INSTRUCCIÓN
RELIGIOSA
EL
CRISTIANISMO
SUS
DOGMAS, ORACIONES,
MANDAMIENTOS
Y SACRAMENTOS
***
NOCIONES
GENERALES
__
Para
qué estamos en la tierra.
Hace
cien años, y aún mucho menos tiempo, no existíamos.
Ahora
existimos, estamos en este mundo.
Dentro
de algún tiempo, tal vez muy pronto, moriremos.
Es
muy justo y razonable, pues, que averigüemos seriamente:
¿Quién
nos ha dado el ser que tenemos?
¿Para
qué estamos en este mundo?
¿Qué
será de nosotros después de la muerte?
La
razón iluminada por la fe nos dice que:
Dios
nos ha criado para conocerle, amarle y servirle en esta vida, y
después gozarle para siempre en la otra.
El
fin para el cual Dios nos ha criado es tan elevado y excelente, que
no puede serlo más.
Los
Ángeles del Cielo y María Santísima no tienen otro fin más
elevado.
Nuestro
fin es infinitamente grande.
Estamos
en la tierra para servir a Dios y ganar el Cielo; para nada más.
Por
consiguiente, en esto debemos poner todo nuestro empeño y
diligencia.
A
Dios se le sirve guardando sus mandamientos.
La
religión verdadera nos enseña cuáles son estos divinos
mandamientos.
Religión.
Religión
es el conjunto de los deberes del hombre para con Dios.
Debemos
servir a Dios como Él quiere ser servido y no como a nosotros nos
agrade.
La
religión verdadera es la que enseña servir a Dios como Él quiere
ser servido.
La
religión verdadera nos enseña de dónde venimos, para qué estamos
en la tierra y cuál será nuestro paradero después de la vida
presente.
El
asunto de la religión es, pues, el más digno de estudio para todo
hombre de sana razón.
La
primera obligación que tiene todo hombre es procurar conocer y
practicar la verdadera religión.
Nada
teme tanto la religión verdadera como el ser ignorada; pues quien la
conoce bien, no puede menos que amarla sinceramente, a no ser que
tenga el corazón enteramente corrompido.
La
mayor parte de las personas que aborrecen la religión, la aborrecen
porque no la conocen.
La
religión no es solamente para las mujeres, sino que es también para
los hombres, pues todos tienen un alma que salvar.
Jesucristo
predicó a hombres y a mujeres y confió especialmente al hombre la
enseñanza de su doctrina.
Indiferencia
religiosa o no tener religión.
El
que profesa una religión, aun falsa, a lo menos demuestra el deseo
de honrar de alguna manera a la divinidad, y puede ser que esté
involuntariamente en el error.
Pero
el que no quiere tener ninguna religión, manifiesta no querer servir
a Dios de ningún modo, se rebela contra Dios y le niega todo
homenaje.
Un
hombre sin religión no merece ninguna confianza; pues no creyendo en
un Dios que premia o castiga, sólo tratará de satisfacer sus
propias pasiones, sin respetar derechos ajenos.
Se
enriquecerá, si puede, aunque sea robando; se entregará a la
obscenidad, aun cometiendo las mayores infamias.
La
única regla de su conducta será el placer y el interés; si para
conseguirlos es necesario cometer acciones indignas, las cometerá;
en tal caso, su único cuidado será procurar no ser descubierto.
La
falta de honradez, justicia y demás buenas costumbres son efecto de
la falta de religión.
Es
lógico: si no hubiera más vida que la presente, nuestro supremo
anhelo sería gozar, mientras vivimos, todo lo posible, valiéndonos
de todos los medios a nuestro alcance.
La
virtud que exige mortificación y abnegación, fuera una locura.
Si
todas las personas trataran de conocer y cumplir bien la santa
religión, no habría ladrones, asesinos, borrachos, deshonestos,
etc.
La
religión condena todo acto indigno, sea quien fuere el que lo
cometa.
Hay
personas religiosas que tienen algún defecto, como mal carácter,
etc. Dios lo permite para que sean humildes.
