viernes, 10 de junio de 2016

MES DE JUNIO DEDICADO AL SAGRADO CORAZÓN DÍA UNDÉCIMO

MES DE JUNIO
DEDICADO
AL SAGRADO CORAZÓN
DÍA UNDÉCIMO
ACTO DE CONTRICIÓN


¡Dulcísimo Corazón de Jesús, que en este Divino Sacramento estás vivo e inflamado de amor por nosotros!
Aquí nos tienes en vuestra presencia, pidiendo perdón de nuestras culpas e implorando vuestra misericordia. Nos pesa, ¡oh buen Jesús!, haberte ofendido, por ser Vos tan bueno que no mereces tal ingratitud. Concédenos luz y gracia para meditar tus virtudes y formar según ellas nuestro pobre corazón. Amén.
DÍA 11
EN EL SAGRADO CORAZÓN, HALLAREMOS EL MÁS FIEL AMIGO
I
ES la amistad una de las más apremiantes exigencias y a la vez una de las más dulces satisfacciones del corazón humano. Nuestro corazón necesita comunicarse a otro; así en sus alegrías como en sus tristezas; y esta comunicación afectuosa se llama amistad.


¿Quieres una amistad verdadera? Ten por amigo al Sagrado Corazón de Jesús. A ningún otro corazón podemos arrimarnos con más cierta seguridad de ser correspondidos. Es amigo constante que no abandona, si no es primeramente abandonado. No es como los amigos del mundo, que sólo te sirven tal vez en la prosperidad, y que te olvidan en la aflicción. La amistad del Corazón de Jesús es firme para los que le aman, hasta la muerte y más allá de la muerte.
Él velará como fiel amigo junto a tu lecho de agonía, y será tu fiador en presencia del Supremo Juez. Busquemos, pues, esta amistad única, que no puede resultar mentirosa. Sí, Jesús mío, admíteme en el número de los amigos de tu Corazón.
Medítese unos minutos.
II
Muchos amigos has tenido, alma mía, en este mundo, o muchos por lo menos se te han llamado tales. ¿Lo han sido de veras? ¡Ah! ¡que nunca lo han sido para ti como promete serlo el Corazón de Jesús!
Los amigos del mundo encubren muchas veces, bajo halagüeñas palabras, la frialdad o quizás las miras interesadas. Son inconstantes, mudables, egoístas. Los más firmes no pueden resistir a la separación forzosa que impone la muerte. ¿Quién fiará su corazón a tan vanas amistades?
No así, Tú, dulcísimo Jesús, amor mío, amigo mío; y no obstante, ¡cuán pocos son tus amigos! ¡El mundo tiene concurridos a todas horas sus centros de disipación y de maldades, y Tú encuentras apenas quien alrededor del Sagrario te haga amorosa compañía!
Quiero ser de estos pocos ¡oh Divino Jesús! para hacerme digno así de tu amistad. Quiero darte frecuente conversación, ya que tus delicias mayores son tenerlas con nuestras almas. ¡Oh mi Jesús! ¡Oh mi Dios! ¡Oh mi amigo! Seamos los dos amigos para siempre, y no se acabe nunca, ni con la vida, tan dulce amistad.
Medítese, y pídase la gracia particular.


ORACIÓN Y ACTO DE CONSAGRACIÓN
Rendido a tus pies, ¡oh Jesús mío! ,considerando las inefables muestras de amor que me has dado y las sublimes lecciones que me enseña de continuo tu adorabilísimo Corazón, te pido humildemente la gracia de conocerte, amarte y servirte como fiel discípulo tuyo, para hacerme digno de las gracias y bendiciones que generoso concedes a los que de veras te conocen, aman y sirven.
¡Mira que soy muy pobre, dulcísimo Jesús, y necesito de Ti como el mendigo de la limosna que el rico le ha de dar! Mira que soy muy ignorante, oh soberano Maestro, y necesito de tus divinas enseñanzas, para luz y guía de mi ignorancia! ¡Mira que soy muy frágil, oh poderosísimo amparo de los débiles, y caigo a cada paso, y necesito apoyarme en Ti para no desfallecer! Sé todo para mí, Sagrado Corazón: socorro de mi miseria, luz de mis ojos, báculo de mis pasos, remedio de mis males, auxilio en toda necesidad. De Ti lo espera todo mi pobre corazón. Tú lo alentaste y convidaste cuando con tan tiernas palabras, dijiste repetidas veces en tu Evangelio: Venid a Mí,... Aprended de Mí... Pedid, llamad... A las puertas de tu Corazón vengo pues hoy, y llamo, y pido, y espero. Del mío te hago, oh Señor, firme, formal y decidida entrega. Tómalo, y dame en cambio lo que sabes me ha de hacer bueno en la tierra y dichoso en la eternidad. Amén.
Aquí se rezará tres veces el Padre Nuestro, Ave Maria y Gloria, en recuerdo de las tres insignias, cruz, corona y herida de la lanza, con que se apareció el Sagrado Corazón a Santa Margarita María Alacoque.













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