martes, 23 de febrero de 2016

ESCLAVITUD MARIANA - DIA 1

PREPARACIÓN PARA LA CONSAGRACIÓN DE SÍ MISMO A 
JESUCRISTO, LA SABIDURÍA ENCARNADA,
POR LAS MANOS DE MARÍA



San Luis María Grignon de Monfort





DÍA 1
INTRODUCCIÓN
  1. Por la Santísima Virgen Jesucristo ha venido al mundo y también por ella debe reinar en él.
  2. María ha estado muy escondida en su vida, por lo cual es llamada, por el Espíritu Santo y la Iglesia, Alma Mater (Antif. A la Sma. Virgen para el tiempo de Navidad: Himno Ave María Stella), Madre escondida y secreta. Su humildad ha sido tan profunda que no ha tenido sobre la tierra atractivo más poderoso y más continuo que esconderse a sí misma y a toda criatura, para no ser conocida sino de sólo Dios.
  3. Dios, para escucharla en los pedidos que le hizo de esconderla, empobrecerla y humillarla, se ha complacido en ocultarla en su concepción, en su nacimiento, en su vida, en sus misterios, en su resurrección y asunción, a la vista de casi toda criatura humana. Sus mismos padres no la conocían, y los ángeles se preguntaban a menudo, unos a otros: “Quae est ista (Cántico III, 6; VIII, 5) --- ¿Quién es ésta?, porque el Altísimo se la ocultaba o, si algo les descubría de Ella, infinitamente más era lo que les ocultaba.


