Quinta
Decena
Sexta parte
De
cómo debe rezarse el Rosario
41a
Rosa
116)
No es la duración, sino el fervor de nuestras oraciones lo que
agrada a Dios y le gana el corazón. Una sola avemaría bien dicha
tiene más mérito que ciento cincuenta mal dichas. C asi todos los
católicos rezan el Rosario, al menos una parte o algunas decenas de
avemarías. ¿Por qué, pues, hay tan pocos que se enmienden de sus
pecados y adelanten en la virtud, sino porque no hacen las oraciones
como es debido?
117)
Veamos, pues, el modo de rezar para agradar a Dios y hacernos santos.
En principo, es preciso que la persona que reza el Santo Rosario se
halle en estado de gracia o al menos resuelta a salir del pecado,
pues la teología nos enseña que las oraciones y buenas obras hechas
en pecado mortal son obras muertas que no pueden ser agradables a
Dios ni merecer la vida eterna. En este sentido está escrito: "Non
est speciosa laus in ore peccatoris" (1).
Ni
la alabanza, ni la salutación angélica, ni aun al oración enseñada
por Jesucristo son agradables a Dios cuando salen de la boca de un
pecador impenitente:
"Populus
hic labiis me honorat, cor autem eorum longe est a me"
(2).
Esas
personas que ingresan en mis cofradías, dice Jesucristo, y rezan
todos los días el Rosario o una parte de él sin contrición alguna
de sus pecados, me honran con los labios, pero su corazón está muy
lejos de mí.
He
dicho "o al menos resuelta a salir del pecado": 1) Porque
si fuera necesario estar absolutamente en gracia de Dios para hacer
oraciones que le fuesen agradables, se seguiría que los que están
en pecado mortal no deberían rezar, a pesar de que tienen más
necesidad de ello que los justos; y por tanto, no debería
aconsejarse
nunca a un pecador que rezase el Rosario, ni una parte de él, porque
le sería inútil, lo cual es un error condenado por la Iglesia. 2)
Porque si con voluntad de permanecer en el pecado y sin intención
alguna de salir de él se inscribiese en una cofradía de la
Santísima Virgen, o rezase el Rosario, o una parte de él, u otra
oración, se haría del número de los falsos devotos de la Santísima
Virgen y de los devotos presuntuosos e impenitentes que bajo el manto
de la Santísima Virgen, con el escapulario sobre su cuerpo y el
Rosario en la mano, gritan: "¡Santa y bondadosa Virgen, Dios te
salve, María!" y no obstante crucifican y desgarran cruelmente
a Jesucristo con sus pecados y caen para su desgracia de las más
santas cofradías de la Santísima Virgen a las llamas del infierno.
118)
Aconsejamos el Santo Rosario a todos: a los justos, para perseverar y
crecer en gracia de Dios, y a los pecadores, para salir de sus
pecados. Pero no agrada ni puede agradar a Dios que exhortemos a un
pecador a hacer del manto de protección de la Santísima Virgen un
manto de condenación para ocultar sus crímenes y cambiar el
Rosario, que es el remedio de todos los males, en veneno mortal y
funesto. "Corruptio optimi pessima."
Es
necesario ser ángel de pureza, dice el sabio Car denal Hugo, para
acercarse a la Santísima Virgen y rezar la salutación angélica.
Ella hizo que un impúdico que rezaba, por regla gen eral
diariamente, el Rosario pudiera ver hermosos frutos en un vaso
manchado de inmundicias; y como se sintiera él horrorizado, le dijo
la Señora: "He ahí como me sirves: me presentas rosas
bellísimas en un vaso sucio y corrompido. Juzga si pueden resultarme
agradables."
42a
Rosa
119)
No basta para rezar bien expresar nuestra súpl ica con la más
hermosa de las oraciones, que es el Rosario, sino que es preciso
hacerlo con gran atención, porque Dios oye la voz del corazón más
bien que la de la boca. Orar con distracciones voluntarias sería
gran irreverencia que haría nuestros Rosarios infructuosos y nos
llenaría de pecados. ¿Cómo osaremos pedir a Dios que nos oiga, si
no nos oímos nosotros mismos y si mientras suplicamos a esta
imponente majestad, ante quien todo tiembla, nos distraemos
voluntariamente a correr tras de una mariposa? Es alejar de uno la
bendición de este gran Señor, convirtiéndola en la maldición
lanzadacontra los que hacen la obra de Dios con negligencia:
"Maledictus qui facit opus Dei neglegenter" (3).
120)
Cierto que no se puede rezar el Rosario sin tener alguna distracción
involuntaria, y aun es difícil decir un avemaría sin que la
imaginación siempre inquieta quite algo de la atención; pero sí se
puede rezar sin distracciones voluntarias, y para disminuir las
involuntarias y fijar la atención, deben ponerse todos los medios.
A
tal efecto, poneos en la presencia de Dios, creed que Dios y su
Santísima Madre os miran, que vuestro ángel de la g uarda está a
vuestra derecha y recoge vuestras avemarías como otras tantas rosas,
si son bien rezadas, para hacer una corona a Jesús y María, y que,
por el contrario, el demonio está a vuestra izquierda y
merodea
alrededor para devorar vuestras avemarías y anotarlas en su libro de
muerte, cuando no son dichas con atención, devoción y modestia.
Sobre todo, no dejéis de ofrecer los decenarios en honor de los
misterios y de representaros en la imaginación a Nuestro Señor y a
su Santísima Madre en el misterio que consideréis.
121)
Se lee en la vida del Beato Hermann, de la Orden de los
Premonstratenses, que cuando rezaba el Rosario con atención y
devoción, meditando sus misterios, se le aparecía la Santísima
Virgen radiante de luz, de hermosura y de majestad. Pero después se
le enfrió la devoción y rezaba el Rosario de prisa y sin atención;
se le apareció entonces con la cara arrugada, triste y desagradable.
Como el Beato Hermann se sorprendiera de tal cambio, díjole la
Santísima Virgen: "Me presento a tus ojos como estoy en tu
alma, pues tú me tratas solamente como una persona vil y
despreciable. ¿Qué fue de aquellos tiempos en que me saludabas con
respeto y atención, meditando mis misterios y admirando mis
grandezas?"