Los
impíos notan estas pequeñas imperfecciones de la gente religiosa, y
se escandalizan grandemente; pero no sienten rubor de los muchos y
gravísimos pecados que ellos mismos cometen.
Bien
dice de ellos N. S. Jesucristo: “Ven
la paja en el ojo ajeno, y no ven la viga que tienen en el suyo
propio”.
No
son buenas todas las religiones.
Como
hay monedas falsas, hay también religiones falsas.
No
pueden ser buenas todas las religiones.
No
es buena la religión que manda adorar a ídolos y ofrecerles
sacrificios humanos.
Ni
aún son buenas todas las religiones que se llaman cristianas; pues
una afirma lo que otra niega.
Por
consiguiente, una u otra de ellas está en el error.
Todas
las religiones están de acuerdo en algunas verdades, como por
ejemplo: que existe la divinidad, que es necesario honrarla, etc.
Las
religiones falsas tienen siempre algo o mucho que es de la verdadera.
No
es, pues, falso todo lo que enseñan las religiones falsas.
Hay
muchas religiones, porque hombres perversos han querido modificar a
su gusto la religión verdadera.
La
falsedad de una religión está en aquello que se aparta de la
verdadera.
Para
conocer cuál es la religión verdadera no es necesario conocer y
examinar todas las religiones, pues esto fuera imposible.
La
razón natural nos dicta que debemos amar y servir a Dios, pedirle
luz para conocer la verdad y seguirla prontamente al conocerla.
Quien
esto practica, hace todo lo que está de su parte para seguir la
verdadera religión.
El
que hace todo lo que está de su parte, no está obligado a más.
Nadie
se condena por no haber practicado lo que sin culpa no conoció.
El
que por error involuntario profesa una religión falsa, creyendo de
buena fe que es la verdadera y procura amar y servir a Dios lo mejor
que puede, se salvará.
Sólo
Dios es el juez de las conciencias; Él sabe quién está voluntaria
o involuntariamente en el error.
Quien
se da cuenta de que su religión es falsa, debe dejarla y abrazar la
verdadera.
No
puede seguir la religión de los padres, el que conoce que es falsa.
La
religión contiene:
Dogmas,
preceptos y medios para honrar a Dios.
Dogmas,
son las verdades fundamentales de la religión.
Hay
verdades que el entendimiento humano puede comprender, como la
existencia de Dios, etc.
Se
llaman Misterios
las verdades que el entendimiento humano no puede comprender, como la
Santísima Trinidad, etc.
No
es de extrañar que haya misterios en la religión, pues los hay, y
muchos, aún en las cosas del orden natural.
Preceptos:
son las leyes que la religión impone.
Los
Medios
para honrar a Dios y santificarnos son: la oración, el santo
sacrificio, etc.
La
religión cristiana es la única verdadera.
En
Jesucristo se cumplieron todas las profecías referentes al Mesías
prometido.
Nuestro
Señor Jesucristo manifestó claramente y probó con grandes milagros
que Él era verdadero Dios.
La
doctrina cristiana es purísima. Sus dogmas no son contrarios, sino
superiores a la razón; y su moral enseña al hombre el cumplimiento
de los deberes para con Dios, con el prójimo y consigo mismo; a
practicar la caridad, abnegarse a sí mismo y refrenar la
concupiscencia.
El
cristiano que comete una mala acción, ya en esto prácticamente deja
de ser cristiano.
Unos
pobres pescadores, a quienes Jesús nombró sus apóstoles, fueron
los encargados de predicar esta doctrina, tan contraria a las
pasiones humanas.
En
la rápida propagación del cristianismo se ve bien claramente el
dedo de Dios, y no la obra de los hombres.
Innumerables
mártires derramaron su sangre por la religión cristiana en forma
tal, que sólo Dios podía darles la fortaleza de ánimo y aún la
alegría, que mostraban en medio de los mayores tormentos.
La
religión enseñada por nuestro Señor Jesucristo es, pues, divina y
la única verdadera.
