martes, 23 de febrero de 2016

ESCLAVITUD MARIANA - DIA 6

PREPARACIÓN PARA LA CONSAGRACIÓN DE SÍ MISMO A

 JESUCRISTO, LA SABIDURÍA ENCARNADA,

POR LAS MANOS DE MARÍA


San Luis María Grignon de Monfort



Día 6

Consideración del Tratado de la Verdadera Devoción


CAPITULO II

VERDADES FUNDAMENTALES DE LA DEVOCION A LA SANTISIMA VIRGEN

60. Habiendo dicho aquí algo sobre la necesidad que tenemos de la devoción a la Santísima Virgen, es preciso decir en qué consiste esta devoción: lo que haré, Dios mediante, después de que haya presupuesto algunas verdades fundamentales, que darán luz a esta grande y sólida devoción que yo quiero descubrir.

61. Primera verdad. Jesucristo, Nuestro Salvador, verdadero Dios y verdadero hombre debe ser el fin último de todas nuestras otras devociones; de otra manera, ellas serían falsas y engañosas. Jesucristo es el Alfa y la Omega, (Las elocuentes páginas que siguen, estas casi literalmente tomadas de la Sagrada Escritura. Cf Apoc. I, 8; Eph. IX, 13; Colos. II, 9; Mat. XXIII, 8, 10; Juan XIII, 13; I Cor. VIII, 6; Colos. I, 18; Juan XIII, 15; Juan X, 16; Juan XIV, 6; Act. IX, 12; I Cor. III, 11; Mat. VII, 26-27; Juan XV, 6; ROM. VIII, 38-39, etc.) el principio y fin de todas las cosas. Nosotros no trabajamos, como dice el apóstol, sino para hacer a todo hombre perfecto en Jesucristo porque es en El sólo en quien habita toda la plenitud de la divinidad y todas las otras plenitudes de gracias, de virtudes y de perfecciones; porque es en El sólo en quien nosotros hemos sido bendecidos con toda bendición espiritual; porque El es el único Maestro que debe enseñarnos, el único Señor de quien debemos depender, la única Cabeza a la que debemos estar unidos, el único Modelo al cual debemos conformarnos, el único Médico que debe curarnos, el único Pastor que debe alimentarnos, el único Camino que debe conducirnos, la única Verdad que debemos creer, la única Vida que debe vivificarnos y el único Todo en todas las cosas que debe bastarnos. No ha sido dado otro Nombre bajo el cielo que el nombre de Jesús por el cual debamos ser salvos. Dios no nos ha dado otro fundamento de nuestra salvación, de nuestra perfección y de nuestra gloria, que Jesucristo: todo edificio que no esté asentado sobre esta piedra firme, está fundado sobre la arena movediza y caerá infaliblemente tarde o temprano. Todo fiel que no está unido a El como una rama a la cepa de la vid, caerá, se secará y no será apto sino para ser arrojado al fuego. Sí no estamos en Jesucristo y Jesucristo esta en nosotros, se acabó para nosotros la condenación, ni los ángeles del cielo, ni los hombres de la tierra, ni los demonios del infierno, ni creatura alguna podrá hacernos daño, porque nadie podrá separarnos de la caridad de Dios que está en Cristo Jesús. Por Jesucristo, con Jesucristo, en Jesucristo nosotros podemos todas las cosas: rendir todo honor y gloria al Padre en la unidad del Espíritu Santo (Canon Missae. Cf. Philip. IV, 13); hacernos perfectos y ser para nuestro prójimo buen olor de vida eterna.

62. Si pues, establecemos nosotros la sólida devoción a la Santísima Virgen no es sino para establecer más perfectamente la de Jesucristo, no es sino para dar un medio fácil y seguro para encontrar a Jesucristo. Si la devoción a la Santísima Virgen alejase de Jesucristo, sería menester rechazarla como una ilusión del diablo; pero muy por el contrario, como ya lo he hecho ver y lo haré ver todavía después: esta devoción nos es necesaria para encontrar a Jesucristo perfectamente, amarlo tiernamente y servirlo fielmente.

