PREPARACIÓN
PARA LA CONSAGRACIÓN DE SÍ MISMO A
JESUCRISTO, LA SABIDURÍA
ENCARNADA,
POR
LAS MANOS DE MARÍA
San
Luis María Grignon de Monfort
Día
7
Consideración
del Tratado de la Verdadera Devoción
PERTENECEMOS
A JESUCRISTO Y A MARIA EN CALIDAD DE ESCLAVOS.
68.
SEGUNDA
VERDAD.
Es
menester concluir lo de que Jesucristo es a nuestro respecto, con el
Apóstol que nosotros no nos pertenecemos como dice el Apóstol (I
Cor. VI, 19-20) sino todos enteramente somos de El, como sus miembros
y esclavos, a quienes ha comprado infinitamente caro, por el precio
de toda su sangre. Antes del bautismo éramos del diablo como sus
esclavos; y el bautismo nos ha hecho verdaderos esclavos de
Jesucristo, que no deben vivir, trabajar y morir sino para fin
fructificar para este Dios-Hombre (Rom. VII, 4) glorificarlo en
nuestro cuerpo y hacerle reinar en nuestra alma, porque somos su
conquista, su pueblo adquirido y herencia. Por la misma razón, el
Espíritu Santo (Cf. Ps. I, 3; Juan XV, 1 y X, 11; Mat. XIII, 3,
8)nos compara: 1°) a árboles plantados junto a lo largo de las
aguas de la gracia, en el campo de la Iglesia, que deben dar sus
frutos a su tiempo; 2°) a las ramas de una vid de la que Jesucristo
es la cepa, y que deben producir buenas uvas; 3°) a un rebaño, del
cual Jesucristo es el pastor y que deben multiplicarse y dar
leche;4°) una buena tierra de la cual Dios es el labrador y en la
cual la semilla se multiplica y produce el treinta, el sesenta o el
ciento por uno. Jesucristo ha dado su maldición a la higuera
infructuosa (Mat. XXI, 19) y ha fulminado condenación contra el
servidor inútil que no hizo valer su talento (Mat. XXV, 24-30). Todo
esto nos prueba que Jesucristo quiere recibir algunos frutos de
nuestras débiles personas, a saber: nuestras buenas obras, porque
esas buenas obras le pertenecen a El únicamente: "Creati
in operibus bonis in Christo Jesu (Eph.
II, 10)- Creados en las buenas obras en Jesucristo”. Las cuales
palabras del Espíritu Santo muestran que Jesucristo es el único
principio y debe ser también el único fin de todas nuestras buenas
obras, y que le debemos servir, no solamente como servidores
contratados, sino como esclavos de amor.
Me
explico.
69.
Hay dos maneras aquí abajo de pertenecer a otro y de depender de su
autoridad, a saber: la simple servidumbre y la esclavitud; que
constituyen a los que llamamos un servidor y un esclavo.
Por
la servidumbre común entre los cristianos, un hombre se obliga a
servir a otro durante un cierto tiempo mediante una cierta
retribución o recompensa.
Por
la esclavitud, un hombre está enteramente bajo la dependencia de
otro para toda su vida y debe servir a su dueño, sin pretender por
ello salario alguno ni recompensa, como una de sus bestias sobre la
cual tiene derecho de vida y muerte.
70.
Hay tres clases de esclavitud (Cf. S. Agustin, Expositio
cantici Magnificat [circa medium].
Sto. Tomas, Summa
Theol., III, q. 48, a. 4, corp. ad. lum.):
una esclavitud de naturaleza, una esclavitud de fuerza y una
esclavitud de voluntad. Todas las criaturas son esclavas de Dios de
la primera manera: Domini
est
terra
et
plenitudo
ejus
(Ps.
XXIII, 1: “Del Señor es la tierra y todo lo que contiene”); los
demonios y los condenados de la segunda; los justos y los santos lo
son de la tercera. La esclavitud de voluntad es la más perfecta y la
más gloriosa a Dios, que mira el corazón (Reyes XVI, 7) y que pide
el corazón (Prov. XXIII, 26) y se llama el Dios del corazón y de la
voluntad amorosa, porque por esta esclavitud se elije a Dios y su
servicio por sobre todas las cosas, aún cuando la naturaleza no nos
obligase a ello.
71.
Hay una total diferencia entre un servidor y un esclavo:
1°)
Un servidor no da a su dueño todo lo que es y todo lo que posee y
todo lo que puede adquirir por otro o por sí; en cambio el esclavo
se da todo entero, todo lo que posee y todo lo que puede adquirir, a
su dueño sin excepción alguna.
2°)
El servidor exige remuneración por los servicios que presta a su
señor; en cambio el esclavo ninguna puede exigir, por más
asiduidad, industria o fuerza que emplee para trabajar.
3°)
El servidor puede dejar a su señor cuando quisiere, o por lo menos,
cuando el tiempo de su servicio haya expirado; pero el esclavo no
tiene derecho a dejar a su dueño cuando quisiere.
4°)
El señor del servidor no tiene sobre él ningún derecho de vida y
muerte, de modo que si le matase como una de sus bestias de carga,
cometería un homicidio injusto; pero el dueño del esclavo, tiene
por las leyes (La ley natural, la ley mosaica y las leyes modernas,
no reconocen un derecho tal, fuera de un mandato especial del
Soberano Dueño de la vida y de la muerte. El Santo se coloca aquí
simplemente en el punto de vista del hecho, según las leyes de los
países donde la esclavitud estaba en vigencia [Cf. Secreto de María,
p.34, donde dice:”…no puede convenir propiamente a un hombre sino
con su Creador.
