MES
DE JUNIO
DEDICADO
AL
SAGRADO CORAZÓN
DÍA
DUODÉCIMO
ACTO
DE CONTRICIÓN
¡Dulcísimo
Corazón de Jesús, que en este Divino Sacramento estás vivo e
inflamado de amor por nosotros!
Aquí
nos tienes en vuestra presencia, pidiendo perdón de nuestras culpas
e implorando vuestra misericordia. Nos pesa, ¡oh buen Jesús!,
haberte ofendido, por ser Vos tan bueno que no mereces tal
ingratitud. Concédenos luz y gracia para meditar tus virtudes y
formar según ellas nuestro pobre corazón. Amén.
DÍA
12
EN
EL SAGRADO CORAZÓN, HALLAREMOS EL MÁS SEGURO MAESTRO
I
CONSIDEREMOS
hoy bajo este punto de vista el Sagrado Corazón de Jesús. A peso de
oro y a costa de largos viajes buscan los hombres para sí,
aventajados maestros, y tienen por gran honor y gran dicha hacerse
discípulos suyos y aprender de sus labios ciencias humanas. A menos
costa y con menos fatiga podemos nosotros encontrar en el Sagrado
Corazón de Jesús el más seguro maestro.
Dos
clases de lecciones nos da este Divino Preceptor: unas exteriores,
por medio de la voz de la Iglesia; otras interiores, por medio de su
secreta inspiración. ¿Y qué enseña? Grandes verdades, máximas de
vida eterna, consejos de salvación, prudencia toda celestial.
Adoctrinados por ese Maestro Divino, se han visto en la Iglesia de
Dios, hombres y mujeres sin letras, admirar y confundir a los sabios,
y dejar a los venideros, monumentos de profunda ciencia interior, no
adquirida en las escuelas, sino en el trato y familiaridad con este
Sagrado Corazón.
¡Oh
Maestro de verdad! ¡Oh libro siempre abierto para quien desea
penetrar sus secretos! ¡Oh cátedra santa, donde ni Moisés ni los
profetas, ni los filósofos, sino el mismo Dios dicta lecciones de
verdad a los discípulos de su Corazón!
Abre,
Señor, el mío, para que reciba dócil tan divinas enseñanzas, y
las siga y las practique con toda fidelidad.
Medítese
unos minutos.
II
¿A
quién has escuchado hasta hoy, alma mía? A maestros de seductoras
palabras que te han guiado por caminos de perdición.
Han
sido tus maestros: el mundo con sus necias máximas, las pasiones con
su maligna sugestión, la vanidad, el amor propio, la ira y demás
apetitos desordenados. Estas lecciones he escuchado, Jesús mío, y
estas me han hecho permanecer sordo a los suaves consejos de tu ley.
Habla ahora, Señor; habla, Divino Maestro, que tu fiel discípulo te
escucha. Habla a lo íntimo de mi corazón desde las profundidades
del tuyo; que oiga yo tu dulce voz, y aprenda de ella los secretos de
la vida eterna, que nadie más me puede enseñar. Sordo quiero ser en
adelante a todos los que hasta hoy me han seducido o engañado.
¡Oh
Maestro Divino! ¡Admíteme en la escuela de tu Corazón, de donde
han salido tantos y tan aprovechados discípulos! Soy ignorante como
un niño, hazte cargo de mi ignorancia, compadécete de mi cortedad.
No quiero por maestro más que a Ti: enséñame, Maestro mío, a
hacer siempre tu santa voluntad.
Medítese,
y pídase la gracia particular.
ORACIÓN
Y ACTO DE CONSAGRACIÓN
Rendido
a tus pies, ¡oh Jesús mío! ,considerando las inefables muestras de
amor que me has dado y las sublimes lecciones que me enseña de
continuo tu adorabilísimo Corazón, te pido humildemente la gracia
de conocerte, amarte y servirte como fiel discípulo tuyo, para
hacerme digno de las gracias y bendiciones que generoso concedes a
los que de veras te conocen, aman y sirven.
¡Mira
que soy muy pobre, dulcísimo Jesús, y necesito de Ti como el
mendigo de la limosna que el rico le ha de dar! Mira que soy muy
ignorante, oh soberano Maestro, y necesito de tus divinas enseñanzas,
para luz y guía de mi ignorancia! ¡Mira que soy muy frágil, oh
poderosísimo amparo de los débiles, y caigo a cada paso, y necesito
apoyarme en Ti para no desfallecer! Sé todo para mí, Sagrado
Corazón: socorro de mi miseria, luz de mis ojos, báculo de mis
pasos, remedio de mis males, auxilio en toda necesidad. De Ti lo
espera todo mi pobre corazón. Tú lo alentaste y convidaste cuando
con tan tiernas palabras, dijiste repetidas veces en tu Evangelio:
Venid a Mí,... Aprended de Mí... Pedid, llamad... A las puertas de
tu Corazón vengo pues hoy, y llamo, y pido, y espero. Del mío te
hago, oh Señor, firme, formal y decidida entrega. Tómalo, y dame en
cambio lo que sabes me ha de hacer bueno en la tierra y dichoso en la
eternidad. Amén.
Aquí
se rezará tres veces el Padre Nuestro, Ave Maria y Gloria, en
recuerdo de las tres insignias, cruz, corona y herida de la lanza,
con que se apareció el Sagrado Corazón a Santa Margarita María
Alacoque.
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