  1. Dios Padre ha consentido que ella no hiciese milagros en su vida, por lo menos ostensibles, aunque le hubiese dado poder para ello. Dios Hijo ha consentido que casi no hablase, aunque le hubiese comunicado su sabiduría. Dios Espíritu Santo ha consentido que sus apóstoles y sus evangelistas no hablasen de Ella sino muy poco y en tanto era necesario para hacer conocer a Jesucristo, no obstante ser Ella su Esposa fiel.
  2. María es la excelente obra maestra del Altísimo, de la cual se ha reservado el conocimiento (…ut soli Deo cognoscenda reservatur. S. Bernardino de Siena Serm. 51, art. 1, cap. 1) y la posesión. María es la Madre Admirable del Hijo, que Él se ha complacido en humillar y esconder durante su vida, para favorecer su humildad, tratándola con el nombre de mujer --- mulier (Juan II, 4;XIX, 26), como a una extraña, aunque en su corazón la estimase y la amase más que a todos los ángeles y los hombres. María es la fuente sellada (Fons signatus, Cant. IV, 12) y la Esposa fiel del Espíritu Santo, en la que no hay quien entre sino Él. María es el santuario y el reposo de la Santísima Trinidad, donde Dios está más magnífica y divinamente que en ningún otro lugar del universo, sin exceptuar su morada sobre los querubines y los serafines; y no es permitido a ninguna criatura, por pura que sea, entrar allí sin un gran privilegio.
  3. Digo con los santos: La divina María es el paraíso terrenal (Rationalis secundi Adam paradisus. San León Magno. Serm. De Annuntiatione. Cit. Bourrasse, Summa Aurea, v. 1020) del nuevo Adán, donde Él se ha encarnado por la operación del Espíritu Santo para obrar allí maravillas incomprensibles. Es el grande y divino mundo de Dios (Mundus specialissimus altissimi Dei. S. Bernardo), donde hay bellezas y tesoros inefables. Es la magnificencia del Altísimo (Magnificentia Dei. Ricardo de San Lorenzo. De laud. Virg., lib. IV. Cf. S. Bernardino de Siena, Alberto Magno, etc.), donde Él ha escondido, como en su seno, a su Hijo único y, en Él, todo lo que hay de más excelente y más precioso. ¡Oh! ¡Oh! ¡Cuántas cosas grandes y escondidas ha hecho este Dios poderoso en esta criatura admirable, como se ve obligada Ella misma a decirlo, a pesar de su profunda humildad: Fecit mihi magna qui potens est! (Luc., I, 49) El mundo no las conoce, porque es incapaz de ello, e indigno.
  4. Los santos han dicho cosas admirables de esta santa ciudad de Dios y nunca han estado más elocuentes y más contentos, como ellos mismos lo confiesan, que cuando han hablado de ella. Después de esto, exclaman que la altura de sus méritos, que ha elevado hasta el trono de la Divinidad, no se puede percibir; que la anchura de su caridad, que extendió más que la tierra, no puede medirse; que la grandeza de su poder, que tiene hasta sobre el mismo Dios, no puede comprenderse; y, en fin, que la profundidad de su humildad y de todas sus virtudes y sus gracias, que son un abismo, no se puede sondear. ¡Oh altura incomprensible! ¡Oh anchura inefable! ¡Oh grandeza desmedida! ¡Oh abismo impenetrable!
  5. Todos los días, desde un cabo al otro de la tierra, en lo más alto de los cielos, en lo más profundo de los abismos, todo predica, todo publica a la admirable María. Los nueve coros de los Ángeles, los hombres y las mujeres de todas las edades, condiciones y religiones (“Religiones”, o sea congregaciones, órdenes, etc., religiosas, en el sentido del Derecho Canónico. Canon n. 488. En adelante siempre el término tiene este significado), buenos y malos, hasta los diablos, se ven obligados a llamarla bienaventurada, de buen o mal grado, por la fuerza de la verdad. Todos los ángeles en el cielo lo pregonan incesantemente, como dice San Buenaventura: Sancta, Sancta, Sancta María, Dei Genetrix et Virgo (“Santa, Santa, Santa María, Madre de Dios y Virgen”. S. Buenaventura. Psalter, majus B.V., Hymn. Instar Hymni Ambrosiani); y le ofrecen millones y millones de veces, todos los días, la Salutación de los Ángeles: Ave María, etc., prosternándose delante de Ella y pidiéndole por gracia que los honre con alguno de sus mandatos. Hasta San Miguel, dice San Agustín (Citado por Buenaventura. Speculum B.V., lect. III, § 5), aunque príncipe de toda la corte celestial, es el más celoso en rendirle toda clase de honores, siempre a la espera de tener el honor de ir, a su palabra, a prestar servicio a alguno de sus servidores.
  6. Toda la tierra está llena de su gloria, particularmente entre los cristianos, donde se la toma por tutelar y protectora en muchos reinos, provincias, diócesis y ciudades. Muchas catedrales consagradas a Dios bajo su nombre. Ninguna iglesia sin altar en su honor; ninguna comarca o cantón donde no haya alguna de sus imágenes milagrosas, donde son curados toda clase de males y obtenido toda clase de bienes. ¡Tantas cofradías y congregaciones en su honor! ¡Tantas religiones bajo su nombre y protección! ¡Tantos hermanos y hermanas de todas esas cofradías, y tantos religiosos y religiosas de todas esas religiones, que publican sus alabanzas y que anuncian sus misericordias! No hay un niñito que, balbuciendo el Avemaría, no la alabe; no hay casi pecador que, en su endurecimiento mismo, no tenga en Ella alguna chispa de confianza; ni tampoco diablo en los infiernos que, temiéndola, no la respete.
  7. Después de esto es menester decir, en verdad, con los santos: de María Nunquam Satis…. Todavía no se ha alabado, exaltado, honrado, amado y servido bastante a María. Ella merece todavía más alabanzas, respetos, amor y servicios.
  8. Después de esto es menester decir con el Espíritu Santo: “Omnis gloria ejus Filiae Regis ab intus (Ps. XLIV, 14) --- Toda la gloria de la Hija del Rey está en el interior”, como si toda la gloria exterior que le rinden a porfía el cielo y la tierra nada fuese, en comparación de aquella que recibe en el interior por el Creador, y que no es conocida de las pequeñas criaturas que no pueden penetrar el secreto de los secretos del Rey.
  9. Después de esto debemos exclamar con el Apóstol: “Nec oculus vidit nec auris auditivit, nec in cor hominis ascendit (I Cor., II,9) --- Ni el ojo vio, ni el oído oyó, ni el corazón del hombre comprendió” la belleza, las grandezas y excelencias de María, el milagro de los milagros (Miraculum miraculorum. San Juan Damasceno. Oratio I de Nativitate B.V.. Isidoro de Tesalónica. Orat. De Praesentat. B.V. Cit.. S.A. IX, 1471. En adelante así se indicará el envío a la Summa Aurea de Bourrasé), de la gracia, de la naturaleza y de la gloria. Si queréis comprender a la Madre, dice un santo (San Euquerio) comprended al Hijo: es digna Madre de Dios: “Hic taceat Omnis lingua --- Calle aquí toda lengua”.
  10. Mi corazón a dictado lo que acabo de escribir, con un gozo particular, para mostrar que la divina María ha estado desconocida hasta aquí (En el sentido de: insuficientemente conocida, como surge de todo este párrafo y del contexto inmediato: “Jesucristo no es conocido como debe serlo”), que es una de las razones por qué Jesucristo no es conocido como debe serlo. Si, pues, como es cierto, el conocimiento y el reino de Jesucristo llegan al mundo, ello no será sino continuación necesaria del conocimiento y del reino de la Santísima Virgen, que lo dio a luz la primera vez y lo hará resplandecer la segunda.
12 DÍAS PRELIMINARES
Empleados en vaciarse del espíritu del mundo
Prácticas Espirituales
Quienes deseen abrazar esta devoción particular emplearán doce días por lo menos en vaciarse del espíritu del mundo contrario al de Jesucristo y para ello rezarán las siguientes oraciones:


