PREPARACIÓN
PARA LA CONSAGRACIÓN DE SÍ MISMO A
JESUCRISTO, LA SABIDURÍA
ENCARNADA,
POR
LAS MANOS DE MARÍA
San
Luis María Grignon de Monfort
DÍA
4
Consideración
del Tratado de la Verdadera Devoción
Necesidad
de la Devoción a la Santísima Virgen
Artículo
II
Consecuencias
I.
María es la Reina de los corazones
37.
Se debe concluir, evidentemente, de lo que acabo de decir:
Primeramente,
que
María ha recibido de Dios un gran dominio en las almas de los
elegidos: porque Ella no puede hacer en ellos su residencia, como
Dios Padre le ha ordenado, formarlos, alimentarlos y darlos a luz a
la vida eterna como Madre suya, tenerlos por herencia y porción,
formarlos en Jesucristo y a Jesucristo en ellos, echar en sus
corazones las raíces de sus virtudes y ser la compañera indisoluble
del Espíritu Santo para todas esas obras de gracia; no puede, digo,
hacer todas estas cosas, sino teniendo derecho y dominio en sus almas
por una gracia singular del Altísimo, quien, habiéndole dado poder
sobre su Hijo único y natural, también se loha dado sobre sus hijos
adoptivos, no solo en cuanto al cuerpo, lo que sería poca cosa, sino
también en cuanto al alma.
38.
María es la Reina del cielo y de la tierra por gracia, como Jesús
es el Rey por naturaleza y por conquista; ahora bien, como el reino
de Jesucristo consiste principalmente en el corazón o interior del
hombre, según esta palabra: El
reino de Dios está en el interior de vosotros (Luc.
XVII, 21). Ella es mas glorificada con su Hijo que en todas las
criaturas visibles, y podemos llamarla con los santos: Reina
de los corazones.
II.
María es necesaria a los hombres para llegar a su último fin
39.
En
segundo lugar, es
menester concluir que siendo la Santísima Virgen necesaria a Dios,
con una necesidad que se llama hipotética, en consecuencia de su
Voluntad, es mucho mas necesaria a los hombres para llegar a su
último fin. No se debe, pues, confundir la devoción a la Santísima
Virgen con las devociones a los otros santos, como si no fuese mas
necesaria, y sí solo supererogación.
I.
La devoción a la Santísima Virgen es necesaria a todos los hombres
para salvarse.
40.
El docto y piadoso Suárez, de la Compañía de Jesús, el sabio y
devoto Justo Lipsio, doctor de Lovaina, y muchos otros, han probado
invenciblemente, consecuentes con el sentir de los Padres, entre
otros San Agustín, de San Efrén, diácono de Constantinopla, de San
Juan de Damasco, de San Anselmo, San Bernardo, San Bernardino, Santo
Tomás y San Buenaventura, que la devoción a la Santísima Virgen es
necesaria para la salvación, y que es una señal infalible de
reprobación, según el sentir de Escolampadio mismo y de algunos
otros herejes, no tener estima y amor por la Santísima Virgen, y
que, por el contrario, es una señal infalible de predestinación el
permanecerle entera y verdaderamente consagrado y devoto (Tener una
verdadera devoción a la Santísima Virgen, es consagrarse,
entregarse a Ella. Puesto que el culto de dulía
consiste
en la dependencia, en la servidumbre (Sto. Tomás, Sum.
theol. II-II,
q. 103, a. 3, in fine corp.), el culto de hiperdulía
debe consistir en una dependencia mas perfecta frente a la Santísima
Virgen, dicho de otro modo, en la santa esclavitud enseñada por San
Luis María de Monfort).
41.
Las figuras y las palabras del Antiguo y del Nuevo Testamento lo
prueban, los sentimientos y los ejemplos de los santos lo confirman,
la razón y la experiencia lo enseñan y lo demuestran. Los mismos
diablos y sus secuaces, urgidos por la fuerza de la verdad, a menudo
se han visto obligados a confesarlo a pesar suyo. De todos los
pasajes de los Santos Padres y de los Docores, de que he hecho amplia
colección para probar esta verdad, no cito sino uno, a fin de no ser
demasiado largo; “Tibi
devotum esse, est arma quaedam salutis qua Deus his dat quos vult
salvos fieri…:
Seros devoto, ¡oh Santísima Virgen!, dice San Juan Damasceno, es un
arma de salvación que Dios da a aquellos que quiere salvar”.
42.
