DÍA SÉPTIMO
Puesto de rodillas delante de la Imagen del Glorioso Arcángel San
Rafael, se dará principio a la Novena persignándose y levantando el
corazón a Dios, procurando alentar la confianza y avisar la Fe,
haciéndose presente con la consideración a toda la Corte Celestial
y a la Reina de los Ángeles como especial Abogada nuestra, en cuya
presencia con humildad, dolor y arrepentimiento hará de todo corazón
un Acto de Contrición y después dirá esto.
ORACIÓN
Glorioso Arcángel San Rafael, Sagrado Príncipe de los siete que
asisten en el Trono supremo del mismo Dios, si es para gloria de la
Majestad Divina y para honra de vuestra Alteza que yo consiga lo que
deseo y pido en esta Novena, alcanzadme esta gracia del Señor, y si
no enderezad mi petición y pedid para mí a Dios aquello que más me
conviene para mayor gloria suya, vida, salud y provecho de mi alma.
Amén.
DEL LIBRO DE TOBÍAS EN LA SAGRADA ESCRITURA
Tobías
toma a Sara por esposa
Después de hablar así, mandó Ragüel matar un carnero y preparar
un convite. Y como les instase a que se sentasen a la mesa, dijo
Tobías: “Yo no comeré ni beberé hoy aquí, si antes no me
otorgas mi petición y prometes darme a Sara, tu hija.” Al oír
estas palabras, se pasmó Ragüel, sabiendo lo que había sucedido a
los siete maridos que se habían casado con ella; y comenzó a temer
que también a éste sucediera lo mismo. Estando perplejo y sin dar
respuesta al que preguntaba, dijo el ángel a Ragüel: “No
temas dársela; porque a éste que teme a Dios debe darse tu hija por
mujer; por eso ningún otro ha podido poseerla” Dijo entonces
Ragüel: “No dudo que Dios ha admitido mis oraciones y lágrimas en
su presencia, y creo que por esto os ha traído a mi casa, a fin
de que ésta reciba esposo de su parentela, según la Ley de Moisés.
No tengas, pues, duda de que te la daré.”
Celebración
del matrimonio
Y
tomando la mano derecha de su hija, la puso en la derecha de Tobías,
y dijo: “El Dios de Abrahán, el Dios de Isaac y el Dios de Jacob
sea con vosotros; Él os junte y cumpla en vosotros su bendición.”
Luego, tomando papel, hicieron la escritura matrimonial. Después
celebraron el convite, bendiciendo a Dios.
Luego llamó Ragüel a Ana, su mujer, y le mandó que preparase otro
aposento. Ella introdujo allí a su hija Sara, que se puso a
llorar. 0Mas ella le dijo: “Ten buen ánimo, hija mía El Señor
del cielo te llene de gozo, en lugar del disgusto que has sufrido.”
Conjuración
del demonio
Acabada la cena, condujeron al joven al aposento de la esposa.
Entonces Tobías, acordándose de las advertencias del ángel, sacó
de su alforja un pedazo del hígado, y lo puso sobre unos carbones
encendidos. Con eso el ángel Rafael apresó al demonio y le
confinó en el desierto del Egipto superior.
Tobías, por su parte, exhortó a la doncella, y le dijo: “Levántate,
Sara, y hagamos oración a Dios hoy y mañana y pasado mañana;
porque estas tres noches nos uniremos con Dios, y pasada la tercera
noche haremos vida maridable; pues somos hijos de santos, y no
podemos unirnos a manera de los gentiles, que no conocen a Dios.”
Y levantándose juntos, oraban ambos a una, para que les fuese dada
salud. Dijo Tobías: “Oh Señor Dios de nuestros padres, te
bendigan los cielos y la tierra, el mar, las fuentes, los ríos y
todas tus creaturas que hay en ellos. Tú formaste a Adán del lodo
de la tierra, y le diste a Eva para que le ayudase. Ahora pues,
Señor, Tú sabes que no llevado por lujuria tomo a esta mi hermana
por esposa, sino por el solo deseo de tener hijos en los que sea
bendito tu nombre por los siglos de los siglos.” También Sara
oró: “Ten misericordia de nosotros, oh Señor, ten misericordia de
nosotros, para que ambos a dos lleguemos sanos a la vejez.”
Aquí se rezan tres Padres Nuestros y tres Ave Marías y después se
dirá a San Rafael la siguiente
Alentando cuanto se pudiere la confianza, con las palabras que a cada
uno le dictare su afecto pedirá a San Rafael el favor especial que
desea conseguir y luego para obligar más a Dios pondrá por
intercesión a la Reina de los Ángeles diciendo esta
ORACION
Soberana Reina de los Cielos y Señora de todos los nueve Coros
Angélicos María Santísima! digna Madre de mi Señor Jesucristo,
Templo vivo de la Divinidad, depósito de los tesoros de su gracia,
principio de nuestro remedio, restauradora de la general ruina del
linaje humano, nuevo gozo de los Santos, gloria de las obras del
Altísimo y único instrumento de su omnipotencia. Te confieso por
Madre dulcísima de Misericordia, Refugio de los miserables, amparo
de los pobres y consuelo de los afligidos y todo lo que en ti por ti,
y de ti confiesan los Espíritus Angélicos y de los Santos, todo lo
confieso reverente, y lo que en ti y por ti alaban a la Divinidad, y
la glorifican, todo lo alabo y glorifico, y por todo te bendigo,
magnifico, confieso y creo, por el poder Divino con vida a todos los
pobres, desvalidos, ignorantes, pecadores, grandes, pequeños,
enfermos, flacos, y a todos los hijos de Adán, de cualquier estado,
condición y sexo, Prelados, Príncipes e inferiores, para que vengan
por su remedio a su infinita y liberal Providencia, por la
intercesión de la que dio carne humana al Verbo Divino, porque sola
ella es poderosa para solicitar nuestro remedio y alcanzarle: por
tanto, Sagrada Reina de todas las Jerarquías, os pido y suplico en
nombre de todas ellas, nos alcancéis de vuestro querido Hijo la
exaltación de su Santísimo Nombre en toda la redondez del Mundo,
salud espiritual de las almas, la extirpación de las herejías, la
ruina del soberbio príncipe de las tinieblas, la universal extensión
de la Santa Iglesia, paz y concordia entre los Príncipes Cristianos,
para que todos enteramente alabemos al Santísimo Nombre de
Jesucristo, a quien sea la gloria por infinitos siglos de los siglos.
Amén
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