MES
DE JUNIO
DEDICADO
AL
SAGRADO CORAZÓN
DÍA
OCTAVO
ACTO
DE CONTRICIÓN
¡Dulcísimo
Corazón de Jesús, que en este Divino Sacramento estás vivo e
inflamado de amor por nosotros!
Aquí
nos tienes en vuestra presencia, pidiendo perdón de nuestras culpas
e implorando vuestra misericordia. Nos pesa, ¡oh buen Jesús!,
haberte ofendido, por ser Vos tan bueno que no mereces tal
ingratitud. Concédenos luz y gracia para meditar tus virtudes y
formar según ellas nuestro pobre corazón. Amén.
DÍA
8
EL
SAGRADO CORAZÓN, MODELO DE RECOGIMIENTO Y MODESTIA
I
¿QUÉ
ves, alma cristiana, en la figura exterior de tu Divino Jesús? Ves
el retrato más acabado del recogimiento y de la modestia cristiana.
Mírale bien y aprende de Él cómo has de ser en tu porte y maneras,
si quieres hasta en eso llevar el sello del Sagrado Corazón.
Su
voz es quieta y sumisa, sus palabras prudentes y pocas, Su andar
grave y mesurado, su mirada recogida y bondadosa. El semblante de
Jesús era tal, que inspiraba sentimientos de virtud a quien lo
contemplaba, y era imposible verlo interiormente mejorado.
Sus
enemigos nunca pudieron tacharle de ligereza y desenvoltura. Los que
sin cesar buscaban por agarrarle la palabra, jamás pudieron echarle
en rostro una que fuese inconveniente. Su alegría era tan edificante
como su austeridad; nadie le oyó ruidosas carcajadas, ni le vio
desacompasados movimientos. Todo su exterior era el reflejo de orden,
paz, igualdad y armonía en su divino interior.
Dame
a conocer ¡oh dulce Jesús! los suaves encantos de esta celestial
virtud.
Medítese
unos minutos.
II
El
rostro y los ademanes son el espejo de lo que pasa en el corazón,
por eso, llevo retratados en ellos la disipación y el desorden del
mío.
¿Soy
cristiano o pagano? ¿Sirvo a Dios o al mundo su enemigo? Nadie
creería lo primero, sino más bien lo segundo, oyendo tal vez mis
conversaciones, mirando mi modo de vestir, observando mis actitudes.
¿A
qué tengo dedicados mis sentidos sino a culpables o por lo menos
peligrosas tonterías? ¿Qué ley pongo a mis ojos, para que no
tropiecen con mil escollos para la honestidad? ¿Qué freno aplico a
mi lengua, para que no hiera la reputación ajena o no se deslice en
mil y mil superfluidades? ¿Qué muro he puesto a mis oídos, para
que no se vayan tras la curiosidad y mundanos pasatiempos? ¡Ah! que
estos medios que se me han dado para servir con ellos a Dios y al
prójimo, sólo los empleo yo, para que me rinda y esclavice el mundo
con todas sus vanidades.
¡Pobre
corazón mío, abierto así sin el muro de la modestia a todos los
embates del enemigo! ¡Pobre corazón, expuesto así por mi culpa a
todas las oleadas de este mar de corrupción!
Rodéalo,
Señor, de esta preciosa virtud como de fortísima muralla, para que
sea plaza cerrada e inexpugnable donde sólo entres Tú, y nunca
jamás tu enemigo.
Medítese,
y pídase la gracia particular.
ORACIÓN
Y ACTO DE CONSAGRACIÓN
Rendido
a tus pies, ¡oh Jesús mío! ,considerando las inefables muestras de
amor que me has dado y las sublimes lecciones que me enseña de
continuo tu adorabilísimo Corazón, te pido humildemente la gracia
de conocerte, amarte y servirte como fiel discípulo tuyo, para
hacerme digno de las gracias y bendiciones que generoso concedes a
los que de veras te conocen, aman y sirven.
¡Mira
que soy muy pobre, dulcísimo Jesús, y necesito de Ti como el
mendigo de la limosna que el rico le ha de dar! Mira que soy muy
ignorante, oh soberano Maestro, y necesito de tus divinas enseñanzas,
para luz y guía de mi ignorancia! ¡Mira que soy muy frágil, oh
poderosísimo amparo de los débiles, y caigo a cada paso, y necesito
apoyarme en Ti para no desfallecer! Sé todo para mí, Sagrado
Corazón: socorro de mi miseria, luz de mis ojos, báculo de mis
pasos, remedio de mis males, auxilio en toda necesidad. De Ti lo
espera todo mi pobre corazón. Tú lo alentaste y convidaste cuando
con tan tiernas palabras, dijiste repetidas veces en tu Evangelio:
Venid a Mí,... Aprended de Mí... Pedid, llamad... A las puertas de
tu Corazón vengo pues hoy, y llamo, y pido, y espero. Del mío te
hago, oh Señor, firme, formal y decidida entrega. Tómalo, y dame en
cambio lo que sabes me ha de hacer bueno en la tierra y dichoso en la
eternidad. Amén.
Aquí
se rezará tres veces el Padre Nuestro, Ave Maria y Gloria, en
recuerdo de las tres insignias, cruz, corona y herida de la lanza,
con que se apareció el Sagrado Corazón a Santa Margarita María
Alacoque.
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