43a
Rosa
122)
Así como no existe oración más meritoria para el alma y más
gloriosa para Jesús y María que el Rosario bien rez ado, no hay
tampoco ninguna oración más difícil de rezar bien y perseverar en
ella,
particularmente por las distracciones que vienen como naturalmente de
la frecuente repetición de la misma súplica.
Cuando
se reza el oficio de la Virgen Santísima, los siete salmos o
cualquier otra oración que no sea el Rosario, el cambio o diversidad
de términos de que se componen tales oraciones detiene la
imaginación y recrea el espíritu, dando al alma, consiguientemente,
facilidad para rezarlas bien. Pero en el Rosario, como son siempre
los mismos padrenuestros y avemarías y combinados de igual modo es
bien difícil no cansarse, no dormirse y no dejarlo para seguir otros
rezos más recreativos y menos molestos . Esto es lo que hace que se
necesite infinitamente más devoción para perseverar en el rezo del
Santo Rosario que en ninguna otra oración, aunque sea ésta el
salterio de David.
123)
Y aumentan esta dificultad nuestra imaginación, tan inquieta que ni
un solo momento está en reposo, y la malicia del demonio, tan
infatigable para distraernos e impedir nuestra oración. ¿Qué no
hará contra nosotros este espíritu malo, mientras n osotros rezamos
el Rosario contra él? Acrecienta nuestra natural languidez y nuestra
negligencia. Antes de la oración aumenta el hastío, las
distracciones y el decaimiento; durante la oración nos asalta por
todas partes, y cuando hemos terminado de orar entre mil trabajos y
distracciones, nos dice: "No has hecho nada meritorio, tu
Rosario nada vale, mejor te fuera trabajar y ocuparte en tus
negocios; pierdes el tiempo en rezar tantas oraciones vocales sin
atención; media hora de meditación o una buena lectura valdría
mucho más. Mañana, que no tendrás tanto sueño, rezarás con más
atención, d eja el resto de tu Rosario para mañana." De este
modo, el diablo, con sus artificios, consigue con frecuencia que se
abandone el Rosario más o menos por completo o siquiera que se
difiera.
124)
No lo creais, amados cofrades del Rosario, y tened valor; pues aunque
durante todo el Rosario haya estado vuestra imaginación llena de
distracciones e ideas extravagantes, si las habéis procurado
desechar lo mejor posible desde el momento en que os apercibisteis de
ello, vuestro Rosario es mucho mejor, porque es más meritorio y
tanto más meritorio cuanto más difí cil; y es tanto más difícil
cuanto resulta naturalmente menos agrad able al alma estar lleno de
las enojosas moscas y hormigas de las distracciones que recorren
nuestra imaginación, a pesar de nuestra voluntad, no dejando así al
alma tiempo para gustar lo que dice y reposar en paz.
125)
Si es preciso que luchéis durante todo el Rosario contra las
distracciones, combatid valientemente con las armas en la mano; es
decir, continuando el Rosario, aunque sin gusto ni consuelo sensible;
es un terrible pero saludable combate para el alma fiel; si rendís
vuestras armas, es decir, si dejáis el Rosar io; estáis vencidos, y
por el momento el demonio, vencedor de vuestra firmeza, os dejará en
paz, y en el día del juicio o s reprochará vuestra pusilanimidad y
infidelidad. "Qui fidelis est in minimo et in majori fidelis
est" (4): El que es fiel en las cosas pequeñas lo será también
en las grandes.
El
que es fiel en rechazar las pequeñas distracciones durante una breve
plegaria será también fiel en las cosas grand es. Nada, en efecto,
más cierto que este principio, pues el Espí ritu Santo es quien lo
ha dicho. Valor, pues, buenos servidores y fieles siervos de
Jesucristo y de la Santísima Virgen, que habéis tomado la
resolución de rezar el Rosario diariamente. Que la multitud de
moscas,
yo llamo así a las distracciones que os hacen la guerra mientras
rezáis, no sea capaz de obligaros indignam ente a dejar la compañía
de Jesús y María en la que estáis al rezar el Rosario. Pondré
después los modos de disminuir las distracciones.
44a
Rosa
126)
Después de invocar al Espíritu Santo para rezar bien el Santo
Rosario, poneos un momento en la presencia de Dios y ofreced las
decenas, del modo que veréis más adelante.
Antes
de empezar la decena, deteneos un momento, má s o menos prolongado,
según el tiempo de que dispongáis, para considerar el misterio que
celebréis en la decena, y pedid siempre, por ese misterio y por la
intercesión de la Santísima Virgen, una de las virtudes que más
sobresalgan en el misterio o aquél la de que os encontréis más
necesitados.
Tened
cuidado, sobre todo, con las dos faltas que ordinariamente cometen
todos los que rezan el Santo Rosario.
La
primera es no formar intención alguna al rezar el Rosario, de manera
que si les preguntáis por qué lo rezan, no s abrían responderos.
Por eso debéis tener siempre presente al rezar el
Rosario
alguna gracia que pedir, alguna virtud que deseáis practicar o algún
pecado de que queréis veros libres.
La
segunda falta que comúnmente se comete al rezar el Rosario es no
tener otra intención, después de empezado, si no es la de acabarlo
pronto. Esto proviene de considerar el Rosario como algo oneroso, que
pesa mucho cuando no se ha rezado, sobre todo si se ha hecho ya de
ello así como un deber de conciencia o cuando se nos ha impuesto por
penitencia o como a nuestro pesar.
127)
Da compasión el ver cómo reza el Rosario la mayor parte de las
gentes; lo dicen con precipitación vertiginosa y aun omiten parte de
las palabras. No osarían cumplimentar de tal modo al último de los
hombres, y no obstante se llega a creer que Jesús y María estarán
con ello muy honrados...
Después
de esto, ¿cabe asombrarse si las más santas oraciones de la
Religión Cristiana quedan casi sin fruto alguno; y si después de
rezar mil y diez mil Rosarios no es uno más santo?