La
religión existe desde que empezó a existir el hombre.
La
religión primitiva,
es la revelada por Dios a nuestros primeros padres Adán y Eva, que
la transmitieron a sus descendientes.
La
religión mosaica,
es el conjunto de dogmas y preceptos revelados por Dios al pueblo
Hebreo, por medio de Moisés.
La
religión mosaica fue obligatoria para los Hebreos y debía durar
sólo hasta la venida del Mesías.
La
religión cristiana es obligatoria para todos los hombres.
Jesús
dijo a sus Apóstoles: “Id,
enseñad a todas las naciones, predicad el Evangelio a toda criatura.
Aquel que creyere y fuere bautizado, se salvará; aquel que no
creyere, será condenado”. (San
Mateo, XXVIII, v. 18 y 19).
La
Biblia y la Tradición divina.
Todas
las verdades de la religión cristiana están contenidas en la Biblia
y en la Tradición divina.
La
Biblia o Sagrada Escritura, es la palabra de Dios escrita.
Los
libros de la Biblia son 72.
El
Espíritu Santo inspiró a los hombres que los escribieron.
La
Biblia se divide en Antiguo y Nuevo Testamento.
El
Antiguo
Testamento
comprende 45 libros escritos antes de la venida de N. S. Jesucristo.
El
Nuevo
Testamento
comprende 27 libros escritos después de la venida de N. S.
Jesucristo.
Tradición
divina
es la palabra de Dios no escrita en la Biblia.
La
religión primitiva pasó de padres a hijos por la Tradición
divina.
La
Sagrada Escritura no dice qué libros han sido inspirados por Dios;
sabemos cuáles son éstos sólo por la Tradición
divina.
Por
esta razón, es tan importante la Tradición
divina
como la misma Sagrada Escritura.
Jesucristo
no escribió libro alguno, ni mandó a los Apóstoles escribir, sino
predicar el Evangelio a toda criatura; y así lo practicaron.
Los
Evangelios y demás libros del Nuevo Testamento fueron escritos
algunos años después que Jesucristo subió a los cielos, cuando los
Apóstoles habían ya predicado el Evangelio en muchas partes.
La
depositaria de la Tradición divina es la Iglesia de Jesucristo.
La
Tradición divina y la autoridad de la Iglesia son necesarias para
saber qué libros forman la Sagrada Escritura y cómo se deben
interpretar.
Sólo
se pueden leer las Biblias aprobadas por la Santa Iglesia, las cuales
van acompañadas de las correspondientes notas aclaratorias del
texto.
El
nombre de cristiano.
Somos
cristianos por la gracia de Dios.
Ser
cristiano es uno de los beneficios más grandes que el Señor nos ha
dispensado; por lo cual debemos dar muchas gracias a Dios todos los
días.
La
palabra “cristiano” viene de Cristo Nuestro Señor.
Es
cristiano todo el que ha recibido el verdadero bautismo de
Jesucristo.
Cristiano
quiere decir hombre que está bautizado y profesa la fe y la ley de
Jesucristo.
La
fe y la ley de Jesucristo son santas; por consiguiente, todos los que
profesan de veras esta fe y esta ley, serán también virtuosos y
santos.
Hay
cristianos verdaderos y cristianos falsos.
Cristianos
verdaderos son los que cumplen lo que manda la religión cristiana;
cristianos falsos son los que no lo cumplen.
Doctrina
cristiana.
Para
ser cristiano verdadero es necesario conocer y practicar la doctrina
cristiana.
Doctrina
cristiana es la que enseñó Nuestro Señor Jesucristo.
La
primera y principal obligación de todo cristiano llegado al uso de
razón, es aprender bien la doctrina cristiana.
El
cristiano que no practica la doctrina de Jesucristo, no va al Cielo;
y para practicarla es necesario conocerla.
No
basta saber el catecismo de un modo rutinario; es necesario
entenderlo.
El
catecismo nos enseña el camino del Cielo.
Las
demás ciencias nos enseñan los conocimientos útiles para nuestro
bienestar en la tierra.