Aquí podría referir varias historias que prueban la misma cosa,
entre otras: 1º) la que es referida en las Crónicas de San
Francisco, cuando vió en un éxtasis una gran escala que iba al
cielo, en el extremo de la cual estaba la Santísima Virgen y por la
cual le fue mostrado que era menester subir para llegar al cielo; 2º)
la que es referida en las Crónicas de Santo Domingo, cuando quince
mil demonios que poseían el alma de un desgraciado hereje, cerca de
Carcasona donde Santo Domingo predicaba el Rosario, fueron obligados,
para su confusión, a la orden que les dio la Santísima Virgen, a
confesar varias grandes y consoladoras verdades concernientes a la
devoción a la Santísima Virgen, con tanta fuerza y claridad, que no
se puede leer esta historia auténtica y el panegírico que hizo el
diablo, a su pesar, de la devoción a la Santísima Virgen, sin
verter lágrimas de alegría, por poco devoto que se sea de la
Santísima Virgen.
II.
La devoción a la Santísima Virgen es aún mas necesaria para los
que son llamados a una perfección particular
43.
Si la devoción a la Santísima Virgen es necesaria a todos los
hombres para lograr, simplemente, su salvación, lo es mucho mas aún
a aquellos que son llamados a una perfección particular; y no creo
que una persona pueda adquirir una unión íntima con Nuestro Señor
y una perfecta fidelidad al Espíritu Santo, sin una muy grande unión
con la Santísima Virgen y una gran dependencia de su socorro.
44.
María sola es quien ha encontrado gracia delante de Dios (Luc. I,
30) sin ayuda de ninguna otra pura criatura. No es sino por Ella que
todos los que han encontrado gracia delante de Dios desde Ella la han
encontrado, y no es sino por Ella por quien todos los que vendrán
después la encontrarán (CF. S. Buenaventura: Necesse
est ut qui vult a Deo gratiam impetrare, ad hanc mediatricem accedat
devotissimo corde (Sermo in B. V. M.). Ver
también San Bernardo, De
aquaeductu, n.
7). Estaba llena de gracia cuando fue saludada por el Arcángel
Gabriel (Luc. I, 28), y fue superabundantemente colmada de gracia por
el Espíritu Santo cuando la cubrió con su sombra inefable (Luc. I,
35), y Ella ha aumentado de día en día y de momento en momento,
esta doble e inconcebible: de suerte que el Altísimo la ha hecho
tesorera única de sus tesoros y dispensadora única de sus gracias,
para ennoblecer a quien Ella quiera, para hacer entrar a quien Ella
quiera en la vía estrecha del cielo, para hacer pasar, a pesar de
todo, a quien Ella quiera por la puerta estrecha de la vida y para
dar el trono, el cetro y la corona de rey a quien Ella quiera. Jesús
es, en todas partes y siempre, el fruto y el Hijo de María; y María
es, en todas partes, el árbol verdadero que lleva el fruto de vida,
y la verdadera Madre que lo produce (Ver nº 33).
45.
A María sola Dios ha dado las llaves de las bodegas del divino Amor
(Cant. I, 3), y el poder de entrar en las vías mas sublimes y mas
secretas de la perfección y de hacer entrar en ellas a los otros.
María sola es quien da la entrada al paraíso terrenal a los
miserables hijos de Eva la infiel, para pasearse allí agradablemente
con Dios, para ocultarse allí seguramente de sus enemigos, para
alimetarse allí deliciosamente, y sin temer mas a la muerte, con el
fruto de los árboles de vida y de ciencia del bien y del mal, y para
beber allí a grandes tragos las aguas celestiales de esta hermosa
fuente que allí brota en abundancia; o mas bien, como Ella es, Ella
misma, Adán y Eva, los pecadores, fueron arrojados, no da entrada en
Ella sino a aquellos y aquellas a quienes plácele, para hacerlos
llegar a ser santos.
46.
Todos los ricos del pueblo, para servirme de la expresión del
Espíritu Santo (Ps. XLIV, 13), según la explicación de San
Bernardo, todos los ricos del pueblo suplicarán vuestro rostro de
sigo en siglo, y particularmente al fin del mundo, es decir, que los
mas grandes santos, las almas mas ricas en gracia y en virtudes,
serán las mas asiduas en rogar a la Santísima Virgen y en tenerla
siempre presente como a su perfecto modelo para imitarla, y como a su
ayuda poderosa para socorrerlas.
47.
He dicho que esto sucederá particularmente al fin del mundo, y
pronto (Tal vez el Santo, como muchas otras almas piadosas de su
época, creía bastante próximo el fin del mundo; o tal vez quiere,
mas bien, decir que esto sucederá particularmente al fin del mundo,
y comenzaría pronto: pues bien, el siglo que siguió al del Santo
fue un siglo mariano por excelencia. Cf. I, Cor. X, 11), porque el
Altísimo con su santa Madre deben formarse grandes santos que
sobrepujarán tanto en santidad a la mayoraía de los otros santos,
cuanto los cedros del Líbano sobrepujan a los pequeños arbustos,
como ha sido revelado a un alma santa, cuya vida ha sido escrita por
el señor de Ranty (En el manuscrito dice Ranty).
48.