Detén,
querido cofrade del Rosario, tu precipitación natural al rezarlo y
haz algunas pausas en medio del padrenuestro y del avemaría, y una
pausa más breve después de las pala bras del padrenuestro y del
avemaría que señalo aquí con una cruz.
Padre
Nuestro, que estás en el cielo + santificado sea tu nombre + venga a
nosotros tu reino + hágase tu voluntad + en la tierra como en el
cielo +.
Danos
hoy + nuestro pan de cada día + perdona nuestras ofensas + como
también nosotros perdonamos a los que nos ofenden + no nos dejes
caer en la tentación +y líbranos del mal. Amén +.
Dios
te salve, María, llena eres de gracia + el Señor es contigo +
bendita tú eres entre todas las mujeres + y bendito es el fruto de
tu vientre, Jesús +.
Santa
María, Madre de Dios + ruega por nosotros, pecadores, ahora + y en
la hora de nuestra muerte. Amén +.
Te
costará trabajo al principio hacer estas paradas por la mala
costumbre contraída de rezar precipitadamente, pero un decenario
dicho con pausa te será más meritorio que miles de Rosarios sin
detención, sin reflexionar.
128)
El Beato Alano de la Roche y otros autores, entre ellos Belarmino,
cuentan que un buen sacerdote aconsejó a tres hermanas, penitentes
suyas, que rezasen diaria y devotamente el Rosario, durante un año,
sin faltar ningún día, para tejer un hermoso vestido de gloria a la
Santísima Virgen; y que éste era un secreto que el cielo le había
comunicado. Las tres hermanas lo hicieron así durante un año, y el
día de la Purificación, al atardecer, cuando ya estaban retiradas,
entró en su habitación la Santísima Virgen, acompañada de Santa
Catalina y de Santa Inés, llevando la Santísima Virgen un vestido
resplandeciente de luz, sobre el cual se leía, escrito por todas
partes con caracteres de oro: "Ave Maria
gratia
plena." La Santísima Virgen aproximóse a la cama de la
primogénita y le dijo: "Yo te saludo, hija mía, que tan bien y
tan frecuentemente me saludaste. Vengo a agradecerte los hermosos
vestidos que me hiciste."
Diéronle
también las gracias las dos santas vírgenes que la acompañaban y
las tres desaparecieron.
Una
hora después, la Santísima Virgen volvió con sus dos compañeras a
la misma habitación, vestida con un traje verde, pero sin oro y sin
luminosidad, se acercó al lecho de la segunda hermana y le dio
gracias por el traje que le había hecho rezando su Rosario; pero
como ella había visto a la Santísima Virgen aparecerse a su hermana
mayor con mucha mayor brillantez, pidióle la razón de ello. "Es
-respondió María- que me hizo mejor vestido, rezando el Rosario
mejor que tú."
Una
hora más tarde, aproximadamente, aparecióse la Santísima Virgen
por tercera vez a la más joven de las herman as, vestida con un
harapo sucio y roto, diciéndole:
"¡Oh
hija mía!, así me vestiste; yo te lo agradezco."
La
joven, cubierta de confusión, exclamó: "¡Oh Señora mía!
Perdón os pido por haberos vestido tan mal, dadme tiempo para
haceros un hermoso traje rezando bien el Rosario." Desaparecida
la visión, contó la afligida joven a su confesor cuánto le había
ocurrido, y éste la animó a rezar durante un año el Rosario con
más perfección que nunca, cosa que ella hizo. Al cabo del año, el
mismo día de la Purificación, la Santísima Virgen, también
acompañada de Santa Catalina y Santa Inés, que llevaban coronas, y
vestida con hermosísimo traje, se les apareció al atardecer y les
dijo: "Estad
seguras,
hijas mías, del reino de los cielos, donde entraréis mañana con
gran alegría." A lo que respondieron las tres: "Preparado
está nuestro corazón, amadísima Señora, nuestro corazón está
preparado." La visión desapareció. Aquella misma noche se
sintieron enfermas, llamaron a su confesor, recibieron los últimos
sacramentos y dieron las gracias a su director por la santa práctica
que les había enseñado. Después de Completas se lesapareció de
nuevo la Santísima Virgen acompañada de un gran número de
vírgenes, e hizo vestirse con túnicas blancas a las tres hermanas,
que, luego de esto, fueron al cielo, mientras cantaban los ángeles:
"Venid, esposas de Jesucristo, recibid las coronas que os están
preparadas desde la eternidad."
Aprended
de esta historia varias verdades: 1) cuán importante es tener buenos
directores que inspiren santas práctic as de piedad y
particularmente el Santo Rosario; 2) cuán important e es rezar el
Santo Rosario con atención y devoción; 3) cuán benigna y
misericordiosa es la Santísima Virgen con los que se arrepienten del
pasado y proponen enmendarse; 4) cuán liberal e s en recompensar
durante la vida, en la hora de la muerte y en la eternidad los
pequeños servicios que con fidelidad se le hacen.
45a
Rosa
129)
Añado que es preciso rezar el Santo Rosario con modestia; es decir,
en cuanto se pueda, de rodillas, con las manos juntas y entre ellas
el Rosario. No obstante, en caso de enfermedad puede
rezarse
en la cama; de viaje, puede rezarse caminando, y si por alguna
enfermedad no se puede estar de rodillas, puede rezarse en pie o
sentado. Puede también rezarse trabajando, cuando no es posible
dejar el trabajo, para satisfacer los deberes de la profesión,
porque el trabajo manual no siempre es contrario a la oración vocal.
Confieso
que nuestra alma, por su limitación, cuando está atenta al trabajo
de las manos, lo está menos a las operacion es del espíritu, tales
como la oración; pero, sin embargo, de imponerlo la necesidad, tiene
también su precio esta oración ante la Santísima Virgen, que
recompensa más el buen deseo del corazón que el acto exterior.
130)
Os aconsejo dividir el Rosario en tres partes y tres tiempos
diferentes del día, es preferible dividirlo así a rezarlo todo de
una vez.
