DEVOCIONARIO
JOSEFINO
ACTOS
DEL CRISTIANO AL LEVANTARSE.
ORACION
Oh
Dios Omnipotente, en compañía del glorioso Patriarca San José
quiero hacer los actos de fe, de esperanza y de caridad.
Con
esa luz que brilló sobre la frente del Santísimo Patriarca creo
firmemente en Ti, Dios mío y en cuanto me has revelado por medio de
la Santa Iglesia.
Espero
que por mediación del Padre Nutricio de tu Hijo Unigénito me
concederás las gracias que necesito para mi eterna salvación.
Te
adoro y te amo con todo el corazón uniendo mis sentimientos a los de
aquel Serafín en carne, el glorioso Patriarca San José, quien se
entregó en cuerpo y alma a tu divino servicio.
Finalmente
quiero cantarte mis himnos de gratitud por haberme conservado este
nuevo día que dedicaré fervoroso a tu santa esclavitud, devoción y
culto de San José, tu santo predilecto. Así sea.
ORACION
A SAN JOSÉ
Oh
benignísimo Padre mío Señor San José, al abrir los ojos a este
nuevo día yo alabo y bendigo al Dios Omnipotente por haberte elegido
desde toda la eternidad para ser dignísimo esposo de María y Padre
Virginal de Jesús.
Por
el amor que tienes a su bondad infinita, alcánzame del cielo, oh
Santo mío, las gracias que necesito en este día para comportarme
como un cristiano modelo, un hijo y devoto tuyo, a fin de que todos
mis pasos se encaminen hacia la meta de la virtud y santidad. Así
sea.
Padrenuestro,
Avemaría y Gloria
-
San José protector nuestro.
-
Ruega por nosotros.
AL
ACOSTARSE
ACTO
DE CONTRICIÓN.
Oh
Dios Omnipotente, arrepentido por las muchas culpas que he cometido
contra tu divina majestad en este día, vengo a solicitar de tu
misericordia infinita tu generoso perdón.
Por
la valiosa intercesión del Santísimo Patriarca San José te suplico
humildemente que me concedas nuevas gracias para servirte y amarte, a
fin de que después de haber combatido denodadamente en esta vida,
tenga la dicha de alcanzar el galardón eterno a la hora de la
muerte. Así sea.
ORACION
A SAN JOSÉ
¡Oh
glorioso Patriarca San José!, antes de ir al lecho, te suplico que
no te apartes de mí. En tus horas de reposo tuviste la dicha de
conversar con los ángeles del cielo y de recibir la comunicación de
los misterios de Dios.
Aleja
de mí los malos sueños y haz que, aún dormido, siga amando más y
más a mi Dios y a ti, dulcísimo Padre y Protector.
Padre
nuestro, Avemaría y Gloria
-
San José protector nuestro.
-
Ruega por nosotros.
ORACIONES
VARIAS
PARA
LAS HORAS DE PRUEBA Y DE SUFRIMIENTO.
¡Oh
benditísimo Padre mío Señor San José!, al meditar en tus
innumerables angustias no puedo menos que reconfortar mi espíritu en
medio de la prueba y del dolor.
En
estas circunstancias aflictivas te suplico encarecidamente que me
alcances del cielo la gracia de aceptar, si no con alegría al menos
con resignación cristiana, este sufrimiento y esta pena que el Señor
se ha dignado enviarme.
Hazme
comprender que las tribulaciones de esta vida me ayudarán a
purificar mi alma y a merecer un día, mediante la paciencia, la
beatitud eterna. Así sea.
Padrenuestro,
Avemaría y Gloria
-
Para alcanzar el cielo, Oh dulce Protector.
-
Sé mi eficaz modelo en la prueba y el dolor.
ORACION
PARA PEDIR UNA BUENA MUERTE.
¡Oh
benignísimo José, protector de los enfermos y patrón de la buena
muerte! Por el valioso conducto de tus santas manos, quiero poner mi
vida en las manos del Padre Celestial.
Acepta
de buena gana las circunstancias y la hora de mi muerte y solamente
pido la gracia de exhalar mi último suspiro dentro de la iglesia
católica después de recibir los Santos Sacramentos.
