JESUCRISTO, LA SABIDURÍA ENCARNADA,
POR LAS MANOS DE MARÍA
San
Luis María Grignon de Monfort
DÍA 8
Consideración del Tratado de
la Verdadera Devoción
75.
Podemos, pues conforme al parecer de los santos y de muchos varones
insignes llamarnos y hacernos esclavos de amor de la Santísima
Virgen, a fin de serlo más perfectamente de Jesucristo. La Virgen
Santísima es el medio del cual debemos servirnos para ir a El. Pues
María no es como las demás creaturas, que, si nos apegamos a ellas,
pueden separarnos de Dios en lugar de acercarnos a El. La inclinación
más fuerte de María es la de unirnos a Jesucristo, su Hijo; y la
más viva inclinación del Hijo es que vayamos a El por medio de su
Santísima Madre. Obrar así es honrarlo y agradarle, como sería
honrar y agradar a un rey el hacerse esclavos de la reina para ser
mejores súbditos y esclavos del soberano. Por esto, los santos
Padres y entre ellos San Buenaventura, dice que la Santísima Virgen
es el camino para llegar al Señor.
76.
Más aún, si como he dicho la Santísima Virgen es la Reina y
Soberana del cielo y de la tierra, ¿por qué no ha de tener tantos
súbditos y esclavos como creaturas hay? Y, ¿no será razonable que,
entre tantos esclavos por fuerza, los haya también de amor, que
escojan libremente a María como a su Soberana? Pues ¡qué! Han de
tener los hombres y los demonios sus esclavos voluntarios y ¿no los
ha de tener María? Y ¡qué! Un rey se siente honrado de que la
reina, su consorte, tenga esclavos sobre los cuales pueda ejercer
derechos de vida y muerte en efecto, el honor y poder del uno son el
honor y poder de la otra y el Señor, como el mejor de los hijos, ¿no
se sentirá feliz de que María, su Madre Santísima, con quien ha
compartido todo su poder, tenga también sus esclavos? ¿Tendrá El
menos respeto y amor para con su Madre, que Asuero para con Esther y
Salomón para con Betsabé? ¿Quién osará decirlo o siquiera
pensarlo?
77.
Pero, ¿a dónde me lleva la pluma? ¿Por qué detenerme a probar lo
que es evidente? Si alguno no quiere que nos llamemos esclavos de la
Santísima Virgen ¿qué más da? ¡Hacerte y llamarte esclavo de
Jesucristo es hacerte y proclamarte esclavo de la Santísima Virgen!
Porque Jesucristo es el fruto gloria de María.
Todo
esto se realiza de modo perfecto con la devoción de que vamos a
hablar.
Artículo
III
Debemos
Vaciarnos de lo malo que hay en nosotros.
78.
Tercera
verdad.
Nuestras mejores acciones quedan de ordinario manchadas e infectadas
a causa de las malas inclinaciones que hay en nosotros. Cuando se
vierte agua limpia y clara en una vasija que huele mal o vino en una
garrafa maleada por otro vino, el agua clara y el buen vino se dañan
y toman fácilmente el mal olor.
Del
mismo modo, cuando Dios vierte en nuestra alma, infectada por el
pecado original y actual, sus gracias y rocíos celestiales o el vino
delicioso de su amor, sus bienes se deteriora y echan a perder
ordinariamente a causa de la levadura de malas inclinaciones que el
pecado ha dejado en nosotros. Y nuestras acciones, aún las
inspiradas por las virtudes más sublimes, se resisten de ello.
Es
por tanto, de suma importancia para alcanzar la perfección que sólo
se adquiere por la unión con Jesucristo liberarnos de lo malo que
hay en nosotros. De lo contrario, el Señor, que es infinitamente
santo y detesta hasta el menor mancha en el alma, nos rechazará de
su presencia y no se unirá a nosotros.
79.
Para liberarnos o vaciarnos de nosotros mismos debemos:
1°
conocer bien, con la luz del Espíritu Santo, nuestras malas
inclinaciones, nuestra incapacidad para todo bien concerniente a la
salvación, nuestra continúa inconstancia, nuestra indignidad para
toda gracia y nuestra iniquidad en todo lugar. El pecado de nuestro
primer padre nos perjudicó a todos casi totalmente, nos dejó
agriados, engreídos e infectados, como la levadura agria, levanta e
infecta toda masa en que se la pone.
Nuestros
pecados actuales, mortales o veniales, aunque estén perdonados, han
acrecentado la concupiscencia, debilidad, inconstancia y corrupción
naturales y dejado huellas de maldad en nosotros.
Nuestros
cuerpos se hallan tan corrompidos, que el Espíritu Santo los llama
cuerpos de pecado, concebidos en pecado, alimentados en el pecado y
capaces de todo pecado. Cuerpos sujetos a mil enfermedades, que de
día en día se corrompen y no engendran sino corrupción.
Nuestra
alma, unida al cuerpo, se ha hecho tan carnal, que la Biblia la llama
carne. Tenemos por herencia el orgullo y la ceguera y la inconstancia
en el alma, la concupiscencia, las pasiones rebeldes y las
enfermedades en el cuerpo. Somos, por naturaleza, más soberbios que
los pavos reales, más apegados a la tierra que los sapos, más viles
que los cabros, más envidiosos que las serpientes, más glotones que
los cerdos, más coléricos que los tigres, más perezosos que las
tortugas, más débiles que las cañas y más inconstantes que las
veletas.