63. Aquí, me vuelvo, un momento, hacia Vos, ¡oh mi amable Jesús!, para quejarme amorosamente a vuestra divina Majestad, de que la mayor parte de los cristianos, aún los más sabios, no conocen la vinculación necesaria que existe entre Vos y vuestra Santa Madre. Vos estáis Señor, siempre con María, y María está siempre con Vos y no puede estar sin Vos: de otra manera cesaría de ser lo que Ella es; de tal modo está trasformada en Vos por la gracia, que ya no vive Ella, que ya no es Ella más; sois Vos solo, Jesús mío, quien vivís y reináis en Ella, más perfectamente que en todos los ángeles y bienaventurados. ¡Ah! Si se conociese la gloria y el amor que Vos recibís en esta admirable creatura, se tendría de Vos y de Ella muy otros sentimientos que los que se tienen. Ella [os] (este [os] no está en el manuscrito) está tan íntimamente unida, que más bien se separaría la luz del sol, el calor del fuego, digo más, se separaría más bien a todos los ángeles y santos de Vos que a la divina María: porque Ella os ama más ardientemente y os glorifica más perfectamente que todas vuestras otras criaturas juntas.

64. Después de esto mi amable Dueño ¿no es algo asombroso y lamentable, ver la ignorancia y las tinieblas de todos los hombres aquí abajo acerca de vuestra Santa Madre? No hablo tanto de los idólatras y paganos que no conociéndoos no se cuidan de conocerla; tampoco hablo de los herejes y cismáticos que no se cuidan de ser devotos de vuestra Santa Madre, habiéndose separado de Vos y de vuestra Santa Iglesia; sino que hablo de los cristianos católicos y aún de los doctores entre los católicos(el santo escribía en una época en la que el jansenismo, adversario de la devoción a la Santísima Virgen [ver más adelante punto n°93] contaba con adeptos entre personas de renombre), que haciendo profesión de enseñar a los otros las verdades, no os conocen a Vos ni a vuestra Santa Madre a no ser sino de una manera especulativa, seca, estéril e indiferente. Estos señores no hablan sino raramente de vuestra Santa Madre y de la devoción que se le debe tener, porque temen, dicen ellos, que se abuse de ella, que se os haga injuria honrando demasiado a vuestra Santa Madre. Si ven u oyen a algún devoto de la Santísima Virgen María hablar a menudo de la devoción hacia esta buena Madre de una manera tierna, fuerte y persuasiva, como de un medio seguro y sin ilusión, de un camino corto sin peligro, de una vía inmaculada sin imperfección y de un secreto maravilloso para encontraros y amaros perfectamente, claman contra él, y le dan mil falsas razones, para probarle que no es preciso que hable tanto de la Santísima Virgen, que hay grandes abusos en esta devoción y que es menester aplicarse a destruirlos, y hablar de Vos mas bien que ir a llevar a los pueblos a la devoción a la Santísima Virgen a quien ellos aman ya lo suficiente.

A veces se les oye hablar de la devoción a vuestra Santa Madre, no para establecerla y persuadir a que se le abrace, sino para destruir los abusos que se hacen de ella. Mientras que esos señores no tienen piedad ni devoción tierna para con Vos, porque no la tienen para con María, considerando el Rosario, el escapulario y la corona (Corona [Chapelet]: la tercera parte del Rosario completo ) como devociones de mujercillas propias de ignorantes, sin las cuales se puede uno salvar; y si cae en sus manos algún devoto de la Santísima Virgen que recite su corona o tenga alguna otra práctica de devoción hacia Ella, le cambiaran muy pronto el espíritu y el corazón: en lugar de la corona le aconsejarán decir los siete salmos; en lugar de la devoción a la Santísima Virgen, le aconsejaran la devoción a Jesucristo.

¡Oh mí amable Jesús! ¿Tiene esa gente vuestro espíritu? ¿Os agradan obrando de tal suerte? ¿Es agradaros no emplear todos los esfuerzos en agradar a vuestra Madre de miedo de disgustaros? ¿Acaso ella se atribuye el honor que se le tributa? ¿La devoción a vuestra Santa Madre, impide la vuestra? ¿Es que Ella hace bando aparte? ¿Es Ella una extraña, que no tiene vínculo alguno con Vos? ¿Quién la agrada a Ella, te desagrada a Ti? ¿Es disgustaros querer agradarla? ¿Es separarse o alejarse de vuestro amor, darse a Ella y amarla?

65. Sin embargo mi amable Dueño, la mayoría de los sabios (después de “sabios” en el manuscrito, siguen cinco palabras anuladas) no alejarían más de la devoción a vuestra Santa Madre cuanto acabo de decir fuera verdad, ni le demostrarían más indiferencia si todo lo que acabo de decir fuese verdadero. Guardadme, Señor guardadme de sus sentimientos y de sus prácticas, y dadme alguna parte en los sentimientos de reconocimiento, de estima, de respeto y de amor que Vos tenéis para con vuestra Santa Madre, a fin de que os ame y os glorifique tanto cuanto más os imite y de más cerca os siga.

