INSTRUCCIÓN
RELIGIOSA
EL
CRISTIANISMO
SUS
DOGMAS, ORACIONES,
MANDAMIENTOS
Y SACRAMENTOS
***
PRIMERA
PARTE
LO
QUE SE HA DE CREER
La
fe.
Fe
es creer lo que Dios ha revelado y la Santa Iglesia nos enseña.
Dice
San Pablo: Sin
la
fe es imposible agradar a Dios (Ep. A los Hebreos,
XI, 6).
Las
verdades de la fe, sin cuyo conocimiento nadie, que haya llegado al
uso de razón, se puede salvar, son:
1ª-
Dios existe.
2ª-
Dios premia a los buenos y castiga a los malos.
3ª-
En Dios hay tres personas realmente distintas.
4ª-
La segunda Persona divina se hizo hombre para salvarnos.
Debemos
creer todo lo que Dios ha revelado, porque Dios no puede engañarse
ni engañarnos.
Dios
no revela directamente a cada uno las verdades que debemos creer.
La
Santa Iglesia es la depositaria de las verdades reveladas por Dios, y
ella es la encargada de enseñárnoslas.
Como
veremos en el artículo IX del Credo, la Santa Iglesia tiene todos
los títulos y caracteres necesarios que demuestran su divina
institución y misión para enseñarnos lo que Dios ha revelado.
Todo
lo que debemos creer está contenido explícita o implícitamente en
el Credo.
EL
CREDO
Creo
en Dios, Padre Todopoderoso, Creador del cielo y de la tierra.
Y
en Jesucristo su único Hijo, nuestro Señor.
Que
fue concebido por obra y gracia del Espíritu Santo: nació de Santa
María Virgen;
Padeció
debajo del Poder de Poncio Pilato; fue crucificado, muerto y
sepultado.
Descendió
a los infiernos; al tercer día resucitó de entre los muertos.
Subió
a los cielos, está sentado a la diestra de Dios Padre Todopoderoso.
Desde
allí ha de venir a juzgar a los vivos y a los muertos.
Creo
en el Espíritu Santo.
La
Santa Iglesia Católica: la comunión de los Santos.
El
perdón de los pecados.
La
resurrección de la carne.
La
vida perdurable. Amén.
El
Credo se llama Símbolo apostólico, porque lo hicieron los
apóstoles, para dar a los cristianos una norma de fe.
Todo
cristiano procure saber el Credo y rezarlo con frecuencia.
El
Credo tiene doce artículos.
ARTÍCULO
I
CREO
EN DIOS PADRE TODOPODEROSO,
CREADOR
DEL CIELO Y DE LA TIERRA
Creo
significa: estoy cierto que todo lo que contiene el Credo es verdad
infalible revelada por Dios.
Dios.
Dios
es el Ser Supremo, infinitamente perfecto, Creador y Señor del cielo
y de la tierra.
Sólo
Dios no ha recibido el ser de nadie; todo lo demás tiene el ser
recibido de Dios.
Sólo
Dios es absolutamente independiente; todos los demás seres dependen
de Dios.
Pruebas
de la existencia de Dios.
1ª-
Todas las cosas nos están diciendo: Dios nos ha dado el ser y no
nosotras mismas.
Los
seres que vemos, no se han creado a sí mismos: luego existe un
Creador.
Yo
mismo no me di el ser: mis padres tampoco se lo dieron a sí mismos;
luego es necesario llegar a una causa primera, que es Dios.
Sin
causa primera no hay segunda, ni tercera…
2ª-
El mundo entero con su orden admirable revela la existencia de Dios,
sabiduría infinita.
3ª-
Todos oímos en el fondo de nuestra conciencia, una voz que nos dice:
No
puedes matar, ni robar; haz el bien evita el mal; los buenos serán
premiados, los malos castigados.
Sólo
el Ser Supremo puede hablar en forma igual y con tanto imperio a
todos los hombres.
