PREPARACIÓN
PARA LA CONSAGRACIÓN DE SÍ MISMO A
JESUCRISTO, LA SABIDURÍA
ENCARNADA,
POR
LAS MANOS DE MARÍA
San
Luis María Grignon de Monfort
Día
6
Consideración
del Tratado de la Verdadera Devoción
CAPITULO
II
VERDADES
FUNDAMENTALES DE LA DEVOCION A LA SANTISIMA VIRGEN
60.
Habiendo dicho aquí algo sobre la necesidad que tenemos de la
devoción a la Santísima Virgen, es preciso decir en qué consiste
esta devoción: lo que haré, Dios mediante, después de que haya
presupuesto algunas verdades fundamentales, que darán luz a esta
grande y sólida devoción que yo quiero descubrir.
61.
Primera
verdad.
Jesucristo, Nuestro Salvador, verdadero Dios y verdadero hombre debe
ser el fin último de todas nuestras otras devociones; de otra
manera, ellas serían falsas y engañosas. Jesucristo es el
Alfa y la Omega,
(Las elocuentes páginas que siguen, estas casi literalmente tomadas
de la Sagrada Escritura. Cf
Apoc. I, 8; Eph. IX, 13; Colos. II, 9; Mat. XXIII, 8, 10; Juan XIII,
13; I Cor. VIII,
6; Colos. I, 18; Juan XIII, 15; Juan X, 16; Juan XIV, 6; Act. IX, 12;
I Cor. III, 11; Mat. VII, 26-27; Juan XV, 6; ROM. VIII, 38-39, etc.)
el principio y fin de todas las cosas. Nosotros no trabajamos, como
dice el apóstol, sino para hacer a todo hombre perfecto en
Jesucristo porque es en El sólo en quien habita toda la plenitud de
la divinidad y todas las otras plenitudes de gracias, de virtudes y
de perfecciones; porque es en El sólo en quien nosotros hemos sido
bendecidos con toda bendición espiritual; porque El es el único
Maestro que debe enseñarnos, el único Señor de quien debemos
depender, la única Cabeza a la que debemos estar unidos, el único
Modelo al cual debemos conformarnos, el único Médico que debe
curarnos, el único Pastor que debe alimentarnos, el único Camino
que debe conducirnos, la única Verdad que debemos creer, la única
Vida que debe vivificarnos y el único Todo en todas las cosas que
debe bastarnos. No ha sido dado otro Nombre bajo el cielo que el
nombre de Jesús por el cual debamos ser salvos. Dios no nos ha dado
otro fundamento de nuestra salvación, de nuestra perfección y de
nuestra gloria, que Jesucristo: todo edificio que no esté asentado
sobre esta piedra firme, está fundado sobre la arena movediza y
caerá infaliblemente tarde o temprano. Todo fiel que no está unido
a El como una rama a la cepa de la vid, caerá, se secará y no será
apto sino para ser arrojado al fuego. Sí no estamos en Jesucristo y
Jesucristo esta en nosotros, se acabó para nosotros la condenación,
ni los ángeles del cielo, ni los hombres de la tierra, ni los
demonios del infierno, ni creatura alguna podrá hacernos daño,
porque nadie podrá separarnos de la caridad de Dios que está en
Cristo Jesús. Por Jesucristo, con Jesucristo, en Jesucristo nosotros
podemos todas las cosas: rendir todo honor y gloria al Padre en la
unidad del Espíritu Santo (Canon Missae. Cf. Philip. IV, 13);
hacernos perfectos y ser para nuestro prójimo buen olor de vida
eterna.
62.
Si pues, establecemos nosotros la sólida devoción a la Santísima
Virgen no es sino para establecer más perfectamente la de
Jesucristo, no es sino para dar un medio fácil y seguro para
encontrar a Jesucristo. Si la devoción a la Santísima Virgen
alejase de Jesucristo, sería menester rechazarla como una ilusión
del diablo; pero muy por el contrario, como ya lo he hecho ver y lo
haré ver todavía después: esta devoción nos es necesaria para
encontrar a Jesucristo perfectamente, amarlo tiernamente y servirlo
fielmente.
63.
Aquí, me vuelvo, un momento, hacia Vos, ¡oh mi amable Jesús!, para
quejarme amorosamente a vuestra divina Majestad, de que la mayor
parte de los cristianos, aún los más sabios, no conocen la
vinculación necesaria que existe entre Vos y vuestra Santa Madre.
