miércoles, 6 de enero de 2016

NOVENA A SAN RAFAEL ARCANGEL - Día II




 DÍA SEGUNDO


Puesto de rodillas delante de la Imagen del Glorioso Arcángel San Rafael, se dará principio a la Novena persignándose y levantando el corazón a Dios, procurando alentar la confianza y avisar la Fe, haciéndose presente con la consideración a toda la Corte Celestial y a la Reina de los Ángeles como especial Abogada nuestra, en cuya presencia con humildad, dolor y arrepentimiento hará de todo corazón un Acto de Contrición y después dirá esto.

ORACIÓN

Glorioso Arcángel San Rafael, Sagrado Príncipe de los siete que asisten en el Trono supremo del mismo Dios, si es para gloria de la Majestad Divina y para honra de vuestra Alteza que yo consiga lo que deseo y pido en esta Novena, alcanzadme esta gracia del Señor, y si no enderezad mi petición y pedid para mí a Dios aquello que más me conviene para mayor gloria suya, vida, salud y provecho de mi alma. Amén.

DEL LIBRO DE TOBÍAS EN LA SAGRADA ESCRITURA

Dios prueba a Tobías
Después de esto, un día festivo del Señor, estando preparada una buena comida en casa de Tobías, dijo éste a su hijo: “Vete y trae acá algunos de nuestra tribu, temerosos de Dios, para que coman con nosotros.” Se fue (el hijo), y cuando volvió, contó cómo uno de los hijos de Israel, que había sido matado, yacía en la plaza. Al instante se levantó (Tobías) de la mesa, y dejada la comida, sin probar bocado, fue adonde estaba el cadáver, cargó con él y lo llevó secretamente a su casa, para darle sepultura cautelosamente, después de puesto el sol. Ocultado el cadáver, comió el pan entre lágrimas y temblando; pues se acordaba de aquellas palabras que el Señor había dicho por el profeta Amós:
“Vuestros días festivos se convertirán en lamentos y luto.”
Puesto ya el sol, fue y le dio sepultura.
Reprendíanle entonces todos sus parientes, diciendo: “Precisamente por esto se dio la orden de quitarte la vida, y apenas escapaste del poder de la muerte; ¿y ahora vas nuevamente a enterrar los cadáveres?” Pero Tobías, temiendo a Dios más qué al rey, robaba los cadáveres de los que habían sido muertos, los escondía en su casa, y a medianoche los enterraba.
Ceguera de Tobías
Un día, después de volver a su casa fatigado de enterrar, se echó junto a la pared, y se adormeció. Mientras dormía, le cayó de un nido de golondrinas estiércol caliente sobre los ojos, y se quedó ciego. El Señor permitió que le sobreviniese esta prueba, para que, como el santo Job, diera a los venideros un ejemplo de paciencia. Pues, como desde su niñez vivió siempre en temor de Dios, guardando sus mandamientos, no se quejó contra Dios por la desgracia de la ceguedad que había venido sobre él; sino que permaneció inquebrantable en el temor de Dios, dándole gracias todos los días de su vida.
Así como los reyes insultaban al santo Job, del mismo modo los parientes y los amigos se burlaban de la conducta de Tobías, diciendo: “¿Dónde está tu esperanza, por la cual hacías limosnas y dabas sepultura a los muertos?” Mas Tobías los reprendía, diciendo: “No habléis de esa manera. Porque nosotros somos hijos de santos y esperamos aquella vida que Dios ha de dar a los que le sirven fielmente.”
Probidad de Tobías
Ana, su mujer, iba todos los días a tejer, y traía el sustento que podía ganar con el trabajo de sus manos; 0y así sucedió que trajo a casa un cabrito que había recibido. Su marido, al oír el balido del cabrito, dijo: “Mirad que no sea acaso hurtado; restituidlo a sus dueños; porque no nos es lícito comer cosa robada, ni siquiera tocarla.” A lo que su mujer, irritada, respondió: “Es evidente que ha fracasado tu esperanza; ahora se ve el fruto de tus limosnas.” Con estas y otras semejantes palabras, lo zahería.

Aquí se rezan tres Padres Nuestros y tres Ave Marías y después se dirá a San Rafael la siguiente

Alentando cuanto se pudiere la confianza, con las palabras que a cada uno le dictare su afecto pedirá a San Rafael el favor especial que desea conseguir y luego para obligar más a Dios pondrá por intercesión a la Reina de los Ángeles diciendo esta

ORACION

Soberana Reina de los Cielos y Señora de todos los nueve Coros Angélicos María Santísima! digna Madre de mi Señor Jesucristo, Templo vivo de la Divinidad, depósito de los tesoros de su gracia, principio de nuestro remedio, restauradora de la general ruina del linaje humano, nuevo gozo de los Santos, gloria de las obras del Altísimo y único instrumento de su omnipotencia. Te confieso por Madre dulcísima de Misericordia, Refugio de los miserables, amparo de los pobres y consuelo de los afligidos y todo lo que en ti por ti, y de ti confiesan los Espíritus Angélicos y de los Santos, todo lo confieso reverente, y lo que en ti y por ti alaban a la Divinidad, y la glorifican, todo lo alabo y glorifico, y por todo te bendigo, magnifico, confieso y creo, por el poder Divino con vida a todos los pobres, desvalidos, ignorantes, pecadores, grandes, pequeños, enfermos, flacos, y a todos los hijos de Adán, de cualquier estado, condición y sexo, Prelados, Príncipes e inferiores, para que vengan por su remedio a su infinita y liberal Providencia, por la intercesión de la que dio carne humana al Verbo Divino, porque sola ella es poderosa para solicitar nuestro remedio y alcanzarle: por tanto, Sagrada Reina de todas las Jerarquías, os pido y suplico en nombre de todas ellas, nos alcancéis de vuestro querido Hijo la exaltación de su Santísimo Nombre en toda la redondez del Mundo, salud espiritual de las almas, la extirpación de las herejías, la ruina del soberbio príncipe de las tinieblas, la universal extensión de la Santa Iglesia, paz y concordia entre los Príncipes Cristianos, para que todos enteramente alabemos al Santísimo Nombre de Jesucristo, a quien sea la gloria por infinitos siglos de los siglos. Amén
















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