Eterno
Dios, que por tu inagotable Providencia das a tu Iglesia en cada
momento el Pastor más conveniente a sus supremos intereses, por la
memoria del que fue Padre celosísimo y eficaz para la propagación
de nuestra Fe y para el bien de toda la humanidad, San Pío X, te
rogamos nos induzcas cada día más a tener fidelidad absoluta a las
enseñanzas del Pontificado y, siguiendo la consigna del ilustre
Santo, sea norma de nuestra vida instaurarlo todo en Cristo, para
lograr así la paz del mundo y asegurar nuestra perseverancia final.
Te
pedimos de un modo especial, ¡oh Dios misericordioso!, imprimas en
nuestros corazones un profundo amor y devoción al Santísimo
Sacramento del Altar, para que siendo fieles devotos de quien mereció
ser designado como el Papa
de la Eucaristía,
no pase día sin que acompañemos a Jesús en la soledad de su
Sagrario, para merecer recibirlo con la mayor frecuencia posible
durante nuestra vida y especialmente, en la hora de nuestra muerte.
Te suplicamos, además, nos alcances el favor que pedimos en esta
Novena si ha de ser para tu mayor honra y gloria.
Interponemos
como intercesores a nuestras súplicas, a tan Santo Pontífice, a
todos nuestros Patrones y Abogados y de un modo especial, a la Virgen
Santísima, cuya protección, por medio del Santo Rosario, quiso San
Pío X fuera la que asegurara la salvación del mundo.
En
honor del Santísimo Sacramento, del que tan ejemplar devoto fue San
Pío X, rezaremos un
Padrenuestro, Avemaría y Gloria,
rogando por las intenciones del Sumo Pontífice y por las necesidades
de la Iglesia, con el propósito de ganar las indulgencias
concedidas.
ORACIÓN – DÍA QUINTOGlorioso San Pío X, que manteniendo las genuinas tradiciones de la Iglesia, supiste modernizar en cuanto era preciso su consuetudinario derecho, infunde por tu intercesión a todos un profundo respeto y sumisión a todas sus disposiciones e intercede, para que en todo momento, la interpretación de sus preceptos sea la más conveniente a los intereses de la Cristiandad, a la pureza de costumbres y a la perseverancia de todos los fieles.Alcanza del Todopoderoso que los inmejorables principios del derecho canónico influyan en las legislaciones de todos los Estados, para que en todos ellos rijan las normas de estricta justicia y caridad que inspiraron siempre sus instituciones y que establecieron en el mundo el respeto que merece el hombre por ser hecho a imagen y semejanza de Dios. Amén.San Pío X cura a una religiosa, enferma desde hacía quince añosLa superiora de un colegio de la India inglesa, padecía una grave enfermedad de estómago, para cuya curación habían fracasado todos los remedios. Las niñas, el día de su Primera Comunión, en enero de 1914, se dirigieron al Santo Padre pidiendo la curación de su amada religiosa.La enferma iba empeorando por falta de nutrición. Cayó pronto en un estado de postración tan extrema, que en la noche del 7 de febrero siguiente, ante el temor de que muriese, le fue administrada la Extremaunción.Al día siguiente llegaba para las Hermanas de Belgaum el siguiente telegrama:«Roma 7 de febrero de 1914. – Padre Santo concede con gusto bendición Apostólica solicitada – Cardenal Merry de Val».Le mostraron el telegrama a la enferma. En aquel momento estaba sola. Las hermanas se hallaban en el refectorio. Lo leyó y llena de fe intentó levantarse; se vistió y se sentó en una silla.Cuando las hermanas la vieron levantada no querían creer lo que veían sus ojos. Les dijo que quería comer y quedaron asombradas. Unas querían que comiese, otras se oponían diciendo que era mejor esperar unos días. La enferma cortó toda vacilación. Quería comer enseguida. Entre las dudas de unas y la fe de otras comió sopa, pan y carne. Desde aquel día volvió a ocupar su lugar en el refectorio. Llena de vigor y de vida, volvió a su trabajo.
LOA
(para
todos los días)
En la
recepción de la Sagrada Comunión halló siempre el combustible que
mantuvo ígneo el fuego de la caridad en su corazón, haciendo se
despojara de todo, para entregarse a sus prójimos en una suprema
superación de humildad y renunciamiento.
V.
Ruega por nosotros, San Pío X.
R.
Para que seamos dignos de alcanzar las promesas de Nuestro Señor
Jesucristo.
¡Oh
Dios!, que infundiste en el corazón de San Pío X un profundo
sentimiento de caridad y amor a nuestros semejantes, haz que a
imitación suya aprendamos a ejercerla, no solamente con nuestras
limosnas sino con nuestra total entrega a los necesitados, para que
seamos dignos de gozar de la compañía del Santo Pontífice en tu
Divina Presencia en la gloría, por los siglos de los siglos. Amén.
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