JESUCRISTO, LA SABIDURÍA
ENCARNADA,
POR
LAS MANOS DE MARÍA
San
Luis María Grignon de Monfort
DÍA
3
Consideración
del Tratado de la Verdadera Devoción
Necesidad
de la Devoción a la Santísima Virgen
Segundo
principio: Dios quiere servirse de María para la santificación de
las almas.
27.
Perfeccionando la gracia a la naturaleza, y perfeccionando la gloria
a la gracia, es cierto que Nuestro Señor es todavía en el cielo tan
Hijo de María cuanto lo era en la tierra y que, por consiguiente, ha
conservado la sumisión y la obediencia del más perfecto de todos
los hijos para con la mejor de todas las madres. Pero hay que
cuidarse de concebir en esta dependencia algún rebajamiento o
imperfección en Jesucristo, pues María, estando infinitamente por
debajo de su Hijo, que es Dios, no le manda como una madre de aquí
abajo mandaría a su hijo que está por debajo de ella. María,
estando toda transformada en Dios por la gracia y la gloria que
transforma a todos los santos en El, no pide, no quiere ni hace nada,
que sea contrario a la eterna e inmutable voluntad de Dios. Cuando se
lee, pues, en los escritos de los santos Bernardo, Bernardino,
Buenaventura, etc., que en el cielo y en la tierra, todo, hasta Dios
mismo, está sometido a la Santísima Virgen (Ver infra,
nº
76), ellos quieren decir que la autoridad que Dios ha tenido a bien
concederle es tan grande, que parece que Ella tiene el mismo poder
que Dios, y que sus ruegos y pedidos son tan poderosos junto a Dios,
que pasan siempre por órdenes cerca de Su Majestad, que nunca
resiste al ruego de su querida Madre, porque Ella es siempre humilde
y conforme a su voluntad. Si Moisés, por la fuerza de su ruego,
detuvo la cólera de Dios sobre los israelitas, de manera tan
poderosa que el Altísimo y Misericordiosísimo Señor, no pudiendo
resistirle, le dijo que le dejase enconlerizarse y castigar a ese
pueblo rebelde, ¿qué debemos pensar, con mayor razón, del ruego de
la humilde María, la digna Madre de Dios, que es mas poderoso ante
Su Majestad que los ruegos e intercesiones de todos los ángeles y
santos del cielo y de la tierra? (San Agustín, Sermo 208, in
Assumpt., n.
12 (inter opera S. Augustini).
28.
María manda en los cielos sobre los ángeles y los bienaventurados.
En recompensa de su profunda humildad, Dios le ha dado el poder y la
comisión de llenar de santos los tronos vacíos de los que, por
orgullo, cayeron los ángeles apóstatas (Per
Mariam ab Hominibus Angelorum chori reintegrantur. S.
Buenaventura (Speculum
B. V., lect.
XI, 6). Tal es la voluntad del Altísimo, que exalta a los humildes
(Luc. I, 52), que el Cielo, la tierra y los infiernos se dobleguen,
de buen o mal grado, a los mandatos de la humilde María (In
nomine tuo omne genu flectatur caelestium, terrestrium et infernorum.
S.
Buenaventura (Psalter.
Majus B. V., Cantic.
Instar Cantici
trium puerorum),
a quien ha hecho Soberana del cielo y de la tierra, generala de sus
ejércitos, tesorera de sus tesoros, dispensadora de sus gracias,
obradora de sus grandes maravillas, reparadora del género humano,
medianera de los hombres, exterminadora de los enemigos de Dios y
fiel compañera de sus grandezas y de sus triunfos.
29.
Dios Padre quiere hacerse hijos por María hasata la consumación del
mundo, y le dice estas palabras: “In
Jacob inhabita”
(Eccli. XXIV, 13) – Habitad en Jacob”, es decir, haced vuestra
morada y residencia en mis hijos y predestinados, figurados por
Jacob, y de ningún modo en los hijos del diablo y réprobos,
figurados por Esaú.
30.
Como en la generación natural y corporal hay un padre y una madre,
asimismo en la generación sobrenatural y espiritual hay un padre que
es Dios y una madre que es María. Todos los verdaderos hijos de Dios
y predestinados tienen a Dios por Padre y a María por Madre; y quien
no tiene a María por Madre no tiene a Dios por Padre. Es por ello
que los réprobos, como los herejes, cismáticos, etc., que odian o
miran con desprecio o indiferencia a la Santísima Virgen, no tienen
a Dios por padre aunque se gloríen de tenerlo, pues si la tuviesen
por Madre, la amaría y honrarían como un verdadero y buen hijo ama
naturalmente y honra a su madre que le ha dado la vida. El signo mas
infalible y mas indubitable para distinguier a un hereje, a un hombre
de mala doctrina, a un réprobo, de un predestinado, es que el hereje
y el réprobo no tienen sino desprecio o indiferencia para la
Santísima Virgen (Quicumque
vult salvus esse, ante omnia opus est ut teneat de María firmam
fidem. S.