Esas almas, llenas de gracia y de celo, serán elegidas para oponerse
a los enemigos de Dios, que se estremecerán de todos lados, y srán
singularmente devotas de la Santísima Virgen, esclarecidas por su
luz, nutridas con su leche, conducidas por su espíritu, sostenidas
por su brazo y guardadas bajo su protección, de suerte que
combatirán con una mano y edificarán con la otra (Cf. II, Esdras
IV, 17). Con una mano combatirán, derribarán, aplastarán a los
herejes, a los cismáticos con sus cismas, a los idólatras con sus
idolatrías, y a los pecadores con sus impiedades; y cono la otra
mano edificarán el templo del verdadero Salomón y la mística
ciudad de Dios, es decir, la Santísima Virgen, llamada por los
Santos Padres el
templo de Salomón (Templum Salomonis, R.
Jordán, De B. V., pars XVI, contemplat. 7 (Cit. S. A. X, 367). Hugo
de S. Víctor. De
proprietatibus et ep, rerum, cap.
II (cit. S. A. X, 368). S. Brígida, lib. III revelation.,
cap.
XXIX (cit. S. A. X, 373), etc. y
la ciudad de Dios (Civitas Dei, S. Agustín, Enarrat, in Ps. CXLII,
n. 3, (cit. S. A. IX, 1012), etc.). Ellos llevarán a todo el mundo,
por sus palabras y sus ejemplos, a su verdadera devoción, lo que les
atraerá muchos enemigos, pero también muchas victorias y gloria
para Dios
solo. Es
lo que Dios ha revelado a San Vicente Ferrer, gran apóstol de su
siglo, como él lo ha señalado suficientemente en una de sus obras.
Es lo que el Espíritu Santo parece haber predicho en el Salmo 58,
del cual he aquí las palabras: “Et
scient quia Dominus dominabitur Jacob et finium terrae; convertentur
ad vesperam, et famem patientur ut canes, et circuibunt civitatem
(Versículos
14 y 15) – El Señor reinará en Jacob y en toda la tierra; ellos
se convertirán al atardecer, y sufrirán hambre como perros, e irán
alrededor de la ciudad para encontrar qué comer”. Esta ciudad que
los hombres rondarán al fin del mundo para convertirse, y para
saciar el hambre que tendrán de justicia, es la Santísima Virgen,
que es llamada por el Espíritu Santo villa
y ciudad de Dios (Ps.
LXXXVI, 3).
12
DÍAS PRELIMINARES
Empleados
en vaciarse del espíritu del mundo
Prácticas
Espirituales
Quienes
deseen abrazar esta devoción particular emplearán doce días por lo
menos en vaciarse del espíritu del mundo contrario al de Jesucristo
y para ello rezarán las siguientes oraciones:
VEN
ESPÍRITU CREADOR
Ven
Espíritu Creador,
Visita
el alma de los tuyos,
Llena
de suprema gracia
Los
corazones que creaste.
Tú,
llamado: Consolador,
Don
de Dios Altísimo,
Fuente
viva, fuego, caridad,
Y
espiritual unción.
Tú,
regalo de siete dones,
Dedo
de la diestra Paterna,
Tú,
prometido formal del Padre,
Que
enriqueces con elocuencia
Nuestros
labios.
Enciende
luz a los sentidos,
Infunde
amor a los corazones,
Con
tu fuerza perpetua
Sostén
nuestra debilidad.
Arroja
muy lejos al enemigo,
Y
danos pronto la paz;
Ante
nosotros marcha como guía,
Para
que evitemos todo mal.
Sepamos
por Ti del Padre,
Y
conozcamos al Hijo,
Y
a Ti, Espíritu de ambos,
Creamos
en todo tiempo.
¡Gloria
a Dios Padre,
Y
al Hijo, que resucitó de entre
los
muertos,
Y
al Paráclito,
Por
los siglos de los siglos.
Amén
AVE
ESTRELLA DE LA MAR
Ave
estrella de la mar,
Augusta
Madre de Dios,
Permanentemente
Virgen,
Puerta
del cielo, feliz.
Recibiendo
Tú aquel Ave
Por
la boca de Gabriel,
Ciméntanos
en la paz,
Mudando
el nombre de Eva.
Desata
el lazo al culpable,
Muestra
la luz a los ciegos,
Líbranos
de todo mal,
Consíguenos
todo bien.
Que
eres Madre muéstranos;
Reciba
por Ti las preces
Quien,
nacido por nosotros,
Quiso
ser el fruto tuyo.
Virgen
única, sin par,
Entre
todas la más dulce,
Líbranos
de nuestras culpas,
Haz
que seamos mansos, castos.
Concédenos
vida pura,
Vía
segura prepara:
Para
que, viendo a Jesús,
Siempre
juntos nos gocemos.
Se
alabanza a Dios Padre,
Al
sumo Cristo esplendor,
con
el Espíritu Santo,
a
los Tres un solo honor.
Amén.
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