MES
DE JUNIO
DEDICADO
AL
SAGRADO CORAZÓN
DÍA
VIGÉSIMO NOVENO
DÍA
29
DEMOS
HOY GRACIAS AL SAGRADO
CORAZÓN
POR LOS BENEFICIOS
RECIBIDOS
EN EL ORDEN DE LA GRACIA
ACTO
DE CONTRICIÓN
¡Dulcísimo
Corazón de Jesús, que en este Divino Sacramento estáis vivo e
inflamado de amor por nosotros!
Aquí
nos tenéis en vuestra presencia, pidiendoos perdón de nuestras
culpas e implorando vuestra misericordia. Nos pesa, ¡oh buen Jesús!,
de haberos ofendido, por ser Vos tan bueno que no merecéis tal
ingratitud. Concedednos luz y gracia para meditar vuestras virtudes y
formar según ellas nuestro pobre corazón. Amén.
I
SI
se ha mostrado pródiga conmigo la mano de Dios en el orden natural,
no se lo ha mostrado menos en el orden de la gracia, o sea, el de los
medios sobrenaturales que me ha concedido por mi justificación y
para mi salvación eterna.
En
el centro de su Iglesia me ha hecho nacer como un hermoso jardín que
riegan caudalosos ríos y fecundan a todas horas abundantes lluvias.
El Bautismo con que me inició en la vida sobrenatural, los demás
Sacramentos con que ella me robustece y sustenta, los santos ejemplos
que para estímulo mío me hace admirar de continuo en derredor, la
voz de sus ministros, la enseñanza de los buenos libros, los
secretos toques con los que ahora despierta, o aviva, o quizá hasta
resucita mi corazón, ¿qué son sino ligera historia de los
admirables beneficios con que me va conduciendo su mano desde la cuna
hasta la eternidad? Si fijo mi consideración en lo que ha sido hasta
aquí mi vida; si me detengo en reflexionar sobre las causas que en
cualquier período de ella han influido en mis determinaciones para
que fuera hoy lo que soy, ¿no encuentro en todos mis pasos que soy
objeto de una tierna y amorosa solicitud de mi buen Dios? Aquella
palabra que me hizo buena impresión, aquella página que me hirió
el alma, aquel ejemplo que me alumbró de repente con vivos
resplandores, ¿quién los disponía y hacía aparecer en mitad de mi
camino, sino la Providencia admirable de mi Dios que velaba por mí,
como madre por el hijo que lleva en brazos?
¡Oh
Sagrado Corazón de Jesús! A Ti debo el manantial de estas gracias
sin medida, que sobre mi alma ha derramado la divina misericordia.
Tuyas son, porque Tú nos las has merecido, y proporcionado, porque
es tuyo el conducto por donde a su vez vuelen al Padre celestial los
afectos de mi pobre corazón.
Medítese
unos minutos.
II
No
hay minuto de mi vida en que no tenga algo que agradecer a la
infinita bondad y misericordia de mi Dios en orden a la gracia. Más
fácil sería contar las estrellas que están el cielo en una noche
serena, o las gotas de rocío que caen en una mañana, que contar las
ilustraciones superiores con que esclarece Dios constantemente la
noche de mi vida, o las gotas de rocío con que ablanda y fecundiza
la aridez de mi corazón. La habitual distracción en que vivo y lo
limitado de mi inteligencia, no me permiten sondear como quisiera
esos misterios de la operación de Dios en mi alma por medio de la
gracia multiforme; conocimiento completo de ella no la tendré sino a
la luz de la gloria en la eternidad. Hoy sólo puedo imperfectamente
rastrearlos; pero aun así, me basta considerar un poco de ellos,
para que me confundan su inconmensurable riqueza, su magnífica
variedad, su poderosa eficacia. El estudio atento de mí mismo en una
sola de mis tentaciones a que haya felizmente resistido, me daría
materia para incesantes alabanzas a Dios. ¡y son tantas en el
decurso del día, del mes, del año, de la vida, son tantas esas
crisis por que ha pasado mi salvación eterna, crisis que ha venido a
resolver a favor mío una ayuda en quien entonces tal vez ni siquiera
pensaba!
La
eternidad misma no me parece bastante para agradecerte dignamente
tales muestras de amor de mi buen Dios. Tú puedes, Sagrado Corazón
de Jesús, llenar totalmente en mi nombre esta obligación sagrada. A
Ti te escojo para que pagues por mí esta deuda de reconocimiento.
Toma Tú, Jesús mío, los ruegos de mi alma y preséntalos al Eterno
Padre en unión del eterno himno de gracias que en gloria suya le
canta tu adorable Corazón.
Medítese,
y pídase la gracia particular.
ORACIÓN
Y ACTO DE CONSAGRACIÓN
Rendido
a vuestros pies, ¡oh Jesús mío! ,considerando las inefables
muestras de amor que me habéis dado y las sublimes lecciones que me
enseña de continuo vuestro adorabilísimo Corazón, os pido
humildemente la gracia de conoceros, amaros y serviros como fiel
discípulo vuestro, para hacerme digno de las mercedes y bendiciones
que generoso concedéis a los que de veras os conocen, aman y sirven.
¡Mirad
que soy muy pobre, dulcísimo Jesús, y necesito de Vos como el
mendigo de la limosna que el rico le ha de dar! Mira que soy muy
rudo, oh soberano Maestro, y necesito de tus divinas enseñanzas,
para luz y guía de mi ignorancia! ¡Mirad que soy muy débil, oh
poderosísimo amparo de los flacos, y caigo a cada paso, y necesito
apoyarme en Vos para no desfallecer! Sedlo todo para mí, Sagrado
Corazón: socorro de mi miseria, lumbre de mis ojos, báculo de mis
pasos, remedio de mis males, auxilio en toda necesidad. De Ti lo
espera todo mi pobre corazón. Vos lo alentasteis y convidasteis
cuando con tan tiernos acentos, dijisteis repetidas veces en vuestro
Evangelio: Venid a Mí,... Aprended de Mí... Pedid, llamad... A las
puertas de vuestro Corazón vengo pues hoy, y llamo, ypido, y espero.
Del mío os hago, oh Señor, firme, formal y decidida entrega.
Tomadlo Vos, y dame en cambio lo que sabéis me ha de hacer bueno en
la tierra y dichoso en la eternidad. Amén.
Aquí
se rezará tres veces el Padre Nuestro, Ave María y Gloria, en
recuerdo de las tres insignias, cruz, corona y herida de la lanza,
con que se apareció el Sagrado Corazón a Santa Margarita María
Alacoque.
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