MES
DE JUNIO
DEDICADO
AL
SAGRADO CORAZÓN
DÍA
DÉCIMOCUARTO
ACTO
DE CONTRICIÓN
¡Dulcísimo
Corazón de Jesús, que en este Divino Sacramento estás vivo e
inflamado de amor por nosotros!
Aquí
nos tienes en vuestra presencia, pidiendo perdón de nuestras culpas
e implorando vuestra misericordia. Nos pesa, ¡oh buen Jesús!,
haberte ofendido, por ser Vos tan bueno que no mereces tal
ingratitud. Concédenos luz y gracia para meditar tus virtudes y
formar según ellas nuestro pobre corazón. Amén.
DÍA
14
EN
EL SAGRADO CORAZÓN, HALLAREMOS LA MÁS FIRME ESPERANZA
I
VANAS
son las esperanzas del mundo y desgraciado quien fía en ellas. Pasa
la juventud, se cambia la fortuna, caen las ilusiones, se entibia la
amistad; nada, en una palabra, queda en pie de cuanto parece algunas
veces halagar al hombre en su breve paso sobre la tierra.
Y
sin embargo, el pobre corazón humano necesita algo firme y
permanente a que arrimarse, para no caer en los horrores de la
desesperación. ¿En qué podrá, pues, fijar su esperanza? ¡Ah!
Todo se pasa, ha dicho Santa Teresa de Jesús, todo se pasa, es
verdad;. pero Dios no se muda. He aquí, pues, el centro fijo en que
podemos colocar nuestras esperanzas los que deseamos colocarlas en
algo seguro e inmutable.
¡Oh
Corazón Divino de mi amadísimo Jesús! ¡Todo se escapa y
desaparece a nuestro amor, dejándonos vacíos y desolados! Sólo Tú
permaneces eternamente como faro de luz y norte resplandeciente para
el corazón que te ama. ¡Que me falte todo, Dios mío, pero que no
me faltes Tú! ¡En Ti pongo mi esperanza, y no seré nunca
defraudado.
Medítese
unos minutos.
II
¡Oh
vida humana llena cada día de tantos y tan crueles desengaños! ¡Oh
alma mía, que en tantos objetos has querido cifrar tu felicidad, sin
que hayan logrado calmar tus ansias! ¡Oh pobre mortal! que eres como
hoja seca que el viento arremolina y agita, buscando en todo la dicha
y no hallándola en ninguna de las cosas creadas!
¡Fíjate
aquí y detente! Ahonda aquí tus raíces en el amor de tu buen
Jesús, único que puede calmar tu amoroso anhelo, único que no
defraudará tus esperanzas. Pobre barquillo, siempre llevado acá y
allá por las olas, y siempre con el abismo bajo los pies temiendo el
naufragio! Echa aquí tus anclas si quieres hallar puerto seguro,
donde algo puedas reposar y rehacerte de las fatigas de tu azarosa
navegación. ¡Paloma cansada de volar por todas partes, sin hallar
donde fijar los pies! Éntrate por la abertura de esa Arca, que te
espera para ofrecerte asilo seguro contra todas las borrascas.
¡Corazón
de Jesús! Sé todo para mí, pues de Ti lo espera todo mi afligido
corazón. Promesas seductoras del siglo, que, tantas veces han
engañado mi alma, yo las miro por lo que son, polvo, nada. ¿Qué
puede prometerse quien pone sus esperanzas en el polvo y en la nada?
¡Oh
Dios de cielos y tierra! ¡Qué sosegado descanso alcanza el que todo
lo espera de Ti y nada fuera de Ti!
Medítese,
y pídase la gracia particular.
ORACIÓN
Y ACTO DE CONSAGRACIÓN
Rendido
a tus pies, ¡oh Jesús mío! ,considerando las inefables muestras de
amor que me has dado y las sublimes lecciones que me enseña de
continuo tu adorabilísimo Corazón, te pido humildemente la gracia
de conocerte, amarte y servirte como fiel discípulo tuyo, para
hacerme digno de las gracias y bendiciones que generoso concedes a
los que de veras te conocen, aman y sirven.
¡Mira
que soy muy pobre, dulcísimo Jesús, y necesito de Ti como el
mendigo de la limosna que el rico le ha de dar! Mira que soy muy
ignorante, oh soberano Maestro, y necesito de tus divinas enseñanzas,
para luz y guía de mi ignorancia! ¡Mira que soy muy frágil, oh
poderosísimo amparo de los débiles, y caigo a cada paso, y necesito
apoyarme en Ti para no desfallecer! Sé todo para mí, Sagrado
Corazón: socorro de mi miseria, luz de mis ojos, báculo de mis
pasos, remedio de mis males, auxilio en toda necesidad. De Ti lo
espera todo mi pobre corazón. Tú lo alentaste y convidaste cuando
con tan tiernas palabras, dijiste repetidas veces en tu Evangelio:
Venid a Mí,... Aprended de Mí... Pedid, llamad... A las puertas de
tu Corazón vengo pues hoy, y llamo, y pido, y espero. Del mío te
hago, oh Señor, firme, formal y decidida entrega. Tómalo, y dame en
cambio lo que sabes me ha de hacer bueno en la tierra y dichoso en la
eternidad. Amén.
Aquí
se rezará tres veces el Padre Nuestro, Ave Maria y Gloria, en
recuerdo de las tres insignias, cruz, corona y herida de la lanza,
con que se apareció el Sagrado Corazón a Santa Margarita María
Alacoque.
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