Si
no podéis encontrar tiempo suficiente para rezar el tercio seguido,
rezad una decena aquí y la otra allá y pod réis arreglaros de modo
que, a pesar de vuestras ocupaciones y negocios, antes de acostaros,
hayáis rezado el Rosario completo.
Imitad
en eso la fidelidad de San Francisco de Sales, quien, cierto día que
se hallaba muy cansado por las visitas que había hecho, cuando eran
ya muy cerca de las doce de la noche, recordó que le faltaba por
rezar algunas decenas del Rosario, e inmediatamente se puso de
rodillas y las rezó antes de acostarse, a pesar de todas las
respetuosas reconvenciones que su capellán, viéndol e tan cansado,
le hizo para que aplazase hasta la mañana siguiente lo que quedaba
por rezar.
Imitad
la fidelidad, modestia y devoción de aquel santo religioso que,
según refieren las crónicas de San Francisco, tenía por costumbre
rezar un Rosario con mucha devoción y modestia antes de comer, como
más arriba contamos (5).
46a
Rosa
131)
De cuantos modos hay de rezar el Rosario, el más glorioso para Dios
y saludable para el alma, como también el más terrible para el
diablo, es salmodiarlo o rezarlo públicamen te a dos coros.
Dios
se complace en las asambleas. Todos los ángele s y santos reunidos
en el cielo le cantan incesantemente alabanzas. Los justos de la
tierra, reunidos en varias comunidades, le ruegan colectivamente día
y noche. Nuestro Señor aconsejóexpresamente tal práctica a sus
Apóstoles y discípulos, prometiéndoles que cuantas veces se
reuniesen dos o tres en su nombre se encontraría en medio de ellos
(6).
¡Qué
dicha estar en compañía de Jesús! Sin embargo, para poseerle basta
con reunirse a rezar el Rosario. ¡Estar en compañía de Jesucristo!
He ahí la razón por la que los primeros cristianos se reunían tan
a menudo, a despecho de las persecuciones de los emperadores, que les
prohibían congregarse. Preferían exponerse
132)
Este modo de oración es más saludable al alma: 1) Porque el
espíritu está ordinariamente más atento en la oraci ón pública
que en la oración en privado.
2)
Cuando se reza en comunidad, las oraciones de cada individuo se hacen
comunes a toda la asamblea y no forman todas juntas más que una sola
oración; de suerte que si algún pa rticular no reza tan bien, otro
que lo hace mejor compensa su falta; el fuerte sostiene al débil, el
fervoroso enardece al tibio, el rico enriquece al pobre, el malo pasa
entre los buenos. ¿Cómo vender una medida de cizaña?
Basta
mezclarla con cuatro o cinco fanegas de trigo bueno.
-
Una persona que reza el Rosario sola tiene solamente el mérito de un Rosario; pero si lo reza con treinta personas, adquiere el mérito de treinta Rosarios. Tales son las leyes de la oración pública. ¡Qué ganancia! ¡Qué ventaja!
-
Urbano VIII, muy satisfecho de la devoción del Rosario, que se rezaba a dos coros en muchos lugares de Roma, especialmente en el convento de la Minerva, concedió cien días de indulgencia cuantas veces se rezara a dos coros: Toties quoties. Éstos son los términos de su breve que empieza: Ad perpetuam rei memoriam, año 1626. Así que todas las veces que se reza el Rosario en comunidad se ganan cien días de indulgencia.
5)
Esta oración pública es más poderosa para apacig uar la ira de
Dios y alcanzar su misericordia que la oración particular, y la
Iglesia, dirigida por el Espíritu Santo, se sirvió de esa forma de
oración en los tiempos de miserias y calamidades públicas.
El
Papa Gregorio XIII declara en una bula que es forzoso creer
piadosamente que las oraciones públicas y las proce siones de los
cofrades del Santo Rosario habían contribuido mucho a obtener de
Dios la gran victoria que los cristianos ganaron en el golfo de
Lepanto sobre la armada de los turcos el primer domingo de octubre
del año 1571.
133)
Luis el Justo, de feliz memoria, sitiando La Rochela, donde tenían
los herejes revolucionarios sus fuertes, escribía a la Reina, su
madre, para que se hiciesen oraciones públicas p or la prosperidad
de su ejército. La Reina resolvió organizar Rosarios públicos en
la iglesia de los Hermanos Predicadores del barrio de San Honorato de
París, lo que cumplió con el mayor esmero el señor Arzobispo. Se
empezó esta devoción el 20 de mayo de 1628. Asistieron la Reina
Madre y la Reina Regente, así como el Duque de Orleans, los
eminentísimos señores Cardenales de la Rochefoucault y de Berulle,
muchos prelados, toda la corte y una multitud innumerable de pueblo.
El señor Arzobispo leía en alta voz las meditaciones sobre los
misterios del Rosario y empezaba a continuación el padrenuestro y el
avemaría de cada decena, que los religiosos y asistentes
contestaban. Después del Rosario, llevaban en procesión la imagen
de la Santísima Virgen, cantando sus letanías.
Continuóse
esta devoción todos los sábados con admirable fervor y bendición
evidente del cielo, pues el Rey triunfó sobre los ingleses en la
isla de Re y entró victoriosamente en La Rochela el día de Todos
los Santos del mismo año; lo que demuestra la fuerza de la oración
pública.
134)
En fin, el Rosario rezado en comunidad es mucho más terrible para el
demonio, pues se constituye por tal medio un cuerpo de ejército para
atacarle.
Triunfa,
algunas veces con facilidad, de la oración particular, pero si ésta
se une a la de los demás, entonces con gran di ficultad podrá
conseguir su propósito. Es fácil romper una varita, pero si la unís
a otra y hacéis un haz, no podréis romperla. "Vis unita fit
fortior." Los soldados se unen en cuerpo de ejército para
combatir a sus enemigos, los malos se unen con frecuencia para sus
excesos y sus bailes, los mismos demonios se unen para perdernos;
¿por qué, pues, los cristianos no han de unirse para estar en
compañía de Jesucristo, para apaciguar la ira de Dios, para
alcanzar su gracia y su misericordia y para vencer y abatir más
poderosa mente a los demonios?
