MES
DE JUNIO
DEDICADO
AL
SAGRADO CORAZÓN
DÍA
TRIGÉSIMO TERCERO
DÍA
33
SOBRE LA TERCERA INSIGNIA
DEL SAGRADO CORAZÓN
LA HERIDA
DE LA LANZA
DEL SAGRADO CORAZÓN
LA HERIDA
DE LA LANZA
ACTO
DE CONTRICIÓN
¡Dulcísimo
Corazón de Jesús, que en este Divino Sacramento estais vivo e
inflamado de amor por nosotros!
Aquí
nos tieneis en vuestra presencia, pidiendoos perdón de nuestras
culpas e implorando vuestra misericordia. Nos pesa, ¡oh buen Jesús!,
de haberte ofendido, por ser Vos tan bueno que no mereceis tal
ingratitud. Concedednos luz y gracia para meditar vuestras virtudes y
formar según ellas nuestro pobre corazón. Amén.
I
Abierto se nos presenta el Corazón sacratísimo y no de
cualquier manera, sino a feroz punta de hierro y derramando por esa
abertura las últimas gotas de su sangre y agua preciosísima. Con
ellas parece habernos querido simbolizar el divino Jesús, lo total,
lo absoluto de su entrega y de su abnegación y desprendimiento por
nosotros. Es el verdadero carácter del amor, y no podía ser que
fuese a objetos tan viles y miserables como nosotros. Padecer por
nosotros, como expresa la primera insignia; ser hasta lo sumo
despreciado por nosotros, como lo indica la segunda; entregarse
totalmente y sin restricción a nosotros, eso quiere decir la
tercera. No bastó haber muerto, y muerto en Cruz; cadáver ya el
cuerpo y a punto de ser sepultado, recuerda su alma que todavía
quedan allá por derramarse unas gotas de sangre y ni eso quiere
regatear a la obra de nuestra Redención. Instrumento de odio la
lanza de Longinos, es sin quererlo él, pero por inefable designio de
Dios, la llave de oro de ese Sagrario, que se nos abre para que se
nos den y nos aprovechen las últimas muestras de su infinita caridad
hacia el mundo pecador. ¡Ya más no pudo dar quien todo dio! Pero
¡cuánto no puede exigir quien tanto ha dado! ¡Y cómo no será
feísima ingratitud la de quien no se dé por entero a quien tanto se
ha prodigado y con tanto exceso y con tan desinteresado
desprendimiento!
Medítese unos minutos.
II
Así debería ser todo fiel cristiano, así de un modo
particular el fino devoto del Corazón de Jesús. "Una fibra
sola de mi corazón que por Dios no fuese (decía San Francisco de
Sales), la arrancaría de él". Abramos nuestro corazón, y
abrámoslo a nuestro buen Jesús a impulsos del agradecimiento, y no
consintamos haya en él cosa alguna, afición, inclinación, deseo, u
otro sentimiento, que no sea hacia El, o por El inspirado. Herida nos
abren a cada momento terrenas pasiones a las que no sabemos o
queremos resistir, vanidades que nos halagan, codicias que nos
seducen. ¡Qué, día no habrá en nuestro corazón más que una
herida, una sola, la que en él haya abierto el dardo del divino
amor, para que tenga en nosotros entera y única posesión nuestro
adorado dueño Jesús! ¡Quién, como aquella tan enamorada Teresa de
Jesús, pudiese sentir rasgado el suyo por ardiente serafín, que, a
todo otro amor se lo matase, y sólo para el de Dios lo dejase vivir
y arder y consumirse en encendida llama!
¡Abrid, Señor, el mío y cerradlo a terrenos, afectos
y a humanas sensualidades, indignas de ocupar un sitio que sólo Vos
merecéis y podéis honrar! Por él disteis sangre y alma, para él
padecisteis congojas de muerte, por él os entregasteis sin reserva
alguna a este pobre pecador. Derecho tenéis a que también con
entero desprendimiento se os haga del mismo perfecta donación.
Ayudadme Vos con vuestra gracia y haced por ella que sea yo todo
vuestro, como Vos sois todo mío ahora y por toda la eternidad. Amén.
Medítese, y pídase la gracia particular.
ORACIÓN
Y ACTO DE CONSAGRACIÓN
Rendido
a vuestros pies, ¡oh Jesús mío! ,considerando las inefables
muestras de amor que me habeis dado y las sublimes lecciones que me
enseña de continuo tu adorabilísimo Corazón, os pido humildemente
la gracia de conoceros, amaros y serviros como fiel discípulo
vuestro, para hacerme digno de las mercedes y bendiciones que
generoso concedeis a los que de veras os conocen, aman y sirven.
¡Mira
que soy muy pobre, dulcísimo Jesús, y necesito de Vos como el
mendigo de la limosna que el rico le ha de dar! Mira que soy muy
rudo, oh soberano Maestro, y necesito de tus divinas enseñanzas,
para luz y guía de mi ignorancia! ¡Mira que soy muy débil, oh
poderosísimo amparo de los flacos, y caigo a cada paso, y necesito
apoyarme en Vos para no desfallecer! Sedlo todo para mí, Sagrado
Corazón: socorro de mi miseria, lumbre de mis ojos, báculo de mis
pasos, remedio de mis males, auxilio en toda necesidad. De Ti lo
espera todo mi pobre corazón. Vos lo alentasteis y convidasteis
cuando con tan tiernos acentos, dijisteis repetidas veces en vuestro
Evangelio: Venid a Mí,... Aprended de Mí... Pedid, llamad... A las
puertas de vuestro Corazón vengo pues hoy, y llamo, ypido, y espero.
Del mío os hago, oh Señor, firme, formal y decidida entrega.
Tomadlo Vos, y dame en cambio lo que sabeis me ha de hacer bueno en
la tierra y dichoso en la eternidad. Amén.
Aquí
se rezará tres veces el Padre Nuestro, Ave Maria y Gloria, en
recuerdo de las tres insignias, cruz, corona y herida de la lanza,
con que se apareció el Sagrado Corazón a Santa Margarita María
Alacoque.
BIBLIOGRAFIA
LIBRO: MES DE JUNIO DEDICADO AL SAGRADO CORAZÓN DE JESÚS
D. FÉLIX SARDÁ Y SALVANY, Pbro
Barcelona, 27 de Abril de 1928
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