VEN ESPÍRITU CREADOR
Ven Espíritu Creador,
Visita el alma de los tuyos,
Llena de suprema gracia
Los corazones que creaste.
Tú, llamado: Consolador,
Don de Dios Altísimo,
Fuente viva, fuego, caridad,
Y espiritual unción.


Tú, regalo de siete dones,
Dedo de la diestra Paterna,
Tú, prometido formal del Padre,
Que enriqueces con elocuencia
Nuestros labios.


Enciende luz a los sentidos,
Infunde amor a los corazones,
Con tu fuerza perpetua
Sostén nuestra debilidad.


Arroja muy lejos al enemigo,
Y danos pronto la paz;
Ante nosotros marcha como guía,
Para que evitemos todo mal.


Sepamos por Ti del Padre,
Y conozcamos al Hijo,
Y a Ti, Espíritu de ambos,
Creamos en todo tiempo.


¡Gloria a Dios Padre,
Y al Hijo, que resucitó de entre
los muertos,
Y al Paráclito,
Por los siglos de los siglos.
Amén


AVE ESTRELLA DE LA MAR


Ave estrella de la mar,
Augusta Madre de Dios,
Permanentemente Virgen,
Puerta del cielo, feliz.


Recibiendo Tú aquel Ave
Por la boca de Gabriel,
Ciméntanos en la paz,
Mudando el nombre de Eva.


Desata el lazo al culpable,
Muestra la luz a los ciegos,
Líbranos de todo mal,
Consíguenos todo bien.


Que eres Madre muéstranos;
Reciba por Ti las preces
Quien, nacido por nosotros,
Quiso ser el fruto tuyo.


Virgen única, sin par,
Entre todas la más dulce,
Líbranos de nuestras culpas,
Haz que seamos mansos, castos.


Concédenos vida pura,
Vía segura prepara:
Para que, viendo a Jesús,
Siempre juntos nos gocemos.


Se alabanza a Dios Padre,
Al sumo Cristo esplendor,
con el Espíritu Santo,
a los Tres un solo honor.
Amén.










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