MES
DE JUNIO
DEDICADO
AL
SAGRADO CORAZÓN
DÍA
TRES
ACTO
DE CONTRICIÓN
¡Dulcísimo
Corazón de Jesús, que en este Divino Sacramento estás vivo e
inflamado de amor por nosotros!
Aquí
nos tienes en vuestra presencia, pidiendo perdón de nuestras culpas
e implorando vuestra misericordia. Nos pesa, ¡oh buen Jesús!,
haberte ofendido, por ser Vos tan bueno que no mereces tal
ingratitud. Concédenos luz y gracia para meditar tus virtudes y
formar según ellas nuestro pobre corazón. Amén.
DÍA
3
EL
SAGRADO CORAZÓN, MODELO DE OBEDIENCIA
I
EL
Sagrado Corazón de Jesús es modelo de la más perfecta obediencia.
Para dar el mayor y más fino ejemplo de ella, baja el Verbo a este
valle de lágrimas, y toda su vida mortal puede compendiarse en esta
sola palabra: obedecer. Es Rey de los cielos, y obedece. Es Dueño de
todo lo creado, y obedece. Es árbitro poderoso de cuanto existe, y
no obstante obedece.
¿Y,
a quién obedece? Además de la obediencia de continuo prestada al
Padre celestial, los demás a quienes obedeció fueron siempre
criaturas suyas, y por tanto infinitamente inferiores a Él. Le
mandaba María, le mandaba José, le mandaba el juez impío, le
mandaban los verdugos. Y a todos obedecía. Hoy mismo, en este
augusto Sacramento obedece a la voz de sus ministros, a quienes ha
dado en cierto modo la facultad de mandarle colocarse en nuestros
altares.
¡Oh
confusión de mi orgullosa independencia! El gusano vil no gusta sino
mandar y hacer su propia voluntad, cuando Dios mismo le da el ejemplo
de tan rendida obediencia! Avergüénzate aquí, corazón mío, y
aprende del Sagrado Corazón tan excelente virtud.
Medítese
unos minutos.
II
¡Oh
Señor! Si toda tu vida fue obedecer, la mía, infeliz y desdichada,
fue siempre continua desobediencia. Soy un miserable esclavo que
nunca ha sabido más que rebelarse contra tu suavísima voluntad. Mi
rey ha sido mi gusto, mi regla los vanos antojos de mi veleidoso
corazón. Obedecías Vos, y yo insolente pretendía elevarme con el
mando. Te hacíais Vos esclavo, y yo quise darme en todo, aires de
señor.
En
mi corazón he levantado tronos y altares; pero no han sido para Vos,
sino para dar culto en ellos a mis ambiciosas pretensiones, a mi
insensata arrogancia. ¿Qué freno hubo que me contuviese? ¿Qué
valla me pusiste que yo no saltase? ¿Qué precepto me dictaste que
yo no rompiese?
¡Oh
siervo rebelde, digno del más infame castigo! ¡Oh mal esclavo,
merecedor de la cárcel perpetua! ¡Oh hijo porfiado, indigno de la
herencia de tan buen padre! Pero, perdóname, Jesús mío; perdona al
extraviado, que sumiso ya y lloroso vuelve a Dios. Manda, Señor, que
a mí me toca obedecer. Prometo desde hoy a tu ley, a tus
inspiraciones, a tus ministros, a mis superiores, formal, perpetua y
decidida obediencia.
Medítese,
y pídase la gracia particular.
ORACIÓN
Y ACTO DE CONSAGRACIÓN
Rendido
a tus pies, ¡oh Jesús mío! ,considerando las inefables muestras de
amor que me has dado y las sublimes lecciones que me enseña de
continuo tu adorabilísimo Corazón, te pido humildemente la gracia
de conocerte, amarte y servirte como fiel discípulo tuyo, para
hacerme digno de las gracias y bendiciones que generoso concedes a
los que de veras te conocen, aman y sirven.
¡Mira
que soy muy pobre, dulcísimo Jesús, y necesito de Ti como el
mendigo de la limosna que el rico le ha de dar! Mira que soy muy
ignorante, oh soberano Maestro, y necesito de tus divinas enseñanzas,
para luz y guía de mi ignorancia! ¡Mira que soy muy frágil, oh
poderosísimo amparo de los débiles, y caigo a cada paso, y necesito
apoyarme en Ti para no desfallecer! Sé todo para mí, Sagrado
Corazón: socorro de mi miseria, luz de mis ojos, báculo de mis
pasos, remedio de mis males, auxilio en toda necesidad. De Ti lo
espera todo mi pobre corazón. Tú lo alentaste y convidaste cuando
con tan tiernas palabras, dijiste repetidas veces en tu Evangelio:
Venid a Mí,... Aprended de Mí... Pedid, llamad... A las puertas de
tu Corazón vengo pues hoy, y llamo, y pido, y espero. Del mío te
hago, oh Señor, firme, formal y decidida entrega. Tómalo, y dame en
cambio lo que sabes me ha de hacer bueno en la tierra y dichoso en la
eternidad. Amén.
Aquí
se rezará tres veces el Padre Nuestro, Ave Maria y Gloria, en
recuerdo de las tres insignias, cruz, corona y herida de la lanza,
con que se apareció el Sagrado Corazón a Santa Margarita María
Alacoque.
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