MES
DE JUNIO
DEDICADO
AL
SAGRADO CORAZÓN
DÍA
VIGÉSIMO SEPTIMO
ACTO
DE CONTRICIÓN
¡Dulcísimo
Corazón de Jesús, que en este Divino Sacramento estais vivo e
inflamado de amor por nosotros!
Aquí
nos tieneis en vuestra presencia, pidiendoos perdón de nuestras
culpas e implorando vuestra misericordia. Nos pesa, ¡oh buen Jesús!,
de haberte ofendido, por ser Vos tan bueno que no mereceis tal
ingratitud. Concedednos luz y gracia para meditar vuestras virtudes y
formar según ellas nuestro pobre corazón. Amén.
DÍA
27
PIDAMOS
AL SAGRADO CORAZÓN,
POR
EL AUMENTO DE ESTA DEVOCIÓN EN NOSOTROS Y EN TODO EL MUNDO
I
¿PODRÍAMOS
dejar olvidada esta súplica entre las muchas que acabamos de dirigir
estos días al Sacratísimo Corazón de Jesús? ¿Podríamos dejar de
interesarnos vivamente en su presencia, para que cada día sea más y
más ardiente en nosotros y en todo el mundo esta devoción? Con esto
ejerceremos en favor de los hombres y por su eterna salvación el más
fecundo apostolado. Mira cómo se esfuerzan los mundanos por propagar
sus ideas; mira cómo sufren por lograr lo que persiguen y cómo se
exponen a diversos contratiempos. ¿Qué podríamos hacer nosotros
para extender algo más el amor a Jesús? ¿Qué hemos hecho hasta
hoy? ¿Qué nos proponemos hacer en adelante? ¿Qué propósitos
pensamos concretar en el ámbito donde nos movemos, entre nuestros
amigos o familias o por lo menos en nosotros mismos?
¡Oh
buen Jesús! Bien quisiera yo extender por todo el mundo, y hacer
conocer a todos los hombres las riquezas de tu Corazón; pero ya que
mis fuerzas son pocas para tan enorme apostolado, te suplico, Jesús
mío, que seas Tú quien a todos se dé a conocer para que crezca
cada día el número de los que te aman y sirven. Sea yo uno de
ellos, Rey de las almas; hazme discípulo fiel, amigo fervoroso de tu
Sagrado Corazón.
Medítese
unos minutos.
II
Grandes
gracias puede estar seguro de recibir del Sagrado Corazón el que de
veras se dedique a propagar entre sus hermanos y a aumentar en sí
mismo esta devoción suya. Oigamos las palabras del Salvador a Santa
Margarita en sus revelaciones: A los que “trabajen, dice, en
extender el culto de mi Sagrado Corazón, les daré abundantemente
las gracias necesarias a su estado, pondré paz en sus familias, les
consolaré en sus penas, seré su amparo en la vida y en la muerte,
bendeciré sus empresas cristianas. A los Religiosos que trabajen en
la conversión de los pecadores, les daré fuerzas con que ablandar y
mover los corazones más endurecidos. Las casas en que se halle
expuesta mi imagen, estarán llenas de mis bendiciones. Los que se
dediquen a dar a conocer mi culto, tendrán su nombre escrito en mi
corazón, y jamás se borrará de él”.
¡Oh
Sagrado Corazón!, a quien atentos hemos acudido a festejar cada día
de este devoto mes! que se cumplan en nosotros, tus amigos, estas tan
consoladoras promesas! Aquí nos tienes para renovarte e1 propósito
de eterna fidelidad y constancia en tu servicio, y en el apostolado
de tu Corazón. Reina en nosotros y en nuestras casas, pueblos y
ciudades; preside todos nuestros proyectos, anima todos nuestros
pensamientos, que se dirijan todos a uno solo: el de promover sin
descanso tu gloria.
¡Oh
dulce Jesús! ¡Dichoso quien así viva en Ti, y en Ti muera! Que
siempre sea tu Corazón nuestro tesoro en vida para que lo sea
también en toda la eternidad, donde juntos te alabemos, gocemos y
poseamos para siempre. Amén.
Medítese,
y pídase la gracia particular.
ORACIÓN
Y ACTO DE CONSAGRACIÓN
Rendido
a vuestros pies, ¡oh Jesús mío! ,considerando las inefables
muestras de amor que me habéis dado y las sublimes lecciones que me
enseña de continuo tu adorabilísimo Corazón, os pido humildemente
la gracia de conoceros, amaros y serviros como fiel discípulo
vuestro, para hacerme digno de las mercedes y bendiciones que
generoso concedéis a los que de veras os conocen, aman y sirven.
¡Mirad
que soy muy pobre, dulcísimo Jesús, y necesito de Vos como el
mendigo de la limosna que el rico le ha de dar! Mira que soy muy
rudo, oh soberano Maestro, y necesito de tus divinas enseñanzas,
para luz y guía de mi ignorancia! ¡Mirad que soy muy débil, oh
poderosísimo amparo de los flacos, y caigo a cada paso, y necesito
apoyarme en Vos para no desfallecer! Sedlo todo para mí, Sagrado
Corazón: socorro de mi miseria, lumbre de mis ojos, báculo de mis
pasos, remedio de mis males, auxilio en toda necesidad. De Ti lo
espera todo mi pobre corazón. Vos lo alentasteis y convidasteis
cuando con tan tiernos acentos, dijisteis repetidas veces en vuestro
Evangelio: Venid a Mí,... Aprended de Mí... Pedid, llamad... A las
puertas de vuestro Corazón vengo pues hoy, y llamo, y pido, y
espero. Del mío os hago, oh Señor, firme, formal y decidida
entrega. Tomadlo Vos, y dame en cambio lo que sabéis me ha de hacer
bueno en la tierra y dichoso en la eternidad. Amén.
Aquí
se rezará tres veces el Padre Nuestro, Ave María y Gloria, en
recuerdo de las tres insignias, cruz, corona y herida de la lanza,
con que se apareció el Sagrado Corazón a Santa Margarita María
Alacoque.
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