Amados
cofrades del Rosario, sea que viváis en la c iudad o en el campo,
cerca de la iglesia parroquial o de una capilla, id a ella al menos
todas las tardes y, con permiso del señor rector de dicha parroquia
y en compañía de cuantos lo deseen, rezad el Rosario a dos coros;
haced lo mismo en vuestra casa o en la de un particular cualquiera
del pueblo, si no tenéis la comodidad de la iglesia o capilla.
135)
Es una santa práctica que Dios, por su miseric ordia, estableció en
los lugares en que di misiones, para conservar y aumentar el fruto e
impedir el pecado. En esas villas y aldeas, antes de establecer el
Rosario, sólo bailes, excesos, disolución, inmodestias, juramentos,
querellas y divisiones se veían; únicam ente se escuchaban
canciones deshonestas y palabras de doble sentido. Al presente no se
oyen más que los cánticos y la salmo dia del padrenuestro y el
avemaría, sólo se ven santas compañías de veinte, treinta, cien y
más personas que cantan com o religiosos alabanzas a Dios en una
hora determinada.
Hay
también lugares en que diariamente se reza el Rosario en comunidad
en tres tiempos del día. ¡Qué bendición del cielo! Como por todas
partes hay réprobos, no dudéis de que hay en los lugares donde
vivís algunos malos que desdeñarán de venir a vuestro Rosario, que
os ridiculizarán quizás y aun harán cu anto puedan, con sus malas
palabras y ejemplos, para impediros continuar este santo ejercicio;
pero resistid. Como tales desgraciados han de estar para siempre
separados de Dios y de su paraíso en el infierno, es preciso que
aquí anticipadamente, en la tierra, se separen de Jesucristo y de
sus servidores y siervas.
47a
Rosa
136)
Separaos de los malos, pueblo de Dios, almas predestinadas, y para
escapar y salvaros de en medio de los que se condenan por su
impiedad, indevoción y ociosidad, decidíos, sin perdida de tiempo,
a rezar con frecuencia el Santo Rosario, con fe, con humildad, con
confianza y con perseverancia.
Quien
piense seriamente en el mandato de Jesucristo de que oremos siempre,
en su ejemplo, en las inmensas necesidades que tenemos de la oración
a causa de nuestras tinieblas, ignorancias y debilidades y de la
multitud de nuestros enemigos, no se contentará, ciertamente, con
rezar el Rosario una v ez al año, según ordena la Cofradía del
Rosario perpetuo, ni todas las semanas, como la del Rosario ordinario
prescribe, sino que lo rezará todos los días, sin faltar uno, como
la Cofradía del Rosario cotidiano señala, aunque no tenga otra
obligación que la de salvarse.
Oportet,
es necesario, semper orare, orar siempre, et non deficere (7), no
cesar de orar.
137)
Son éstas palabras eternas de Jesucristo, que es forzoso creer y
practicar, bajo pena de condenación. Explicadlas como queráis, con
tal que no las expliquéis a la moda, a fin de no practicarlas a la
moda. Jesucristo nos dio su verdadera explicación en los ejemplos
que nos ha dejado: "Exemplum dedi vobis, ut quemadmodum ego
feci, ita et vos faciatis" (8). "Erat pernoctans in
oratione Dei"
(9).
Como si el día no le bastase, empleaba la noche en la oración.
Con
frecuencia repetía a sus Apóstoles estas dos palabras: "Vigilate
et orate" (10).
Velad
y orad. La carne es débil, la tentación próxima y continua. Si no
oráis siempre, caeréis. Como quiera que creyeron que lo que Nuestro
Señor les decía era sólo de consejo, interpretaron estas palabras
a la moda y por eso cayeron en la tentación y en el pecado, aun
estando en compañía de Jesucristo.
138)
Si quieres vivir, amado cofrade, a la moda y condenarte a la moda; es
decir, si transiges con caer de vez en cuando en pecado mortal,
pensando confesarte después, si evitas los pecados groseros y
escandalosos y conservas las apariencias de la hombría de bien, no
son necesarias tantas oraciones, ni que reces tantos Rosarios; una
pequeña oración por la mañana y poral tarde, unos cuantos Rosarios
que te sean impuestos en penitencia y algunas decenas de avemarías
cuando te vinieren en gana, son bastante para aparecer ante el mundo
como cristiano. Si hicieras menos, te acercarías al libertinaje; si
hicieras más, te apro ximarías a la excepción, a la gazmoñería.
139)
Pero si, como verdadero cristiano que desea de veras salvarse y
caminar por el sendero de los santos, quieres no caer de ningún modo
en pecado mortal, romper todas las ligaduras y apagar todos los
dardos encendidos del diablo, es necesario que reces siempre como
enseñó Jesucristo.
Por
tanto, es necesario, al menos, que reces diariamente el Rosario u
otras oraciones equivalentes.
Y
repito "al menos" porque ése será el fruto que co
nseguirás rezando el Rosario todos los días: evitar todos los
pecados mortales y vencer todas las tentaciones, en medio de los
torrentes de iniquidad del mundo, que arrastran con frecuencia a los
más seguros; en medio de las espesas tinieblas, que ciegan con
frecuencia a los más iluminados, en medio de los es píritus
malignos, que, más diestros que nunca y con menos t iempo para
tentar, lo hacen con mayor habilidad y éxito.
¡Oh,
qué maravilla de la gracia del Santo Rosario! ¡Poder escapar del
mundo, del demonio y de la carne y salvarte para el cielo!
140)
Si no queréis creer lo que os digo creed en vuestra propia
experiencia. Yo os pregunto si cuando sólo hacíais un poco de
oración, como se hace en el mundo y del modo que ordinariamente se
hace, podíais evitar faltas graves y grandes pecados que por vuestra
ceguera os parecían pequeños. Abrid, pues, los ojos, y para vivir y
morir santamente, sin pecados, al menos mortales, orad siempre, rezad
todos los días el Rosario, como lo hacían en otro tiempo los
cofrades al establecerse la Cofradía. La Santísima Virgen, al
dárselo a Santo Domingo, le ordenó que lo rezase e hiciera rezar
todos los días; y el Santo no recibía en la Cofradía a ninguno
como no estuviera resuelto a rezarlo diariamente. Si, ahora, no se
exige, en la Cofradía del Rosario ordinario, más que un
Rosario
por semana, es porque el fervor se ha apagado y se ha enfriado la
caridad. De aquí se deduce que puede decirse de quien reza poco:
"Non fuit ab initio sic" (11).