Espero,
Santísimo Patriarca, que para esa hora postrera te dignes estar
cerca de mí, con Jesús y María, para consuelo de mi alma y para
darme alientos en el último combate de mi vida. Así sea.
Padrenuestro,
Avemaría y Gloria
-
Jesús, José y María
-
Os doy el corazón y el alma mía.
-
Jesús, José y María
-
Asistidme en mi última agonía.
-
Jesús, José y María
-
Con vos descanse en paz el alma mía.
ORACION
POR LOS AGONIZANTES.
¡Oh
Eterno Padre!, por aquella dignación inmensa que tuviste con San
José al hacer que muriera plácidamente en los brazos de Jesús y de
María, concede a todos los cristianos moribundos, que se vean
acompañados de San José, Patrono de los agonizantes, en los últimos
momentos de su vida, para que, libres de la acechanzas del demonio y
fortificados con los Santos Sacramentos, vayan a gozar de tu cielo
por toda una eternidad dichosa. Así sea.
Padrenuestro,
Avemaría y Gloria.
JACULATORIA
-
En la postrera agonía cuando mi muerte llegara.
-
Tu patrocinio me ampare, el de Jesús y María.
ORACION
POR LA NIÑEZ.
Oh
glorioso Patriarca San José, solícito guardián del divino Niño
Jesús, por aquella amorosa vigilancia que tuviste en la
conservación, educación y desarrollo del pequeño que te fue
encomendado, te suplico ardientemente que libres a la niñez
cristiana de los nuevos Herodes que quieren ahogarla en la sangre.
Coloca
bajo tu manto paternal a todos los niños, a fin de que conserven su
santa pureza, su inocencia y su candor. Así sea.
Padrenuestro,
Avemaría y Gloria
-
Tenía Jesús cerca de treinta años
-
Cuando era tenido como hijo de José.
Oración
A San José para después del Rosario
Compuesta
y prescrita por Su Santidad León XIII
A
ti recurrimos en nuestra tribulación, oh Bienaventurado José, y
después de implorar el socorro de tu Santísima Esposa, pedimos
también confiadamente tu patrocinio. Por el afecto que te unió con
la inmaculada Virgen, Madre de Dios, y por el amor paternal con que
trataste al Niño Jesús, te rogamos que nos auxilies para llegar a
la posesión de la herencia que Jesucristo nos conquistó con su
sangre y nos asistas con tu poder y nos socorras en nuestras
necesidades.
Protege,
oh prudentísimo guardián de la Sagrada Familia, a la raza elegida
de Jesucristo; presérvanos, ¡oh Padre amantísimo!, de toda mancha
de error y corrupción. Muéstranos propicio y asístenos desde lo
alto del cielo, ¡oh poderosísimo Libertador nuestro! en la batalla
que estamos librando contra el poder de las tinieblas y así como
libraste al niño Jesús del peligro de la muerte, defiende ahora a
la Santa Iglesia de Dios contra las asechanzas del enemigo y contra
toda adversidad. Concédenos tu perpetua protección, a fin de que,
animados por tu ejemplo y tu asistencia, podamos vivir santamente y
sobre todo, piadosamente morir para alcanzar la eterna beatitud del
cielo. Amén.
LETANIAS
DEL SEÑOR SAN JOSÉ
Señor,
ten piedad de nosotros.
Cristo,
ten piedad de nosotros.
Señor,
ten piedad de nosotros.
Cristo,
óyenos.
Cristo,
escúchanos.
Dios
Padre Celestial, ten piedad de nosotros.
Dios
Hijo, Redentor del mundo, ten piedad de nosotros.
Dios
Espíritu Santo, ten piedad de nosotros.
Trinidad
Santa que eres un solo Dios, ten piedad de nosotros.
Santa
María, ruega por nosotros.
Señor
San José, ruega por nosotros.
Insigne
descendiente de David, ruega por nosotros.
Luz
de los Patriarcas, ruega por nosotros.
Esposo
de la Madre de Dios, ruega por nosotros.
