viernes, 16 de octubre de 2015

VIDA DE LA BIENAVENTURADA MARGARITA MARÍA IX

DÏA 9

El 22 de julio, fiesta de Santa Magdalena, entró en un retiro interior que duro cuarenta días, para prepararse al gran retiro de la eternidad. No se hizo ilusiones sobre las consecuencias del mal que la atacó nueve días antes de aquel que debía ser el último de su vida.
Así cuando el médico aseguraba que se repondría: “¡Ah! Repetía alegremente, más vale que mienta un seglar que no una religiosa.” En su agonía tuvo momentos de terror, pero también inefables consuelos. Nuestro Señor estaba divinamente celoso de no introducir el alma de su sierva en el Cielo hasta después de haberla purificado completamente en la tierra. El mismo la sostuvo en la lucha suprema, de suerte que Margarita María, experimentó mejor que nadie lo que había escrito mucho tiempo antes de su muerte: “¡Oh! ¡Que dulce es morir después de haber tenido una constante devoción al Corazón de Aquel que debe juzgarnos!”.
Fue el 17 de octubre de 1690, entre las siete y ocho de la noche, cuando la Bienaventurada se abismó para siempre en el Sagrado Corazón de Jesús. Según lo había profetizado, exhaló el último suspiro entre los brazos de sus dos antiguas novicias, hermana Petronila-Rosalía de Farges y hermana Francisca–Rosalía Verchère. Tenía poco más de 43 años.
Apenas hubo expirado, la ciudad de Paray se conmovió; por todas partes decían: “¡Murió la Santa!” Hasta los pequeñitos gritaban: “¡La Santa de las Santas María ha muerto!”

Los despojos mortales de esta Bienaventurada Apóstol del Sagrado Corazón, se colocaron aparte en la sepultura del Monasterio, y desde entonces recurrían sin cesar  a ellos para obtener toda clase de gracias. Se consiguieron muchos milagros por su intercesión. El proceso eclesiástico para introducir la causa de la humilde Visitandina se comenzó en 1715, gracias al celo del Ilmo. Languet, entonces Vicario general de Autun, después Obispo de Soissons y en fin Arzobispo de Sens, el cual haciendo un acto de santa valentía, se puso á escribir la Vida de Margarita María, atrayéndose por ellos las críticas y el furor de los Jansenistas. Pero el sabio académico que solo buscaba la gloria de Dios y el bien de las almas, desafió todas las persecuciones, y su admirable obra vió la luz en 1729. En cuanto á los procesos, largo tiempo interrumpidos á causa de las desgracias de la Santa Iglesia, no se volvieron á hasta después de la Revolución. El 30 de Marzo de 1824, la sierva de Dios fue declarada Venerable, y, el 18 de Septiembre de 1864, Pio IX, de gloriosa memoria, la proclamó Bienaventurada.


Las sagradas reliquias de esta querida Bienaventurada, conservadas en el Monasterio de Paray á costa de mil solicitudes durante la tormenta revolucionaria, están hoy, en su mayor parte, encerradas en la efigie de cera guardada a su vez en una rica urna de plata sobredorada. Este precioso relicario es el que los fieles rodean con tanto gusto cuando tienen la dicha de orar en la capilla de la Visitación de Paray. Allí, en aquel modesto, pero bendito santuario, fué donde tuvieron lugar todas las principales apariciones relativas á la devoción del Sagrado Corazón. Verdaderamente puede decirse á los peregrinos, que cuando penetran en la capilla exterior, pisan la tierra más sagrada y como el Sancta Sanctorum de Paray-le- Monial.

 
Inútil parece recordar que desde 1873, época en que empezaron las grandes peregrinaciones al Sagrado Corazón, una multitud de piadosos fieles van cada año á arrodillarse en aquel Santuario y alrededor de aquella urna ¿quién lo ignora? Pero lo que permanecerá sin duda oculto, porque semejantes cosas son siempre el secreto el Corazón de Nuestro Señor, son las innumerables gracias pedidas y conseguidas en aquel lugar eternamente santificado. ¡Cuántos corazones afligidos, consolados al invocar al Sagrado Corazón y orando á Margarita María!… Canal purísimo por el cual las misericordias de este divino Corazón corren y se derraman sobre el universo católico, tal es la Bienaventurada, ¡La Virgen de Paray! Que dulce es, sobre todo cerca de aquella santa urna, recordar la palabra del Salvador á su sierva muy amada: “¡Yo reinaré á pesar de mis enemigos, y llevaré á cabo el designio para el cual te he escogido, por mas esfuerzos que hagan los que quisieran oponerse! “.


