San
Alfonso María de Ligorio
MOTIVOS DE CONFIANZA
EN LA ENCARNACION DEL VERBO
Quomodo
non etiam cum illo omnia nobis donavit?
¿Cómo
no justamente con El nos dará de gracia todas las cosas?
LA
ENCARNACIÓN, BARTOLOMÉ ESTEBAN MURILLO.
I.
Considera, alma mía, cómo el Eterno Padre, dándonos a su querido
Hijo por redentor, no podía facilitarnos motivos más poderosos de
confianza en su misericordia ni mas fuertes para amar su infinita
bondad, ya que no podía patentizarnos prueba más evidente del deseo
que tiene de nuestro bien y del amor inmenso que nos tiene, pues
dándonos su Hijo, no tiene ya más que darnos.
¡Oh
Dios eterno, que todos los hombres alaben vuestra infinita caridad!
II.
Habiéndonos Dios dado a su Hijo, a quien ama tanto como a sí mismo,
¿cómo habríamos de temer, dice el Apóstol, que nos rehusara
cualquier gracia que le pidiéramos? El Dios que nos dio a Su Hijo,
no nos negara el perdón de las ofensas que le hubiéramos hecho si
las detestamos sinceramente; no os negara la gracia de resistir a las
tentaciones cuando se lo pedimos; no nos negara el santo amor cuando
lo deseamos; no nos negara, finalmente, el paraíso, con tal de que
no nos hagamos indignos de él por el pecado. Jesús mismo
nos lo asegura en estos términos: Si alguna cosa pidiereis al Padre,
os la concederá en nombre mío.
Apoyado,
por tanto, en esta promesa, Dios mío, os pido que por amor de
vuestro Hijo Jesús me perdonéis cuanto os injurie. Dadme la santa
perseverancia en vuestra gracia hasta la muerte. Dadme vuestra santo
amor, que me desprenda de todo para amar sólo a vuestra infinita
bondad. Dadme el paraíso, para que llegue a amaros allí con todas
mis fuerzas y para siempre, sin temor de dejaros ya de amar.
III.
Asegúranos, por fin, el Apóstol que, poseyendo a Jesucristo, tan
ricos somos de todo bien, que no nos falta gracia alguna.
Si,
Jesús mío, vos sois todo bien, vos solo me bastáis y por vos solo
suspiro. Si en lo pasado os he alejado de mi por el pecado, me
arrepiento ahora de ello con todo mi corazón. Perdonadme y volved a
mí, Señor y si ya estáis conmigo, como lo espero, no os apartéis
mas de mi, mejor diré, no permitáis que yo os vuelva a arrojar de
mi alma. Jesús mío, Jesús mío, mi tesoro, mi amor, mi todo, os
amo, os amo, os amo y quiero amaros siempre.- ¡Oh María, esperanza
mía, haced que siempre ame a Jesús!
No hay comentarios.:
Publicar un comentario