Niegan
la existencia de Dios los que quisieran que no lo hubiera, para poder
pecar sin remordimientos de conciencia.
Dicen
los impíos: si hubiera Dios no permitiría tantos males sobre la
tierra.
Dios
permite el mal para sacar siempre un mayor bien.
Nuestro
pequeño entendimiento muchas veces no puede comprender el bien que
resulta de los males que nos afligen.
El
profeta David (salmo 91) dice:
“¡cuán
grandes son, Señor, tus obras! ¡Cuán insondable la profundidad de
tus designios! El hombre insensato no conoce estas cosas, ni
entiende de ellas el necio”.
Más
siempre resultarán ciertas las palabras del apóstol S. Pablo
(Romanos, VIII,
28):
Sabemos
que para los que aman a Dios todas las cosas se convierten en bien.
Procuremos,
pues, amar a Dios de veras y sea ése nuestro principal deseo.
Unidad
de Dios.
Hay
un solo Dios.
No
puede existir más que un Ser Supremo.
Admitir
varios dioses, es negar al verdadero Dios.
En
el supuesto de varios dioses, tuvieran más poder todos juntos que
uno solo.
Por
consiguiente, ninguno fuera omnipotente, ninguno fuera verdadero
Dios.
Dios
tiene todas las perfecciones en grado infinito; esto es, sin límites.
Dios
es infinitamente grande:
el mundo entero, comparado con Dios, es menos que una gota de agua
comparada con toda la inmensidad de los mares.
Siendo
el mundo entero como nada en comparación de Dios, yo, comparado con
Dios, ¿qué soy?
Dios
es espíritu purísimo:
no tiene cuerpo.
Aunque
no tiene ojos corporales, ve; Él es quien nos da la vista, oído y
todo cuanto tenemos.
Dios
es un ser simplicísimo:
no tiene parte alguna, ni mezcla, ni composición.
Dios
es eterno:
siempre ha existido, existe y existirá.
Dios
no pudo tener principio: porque si no hubiera existido siempre, ¿de
quién habría recibido Él la existencia?
Dios
es inmutable:
no está sujeto a mudanza alguna. La mudanza está sólo en las
criaturas.
Dios
es infinitamente bueno:
es la bondad por esencia y de Él viene todo lo bueno.
Dios
es infinitamente sabio:
todo lo sabe; conoce todo lo pasado, lo presente y lo porvenir.
Dios
es omnipotente: todo
lo puede.
Dios
no puede pecar, ni hacer lo que implica una contradicción.
Poder
pecar es una imperfección, es falta de poder.
Lo
que implica contradicción es un absurdo.
Dios
ha creado, conserva, gobierna y dispone todas las cosas a su
voluntad.
Providencia
divina es el cuidado con que Dios dirige todas las cosas al fin por
Él señalado; se extiende aún a las cosas más pequeñas.
Todo
lo que sucede es porque Dios así lo quiere o lo permite.
Unas
cosas Dios las quiere y las manda; otras Dios no las impide, como el
pecado, por no quitar al hombre su libertad y también porque del mal
sabe Dios sacar grandes bienes.
Siendo,
pues, Dios infinitamente bueno, sabio y poderoso, amémosle de todo
corazón, acatemos humildemente todas sus disposiciones y pongamos en
El toda nuestra confianza.
Nuestro
presente y porvenir están en las manos de Dios; nada hemos de temer,
si procuramos servirle fielmente.
Dios
es infinitamente santo:
ama la virtud y aborrece la maldad.
Dios
es infinitamente justo: premia
o castiga a cada uno según sus obras.
Dios
es infinitamente misericordioso: llama
al pecador y perdona al que se arrepiente de corazón.
Dios
es veraz: no
puede engañarse ni engañar.
Dios
es infinitamente fiel: cumple
sus promesas y amenazas.
Dios
es inmenso: está
en todas partes y no está limitado por espacio o lugar alguno.
Dios
está en Sí mismo y todas las cosas están en Dios.