Casto
guardián de la Virgen, ruega por nosotros.
Nutricio
del Hijo de Dios, ruega por nosotros.
Solícito
defensor de Cristo, ruega por nosotros.
Jefe
de la Sagrada Familia, ruega por nosotros.
José
justísimo, ruega por nosotros.
José
prudentísimo, ruega por nosotros.
José
fortísimo, ruega por nosotros.
Espejo
de paciencia, ruega por nosotros.
Amante
de la pobreza, ruega por nosotros.
Modelo
de los pobres, ruega por nosotros.
Honor
de la vida doméstica, ruega por nosotros.
Custodio
de las Vírgenes, ruega por nosotros.
Sostén
de las familias, ruega por nosotros.
Consuelo
de los atribulados, ruega por nosotros.
Esperanza
de los enfermos, ruega por nosotros.
Patrón
de los moribundos, ruega por nosotros.
Terror
de los demonios, ruega por nosotros.
Protector
de la Santa Iglesia, ruega por nosotros.
Cordero
de Dios, que quitas los pecados del mundo, perdónanos Señor.
Cordero
de Dios, que quitas los pecados del mundo, óyenos Señor.
Cordero
de Dios, que quitas los pecados del mundo, ten misericordia de
nosotros.
V.
Le constituye señor de su casa
R.
Y príncipe de toda su posesión
OREMOS
¡Oh
Dios, que en tu inefable providencia te has dignado elegir al Señor
San José, esposo de la santísima Madre de tu Hijo y padre putativo
de Jesús! Concédenos, te suplicamos, que al que veneramos como
protector en la tierra, merezcamos tenerlo por intercesor en los
cielos. Tú que vives y reinas por los siglos de los siglos. Amén.
Oración
para cada Miércoles.
Oh
Padre mío, Señor San José, en este miércoles consagrado por tus
devotos a tu culto, quiero manifestarte mi alegría por tu grandeza y
mi confianza en tu poder.
Bendigo
de corazón a la Santísima Trinidad por haberse dignado elegirte
desde toda la eternidad como representante del Padre en la tierra,
como custodio del verbo hecho carne y como esposo dignísimo de la
Reina del cielo. Esta predestinación divina te elevó
maravillosamente sobre todos los ángeles y santos del cielo y ella
es la que infunde en mi corazón una confianza ilimitada.
Alcánzame
del cielo la gracia santificante, el dolor de mis pecados y las cosas
necesarias para mi conservación y mi sustento. Haz, oh santo mío,
que crezca más y más mi cariño hacia ti ya que siéndote
profundamente devoto, lograré un día, contemplarte en el cielo, en
compañía de Jesús y de María. Así sea.
Padrenuestro,
Avemaría y Gloria.
-
Dulce protector de la Iglesia Universal.
-
Bendice paternalmente a todos tus devotos.
ORACIÓN
PARA EL DIA 19 DE CADA MES
Oh
San José, Padre amantísimo de mi alma y dueño de mi corazón, en
este día 19 consagrado a contemplar tu grandeza y tu poder, te miro
con los ojos de la fe en el sitial de gloria en que quiso colocarte
la Trinidad Beatísima.
Al
verte tan lleno de luz y resplandor, me animo a sobrellevar con
resignación mis sufrimientos, ya que veo que los tuyos te dieron tal
recompensa. Hazme comprender, Santo mío, que tu exhaltación sobre
los ángeles y querubines se debió a tu profunda humildad y
anonadamiento, a fin de que no busquen ni las glorias ni las
vanidades del mundo.
Si
te veo coronado como un Rey en el Palacio de la gloria, no sólo me
admiro de tu poder, sino que también abro mi corazón a la
confianza; porque sé que eres bueno y comprensivo con todos tus
devotos.
Dirige,
oh Padre mío, una mirada de predilección a la pobre alma, alcánzame
del cielo tus santas virtudes, especialmente la humildad, la
sencillez, la pureza y la caridad, a fin de que un día como
amartelado devoto tuyo, pueda participar de tu gloria y
bienaventuranza en el cielo. Así sea.
Padrenuestro,
Ave María y Gloria.