Es
preciso también advertir tres cosas.
141)
La primera, que si deseáis inscribiros en la C ofradía del Rosario
cotidiano y participar de las oraciones y méritos de los que están
en ella, no basta con ser inscrito en la Cofr adía del Rosario
ordinario o tomar solamente la resolución de rezar el Rosario todos
los días; es preciso además dar vuestro nombre a lo s que tienen
potestad para inscribiros; y es conveniente confesar y comulgar en la
ocasión de ser recibidos cofrades por esta intención. La razón de
la mencionada advertencia consiste en que el Rosario ordinario no
envuelve el cotidiano, pero el Rosario cotidiano implica el
ordinario.
Lo
segundo que debe tenerse en cuenta es: que no hay, absolutamente
hablando, ningún pecado, ni aun venia l, en faltar de rezar el
Rosario diario, ni el semanal, ni el anual.
Y
lo tercero, que cuando la enfermedad, obediencia legítima, necesidad
u olvido involuntario son causa de que no podáis rezar el Rosario,
no dejáis por eso de tener su mérito y no perdéis la participación
en los Rosarios de los otros cofrades; y por tanto no es necesario en
absoluto que al día siguiente recéis dos Rosarios para suplir al
que habéis faltado, sin culpa vuestra según yo supongo. Si, no
obstante, la enfermedad os permitiera rezar una parte del Rosario,
debéis rezarla. "Beati qui stant coram te semper." "Beati
qui habitant in domo tua, Domine, in saecula saeculorum laudabunt te"
(12): Bienaventurados, oh Jesús, Señor nuestro, los cofrades del
Rosario
cotidiano, que todos los días están alreded or vuestro y en vuestra
casita de Nazaret alrededor de vuestra cruz sobre el Calvario y
alrededor de vuestro trono en los cielos, para meditar y contemplar
vuestros misterios gozosos, dolorosos y gloriosos. ¡Oh, qué felices
son en la tierra por las gracias especiales que les comunicáis y qué
dichosos serán en el cielo, donde os alabarán de modo especial por
los siglos de los siglos!
142)
Además es preciso rezar el Rosario con fe, seg ún las palabras de
Jesucristo:
"Credite
quia accipietis et fiet vobis" (13): Creed que recibiréis de
Dios lo que le pidáis, y os escuchará. Os dirá: "Si cut
credidisti, fiat tibi" (14). Hágase como has creído. "Si
quis indige t sapientiam, postulet a Deo; postulet autem in fide
nihil haesitans" (15): Si alguno necesita sabiduría, que la
pida a Dios con fe, sin dudar, rezando el Rosario, y se le dará.
143)
Es también necesario rezar con humildad, como el publicano que
estaba con las dos rodillas en tierra, y no con una rodilla en el
aire o sobre un banco, como los mundanos; estaba al fondo de la
iglesia, y no en el santuario, como el fariseo; tenía los ojos bajos
hacia el suelo, sin atreverse a mirar al cielo, y no con la cabeza
levantada, mirando acá y allá, como el fariseo; y g olpeaba su
pecho confesándose pecador y pidiendo perdón: "Propitius esto
mihi peccatori" (16), y no como el fariseo, que se vanagloriaba
de sus buenas obras, despreciando a los demás en sus oraci ones.
Guardaos de la orgullosa oración del fariseo que le volvía más
endurecido
y maldito; imitad, en cambio, la humildad del publicano en su
oración, que le obtuvo la remisión de sus pecados.
Tened
cuidado en no tender a lo extraordinario y de no pedir y desear
conocimientos extraordinarios, visiones, revelaciones y otras gracias
milagrosas que algunas veces se han comunicado a ciertos santos en el
rezo del Rosario. "Sola fides sufficit" (17), la fe sola es
suficiente en la actualidad, puesto que el Evangelio y todas las
devociones y prácticas de piedad son suficientement e establecidas.
No
omitáis jamás la más mínima parte del Rosario en vuestros
desalientos, sequedades y decaimientos interiores; eso sería señal
de orgullo e infidelidad; sino, como bravos campeones de Jesús y
María, sin ver, sentir, ni gustar nada, rezad en medio de toda
vuestra sequedad el padrenuestro y el avemaría, pensando lo mejor
que podáis en los misterios.
No
deseéis los bombones y golosinas de los niños para comer vuestro
pan cotidiano, y para imitar con más perfec ción a Jesucristo en su
agonía, prolongad vuestro Rosario cuando tengáis más trabajo para
rezarlo: "Factus in agonia prolixius orabat" (18); para que
pueda aplicarse a vosotros lo dicho de Jesucristo cuando estaba en la
agonía de la oración: oraba más largamente.
144)
En fin, orad con mucha confianza, fundada en la bondad y liberalidad
infinita de Dios y en las promesas de Jesucristo. Dios es un
manantial de agua viva que afluye al corazón de los que oran.
Jesucristo es el pecho del Padre Eterno, lleno de la leche de la
gracia y de la verdad; el mayor deseo del Padre Eterno con relación
a nosotros es comunicarnos las aguas saludables de su gracia y
misericordia;
y exclama: "Omnes sitientes venite ad aquas" (19): Venid a
beber de mis aguas por la oración; y cuando no se le pide, se
lamenta de que se le abandona: "Me dereliquerunt fontem aquae
vivae" (20). Se proporciona un gran placer a Jesucristo
pidiéndole sus gracias; y mayor satisfacción todavía que procura a
las madres naturales dar a sus hijos el néctar de sus pechos. La
oración es el canal de la gracia de Dios y a modo de pecho maternal
de Jesucristo. Si no se acude a ella como deben hacerlo todos los
hijos de Dios, Jesucristo se queja amorosamente: "Usque modo non
petistis quidquam, petite et accipietis, quaerite et invenietis,
pulsate et aperietur vobis" (21): Hasta ahora nada me habéis
pedido: pedidme y os daré, buscad y encontraréis, llamad a mi
puerta, que yo os la abriré. Y para animarnos más a rogarle con
confianza, empeña su palabra de que el Eterno Padre nos concederá
cuanto le pidamos en su nombre: en el nombre de Jesús.
