jueves, 1 de octubre de 2015

DEL CREDO ARTÍCULOS V Y VI

INSTRUCCIÓN RELIGIOSA


EL CRISTIANISMO
SUS DOGMAS, ORACIONES,
MANDAMIENTOS Y SACRAMENTOS
***
PRIMERA PARTE

LO QUE SE HA DE CREER


EL CREDO

ARTÍCULO V

DESCENDIÓ A LOS INFIERNOS, AL TERCER DÍA
RESUCITÓ DE ENTRE LOS MUERTOS.


Descendió a los infiernos: significa que al morir Jesús, su alma santa fue al Limbo de los justos o seno de Abrahán.
El Limbo de los justos es el lugar donde iban las almas de los justos que murieron antes que Jesucristo.
Jesús fue a buscar aquellas almas santas para llevarlas consigo al Cielo.
Ningún hombre podía entrar en el Cielo antes que Jesucristo.
Jesús no fue al infierno de los condenados.

Jesús al tercer día después de su muerte, resucitó glorioso y triunfante para nunca más morir.
La resurrección tuvo lugar al alba del domingo.
Jesús estuvo resucitado cuarenta días sobre la tierra.
Confirmó en la fe a sus discípulos, a quienes se apareció muchas veces, hablándoles del Reino de Dios.


ARTÍCULO VI

SUBIÓ A LOS CIELOS Y ESTA SENTADO A LA
DIESTRA DE DIOS PADRE TODOPODEROSO.

Jesús subió a los cielos cuarenta días después de su Resurrección.


La Ascensión a los Cielos se efectuó en el monte Olivete en presencia de María Santísima y de los discípulos.

Está sentado a la diestra de Dios Padre todopoderoso: significa que Jesús tiene igual gloria que el Padre en cuanto Dios, y más que ningún otro ser creado en cuanto hombre.
Jesús subió al Cielo:

1º- Para tomar posesión del reino que conquistó con su muerte.

2º- Para prepararnos tronos de gloria.

3º- Para ser nuestro Medianero y Abogado delante del Padre Eterno.

Diez días después que Jesús subió a los cielos, envió al Espíritu Santo sobre los Apóstoles, en figura de lenguas de fuego.


El Espíritu Santo cambió a los Apóstoles de hombres ignorantes en sapientísimos, y de imperfectos en llenos de santidad.
Los Apóstoles predicaron el Evangelio en todas partes, confirmando el Señor su doctrina con milagros.
Sellaron con su sangre la doctrina que predicaron.
Jesús como Dios, está en todas partes.

Como hombre, está solamente en el Cielo y en el Santísimo Sacramento del Altar.


















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