-
Haz, oh José, que nuestra vida se vea libre del pecado y que siempre
esté bajo tu patrocinio.
DOLORES
Y GOZOS DE SAN JOSÉ
Primer
dolor y gozo.
¡Qué
dolor tan grande experimentó tu corazón, oh Padre mío Señor San
José, ante las dudas de abandonar a tu esposa encinta!
Pero
qué gozo tan inmenso al comunicarte el Angel el misterio del Verbo
divino hecho carne.
Por
este dolor y gozo te pedimos nos des firmeza en la fe y gran amor a
tu divina Esposa.
Padre
nuestro, Avemaría y Gloria.
-
San José protector nuestro.
-
Ruega por nosotros.
Segundo
dolor y gozo.
¡Qué
dolor tan grande sufrió tu corazón al contemplar la extrema pobreza
en que nacía el Hijo de Dios!
Pero
qué gozo tan inmenso experimentaste al mirar convertida en un cielo
la gruta de Belén.
Por
este dolor y gozo alcánzanos del cielo el nacimiento de las cosas de
la tierra y una gran ternura hacia el niño Jesús recién nacido.
Padrenuestro,
Ave María y Gloria.
-
San José protector nuestro.
-
Ruega por nosotros.
Tercer
dolor y gozo.
¡Qué
dolor tan profundo agobió tu alma al tomar el cuchillo de la
circuncisión para derramar la primera Sangre Preciosísima de
Cristo!
Pero
qué gozo tuviste al imponer al divino niño el dulcísimo nombre de
Jesús.
Por
este dolor y gozo enséñanos a extirpar de nosotros todo vicio y
afición desordenada y a invocar con frecuencia el nombre Santísimo
de tu Jesús.
Padrenuestro,
Avemaría y Gloria.
-
San José protector nuestro.
-
Ruega por nosotros.
Cuarto
dolor y gozo.
¡Qué
angustia sobresaltó tu espíritu al oír de los labios de Simeón
las profecías del dolor de Cristo y de María!
Pero
qué alegría inundó tu corazón al contemplar la florescencia de
santidad que traería consigo el Calvario.
Por
este dolor y gozo ayúdanos a comprender el significado que tiene
para nosotros el sufrimiento y únenos con Cristo por medio del
dolor.
Padrenuestro,
Avemaría y Gloria.
-
San José protector nuestro.
-
Ruega por nosotros.
Quinto
dolor y gozo.
¡Grande
pena ocasionó a tu espíritu el abandono de tu patria y la huida a
Egipto con Jesús y María!
Pero
satisfacción inmensa se albergó en tu corazón al huir al destierro
con Jesús y ser el primer Misionero del Salvador del mundo.
Por
este dolor y gozo enséñanos a abandonar todas las cosas de la
tierra con tal de conservar en nuestro corazón a Cristo y danos el
privilegio de ser, en alguna forma, apóstoles de Cristo.
Padrenuestro,
Avemaría y Gloria.
-
San José protector nuestro.
-
Ruega por nosotros.
Sexto
dolor y gozo.
¡Qué
temor tan sin medida experimentó tu corazón de Padre, al tener que
volver a Nazaret sabiendo que reinaba ahí el cruel Arquelao!
Pero
qué alegría sintió tu alma al regresar con Jesús y María a la
patria bienamada, con la seguridad dada por el ángel de que a Jesús
nada adverso le sucedería.
Por
este dolor y gozo te suplicamos nos hagas cautelosos y prudentes en
el servicio de Dios y nos alcances un día la dicha de ir al cielo,
nuestra verdadera Patria.
Padrenuestro,
Avemaría y Gloria.
-
San José protector nuestro.
-
Ruega por nosotros.
Séptimo
dolor y gozo.
¡Oh
cuán grande fue tu dolor al perder, sin culpa tuya al divino niño
Jesús!
Pero
cuán inmenso fue tu gozo al encontrarlo sano y salvo, en el templo
de Jerusalén, instruyendo a los Doctores.
Por
este dolor y gozo, te pedimos una infatigable solicitud por buscar a
Cristo cuando lo hayamos perdido por el pecado y también de
instruirnos con sus ejemplos y enseñanzas evangélicas.