Buenvaventura (Psalter,
majus B. V., Symbol,
instar Symboli
Athanasli),
tratando, por sus palabras y ejemplos, de disminuirle el culto y el
amor, abierta u ocultamente, a veces con pretextos especiosos. ¡Ay!
Dios Padre no ha dicho a María que haga su morada en ellos, porque
son Esaúes.
31.
Dios Hijo quiere formarse y, por así decir, encarnarse todos los
día, por su querida Madre, en sus miembros y le dice: “In
Israel haereditare (Eccli,
XXIV, 13) –
Tened
a Israel por herencia”. Es como si dijese: Dios, mi Padre, me ha
dado por herencia todas las naciones de la tierra, todos los hombres
buenos y malos, predestinados y réprobos; Yo conduciré a unos, con
la vara de oro, y, a otros, con la vara de hierro; Yo seré el padre
y el abogado de unos, el justo vengador de los otros, y el juez de
todos; pero en cuanto a Vos, mi querida Madre, Vos no tendréis por
herencia y posesión vuestra sino a los predestinados, figurados por
Israel; y, como buena Madre suya, los daréis a luz, alimentaréis,
educaréis; y, como Soberana suya, los conduciréis, gobernaréis y
defenderéis.
32.
“Un hombre y un hombre ha nacido en Ella, dice el Espíritu Santo:
Homo
et homo natus est in ea” (Ps.
LXXXVI, 5). Según la explicación de algunos Padres (Entre otros,
Orígenes, seguido por S. Buenaventura) el primer hombre que ha
nacido en María es el hombre-Dios, Jesucristo; el segundo es un
hombre puro, hijo de Dios y de María por adopción. Si Jesucristo,
la cabeza de los hombres, ha nacido en Ella, los predestinados, que
son los miembros de esta Cabeza, deben también nacer en Ella por una
consecuencia necesaria (Ver nota 60, punto nº 264). Una misma madre
no da a luz la cabeza sin los miembros, ni los miembros sin la
cabeza: de otro modo sería ello un monstruo de la naturaleza;
asimismo, en el orden de la gracia, la cabeza y los miembros nacen de
una misma Madre; y si un miembro del Cuerpo Mísitico de Jesucristo,
es decir, un predestinado, naciese de otra madre que María que ha
producido la Cabeza, eso no sería un predestinado ni un miembro de
Jesucristo, sino un monstruo en el orden de la gracia.
33.
Además, siendo Jesucristo al presente, tanto como siempre, el fruto
de María, como el Cielo y la tierra lo repiten mil y mil veces todos
los días: “…
y bendito es el fruto de tu vientre, Jesús”,
es cierto que Jesucristo es para cada hombre en particular, que le
posea, tan verdaderamente el fruto y la obra de María, como para
todo el mundo en general; de suerte que, si algún fiel tiene a
Jesucristo formado en su corazón, puede intrépidamente decir:
“¡Gracias mil María! Lo que yo poseo es su efecto y su fruto, y
sin Ella no lo tendría”; y se le puede aplicar, mas verdaderamente
que San Pablo se las aplica a sí mismo, estas palabras: “Quos
iterum parturio donec formetur Christus in vobis” (Gál.
IV, 9). Yo doy a luz todos los días a los hijos de Dios, hasta que
Jesucristo, mi Hijo, sea formado en ellos en la plenitud de su edad”.
San Agustín, sobrepujándose a sí mismo y a todo lo que acabo de
decir, dice que todos los predestinados, para ser conformes a la
imagen del Hijo de Dios, están en este mundo escondidos en el seno
de la Santísima Virgen, donde son guardados, alimentados, mantenidos
y desarrollados por esta buena Madre, hasta que los dé a luz en la
gloria, después de la muerte, que es propiamente el día de su
nacimiento, como la Iglesia llama a la muerte de los justos. ¡Oh
misterio de gracia, desconocido de los réprobos, y poco conocido de
los predestinados!
34.
Dios Espíritu Santo quiere formarse elegidos en Ella y por Ella, y
le dice: In
electis meis mitte radices (Eccli,
XXIV, 13),
echad,
mi bienamada y mi Esposa, las raíces de todas vuestras virtudes en
mis elegidos, a fin de que crezcan de virtudes y de gracia en gracia.