El
estudio del catecismo es mucho más importante que el estudio de
todas las otras ciencias.
El
Cielo y la salvación del alma valen infinitamente más que la tierra
y todos los bienes temporales.
La
señal del cristiano.
La
señal del cristiano es la Santa Cruz, porque
es figura de Cristo crucificado, que en ella nos redimió.
La
santa cruz representa las principales verdades de la religión
cristiana.
Estas
son: Unidad y Trinidad de Dios, y Redención.
Unidad
de Dios quiere decir que hay un solo Dios.
Trinidad
de Dios quiere decir que en Dios hay tres Personas realmente
distintas.
Redención
significa que el Hijo de Dios se hizo hombre, padeció y murió en la
cruz para salvarnos.
En
la señal de la Santa Cruz, con las palabras expresamos la Unidad y
Trinidad de Dios, y con la figura de la cruz, la Pasión y Muerte de
N. S. Jesucristo.
Haciendo
la señal de la Santa Cruz manifestamos profesar todas estas verdades
y todas las demás que de ellas se derivan.
La
señal de la cruz se hace trazando con la mano dos líneas: una de
arriba abajo y otra de la izquierda a la derecha, como indica esta
figura.
1
4
†
3
2
El
cristiano usa de esta señal en dos maneras.
Estas
son: Signar
y santiguar.
Al
signarse y santiguarse, si está libre la mano izquierda, se pone
extendida debajo del pecho.
Signarse
es
hacer tres cruces con el dedo pulgar de la mano derecha; la primera
en la frente; la segunda en la boca; y la tercera en el pecho,
diciendo:
Por
la – señal † de la Santa – Cruz
de
– nuestros † enemigos
líbranos,
- Señor † Dios – nuestro.
Hacemos
la señal de la cruz:
en
la frente, porque nos libre Dios de los malos pensamientos;
en
la boca, porque nos libre Dios de las malas palabras;
y
en el pecho, porque nos libre Dios de las malas obras y deseos.
Santiguarse
es
hacer una cruz, llevando la mano derecha a la frente, diciendo:
En
el nombre del Padre,
luego
al pecho, diciendo:
y
del Hijo,
de
aquí
al hombro izquierdo y al derecho, diciendo:
y
del Espíritu Santo,
y
se termina con la palabra
Amén.
1
4
3
2
Para
hacer la señal de la Cruz usamos la mano derecha, porque es la
principal, y en el servicio de Dios hemos de usar lo mejor.
Cuando
hacemos la señal de la Cruz, el pasar de la izquierda a la derecha
indica que por virtud de la Santa Cruz hemos pasado del estado de
culpa al estado de gracia.
La
señal de la Cruz debe hacerse con devoción.
Es
cosa utilísima hacer a menudo la señal de la Cruz porque tiene la
virtud de avivar la fe, desechar las tentaciones y alcanzar de Dios
muchas gracias.
Conviene
usar de la señal de la Cruz: por la mañana al levantarnos y por la
noche al acostarnos; al principio y al fin de la comida y del
trabajo; al entrar y salir de la Iglesia y especialmente al comenzar
la oración.
Siendo
la Cruz el signo de nuestra redención, es muy conveniente que toda
familia cristiana tenga un cuadro o imagen de Jesús crucificado en
lugar visible y principal de la casa.
Partes
principales de la Doctrina Cristiana.
Los
deberes del cristiano son:
Creer
las verdades de la fe; orar con frecuencia; observar la ley de Dios y
de la Iglesia; y recibir con devoción los Santos Sacramentos.
Por
consiguiente, el cristiano, al llegar al uso de razón, debe saber lo
que ha de creer, orar, observar y recibir.
Estas
cuatro cosas están contenidas:
en
el credo, lo que se ha de creer;
en
el Padre nuestro y demás oraciones de la Iglesia, lo que se ha de
orar;
en
los Mandamientos de la ley de Dios y Preceptos de la Iglesia, lo que
se ha de observar;
y
en los Sacramentos, lo que se ha de recibir.
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