Padrenuestro,
Avemaría y Gloria.
-
San José protector nuestro.
-
Ruega por nosotros.
OREMOS
Dios
todopoderoso, que confiaste los primeros misterios de la salvación
de los hombres a la fiel custodia de San José; haz que, por su
intercesión, la Iglesia los conserve fielmente y los lleve a
plenitud en su misión salvadora. Por Jesucristo nuestro Señor.
LOS
SIETE DOMINGOS A SAN JOSÉ
Se
rezan durante siete domingos consecutivos. Es conveniente comulgar
cada domingo o por lo menos en el último. Para ganar las
indulgencias que les están concedidas no se requiere fórmula
especial.
El
Papa Gregorio XVI fomentó la devoción de los siete domingos
concediéndole muchas indulgencias; pero S. S. Pío IX les dio
actualidad perenne no sólo con las indulgencias plenarias aplicables
a los fíeles difuntos, sino con la manifestación de su deseo de que
se acudiera a San José por medio de ellos, para aliviar la entonces
aflictivo situación de la Iglesia universal. La devoción de los
siete domingos ha obrado estupendos milagros en favor de quienes la
practican. En materia de vocación dejan en el alma una paz singular
y encienden una luz que disipa toda duda.
PRIMER
DOMINGO
Por
la señal, etc.
Se
da principio rezando los siete dolores y gozos de San José.
Consideración
sobre el 1er. dolor y gozo:
1.
Dudas de San José
2.
Gozo en la Manifestación del Misterio
1.
En la plenitud de los tiempos realizó Dios el inefable misterio de
la Encarnación de su Verbo divino. El prodigio se obró en el seno
purísimo de María, Esposa de José; pero sin tener conocimiento de
ello el Santo Patriarca. Este prodigio, como era natural, causó una
grande turbación en el corazón de San José, quien conocía la
pureza, la inocencia y el candor de su Santísima Esposa. El hecho
fue para el corazón de San José desconcertante.
Para
librarla de aquella situación embarazosa deliberó sobre la
conveniencia de abandonar a su divina Esposa, dejando todo en manos
de la Divina Providencia. El peso que sintió sobre sus hombros fue
enorme y solamente su confianza, pudo sostenerlo.
2.
Esta
confianza en la Providencia lo hizo entregarse plácidamente al
sueño, sin mayor turbación. Entonces el ángel del Señor se le
apareció y le dijo: "José,
hijo de David, no temas recibir a María, tu esposa, porque lo que se
ha engendrado en su seno es obra del Espíritu Santo. Ella dará a
luz un hijo, a quien pondrás por nombre Jesús; pues El salvará a
su pueblo de sus pecados" (Mt. 1,20-21)
No
hay palabra humana para describir la alegría inmensa que inundó el
corazón de San José al serle revelado este misterio tan añorado
por el pueblo de Dios. Entonces San José deslió su alma en una
plegaria humilde, fervorosa y llena de agradecimiento.
Se
hace la petición.
ORACIÓN
Oh
glorioso Patriarca San José no permitas que la turbación me
aniquile, o que el dolor me triture. Para evitar este agobio te
suplico me hagas ver siempre la Providencia de Dios en todos los
acontecimientos de mi vida a fin de que los acepte siempre con
alegría de hijo agradecido. Así sea.
SEGUNDO
DOMINGO
Consideraciones
sobre el 2do. dolor y gozo:
1.
Pobreza del Nacimiento de Jesús.
2.
Transformación de la Gruta
1.
José acompañado de María fue a empadronarse a Belén, su tierra
natal, para cumplir el decreto de César Augusto. Encontrándose ya
en este lugar, María, que estaba encinta, vio llegársele la hora de
dar a luz.
En
estas circunstancias buscó José un albergue; pero todo empeño fue
inútil ya que aparte de ser pobres, todos los sitios de descanso
estaban ya ocupados. Se vio entonces obligado José a disponer para
el nacimiento del Hijo de Dios, un establo abandonado, gruta que
servía de refugio contra la intemperie a los animales.