Vos estáis Señor, siempre con María, y María está siempre con
Vos y no puede estar sin Vos: de otra manera cesaría de ser lo que
Ella es; de tal modo está trasformada en Vos por la gracia, que ya
no vive Ella, que ya no es Ella más; sois Vos solo, Jesús mío,
quien vivís y reináis en Ella, más perfectamente que en todos los
ángeles y bienaventurados. ¡Ah! Si se conociese la gloria y el amor
que Vos recibís en esta admirable creatura, se tendría de Vos y de
Ella muy otros sentimientos que los que se tienen. Ella [os] (este
[os] no está en el manuscrito) está tan íntimamente unida, que más
bien se separaría la luz del sol, el calor del fuego, digo más, se
separaría más bien a todos los ángeles y santos de Vos que a la
divina María: porque Ella os ama más ardientemente y os glorifica
más perfectamente que todas vuestras otras criaturas juntas.
64.
Después de esto mi amable Dueño ¿no es algo asombroso y
lamentable, ver la ignorancia y las tinieblas de todos los hombres
aquí abajo acerca de vuestra Santa Madre? No hablo tanto de los
idólatras y paganos que no conociéndoos no se cuidan de conocerla;
tampoco hablo de los herejes y cismáticos que no se cuidan de ser
devotos de vuestra Santa Madre, habiéndose separado de Vos y de
vuestra Santa Iglesia; sino que hablo de los cristianos católicos y
aún de los doctores entre los católicos(el santo escribía en una
época en la que el jansenismo, adversario de la devoción a la
Santísima Virgen [ver más adelante punto n°93] contaba con adeptos
entre personas de renombre), que haciendo profesión de enseñar a
los otros las verdades, no os conocen a Vos ni a vuestra Santa Madre
a no ser sino de una manera especulativa, seca, estéril e
indiferente. Estos señores no hablan sino raramente de vuestra Santa
Madre y de la devoción que se le debe tener, porque temen, dicen
ellos, que se abuse de ella, que se os haga injuria honrando
demasiado a vuestra Santa Madre. Si ven u oyen a algún devoto de la
Santísima Virgen María hablar a menudo de la devoción hacia esta
buena Madre de una manera tierna, fuerte y persuasiva, como de un
medio seguro y sin ilusión, de un camino corto sin peligro, de una
vía inmaculada sin imperfección y de un secreto maravilloso para
encontraros y amaros perfectamente, claman contra él, y le dan mil
falsas razones, para probarle que no es preciso que hable tanto de la
Santísima Virgen, que hay grandes abusos en esta devoción y que es
menester aplicarse a destruirlos, y hablar de Vos mas bien que ir a
llevar a los pueblos a la devoción a la Santísima Virgen a quien
ellos aman ya lo suficiente.
A
veces se les oye hablar de la devoción a vuestra Santa Madre, no
para establecerla y persuadir a que se le abrace, sino para destruir
los abusos que se hacen de ella. Mientras que esos señores no tienen
piedad ni devoción tierna para con Vos, porque no la tienen para con
María, considerando el Rosario, el escapulario y la corona (Corona
[Chapelet]:
la tercera parte del Rosario completo ) como devociones de
mujercillas propias de ignorantes, sin las cuales se puede uno
salvar; y si cae en sus manos algún devoto de la Santísima Virgen
que recite su corona o tenga alguna otra práctica de devoción hacia
Ella, le cambiaran muy pronto el espíritu y el corazón: en lugar de
la corona le aconsejarán decir los siete salmos; en lugar de la
devoción a la Santísima Virgen, le aconsejaran la devoción a
Jesucristo.
¡Oh
mí amable Jesús! ¿Tiene esa gente vuestro espíritu? ¿Os agradan
obrando de tal suerte? ¿Es agradaros no emplear todos los esfuerzos
en agradar a vuestra Madre de miedo de disgustaros? ¿Acaso ella se
atribuye el honor que se le tributa? ¿La devoción a vuestra Santa
Madre, impide la vuestra? ¿Es que Ella hace bando aparte? ¿Es Ella
una extraña, que no tiene vínculo alguno con Vos? ¿Quién la
agrada a Ella, te desagrada a Ti? ¿Es disgustaros querer agradarla?
¿Es separarse o alejarse de vuestro amor, darse a Ella y amarla?
65.
Sin embargo mi amable Dueño, la mayoría de los sabios (después de
“sabios” en el manuscrito, siguen cinco palabras anuladas) no
alejarían más de la devoción a vuestra Santa Madre cuanto acabo de
decir fuera verdad, ni le demostrarían más indiferencia si todo lo
que acabo de decir fuese verdadero. Guardadme, Señor guardadme de
sus sentimientos y de sus prácticas, y dadme alguna parte en los
sentimientos de reconocimiento, de estima, de respeto y de amor que
Vos tenéis para con vuestra Santa Madre, a fin de que os ame y os
glorifique tanto cuanto más os imite y de más cerca os siga.
66.