48a
Rosa
145)
Pero a nuestra confianza unamos en quinto lugar la perseverancia en
la oración. Sólo el que perseveraen pedir, buscar y llamar
recibirá, encontrará y entrará. No basta c on pedir a Dios una
gracia durante un mes, un año, diez años, veinte; no hay que
aburrirse, "et non deficere", es preciso pedir hasta la
muerte y estar resuelto a obtener lo que se pide para la salvación o
a morir, y aun es preciso unir a la muerte la perseverancia en la
oración y la confianza en Dios y decir:
"Etiam
si occiderit me, sperabo in eum" (22): Aun cuando quisiera darme
la muerte, esperaría en Él y de Él lo que pido.
146)
La liberalidad de los ricos y grandes del mundo muéstrase
previniendo por sus beneficios lo que necesitan los demás, aun antes
que se lo pidan; pero Dios, por el contrario, muestra su
magnificencia en hacer buscar durante mucho tiempo y hacer pedir las
gracias que quiere conceder, y cuanto más preci osa es la gracia que
quiere otorgar, más tiempo difiere su concesión:
-
Para aumentarla de ese modo.
-
Para que quien la reciba la tenga en gran estima.
-
Para que tenga cuidado de no perderla después de recibida; porque no se estima mucho lo que en un momento y con poco trabajo se consigue.
Perseverad,
pues, amados cofrades del Rosario, pidiendo a Dios por el Santo
Rosario todas vuestras necesidades espirituales y corporales, y
particularmente, la divina Sabiduría que es un tesoro infinito.
"Thesaurus est infinitus" (23); y tarde o temprano la
obtendréis infaliblemente, con tal que no lo dejéis ni perdáis
ánimos durante vuestra carrera. "Grandis enim tibi restat via"
(24).
Porque
aún os falta mucho camino por recorrer, much os malos tiempos que
atravesar, muchas dificultades que remover, muchos enemigos que
vencer, antes de reunir tesoros bastantes para la
eternidad,
muchos padrenuestros y avemarías para adquirir el paraíso y ganar
la corona hermosísima que espera todo fiel cofrade del Rosario.
"Nemo
accipiat coronam tuam" (25): Cuidad que otro más fiel que vos
en rezar diariamente su Rosario no os la quite. "Coronam tuam":
era vuestra, Dios os la había preparado, era vuestra, y la teníais
casi ganada con vuestros Rosarios bien rezados, y por haberos
detenido en tan hermoso camino, por donde caminabais tan bien,
"currebatis bene" (26), otro que os adelantó, llegó el
primero, otro más diligente y más fiel adquirió y p agó con sus
Rosarios y buenas obras lo preciso para comprar esta corona.
"Quid
vos impedivit?" (27). ¿Quién os ha impedido tener la corona
del Santo Rosario? ¡Ah, los enemigos del Santo Rosario, que son
muchos!
147)
Creedme, solamente alcanzarán esa corona los e sforzados que la
arrebatan violentamente, "violenti rapiunt" (28). No son
estas coronas para los medrosos que temen las burlas y amenazas del
mundo, ni tampoco para los perezosos y holgazanes que rezan el
Rosario con negligencia o a la fuerza o por rutina y con intervalos,
según su fantasía; no son estas coronas para los co bardes que se
descorazonan y deponen las armas cuando ven a todo el infierno
desencadenado contra su Rosario.
Si
queréis, amados cofrades del Rosario, entrar al servicio de Jesús y
María rezando diariamente el Rosario, preparad vuestra alma para la
tentación: "Accedens ad servitutem Dei, praepara animam tuam ad
tentationem" (29). Los herejes, los libertinos, los hombres de
bien
del mundo, los semidevotos y falsos profetas, de acuerdo con vuestra
corrompida naturaleza y el infierno todo, os presentarán terribles
combates para obligaros a abandonar esta práctica.
148)
Para preveniros contra los ataques, no tanto de los herejes y
libertinos declarados como de la "gente buena" -según el
mundo-, y aun de las personas devotas a quien esta práctica n o
agrada, voy a escribiros con sencillez algo de lo que a diario dicen
y piensan:
"Quid
vult seminiverbius ille? Venite, opprimamus eum, contrarius est enim"
(30), etc.: ¿Qué quiere decir este gran rezador de Rosarios? ¿Qué
es lo que musita a horas? ¡Qué holgazanería! No hace otra cosa que
rezar Rosarios, mejor le fuera trabajar, sin divertirse con tantas
santurronerías. ¡Claro que sí! ¡No hay más que rezar el Rosario,
y las alondras caerán tostadas de l cielo! ¡El Rosario nos traerá
algo bueno para cenar! Dice Dios : Ayúdate y te ayudaré, ¿para qué
recargarse con tantas oraciones? "Brevis oratio penetrat
coelos." Bastan un padrenuestro y un avemaría bien dichos. Dios
no nos impuso el Rosario. Es bueno cuando se tiene tiempo, pero no
tendremos menos facilidad de salvarnos por eso. ¡Cuántos santos hay
que no lo rezaron nunca!
Hay
gentes que juzgan a todos por su medida, indiscretos que todo lo
llevan al extremo, hay escrupulosos que encuentran pecado donde no lo
hay y dicen que todos los que no recen el Rosario se condenarán.
Rezar
el Rosario es bueno para mujercillas ignorantes que no saben leer.
¡Rezar el Rosario! ¿No es mejor rezar el Oficio de la Santísima
Virgen o los siete salmos?
¿Hay
nada tan hermoso como esos salmos, dictados por el Espíritu Santo?
