lunes, 12 de octubre de 2015

VIDA DE LA BIENAVENTURADA MARGARITA MARÍA VII

Día 7

Los milagros eran también frecuentes en la vida de la Bienaventurada. Muchas veces Nuestro Señor se complació en curarla súbitamente o en aumentar sus padecimientos ordinarios, según que la Superiora mandaba a la humilde religiosa pidiese la salud o la enfermedad, por prueba de la autenticidad de las revelaciones que ella le confiaba.
En todo tiempo Margarita María había tenido la más compasiva caridad hacia las almas del Purgatorio. Así es que estas pobres almas recurrían frecuentemente a sus méritos y oraciones, previniéndole ante Nuestro Señor que así lo quería. Entonces la sierva de Dios se sentía rodeada de algunas de “sus buenas amigas pacientes” para cuyo alivio redoblaba la misma Providencia con grande intensidad sus propios sufrimientos físicos y morales. Muchos secretos de la otra vida, fueron revelados a Margarita María por estas prisioneras de la Divina Justicia. Por lo demás, las cosas futuras le eran descubiertas, y muchas veces, según el movimiento que le inspiraba el Espíritu de Dios, predijo los acontecimientos venideros. El Padre de la Còlombiere por el aviso que ella le dio en un simple billetito en estos términos: “Él me ha dicho que quiere el sacrificio de vuestra vida aquí”, se guardó bien de salir de Paray, según había pensado, y deseaban aquellos que querían favorecer el restablecimiento de su salud enviándole a respirar el aire natal. El santo religioso exhaló, pués, su último suspiro en el mismo Paray-le-Monial, el 15 de Febrero de 1682. Algunas horas después de su muerte, la Bienaventurada tuvo revelación de la gloria que gozaba en el Cielo, teniéndolo desde entonces, por un poderoso intercesor cerca del Corazón Sacratísimo de Jesús.


Mientras más adelantaba en Santidad Margarita María, más la perseguía, con sus furiosos dardos, el demonio. Desesperado de no haber podido encadenar esta alma bajo su yugo infernal, quería vengarse en su cuerpo, y al efecto, durante mucho tiempo suscitó mil vejaciones a la Sierva de Dios, haciéndola inhábil para todas las ocupaciones y que se le cayesen y rompiesen los objetos que llevaba, o bien le quitaba furtivamente la silla donde se sentaba, tirándola al suelo de repente hasta tres veces seguidas. Un día llegó su malicia a precipitarla desde lo alto de una escalera; pero allí, debió declararse vencido, pues Margarita María se levantó sin haber sufrido el menor daño. Su ángel custodio la protegió, así como un segundo ángel, escogido entre los Serafines, al cual había cometido Nuestro Señor el cuidado especial de su bienaventurada discípula. Gozaba siempre de la presencia sensible de este celestial protector, y teniendo el honor de hablar familiarmente.


Llegó, por fin, el día en que la devoción al Sagrado Corazón iba a salir de la sombra misteriosa que le rodeaba todavía. El noviciado del Monasterio de Paray había sido predestinado de toda la eternidad para ser la tierra privilegiada que viese este santo desarrollo.
La Bienaventurada acababa de ser nombrada maestra de las novicias ( Enero de 1685). Desde sus primeras enseñanzas a aquellas almas inocentes, no había dejado de hablarles del Corazón Sagrado de Nuestro Señor. Encantada del modo con que acogían sus instrucciones, la fervorosa directora cobró ánimo, y cuando llegó el tiempo en que debían felicitarle su día ( 20 de Julio) rogó a las novicias hiciesen al Corazón de Jesús todos los pequeños obsequios que tenían intención de darle a ella misma. Un transporte lleno de la más ingenua y tierna piedad respondió a este llamamiento. Se dibujó una imagen del Sagrado Corazón ( las antiguas memorias dicen que esta primera imagen fue dibujada con tinta) y todo el día se pasó en alabanzas y bendiciones dadas al Corazón humildísimo y dulcísimo de Jesús por este pequeño y selecto rebañito.
Un año más, y la Comunidad entera iba a postrarse delante del Sagrado Corazón, cediendo a la invitación de la venerable Hermana María Magdalena de Escures, columna de observancia y hasta entonces una de las más opuestas a esta bendita devoción. Esta segunda victoria del Sagrado Corazón se obró el 21 de Junio de 1686, viernes después de la octava del Santísimo Sacramento.
El entusiasmo fue tan pronto y universal en todos los espíritus y en todos los corazones que, el mismo día, se decidió erigir una capilla al Sagrado Corazón en una extremidad del cercado del Monasterio.

















No hay comentarios.:

Publicar un comentario