ACTO
DE CONTRICIÓN
¡Oh,
Dios Omnipotente!, arrepentido por las muchas culpas que he cometido
contra tu divina majestad en este día, vengo a solicitar de tu
misericordia infinita tu generoso perdón. Por la valiosa intercesión
del Santísimo Patriarca Señor San José te suplico humildemente que
me concedas nuevas gracias para servirte y amarte, a fin de que
después de haber combatido denodadamente en esta vida, tenga la
dicha de alcanzar el galardón eterno a la hora de la muerte. Así
sea.
CATECISMO
DE SAN JOSÉ
27.
Hablemos de la muerte de san José y de las principales
circunstancias que la acompañaron.
Si
la muerte de los Santos es preciosa delante de Dios, ¿cómo debió
ser la del santo Patriarca José?
El
venerable anciano murió como había vivido, es decir, en el más
eminente grado de virtudes y de méritos. Cuando llegó el momento de
exhalar el último suspiro, nos dice san Bernardino de Sena, la
divina Virgen se dirigió a Jesús:
hijo mío, ved que José va a morir,
y lloró la santísima Virgen. Jesús se puso al pie de la cama de
José, que tenía continuamente los ojos fijos en él. Le faltaban
las fuerzas para hablar, más exhalaba aun entrecortados suspiros.
Jesús le cogió la mano y le dijo: Padre muy amado, dejad este valle
de miseria; id y llevad a vuestros padres está feliz nueva,
decidles, que dentro de poco yo bajaré donde están ellos, para
conducirles al celeste reino.
Habiendo
llegado la hora, José entregó su alma en las manos de los ángeles
invisibles, que asistieron a su último combate. Jesús le cerró los
ojos y los labios, y volviéndose a María le anunció que su casto
esposo había muerto. Entonces el hijo de Dios, recordando los
cuidados de José, sus fatigas en la huida a Egipto, sus privaciones
en el desierto, se entristeció, e inclinándose sobre su cuerpo
inanimado, le abrazó largo tiempo, y mezcló sus lágrimas con las
de la divina María. Sus funerales se hicieron según la costumbre de
la nación, pero sin esplendor ninguno exterior. Según san Gerónimo
y el venerable Beda, el cortejo fúnebre tomó el camino de Jerusalén
y se paró en el valle de Josafat, lugar escogido para enterrar el
santo cuerpo. Allí se abrió y construyó, según la costumbre, un
sepulcro, donde se colocaron los restos despejos del santo Patriarca.
Aquí
se rezan 7 Padre Nuestros y 7 Ave Marías en honor de los dolores y
gozos del Señor San José.
M
E M O R A R E
Acordaos,
¡oh castísimo esposo de la Virgen María, San José, mi amable
protector, que nunca se ha oído decir que ninguno de los que ha
invocado vuestra protección o implorado vuestros auxilios, hayan
quedado sin consuelo. Lleno de confianza en vuestro poder, llego a
vuestra presencia, y me recomiendo con fervor!
¡Ah!
No desdeñéis mis oraciones, oh vos, que habéis sido llamado
padre del Redentor, sino escuchadlas con benevolencia, y dignaos
recibirlas favorablemente.
Así
sea.
Trescientos
días de indulgencias (una vez por día) aplicables a los
difuntos. (Breve de N. S. P. el Papa León XIII.)