En
el fondo no tenemos sino la nada y el pecado y sólo merecemos la ira
divina y la condenación eterna.
80.
Siendo esto así, ¿por qué maravillarnos de que el Señor haya
dicho que quien quiera seguirle debe renunciarse a sí mismo y odiar
su propia alma? ¿Y que el que ama su alma la perderá y quien la
odia la salvará? Esta infinita Sabiduría que no da prescripciones
sin motivo no nos ordena el odio a nosotros mismos, sino porque somos
extremadamente dignos de odio: nada tan digno de amor como Dios, nada
tan digno de odio como nosotros mismos.
81.
En segundo lugar morir todos los días a nuestro egoísmo, es decir,
renunciar a las operaciones de las potencias del alma y de los
sentidos, ver como si no viéramos, oír como si no oyéramos,
servirnos de las cosas de este mundo como si no nos sirviéramos de
ellas. Es lo que San Pablo llama "morir cada día" "Si
el grano de trigo no cae en tierra y muere, queda solo y no produce
fruto"... Si no morimos a nosotros mismos y si nuestras
devociones no nos llevan a esta muerte necesaria y fecunda, no
produciremos fruto que valga la pena y nuestras devociones serán
inútiles; todas nuestras obras de virtud quedarán manchadas por el
egoísmo y la voluntad propia; Dios rechazará los mayores
sacrificios y las mejores acciones que ejecutemos; a la hora de la
muerte nos encontraremos con las manos vacías de virtudes y méritos
y no tendremos sin una chispa de ese amor puro que sólo se comunica
a quienes han muerto a si mismos y cuya vida está escondida con
Cristo en Dios.
82.
3° escoger entre las devociones a la Santísima Virgen la que nos
lleve más perfectamente a dicha muerte al egoísmo por la mejor y
más santificadora. Porque no hay que creer que es oro todo lo que
reluce, ni miel todo lo dulce, ni el camino más fácil y lo que
practica la mayoría es lo más eficaz para la salvación. Así como
hay secretos naturales para hacer en poco tiempo, pocos gastos y gran
facilidad ciertas operaciones naturales, también hay secretos en el
orden de la gracia para realizar en poco tiempo, con dulzura y
facilidad, operaciones sobrenaturales, liberarte del egoísmo,
llenarte de Dios y hacerte perfecto.
La
práctica que quiero descubrirte es uno de esos secretos de la
gracia, ignorando por gran número de cristianos, conocido de pocos,
devotos, practicado y saboreado por un número aún menor. Expongamos
la cuarta verdad como consecuencia de la tercera antes de descubrir
dicha práctica.
12
DÍAS PRELIMINARES
Empleados
en vaciarse del espíritu del mundo
Prácticas
Espirituales
Quienes
deseen abrazar esta devoción particular emplearán doce días por lo
menos en vaciarse del espíritu del mundo contrario al de Jesucristo
y para ello rezarán las siguientes oraciones:
VEN
ESPÍRITU CREADOR
Ven Espíritu Creador,
Visita el alma de los tuyos,
Llena de suprema gracia
Los corazones que creaste.
Tú, llamado: Consolador,
Don de Dios Altísimo,
Fuente viva, fuego, caridad,
Y espiritual unción.
Tú, regalo de siete dones,
Dedo de la diestra Paterna,
Tú, prometido formal del Padre,
Que enriqueces con elocuencia
Nuestros labios.
Enciende luz a los sentidos,
Infunde amor a los corazones,
Con tu fuerza perpetua
Sostén nuestra debilidad.
Arroja muy lejos al enemigo,
Y danos pronto la paz;
Ante nosotros marcha como guía,
Para que evitemos todo mal.
Sepamos por Ti del Padre,
Y conozcamos al Hijo,
Y a Ti, Espíritu de ambos,
Creamos en todo tiempo.
¡Gloria a Dios Padre,
Y al Hijo, que resucitó de entre
los muertos,
Y al Paráclito,
Por los siglos de los siglos.
Amén
AVE
ESTRELLA DE LA MAR
Ave estrella de la mar,
Augusta Madre de Dios,
Permanentemente Virgen,
Puerta del cielo, feliz.
Recibiendo Tú aquel Ave
Por la boca de Gabriel,
Ciméntanos en la paz,
Mudando el nombre de Eva.
Desata el lazo al culpable,
Muestra la luz a los ciegos,
Líbranos de todo mal,
Consíguenos todo bien.
Que eres Madre muéstranos;
Reciba por Ti las preces
Quien, nacido por nosotros,
Quiso ser el fruto tuyo.
Virgen única, sin par,
Entre todas la más dulce,
Líbranos de nuestras culpas,
Haz que seamos mansos, castos.
Concédenos vida pura,
Vía segura prepara:
Para que, viendo a Jesús,
Siempre juntos nos gocemos.
Se alabanza a Dios Padre,
Al sumo Cristo esplendor,
con el Espíritu Santo,
a los Tres un solo honor.
Amén.
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