jueves, 22 de junio de 2017

MES DE PREPARACIÓN PARA LA ENTRONIZACIÓN DEL SAGRADO CORAZÓN DE JESÚS Día 25

EN LOS HOGARES
Por el Presbítero Rodolfo Vergara Antúnez
Año 1895


Breve reseña de la Entronización del Sagrado Corazón
Fundada por el Padre Mateo Crawley- Boevey SS.CC.


La inspiración que tuvo el Padre Mateo, autor de la Hora Santa (ver aquí) en Paray le Monial, lugar de las revelaciones del Sagrado Corazón a Santa Margarita María de Alacoque, para crear su Apostolado de la Entronización, puede resumirse en las palabras del Papa Benedicto XV, quien aprobó la obra de la entronización mediante una carta fechada el 27 de abril de 1915. En ella la definió así: «La Entronización es la instalación de la imagen del Sagrado Corazón, como en un trono, en el sitio más noble de la casa, de tal suerte que Jesucristo Nuestro Señor reine visiblemente en los hogares católicos». Se trata, pues, no de un acto transitorio, sino de una verdadera y propia toma de posesión del hogar por parte de Jesucristo Rey, que debe ser permanentemente el punto de referencia de la vida de la familia, que se constituye en súbdita de su Corazón adorable.
Si se desea que la Entronización produzca frutos maravillosos, dice el Fundador, forzosamente la ceremonia debe prepararse bien, por eso le proponemos a nuestros lectores durante el mes de junio, dedicado al Sagrado Corazón, la meditación de este misterio insondable de amor por los hombres con los escritos del Padre Rodolfo Vergara Antúnez, autor del Mes de María, (ver aquí) para que el día 30 se pueda realizar la ceremonia que publicaremos. También les proporcionamos una imagen en alta resolución que pueden imprimir y enmarcar para poner el lugar más destacado del hogar (aquí).




DÍA VIGÉSIMOQUINTO
Oración con que se comenzarán los ejercicios de cada día del Mes.


Adorable Corazón de Jesús, trono de misericordia y manantial inagotable de gracias, dignaos aceptar los homenajes de amor y de agradecimiento que traeremos al pie de vuestro altar durante la serie de bellos días consagrados a vuestra gloria como preparación para entronizarte en nuestros hogares. Obedientes a la dulce voz de vuestro Corazón, venimos a ofreceros el débil tributo de nuestros consuelos para haceros olvidar la ingratitud incomprensible con que tantos pecadores corresponden a la inmensidad de vuestros beneficios. La voz de nuestras alabanzas subirá cada día a las alturas de vuestro trono para apagar el eco de las blasfemias con que os ultrajan tantas almas rescatadas con vuestra Sangre Preciosa. Nuestros corazones, profundamente conmovidos por la amargura de vuestras quejas, vienen aquí a protestaros que os aman y que os amarán mientras les concedáis la vida, con toda la efusión y la ternura de que son capaces. Queremos reparar las ofensas que recibís continuamente de los infieles que no tienen la dicha de conoceros, de los herejes que tienen la desgracia de negaros y de los impíos que tienen la audacia de haceros implacable guerra. Nosotros hemos sido, es verdad, del número de los ingratos que os ofenden; pero, sinceramente arrepentidos de nuestros pasados extravíos, aceptad, ¡oh Corazón misericordioso! las reparaciones que os ofrecen nuestros dolores y nuestras lágrimas; las oraciones y sacrificios que te presentaremos durante este mes para que reines en nuestros corazones, nuestras familias, en la sociedad y el mundo entero ¡Viva Cristo Rey!


CONSIDERACIÓN

Amor extático


Dios quiso hacer de Margarita María de Alacoque un ejemplo vivo del amor con que quiere ser correspondido en el adorable Sacramento. Puede decirse que la vida de esta santa virgen en el claustro fue un himno al Huésped del altar y su corazón un incensario que humeaba de continuo el incienso perfumado de los afectos más encendidos. Los testigos de sus santos ardores cuentan que todo el tiempo que la obediencia la dejaba libre, lo empleaba en estar de rodillas delante del Santísimo Sacramento; allí transcurría unas tras otras las horas, extraña a todo lo exterior, inmóvil y en actitud de la más honda contemplación. Esto acontece especialmente los días de fiesta en que su adoración extática se prolongaba “desde que se levantaba hasta la hora de comer, y desde que terminaba el recreo hasta las vísperas”. “En la noche del Jueves al Viernes Santo, pasaba desde las siete de la tarde hasta las siete de la mañana de rodillas, y sin hacer ningún movimiento. Interrogada de cómo, en su débil complexión, podía permanecer tantas horas de rodillas y en una sola postura, ella contestaba: “No sé si tengo cuerpo, pues no lo siento”. Tan penetrada estaba entonces de la presencia divina, que las demás religiosas que se acercaban a hablarle no obtenían respuesta alguna. Una sola cosa podía hacerla volver a la tierra en su éxtasis de amor: era la obediencia. A esa palabra, cesaba al punto su arrobamiento y acudía a donde la llamaban.
Estas escenas se repetían de continuo, produciendo asombro entres sus hermanas de religión. ¿Qué pasará, se preguntaban, entre Dios y esta alma extraordinaria? Lo que entonces era un misterio, no tardó mucho en revelarse al mundo. Lo que pasaba entre Dios y el alma de la humilde religiosa era la preparación silenciosa del apóstol de su Sagrado Corazón. Y esta preparación se verifica al pie del tabernáculo en la íntima y secreta comunicación entre el Dios oculto y el alma humilde. Es ahí donde Dios acostumbra comunicar sus secretos a las almas; ahí donde se derrama con más profusión el raudal de las gracias divinas; ahí donde se recogen en más abundancia los tesoros del cielo. Por eso fue ahí, al pie del altar, donde Margarita María tuvo las grandes revelaciones del Corazón de Jesús.




Práctica Espiritual


Rogar al Sagrado Corazón delante de alguna imagen suya por las necesidades de la Iglesia.


Oración final.


¡Oh Corazón Sacratísimo de Jesús!, quisiéramos que todos los corazones se reuniesen para amaros y que todos los labios se abriesen para bendeciros en un solo cántico de reconocimiento y de alabanza. Quisiéramos traer a vuestros pies todo lo que hay de grande y hermoso en el cielo y en la tierra; y que todas las criaturas salidas de vuestra mano omnipotente se unieran a nosotros para ensalzar vuestras grandezas y celebrar vuestras obras de bondad y de misericordia. Pero ya que esto no es posible, recibid, Señor, como débil expresión de nuestro amor, las flores con que nuestra familia adorna vuestra imagen, las luces con que iluminamos el trono de vuestra gloria y los cánticos de gratitud que cada día modulan nuestros labios. No miréis la pobreza de nuestras ofrendas, sino el amor con que os las presentamos; y en cambio, abrid en este Mes bendito los tesoros de vuestras gracias y derramadlas sobre vuestros amantes hijos, que atraídos por el encanto de vuestro Corazón y congregados en torno de vuestro altar, quieren glorificaros en estos santos días, para merecer la dicha de amaros eternamente en el cielo. Amén.













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