En
esta forma San José experimentó un profundo dolor al ver que el
Señor de los cielos descendía tan bajo; al contemplar que el que se
sienta en un trono de gloria, yacía reclinado en un pesebre y que
sufría los rigores de la estación y experimentaba el frío y
derramaba lágrimas, el que es la alegría de los cielos.
2.
Pero un dolor tan agudo sirvió de molde a la inmensa alegría.
Grande, en efecto, fue el gozo que sintió San José al ver con sus
propios ojos al Hijo de Dios hecho hombre. Los ángeles bajaron del
cielo posando sobre luminosas estrellas y cantando en la gruta:
"Gloria a Dios en las alturas y paz en la tierra a los hombres
de buena voluntad".
Los
inocentes y piadosos pastores llegaron a adorar al Hijo de Dios,
reconociéndolo como su divino Salvador. Los Reyes Magos, guiados por
una estrella, llegaron del lejano oriente para adorar a Jesús como
Dios y rendirle vasallaje como a Rey. ¡Cuánto gozo para el corazón
paternal del Señor San José!
Se
hace la Petición
ORACIÓN
¡Oh
Padre mío, San José! al verte postrado ante Jesús, te reconozco
como el Primer adorador del Verbo hecho carne. Comunícame tu
espíritu de fe, a fin de que la humildad del Sagrario no mengüe mi
firme creencia en la presencia de Jesús en el Santísimo Sacramento
del Altar; sino que, por el contrario, al palpar su anonadamiento,
avive más mi amor hacia tan adorable misterio. Así sea.
TERCER
DOMINGO
Consideraciones
sobre el 3er. dolor y gozo:
1.
Circuncisión del divino Niño.
2.
Imposición del Nombre de Jesús.
1.
La Circuncisión de Jesús fue una humillación y un dolor que se
reflejó hondamente en el corazón de San José. Esta ceremonia
suponía el pecado y al realizarse en Jesús parecía destruirse la
santidad de la misma inocencia. Esto ocasionó a San José una gran
pena, pues sabía que el Hijo de Dios era impecable.
Sin
embargo, mayor fue su dolor al desgarrar las carnes tiernas y rosadas
del divino Niño. El humilde Cordero dejo escapar un vagido y la
sangre que brotó de su carne benditísima fue a mezclarse con las
lágrimas que rebosaron de sus pupilas. Y el mayor calvario de San
José estribó en que fue él mismo el instrumento de dolor, elegido
por el Eterno Padre para este rito de la Circuncisión.
2.
Pero si el dolor de San José ante la sangre derramada de Jesús fue
grande, mayor, sin duda, fue su gozo al imponer el nombre de Jesús.
Al pronunciar por vez primera este nombre los ángeles se postraron
reverentes para adorarle; el demonio se vio constreñido a doblar la
rodilla y todos los siglos se inclinaron ante la presencia de Jesús.
En
ese momento una luz del futuro iluminó a San José para que
contemplara el triunfo glorioso de este santo nombre que sería Iris
de paz, hoguera de amor, promesa de perdón, anuncio de felicidad y
bálsamo que curaría todos los males.
En
esta forma comprendió San José que la sangre de Dios, que por su
mano se había derramado, era el precio de nuestra salvación. .
Se
hace la petición
ORACIÓN
¡Oh
grande y poderoso abogado de mi alma! Hazme, comprender por este
dolor y gozo que si muchas veces parece que te complaces en mis
dolores y sacrificios, no es porque sientas gozo en mis penalidades,
sino porque sabes que por medio de ellas tengo oportunidad de hacer
méritos para el cielo e imitar así mejor a tu divino Jesús para la
salvación de mis hermanos. Así sea.
CUARTO
DOMINGO
Consideraciones
sobre el 4o. dolor y gozo
1.
Profecía luctuosa de Simeón.
2.
Gozo en el misterio que encierra.
1.
La piedad de María y José fue singular. A los cuarenta días del
nacimiento de Jesús lo llevan al Templo de Jerusalén para ofrecerlo
al Eterno Padre. Es el Cordero de Dios que quita los pecados del
mundo y que viene a ofrecerse como holocausto en el Altar del Templo.