¿Os
habéis habituado a rezar el Rosario todos los días? ¡Humo de paja
que poco durará! ¿No sería mejor echarse encim a menos carga y ser
más constante? Vaya, querido amigo, cre edme, haced bien vuestra
oración por la mañana y por la noche, trabajad por Dios durante el
día, Dios no os pide más; si no tuv ieseis, como tenéis, que
ganaros la vida, pudiera pasar que os distrajeseis en rezar el
Rosario; podéis rezarlo los domingos y fiestas a vuestra elección,
pero no en los días laborables; tenéis que trabajar.
¡A
qué un Rosario tan grande como el de las mujeres! Yo los he visto de
una decena, que vale tanto como el de quince decenas. ¡Qué! ¡Llevar
el Rosario en la cintura!, ¡qué gazmoñería!; os aconsejo ponerlo
al cuello como hacen los españoles. Ésos son grandes rezadores de
Rosarios; llevan uno grande en una mano y en la otra un puñal para
dar un golpe traidor. Dejad, dejad esas devociones exteriores, la
verdadera devoción está en el corazón, etc.
149)
Muchas personas hábiles y grandes doctores, pe ro espíritus fuertes
y orgullosos, no os aconsejarán quizá el Sa nto Rosario; os
llevarán más bien a rezar los siete salmos penitenc iales o algunas
otras oraciones. Si algún confesor os puso de penit encia rezar un
Rosario durante quince días o un mes, os basta confesaros con uno
Aun
si consultáis sobre lo mismo a algunas personas de oración de ésas
que hay en el mundo, como no conocen por experiencia la excelencia
del Rosario, no solamente no lo aconsejarán a nadie, sino que
disuadirán de ello a los demás, para aplic arlos a la contemplación
como si el Rosario y la contemplación fuesen incompatibles y como si
tantos santos que fueron devotos del Rosario no hubieran llegado a la
más sublime contem plación.
Vuestros
enemigos domésticos os atacarán tanto más cruelmente cuanto más
unidos estéis con ellos. Quiero decir: l as potencias de vuestra
alma y los sentidos de vuestro cuerpo, las distracciones del
espíritu, el tedio de la voluntad, las sequedades del corazón, los
decaimientos y enfermedades del cuerpo, todo esto, de concierto con
los espíritus malignos que se mezclan con ellos, os gritarán: Deja
tu Rosario, es él quien te da dolor de cabeza; deja tu Rosario, que
no hay obligación ninguna de rezarlo, bajo pena de pecado; al menos
reza sólo una parte, tus penas son una señalde que Dios no quiere
que lo reces, ya lo rezarás mañana que estarás mejor dispuesto,
etc.
150)
En fin, amado hermano, el Rosario cotidiano tiene tantos enemigos,
que considero como uno de los más insigne s favores de Dios la
gracia de perseverar en su devoción hasta la muerte.
Persevera
y tendrás la corona admirable preparada e n el cielo a tu fidelidad:
"Esto fidelis usque ad mortem et dabo tibi coronam" (31).
49a
Rosa
151)
A fin de que, al rezar el Rosario, ganéis las indulgencias
concedidas a los cofrades del Santo Rosario, es conveniente hacer
algunas observaciones sobre las indulgencias.
La
indulgencia, en general, es una remisión o moderación de las penas
temporales debidas por los pecados actuales, por la aplicación de
las satisfacciones sobreabundantes de Jesucristo, de la Santísima
Virgen y de todos los santos, que está n encerradas en los tesoros
de la Iglesia.
La
indulgencia plenaria es una remisión de todas las penas debidas por
el pecado; la no plenaria, como de cien, mil años, más o menos, es
la remisión de tantas penas como hubiéramos podido expiar durante
cien o mil años si hubiéramos hecho duranteese tiempo,
proporcionalmente, las penitencias enumeradas en los antiguos cánones
de la Iglesia. Ahora bien, estos cánones or denaban, para un solo
pecado mortal, siete y algunas veces diez y hasta quince años de
penitencia, de suerte que una persona que hubiera cometido veinte
pecados mortales debía hacer, por lo menos, siete veces veinte años
de penitencia, y así sucesivamente.
152)
Para que los cofrades del Rosario ganen las indulgencias, es preciso:
1) Que estén verdaderamente arrepentidos y que hayan confesado y
comulgado, como dicen las bulas de las indulgencias. 2) Que no tengan
afecto alguno al pecado venial, porque subsistiendo el afecto al
pecado subsiste la culpa, y subsistiendo la culpa no se perdona la
pena. 3) Es preciso que hagan las oraciones y buenas obras que
señalan las bulas. Cuando, según la intención de los Papas, se
puede ganar una indulgencia parcial, por ejemplo, de cien años, sin
ganar la plenaria, no siempre es necesario -para ganar la parcial-
haber confesado y comulgado. Es lo que sucede con las indulgencias
otorgadas al rezo del Santo Rosario, a las procesiones, a los
Rosarios benditos, etc. No despreciéis estas indulgencias.
153)
Flammin y un gran número de autores refieren q ue una distinguida
señorita llamada Alejandra, milagrosamente convertida, e inscrita en
la Cofradía del Rosario por Santo Domingo, se le apareció después
de muerta y le dijo que estaba condenada a setecientos años de
purgatorio por varios pecados que había cometido y hecho cometer a
varios con sus vanidades mundanas, y le rogó que la aliviase e
hiciese que la aliviasen con sus oraciones los cofrades del Rosario;
así lo hizo el Santo. Quince días después se reapareció a Santo
Domingo más brillante que un sol, pues en tan corto tiempo había
sido libertada por las oraciones que los cofrades del Rosario
hicieron por ella. Advirtió también al Santo que venía de parte de
las almas del purgatorio para exhortarle a continuar predicando el
Rosario y hacer de modo que sus parientes las hicieran partícipes de
sus Rosarios, por lo cual ellas les recompensarían abundantemente
cuando llegaran a la gloria.
50a
Rosa
154)
A fin de facilitar el ejercicio del Santo Rosario, he aquí varios
métodos para rezarlo santamente, con la meditación de los misterios
gozosos, dolorosos y gloriosos de Jesús y María. Os detendréis en
el que más os agrade, y aun podéis vosotros mismos formar
particularmente otro, como han hecho muchos santos personajes.
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