Tanta complacencia he tenido en Vos, cuando vivíais en la tierra en
la práctica de las mas sublimes virtudes, que deseo todavía
encontraros en la tierra, sin cesar de estar en el cielo.
Reproducíos, para este efecto, en mis elegidos: que vea en ellos con
complacencia las raíces de vuestra fe invencible, de vuestra
humildad profunda, de vuestra mortificación universal, de vuestra
oración sublime, de vuestra caridad ardiente, de vuestra esperanza
firme y de todas vuestras virtudes. Vos sois siempre mi Esposa tan
fiel, tan pura y tan fecunda como siempre: que vuestra fe me dé
fieles; que vuestra pureza me dé vírgenes; que vuestra fecundidad
me dé elegidos y templos (Tempum
Dei. Cf.
I. Cor. III, 16; VI, 19, Eph. 11, 22).
35.
Cuando María ha echado sus raíces en un alma, produce en ella
maravillas de gracia que solo Ella puede producir, porque solo Ella
es la Virgen fecunda que jamás ha tenido ni jamás tendrá semejante
en pureza y en fecundidad. María ha producido, con el Espíritu
Santo, lo mas grande que ha sido y será jamás, que es un
Dios-hombre, y Ella producirá, consecuentemente, las mas grandes
cosas que serán en los últimos tiempos. La formación y la
educación de los grandes santos que existirán hacia el fin del
mundo le está reservada; pues no existe fuera de esta Virgen,
singular y milagrosa, quien pueda producir, en unión del Espíritu
Santo, las cosas singulares y extraordinarias.
36.
Cuando el Espíritu Santo, su Esposo, la ha encontrado en un alma,
vuela allí, entra en ella plenamente, se comunica a esa alma tan
abundantemente cuanto ella da lugar a su Esposa; y una de las grandes
razones por qué el Espíritu Santo no hace ahora maravillas
ostensibles en las almas, es porque no encuentra en ellas una
bastante unión con su fiel e indisoluble Esposa. Digo indisolubre
Esposa, porque desde que este Amor sustancial del Padre y del Hijo ha
desposado a María para producir a Jesucristo, cabeza de los
elegidos, y a Jesucristo en los elegidos, no la ha repudiado jamás
porque ha sido siempre fiel y fecunda.
12
DÍAS PRELIMINARES
Empleados
en vaciarse del espíritu del mundo
Prácticas
Espirituales
Quienes
deseen abrazar esta devoción particular emplearán doce días por lo
menos en vaciarse del espíritu del mundo contrario al de Jesucristo
y para ello rezarán las siguientes oraciones:
VEN
ESPÍRITU CREADOR
Ven
Espíritu Creador,
Visita
el alma de los tuyos,
Llena
de suprema gracia
Los
corazones que creaste.
Tú,
llamado: Consolador,
Don
de Dios Altísimo,
Fuente
viva, fuego, caridad,
Y
espiritual unción.
Tú,
regalo de siete dones,
Dedo
de la diestra Paterna,
Tú,
prometido formal del Padre,
Que
enriqueces con elocuencia
Nuestros
labios.
Enciende
luz a los sentidos,
Infunde
amor a los corazones,
Con
tu fuerza perpetua
Sostén
nuestra debilidad.
Arroja
muy lejos al enemigo,
Y
danos pronto la paz;
Ante
nosotros marcha como guía,
Para
que evitemos todo mal.
Sepamos
por Ti del Padre,
Y
conozcamos al Hijo,
Y
a Ti, Espíritu de ambos,
Creamos
en todo tiempo.
¡Gloria
a Dios Padre,
Y
al Hijo, que resucitó de entre
los
muertos,
Y
al Paráclito,
Por
los siglos de los siglos.
Amén
AVE
ESTRELLA DE LA MAR
Ave
estrella de la mar,
Augusta
Madre de Dios,
Permanentemente
Virgen,
Puerta
del cielo, feliz.
Recibiendo
Tú aquel Ave
Por
la boca de Gabriel,
Ciméntanos
en la paz,
Mudando
el nombre de Eva.
Desata
el lazo al culpable,
Muestra
la luz a los ciegos,
Líbranos
de todo mal,
Consíguenos
todo bien.
Que
eres Madre muéstranos;
Reciba
por Ti las preces
Quien,
nacido por nosotros,
Quiso
ser el fruto tuyo.
Virgen
única, sin par,
Entre
todas la más dulce,
Líbranos
de nuestras culpas,
Haz
que seamos mansos, castos.
Concédenos
vida pura,
Vía
segura prepara:
Para
que, viendo a Jesús,
Siempre
juntos nos gocemos.
Se
alabanza a Dios Padre,
Al
sumo Cristo esplendor,
con
el Espíritu Santo,
a
los Tres un solo honor.
Amén.
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