mediador ante Dios, su Padre, para aplacarle y pagarle lo que le debemos, ¿será menester, por esto, que tengamos menos respeto y temor para con su majestad y su santidad?
Digamos, pues, sin más, con San Bernardo (Serm. In Domin. Infra octav. Assumptionis, n. 2: Opus est enim mediatore ad Mediatorem istum, nec alter nobis utilior quam Maria. Todo este párrafo del santo está tomado del mismo Sermón de San Bernardo), que tenemos necesidad de un mediador ante el Mediador mismo y que la divina María es la más capaz de desempeñar este caritativo oficio; por Ella nos ha venido Jesucristo, por Ella debemos ir a Él. Si tememos ir directamente a Jesucristo-Dios, o a causa de su infinita grandeza, o a causa de nuestra bajeza, o a causa de nuestros pecados, imploremos animosamente la ayuda y la intercesión María, nuestra Madre, es buena y tierna; nada de austero hay en ella, ni que rechace; nada demasiado sublime, ni demasiado brillante: viéndola, vemos nuestra pura naturaleza. No es el sol, que, por la vivacidad de sus rayos, podría deslumbrarnos a causa de nuestra debilidad; sino que es bella dulce como la luna (Cant. VI,9), que recibe su luz del sol y la atempera para hacerla conforme a nuestra pequeña capacidad. Es tan caritativa que a nadie rechaza de aquellos que piden su intercesión, por más pecadores que sean, pues como dicen los santos, jamás se ha oído decir, desde que el mundo es mundo, que alguien haya recurrido a la Santísima Virgen con confianza y perseverancia, y haya sido rechazado (aquí termina la cita de San Bernardo. La frase siguiente está traducida de San Buenaventura, Sermo 2 in B.V.M). Es tan poderosa que jamás ha sido desoída en sus pedidos; no tiene sino que mostrarse ante su Hijo para rogarle: Él de inmediato concede, de inmediato recibe; es siempre vencido amorosamente por los pechos y las entrañas y los ruegos de su queridísima Madre.
86. Todo esto está tomado de San Bernardo y de San Buenaventura. Según ellos, para llegar a Dios tenemos que subir tres escalones: el primero, más cercano y adaptado a nuestra posibilidades, es María; el segundo, es Jesucristo y; el tercero es Dios Padre.
Para llegar a Jesucristo hay que ir a María nuestra Mediadora de intercesión. Para llegar hasta el Padre hay que ir al Hijo, que es nuestro Mediador de Redención.
Este es precisamente el orden que se observa en la forma de devoción de la que hablaré más adelante.


87. Quinta verdad. Es muy difícil, dada nuestra pequeñez y fragilidad, conservar las gracias y tesoros de Dios, porque:
1° llevamos este tesoro, más valioso que el cielo y la tierra, en vasos de barro, en un cuerpo corruptible, en un alma débil e inconstante, que por nada se turba y abate.
88. 2° los demonios, ladrones muy astutos, quieren sorprendernos de improviso para robarnos. Espían día y noche el momento favorable para ello. Nos rondan incesantemente para devorarnos y arrebatarnos en un momento por un solo pecado todas las gracias y méritos logrados en muchos años. Su malicia, su pericia, su astucia y número deben hacernos temer infinitamente esta desgracia, ya que personas más llenas de gracias, más ricas en virtudes, más experimentadas y elevadas en santidad que nosotros, han sido sorprendidas, robadas y saqueadas desgraciadamente. ¡Ah! ¡Cuántos cedros del Líbano y estrellas del firmamento cayeron miserablemente y perdieron en poco tiempo su elevación y claridad! Y, ¿cuál es la causa? No fue la falta de gracia, que Dios a nadie la niega, sino la falta de humildad. Se creyeron más fuertes y suficientes de lo que eran. Se consideraron capaces de conservar sus tesoros. Se fiaron de sí mismos y se apoyaron en sus propias fuerzas. Creyeron bastante segura su casa y suficientemente fuertes sus cofres para guardar el precioso tesoro de la gracia y, por este apoyo imperceptible que tenían en sí mismos, aunque les parecía que se apoyaban solamente en la gracia de Dios, el Señor, que es la justicia misma, permitió que fueran robados, abandonándolos a sí mismos. ¡Ay! Si hubieran conocido la devoción admirable que a continuación voy a exponer, habrían confiado su tesoro a una Virgen fiel y poderosa, y Ella se los habría guardado como bien propio y hasta se hubiera hecho de ello un deber de justicia.
89. 3° Es difícil perseverar en gracia, a causa de la espantosa corrupción del mundo, corrupción tal, que se hace prácticamente imposible que los corazones no se manchen, si no con su lodo, al menos, con su polvo, de suerte que es una especie de milagro el que una persona se conserve firme en medio de este torrente impetuoso, sin ser arrastrada por él; en medio de este mar tempestuoso, sin ser sumergida o saqueada por los piratas y corsarios; en medio de esta atmósfera viciada, sin ser perjudicado. Es la Virgen fiel, contra quien nada pudo la serpiente, quien ha hecho este milagro respecto de aquellos que la sirven de la mejor manera.


12 DÍAS PRELIMINARES
Empleados en vaciarse del espíritu del mundo
Prácticas Espirituales
Quienes deseen abrazar esta devoción particular emplearán doce días por lo menos en vaciarse del espíritu del mundo contrario al de Jesucristo y para ello rezarán las siguientes oraciones:


VEN ESPÍRITU CREADOR
Ven Espíritu Creador,
Visita el alma de los tuyos,
Llena de suprema gracia
Los corazones que creaste.
Tú, llamado: Consolador,
Don de Dios Altísimo,
Fuente viva, fuego, caridad,
Y espiritual unción.


Tú, regalo de siete dones,
Dedo de la diestra Paterna,
Tú, prometido formal del Padre,
Que enriqueces con elocuencia
Nuestros labios.


Enciende luz a los sentidos,
Infunde amor a los corazones,
Con tu fuerza perpetua
Sostén nuestra debilidad.


Arroja muy lejos al enemigo,
Y danos pronto la paz;
Ante nosotros marcha como guía,
Para que evitemos todo mal.


Sepamos por Ti del Padre,
Y conozcamos al Hijo,
Y a Ti, Espíritu de ambos,
Creamos en todo tiempo.


¡Gloria a Dios Padre,
Y al Hijo, que resucitó de entre
los muertos,
Y al Paráclito,
Por los siglos de los siglos.
Amén


AVE ESTRELLA DE LA MAR


Ave estrella de la mar,
Augusta Madre de Dios,
Permanentemente Virgen,
Puerta del cielo, feliz.


Recibiendo Tú aquel Ave
Por la boca de Gabriel,
Ciméntanos en la paz,
Mudando el nombre de Eva.


Desata el lazo al culpable,
Muestra la luz a los ciegos,
Líbranos de todo mal,
Consíguenos todo bien.


Que eres Madre muéstranos;
Reciba por Ti las preces
Quien, nacido por nosotros,
Quiso ser el fruto tuyo.


Virgen única, sin par,
Entre todas la más dulce,
Líbranos de nuestras culpas,
Haz que seamos mansos, castos.


Concédenos vida pura,
Vía segura prepara:
Para que, viendo a Jesús,
Siempre juntos nos gocemos.


Se alabanza a Dios Padre,
Al sumo Cristo esplendor,
con el Espíritu Santo,
a los Tres un solo honor.

Amén.







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