jueves, 1 de octubre de 2015

DEL CREDO ARTÍCULO IV

INSTRUCCIÓN RELIGIOSA


EL CRISTIANISMO
SUS DOGMAS, ORACIONES,
MANDAMIENTOS Y SACRAMENTOS
***
PRIMERA PARTE

LO QUE SE HA DE CREER


EL CREDO

ARTÍCULO IV

PADECIÓ DEBAJO DEL PODER DE PONCIO PILATO,
FUE CRUCIFICADO, MUERTO Y SEPULTADO.


Jesús por todas partes donde pasaba hacía el bien.
No obstante, tenía grandes enemigos.
Como hay ahora, había entonces tres clases de gente: buenos, malos no obstinados y malos obstinados.
Los buenos amaban a Jesús.
Los malos no obstinados, al oír su divina palabra, se convertían.
Pero los malos obstinados aborrecían mucho a Jesús y querían darle muerte.
En una ocasión los judíos tomaron piedras para arrojarlas contra Jesús, quien les dijo:
Muchas obras buenas os he hecho; ¿por cuál de ellas me queréis matar?
Varias veces trataron de quitar la vida a Jesús, y Él desaparecía.
Mas llegó el momento en que Jesús permitió le tomasen preso.


Jesús fue azotado, coronado de espinas y clavado en la cruz.
Poncio Pilato fue el juez malvado que dictó la sentencia de muerte contra Jesús.
Él conocía que Jesús era inocente; no obstante, para complacer a los judíos, pronunció la más injusta de las sentencias.
Jesús fue clavado en la Cruz al mediodía y murió a las tres de la tarde, el Viernes antes de Pascua.

Jesús murió en la Cruz para salvarnos.


Al morir Jesús, el sol se oscureció, la tierra tembló, las piedras se partieron y muchos cuerpos de santos, que habían muerto, resucitaron.
Jesús padeció y murió realmente como hombre.
Como Dios, no podía padecer ni morir.
Jesús desde la Cruz nos enseñó a aborrecer el pecado y su causa.
La causa del pecado es el amor desordenado a los honores, riquezas y placeres.
No necesitaba Jesús sufrir tanto para salvarnos.


Cualquier acto de Jesús era de un valor infinito y era suficiente para salvar al mundo entero y aún a mil mundos.
Jesús quiso sufrir tanto para que comprendiéramos:

1º- Cuán grave mal es el pecado;

2º- El amor inmenso que nos tiene;

3º- Cuánto vale nuestra alma, pues para salvarla quiso Jesús derramar toda su sangre y dar su vida en medio de los más atroces tormentos.

Cada uno debe pensar: Jesús ha muerto para salvarme a mí. ¿Qué no debo hacer yo para corresponder al amor de Jesús y salvar mi alma?
Jesús murió para salvar a todos los hombres; pero de tal manera murió por todos, como si muriera por uno solo.
Como la luz del sol lo mismo aprovecha a todos que a uno solo.

Los méritos de la pasión y muerte de Jesucristo no aprovechan a todos, porque muchos no hacen lo necesario para la aplicación de estos méritos.

Dice San Agustín: El que te crió sin ti, no te salvará sin ti; esto es, sin tu cooperación.


















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