En ese momento el anciano Simeón, conducido por el Espíritu Santo,
reconoció en aquel Niño al Salvador del Mundo. Lleno de gozo lo
tomó entre sus brazos y después con voz temblorosa dijo a la Madre:
"Mira, este niño que ves está destinado para ruina y
resurrección de muchos en Israel y como signo de contradicción. Lo
que será para ti misma una espada que atravesará tu alma".
(Lc. 2,34).
Esta
espada que hirió el corazón de María desgarró también el corazón
de San José. Y si como esposo sufrió la pena de María, como Padre
soportó también la pena de Jesús que sería centro de
contradicción, objeto de persecución y víctima destinada al
patíbulo infamante.
2.
Pero a este lacerante dolor sucedió la más pura alegría. Un gran
número de los hombres se salvará por la sangre derramada por el
Cordero sin mancha. En el Arbol de la Cruz madurarán los frutos de
la gracia, los dolores de María serán rocío fecundo para la
floración de la Santidad.
Con
estas consideraciones se llenó de gozo el corazón de San José,
sobre todo al contemplar la glorificación de los dolores de Jesús y
de María. ¡Qué satisfacción tan grande ante los triunfos de la
Esposa y del Hijo!
Se
hace la petición
ORACION
¡Oh
gloriosísimo Protector de mi alma, te suplico encarecidamente que me
hagas comprender la necesidad de tomar mi cruz y seguir tras las
pisadas sangrantes del divino Redentor. Haz que muera al amor propio
y a toda vanidad de la tierra, para que también logre ser, por mi
espíritu de mortificación y sacrificio, la resurrección y
salvación de muchos. Asi sea.
QUINTO
DOMINGO
Consideraciones
sobre el 5o. dolor y gozo:
1.
Huída a Egipto.
2.
Frutos de la presencia de Jesús.
1.
De pronto el Arcángel San Gabriel apareció en sueños a San José y
le dijo:
"Levántate, toma al Niño y a su Madre y huye a Egipto y estate
allí hasta que yo te avise. Porque Herodes ha de buscar al Niño
para matarle" (Mt.2,13)
¡Qué
puñalada para el corazón de San José. El Mesías prometido había
llegado al mundo para dar la vida a los hombres y éstos le buscan ya
para darle muerte! No se trataba de un viaje, sino de una precipitada
huida.
¡Dejar
la Patria y lanzarse hacia un país idólatra y adverso al pueblo
judío!, ¡Huir no él solo, sino en compañía de su esposa delicada
y de Jesús tierno y débil! Y el viaje se hizo más doloroso por el
temor de ser alcanzado por los esbirros del cruel Herodes.
2.
Grande
fue sin embargo el gozo de San José en medio de sus penas. El cielo
le había ordenado huir a Egipto; pero le concedía la gracia de
hacerlo con Jesús y María, cosa que significaba el destierro en su
Patria. Y en el Paraíso ¿No había de estar agradecido al Padre por
valerse de él, instrumento débil, para salvar de la muerte al
Mesías prometido?
Además
estaba seguro de que las lágrimas de Jesús y las privaciones de
María fecundarían aquellas tierras de paganos para convertirlas en
un Paraíso de Virtud y Santidad.
Se
hace la Petición
ORACIÓN
¡Oh
queridísimo Padre mío, San José! humildemente postrado ante tu
Imagen, te suplico me guardes paternalmente bajo los pliegues de tu
manto a fin de que me vea libre de las
acechanzas
de los enemigos de mi eterna salvación.
Alcánzame
del cielo la gracia de no perder jamás la amistad de Jesús y de
María, para que mi destierro en este valle de lágrimas se convierta
en un Paraíso anticipado. Así sea.
SEXTO
DOMINGO
Consideraciones
sobre el 6o. dolor y gozo:
1.
Temor por el Reinado de Arquelao.
2.
Gozos por el Retorno a Nazaret.
1.