Delante del altar de las Apariciones mejor que en ninguna otra parte, el alma saborea las promesas del Sagrado Corazón á Margarita María, y se complace en meditarlas. No, no fué en vano lo que Nuestro Señor dijo la Bienaventurada: “¡Yo soy la eterna Verdad, Yo soy fiel en mis promesas, y las gracias que te he hecho pueden ser sometidas á toda clase de exámenes y de pruebas!”.


D.S.B.


Imprimatur: J.-B.-M. Simon, obispo de Amb.






PROMESAS DE N.S.J.C.


Á LA BIENAVENTURADA MARGARITA MARÍA


En favor de las personas devotas de su Sagrado Corazón




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1.° Para los que trabajan en la Salvación de las almas.


Mi divino Salvador me ha dicho que los que trabajan en la salvación de las almas, tendrán el don de conmover los corazones más endurecidos, y lo harán con éxito maravilloso, si ellos mismos están penetrados de una tierna devoción á su Divino Corazón.”


2.° Para las comunidades.


Me ha prometido… que Él derramará la suave unción de su ardiente caridad sobre todas las comunidades que le honren y se pongan bajo su especial protección; que apartará todos los golpes de la Divina Justicia, y las volverá á poner en gracia cuando hayan decaído.”


3.° Para las personas Seglares.


Las personas Seglares hallarán, por medio de esta amable devoción, todos los socorros necesarios en su estado; es decir, la paz en sus familias, el alivio en sus trabajos, las bendiciones del Cielo en todas su empresas, el consuelo en sus miserias, y en este Corazón Sagrado encontrarán su refugio durante toda la vida y principalmente á la hora de la muerte.”


4.° Para las casas en donde la imagen del Sagrado Corazón sea expuesta y honrada.


Me aseguró que tenía un singular placer de ser honrado bajo la figura de ese Corazón de carne, cuya imagen quería fuera expuesta en público, á fin, añadió, de conmover con este objeto el corazón insensible de los hombres; prometiéndome que derramaría abundantemente en el corazón de todos los que le honrasen, los dones de que el suyo está lleno; y que en todas partes donde esta imágen estuviese expuesta para ser particularmente honrada, atraería toda clase de bendiciones.”


5.° Promesa de gracias en favor de los que se consagren a Él.


Si no me engaño (I) me parece estar toda perdida en este Divino Corazón, como en abismo sin fondo, donde me descubre tesoros de amor y de gracias para las personas que se consagren y sacrifiquen á darle y procurarle todo el honor, el amor y la gloria que esté á su alcance.”


6.° Promesa de salvación para todos los que le hayan estado dedicados y consagrados.


Entonces me confirmó que el placer que tenía en ser amado, conocido y honrado de sus criaturas es tan grande, que, si no me engaño, me ha prometido que todos los que le hayan estado dedicados y consagrados no perecerán jamás.”


7.° Promesa de buena muerte á los que hayan comulgado nueve primeros viernes de mes seguidos.


Un viernes, durante la Sagrada Comunión, dijo estas palabras a su indigna esclava, si no se engaña: “Yo te prometo, en la excesiva misericordia de mi Corazón, que su amor todopoderoso concederá á todos los que comulguen nueve primeros viernes de mes, seguidos, la gracia final de la penitencia; no morirán en pecado ni sin recibir los Sacramentos, y mi divino Corazón les será asilo seguro en este último momento.”


8.° Promesa del Reinado del Sagrado Corazón


No temas nada, Yo reinaré á pesar de mis enemigos y de todos los que quisieren oponerse.”
Este Sagrado Corazón reinará á pesar de Satanás y de todos los que él suscita para que se opongan á ello.”
La Bienaventurada le oía repetir estas palabras:
El Cielo y la tierra pasarán, pero mis palabras no quedarán sin cumplimiento.”




Nota.- Frecuentemente, en las hojas de propaganda y en las estampas piadosas, se reproducen de una manera inexacta, con fómulas abreviadas y más o menos parecidas, las promesas de Nuestro Señor á la Bienaventurada. Los textos que acabamos de citar han sido cotejados con el mayor esmero en Paray-le-Monial, y la autoridad diocesana garantiza su autenticidad.










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