Por eso entre los cristianos, no hay tales esclavos; solo entre los
turcos e idólatras los hay así”.] Abstracción hecha de la
moralidad del acto, solamente quiere el Santo mostrar, por medio de
un ejemplo, esta total dependencia de que habla.), derecho de vida y
de muerte sobre él, de suerte que puede venderle a quien quisiere o
matarlo como, sin comparación, haría a su caballo.
5°)
En fin, el servidor no esta sino por un tiempo al servicio de su
señor, y el esclavo para siempre.
72.
Nada hay entre los hombres que más nos haga pertenecer a otro como
la esclavitud; nada hay tampoco entre los cristianos que nos haga
pertenecer más absolutamente a Jesucristo
y
a su Santa Madre como la esclavitud de voluntad, según el ejemplo de
Jesucristo mismo, que ha tomado la forma de esclavo por amor nuestro:
Formam
servi accipiens (Philip.
II, 7) y de la Santísima Virgen que se ha llamado la servidora y la
esclava del Señor (Luc. I, 38). El Apóstol se llama honrándose,
servus
Christi
(Rom. I,1; Gal. I, 10; Philip. I, 1; Tit. I,1.). Los cristianos son
llamados muchas veces en la Escritura Santa servi
Christi; la
cual palabra servus
según lo ha hecho notar un gran hombre (Enrique Maria Boudon,
arcediano de Evreux en su libro: La
santa Esclavitud de la admirable Madre de Dios. cap. II) no
significaba en otro tiempo sino a un esclavo, porque no había aún
servidores como los de ahora, los señores no eran servidos sino por
esclavos o libertos; lo que el Concilio de Trento, para no dejar duda
alguna de que somos esclavos de Jesucristo, expresa con un término
que no es equivoco,
llamándonos mancipia
Christi:
esclavos de Jesucristo (Cathechism
Roman, Pars I, cap. III. De secundo symboli articulo [in fine]).
Esto
sentado:
73.
Digo que debemos ser de Jesucristo y servirle, no solamente como
servidores mercenarios, sino como esclavos amorosos, que, por el
efecto de un gran amor, se dan y se entregan para servirle en calidad
de esclavos por solo el honor de pertenecerle. Antes del bautismo
éramos esclavos del diablo, el bautismo nos ha hecho esclavos de
Jesucristo: es menester que los cristianos sean esclavos del diablo o
esclavos de Jesucristo.
74.
Lo que digo absolutamente de Jesucristo, lo digo relativamente de la
Santísima Virgen a quien Jesucristo habiéndola escogido por
compañera indisoluble de su vida, de su muerte, de su gloria y de su
poder en el cielo y sobre la tierra, le ha dado por gracia,
relativamente a su Majestad todos los mismos derechos y privilegios
que El posee por naturaleza: “Quidquid
Deo convenit per naturam, Mariae convenit per gratiam…:Todo
lo que conviene a Dios por naturaleza, conviene a María por gracia"
dicen los santos; de suerte que, según ellos, no teniendo los dos
sino la misma voluntad y el mismo poder, no tienen ambos sino los
mismos súbditos, servidores y esclavos(Oportebat…Dei
Matrem ea quoe Filii essent posidere,
San Juan Damasceno [Serm. 2 in Dormitione B. M.]).
12
DÍAS PRELIMINARES
Empleados
en vaciarse del espíritu del mundo
Prácticas
Espirituales
Quienes
deseen abrazar esta devoción particular emplearán doce días por lo
menos en vaciarse del espíritu del mundo contrario al de Jesucristo
y para ello rezarán las siguientes oraciones:
VENI
CREATOR SPIRITUS
Ven
Espíritu Creador,
Visita
el alma de los tuyos,
Llena
de suprema gracia
Los
corazones que creaste.
Tú,
llamado: Consolador,
Don
de Dios Altísimo,
Fuente
viva, fuego, caridad,
Y
espiritual unción.
Tú,
regalo de siete dones,
Dedo
de la diestra Paterna,
Tú,
prometido formal del Padre,
Que
enriqueces con elocuencia
Nuestros
labios.
Enciende
luz a los sentidos,
Infunde
amor a los corazones,
Con
tu fuerza perpetua
Sostén
nuestra debilidad.
Arroja
muy lejos al enemigo,
Y
danos pronto la paz;
Ante
nosotros marcha como guía,
Para
que evitemos todo mal.
Sepamos
por Ti del Padre,
Y
conozcamos al Hijo,
Y
a Ti, Espíritu de ambos,
Creamos
en todo tiempo.
¡Gloria
a Dios Padre,
Y
al Hijo, que resucitó de entre
los
muertos,
Y
al Paráclito,
Por
los siglos de los siglos.
Amén
AVE
MARIS STELLA
Ave
estrella de la mar,
Augusta
Madre de Dios,
Permanentemente
Virgen,
Puerta
del cielo, feliz.
Recibiendo
Tú aquel Ave
Por
la boca de Gabriel,
Ciméntanos
en la paz,
Mudando
el nombre de Eva.
Desata
el lazo al culpable,
Muestra
la luz a los ciegos,
Líbranos
de todo mal,
Consíguenos
todo bien.
Que
eres Madre muéstranos;
Reciba
por Ti las preces
Quien,
nacido por nosotros,
Quiso
ser el fruto tuyo.
Virgen
única, sin par,
Entre
todas la más dulce,
Líbranos
de nuestras culpas,
Haz
que seamos mansos, castos.
Concédenos
vida pura,
Vía
segura prepara:
Para
que, viendo a Jesús,
Siempre
juntos nos gocemos.
Sea
la alabanza a Dios Padre,
Al
sumo Cristo esplendor,
con
el Espíritu Santo,
a
los Tres un solo honor.
Amén.
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