El aviso del ángel para emprender el viaje de regreso a la Patria
bien amada fue un motivo de dolor para el corazón de San José, no
solamente por lo pesado del viaje y la delicadeza de Jesús y de
María, sino principalmente porque tenía conocimiento de que en la
Judea reinaba Arquelao, hijo del Rey Herodes, y tan cruel como su
Padre, entonces le asaltó un fuerte temor. ¿No querrá el tirano
vengar en Jesús la desilusión sufrida por Herodes su Padre?. Todo
era de temerse de la perfidia y crueldad de este soberano.
2.
Sin
embargo, la voz del ángel vino a calmar los temores de San José,
infundiéndole una ¡limitada confianza en la Providencia del Padre.
Ha de retirarse a la tierra de Galilea y ha de morar en la tranquila
ciudad de Nazaret. ¡Qué gozo de cielo no siente el Santo Patriarca
al tornar a su modesta casita!, ¡Qué grata compañía tendrá en
Jesús y María al pasar el resto de sus días con ellos en la
tranquilidad del hogar!
Se
hace la petición
ORACION
¡Oh
bondadosísimo Señor San José! quiero recordarte que al nombrarme
Jesús hermano suyo, también comparte conmigo a un buen Padre como
lo fuiste para tu divino Jesús. Líbrame de mis enemigos, consuélame
en mis penas, sé mi fortaleza en mis debilidades y protégeme
solícitamente sobre todo en el último instante de mi vida. Así
sea.
SEPTIMO
DOMINGO
Consideraciones
para el 7o. dolor y gozo:
1.
Dolor por la pérdida de Jesús en el Templo.
2.
Gozo en su hallazgo.
1.
Jesús, al cumplir la edad de doce años subió con María y José al
Templo de Jerusalén para adorar al Padre en su Santuario en el día
solemne de la Pascua. Terminadas las ceremonias y sin darse cuenta
sus padres, quedó Jesús en Jerusalén. San José pensó entonces
que Jesús estaba con María en el grupo de las mujeres y María
creyó que se encontraba con José en el grupo de los hombres.
En
el primer descanso de los grupos, los Santos Esposos se dieron cuenta
de la ausencia de Jesús. ¡Oh cuán grande fue la angustiarte estos
amantes corazones! Llenos de dolor y desolación lo buscaron
inútilmente entre amigos y parientes. A todos preguntaban; mas las
respuestas eran siempre negativas. Las noches las pasaban en la
oración y los días en alarmante búsqueda. ¡Qué triste y qué
hondo dolor se daba en el corazón de María y de José!.
2.
Con los ojos llenos de lágrimas y al cumplirse el tercer día, María
y José se dirigieron finalmente al templo de Jerusalén y al pasar
por la amplia sala donde los doctores de la Ley explicaban las
Escrituras, percibieron una suave voz; era la de Jesús. Penetraron a
la sala y, en efecto, ahí lo vieron preguntando y contestando a los
Maestros del Pueblo y siendo objeto de la admiración de los hombres.
María
no pudo contenerse y después de complacerse en los misterios de
Dios, le dijo: "Hijo,
¿por qué lo has hecho así con nosotros? Mira que tu padre y yo,
llenos de dolor, te andábamos buscando".
Y Él les respondió:
¿Cómo es que me buscabais?, ¿No sabéis que yo debo emplearme en
las cosas que miran al servicio de mi Padre? (Le. 2,48)
Y entre los brazos de ambos esposos regresó Jesús a Nazaret,
causando profunda alegría al corazón de sus padres. Allí se corrió
el velo del silencio y la Trinidad de la tierra se envolvió en la
luz de la felicidad en su modesto hogar.
Se
hace la petición
ORACION
¡Oh
glorioso Patriarca San José!, bien comprendo que tus grandes
angustias y tus profundos dolores concurrieron maravillosamente para
forjar la brillante corona que ostentas sobre tu frente. No quiero,
bondadoso Padre mío, que ahuyentes de mí el dolor, sino que me des
el espíritu de fe, de amor y de fortaleza para sobrellevar
cristianamente las penalidades de esta vida y así hacer méritos
para poder estar en tu compañía en el cielo por toda una eternidad
dichosa. Así sea.