66. Como si hasta aquí nada hubiese dicho todavía en honor de vuestra Santa Madre, concededme la gracia de alabarla dignamente: Fac me digne tuam matrem collaudare, a pesar de todos sus enemigos que son los vuestros, que yo les diga en alta voz con los santos: “Non praesumat aliquis Deum se habere propitium qui benedictam Matrem offensam habuerit - Que no presuma recibir la misericordia de Dios, aquel que ofenda a su Santa Madre".

67. Y para obtener de vuestra misericordia una verdadera devoción a vuestra Santa Madre, y para inspirarla a toda la tierra, haced que os ame ardientemente y recibid para esto el ruego ardiente que os hago con San Agustín y vuestros verdaderos amigos:

Tu es Christus, pater meus Sanctus, Deus meus pius, rex meus magnus, pastor meus bonus, magister meus unus, adjutor meus optimus, dilectus meus pulcherrimus, panis meus vivus, sacerdos meus in aeternum, dux meus ad patriam, lux mea vera, dulcedo mea sancta, via mea recta, sapientia mea praeclara, simplicitas mea pura, concordia mea pacifica, custodia mea tota, portio mea bona, salus mea sempiterna…

Christe Jesu, amabilis Domine, cur amavi, quare concupivi in omnia vita mea quidquam praeter te Jesum Deum Meum? Ubi era quando tecum mente non eram? Jam ex hoc nunc, omnia desideria mea, incalescite et effluite in Dominum Jesum; currite, satis hactenus tardastis; properate quo pergitis; quaerite quem quaeritis. Jesu, qui non amat te, anathema sit; qui non amat, amaritudinibus repleatur... O dulcis Jesu, te amet, in te delectetur, te admiretur omnis sensus bonus tuae conveniens laudi. Deus cordis mei et pars mea, Christe Jesu, deficiat cor meum spiritu suo, et vivas tu in me, et concalescat in spiritu meo vivas carbo amoris tui et excrescat in ignem perfectum; ardeat jugiter in ara cordis mei, ferveat in medullis meis, flagret in avbsconditis animae meae; in die consummationis meae consummatus inveniar apud te…Amen”.(10)

He querido poner en latín esta admirable oración de San Agustín, a fin de que las personas que entienden el latín la digan todos los días para pedir el amor de Jesús, que buscamos por la divina María.


12 DÍAS PRELIMINARES
Empleados en vaciarse del espíritu del mundo

Prácticas Espirituales
Quienes deseen abrazar esta devoción particular emplearán doce días por lo menos en vaciarse del espíritu del mundo contrario al de Jesucristo y para ello rezarán las siguientes oraciones:

VENI CREATOR SPIRITUS
Ven Espíritu Creador,
Visita el alma de los tuyos,
Llena de suprema gracia
Los corazones que creaste.
Tú, llamado: Consolador,
Don de Dios Altísimo,
Fuente viva, fuego, caridad,
Y espiritual unción.

Tú, regalo de siete dones,
Dedo de la diestra Paterna,
Tú, prometido formal del Padre,
Que enriqueces con elocuencia
Nuestros labios.

Enciende luz a los sentidos,
Infunde amor a los corazones,
Con tu fuerza perpetua
Sostén nuestra debilidad.

Arroja muy lejos al enemigo,
Y danos pronto la paz;
Ante nosotros marcha como guía,
Para que evitemos todo mal.

Sepamos por Ti del Padre,
Y conozcamos al Hijo,
Y a Ti, Espíritu de ambos,
Creamos en todo tiempo.

¡Gloria a Dios Padre,
Y al Hijo, que resucitó de entre
los muertos,
Y al Paráclito,
Por los siglos de los siglos.
Amén

AVE MARIS STELLA

Ave estrella de la mar,
Augusta Madre de Dios,
Permanentemente Virgen,
Puerta del cielo, feliz.

Recibiendo Tú aquel Ave
Por la boca de Gabriel,
Ciméntanos en la paz,
Mudando el nombre de Eva.

Desata el lazo al culpable,
Muestra la luz a los ciegos,
Líbranos de todo mal,
Consíguenos todo bien.

Que eres Madre muéstranos;
Reciba por Ti las preces
Quien, nacido por nosotros,
Quiso ser el fruto tuyo.

Virgen única, sin par,
Entre todas la más dulce,
Líbranos de nuestras culpas,
Haz que seamos mansos, castos.

Concédenos vida pura,
Vía segura prepara:
Para que, viendo a Jesús,
Siempre juntos nos gocemos.

Sea la alabanza a Dios Padre,
Al sumo Cristo esplendor,
con el Espíritu Santo,
a los Tres un solo honor.
Amén.













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