Como si hasta aquí nada hubiese dicho todavía en honor de vuestra
Santa Madre, concededme la gracia de alabarla dignamente: Fac
me
digne tuam matrem collaudare,
a pesar de todos sus enemigos que son los vuestros, que yo les diga
en alta voz con los santos: “Non
praesumat aliquis Deum se habere propitium qui benedictam Matrem
offensam habuerit -
Que no presuma recibir la misericordia de Dios, aquel que ofenda a su
Santa Madre".
67.
Y para obtener de vuestra misericordia una verdadera devoción a
vuestra Santa Madre, y para inspirarla a toda la tierra, haced que os
ame ardientemente y recibid para esto el ruego ardiente que os hago
con San Agustín y vuestros verdaderos amigos:
“Tu
es Christus, pater meus Sanctus, Deus meus pius, rex meus magnus,
pastor meus bonus, magister meus unus, adjutor meus optimus, dilectus
meus pulcherrimus, panis meus vivus, sacerdos meus in aeternum, dux
meus ad patriam, lux mea vera, dulcedo mea sancta, via mea recta,
sapientia mea praeclara, simplicitas mea pura, concordia mea
pacifica, custodia mea tota, portio mea bona, salus mea sempiterna…
“Christe
Jesu, amabilis Domine, cur amavi, quare concupivi in omnia vita mea
quidquam praeter te Jesum Deum Meum? Ubi era quando tecum mente non
eram? Jam ex hoc nunc, omnia desideria mea, incalescite et effluite
in Dominum Jesum; currite, satis hactenus tardastis; properate quo
pergitis; quaerite quem quaeritis. Jesu,
qui non amat te, anathema sit; qui non amat, amaritudinibus
repleatur... O dulcis Jesu, te amet, in te delectetur, te admiretur
omnis sensus bonus tuae conveniens laudi. Deus cordis mei et pars
mea, Christe Jesu, deficiat cor meum spiritu suo, et vivas tu in me,
et concalescat in spiritu meo vivas carbo amoris tui et excrescat in
ignem perfectum; ardeat jugiter in ara cordis mei, ferveat in
medullis meis, flagret in avbsconditis animae meae; in die
consummationis meae consummatus inveniar apud te…Amen”.(10)
He
querido poner en latín esta admirable oración de San Agustín, a
fin de que las personas que entienden el latín la digan todos los
días para pedir el amor de Jesús, que buscamos por la divina María.
12
DÍAS PRELIMINARES
Empleados
en vaciarse del espíritu del mundo
Prácticas
Espirituales
Quienes
deseen abrazar esta devoción particular emplearán doce días por lo
menos en vaciarse del espíritu del mundo contrario al de Jesucristo
y para ello rezarán las siguientes oraciones:
VENI
CREATOR SPIRITUS
Ven
Espíritu Creador,
Visita
el alma de los tuyos,
Llena
de suprema gracia
Los
corazones que creaste.
Tú,
llamado: Consolador,
Don
de Dios Altísimo,
Fuente
viva, fuego, caridad,
Y
espiritual unción.
Tú,
regalo de siete dones,
Dedo
de la diestra Paterna,
Tú,
prometido formal del Padre,
Que
enriqueces con elocuencia
Nuestros
labios.
Enciende
luz a los sentidos,
Infunde
amor a los corazones,
Con
tu fuerza perpetua
Sostén
nuestra debilidad.
Arroja
muy lejos al enemigo,
Y
danos pronto la paz;
Ante
nosotros marcha como guía,
Para
que evitemos todo mal.
Sepamos
por Ti del Padre,
Y
conozcamos al Hijo,
Y
a Ti, Espíritu de ambos,
Creamos
en todo tiempo.
¡Gloria
a Dios Padre,
Y
al Hijo, que resucitó de entre
los
muertos,
Y
al Paráclito,
Por
los siglos de los siglos.
Amén
AVE
MARIS STELLA
Ave
estrella de la mar,
Augusta
Madre de Dios,
Permanentemente
Virgen,
Puerta
del cielo, feliz.
Recibiendo
Tú aquel Ave
Por
la boca de Gabriel,
Ciméntanos
en la paz,
Mudando
el nombre de Eva.
Desata
el lazo al culpable,
Muestra
la luz a los ciegos,
Líbranos
de todo mal,
Consíguenos
todo bien.
Que
eres Madre muéstranos;
Reciba
por Ti las preces
Quien,
nacido por nosotros,
Quiso
ser el fruto tuyo.
Virgen
única, sin par,
Entre
todas la más dulce,
Líbranos
de nuestras culpas,
Haz
que seamos mansos, castos.
Concédenos
vida pura,
Vía
segura prepara:
Para
que, viendo a Jesús,
Siempre
juntos nos gocemos.
Sea
la alabanza a Dios Padre,
Al
sumo Cristo esplendor,
con
el Espíritu Santo,
a
los Tres un solo honor.
Amén.
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