Es
Dios quien contiene y sostiene todas las cosas y no las cosas a Dios.
Dios
está en todo lugar:
por
esencia, con todo su Ser
por
presencia, viéndolo todo, hasta nuestros pensamientos más ocultos;
y
por
potencia, dando y conservando el ser a todas las cosas.
Dios
está de una manera especial:
en
el Cielo, donde deja ver su divina esencia, causando gozo infinito a
los bienaventurados; en el alma del justo, Dios está por la gracia y
caridad; y en el templo que es casa de oración, Dios está como en
un trono de misericordia, dispensando favores particulares.
Puesto
que Dios está y nos ve en todo lugar, por respeto a su presencia
abstengámonos siempre de pecar.
Dios
es el principio de todas las cosas, porque
Él las ha creado todas.
Dios
es el fin de todas las cosas, porque
todas las ha hecho para su mayor gloria. Todas las cosas dan gloria
a Dios, aún los malos; pues con ellos especialmente se manifiestan
la paciencia, misericordia y justicia de Dios.
Sólo
Dios es Señor y Dueño absoluto de
todas las cosas.
Dios
tiene riqueza, paz, alegría, hermosura y todos los bienes sin
límites; Él mismo es el Bien infinito.
Dios
tiene entendimiento y voluntad.
Dios
no tiene memoria; no la necesita, porque todo lo tiene presente, aun
lo pasado y lo porvenir.
Trinidad
de Dios.
En
Dios hay tres Personas realmente distintas.
Se
llaman: El Padre, el Hijo, y el Espíritu Santo.
El
Padre es Dios
El
Hijo es Dios
El
Espíritu Santo es Dios.
Las
tres Personas Divinas son el verdadero Dios.
Son
un solo Dios porque las tres Personas Divinas son un mismo Dios, esto
es, tienen una misma y única esencia o naturaleza divina.
El
Padre es el mismo Dios que el Hijo y que el Espíritu Santo.
El
Hijo es el mismo Dios que el Padre y que el Espíritu Santo.
El
Espíritu Santo es el mismo Dios que el Padre y el Hijo.
Tres
personas realmente distintas quiere decir que una persona no es la
otra.
El
Padre no es la misma Persona que el Hijo y que el Espíritu Santo.
El
Hijo no es la misma Persona que el Padre y que el Espíritu Santo.
El
Espíritu Santo no es la misma Persona que el Padre y que el Hijo.
Las
tres Personas Divinas son, pues, realmente distintas.
Ejemplo:
Tres ramas de un árbol son distintas, pero son un solo árbol.
El
color, el olor y el sabor de una naranja son tres cosas distintas,
pero es una sola naranja.
Tres
ángulos de un triángulo son distintos, pero son un mismo triángulo.
No
obstante, una rama no es todo el árbol, ni el color es toda la
naranja, ni el ángulo es todo el triángulo.
Mas
en Dios, Ser simplicísimo, el Padre es todo Dios, el Hijo es todo
Dios, y el Espíritu Santo es todo Dios.
Cómo
las tres Personas Divinas son realmente distintas, y un solo Dios, es
un misterio. Este misterio se llama de la Santísima Trinidad.
La
Santísima Trinidad es el mismo Dios Padre, Hijo y Espíritu Santo,
tres
personas realmente distintas, y un solo Dios verdadero.
El
Padre es la primera Persona, porque no procede de otra Persona y de
Él proceden el Hijo y el Espíritu Santo.
El
Hijo es la segunda Persona, porque de Él y del Padre procede el
Espíritu Santo.
El
Espíritu Santo es la tercera Persona, porque procede del Padre y del
Hijo.
El
Padre se conoce y al conocerse forma una imagen viva y consustancial
de sí mismo; esta es la Persona del Hijo.
El
Padre y el Hijo se aman: ese amor vivo y consustancial es la Persona
del Espíritu Santo.
Las
tres Personas son eternas; las tres han existido siempre y ninguna
existió primero que la otra.
Las
tres Personas son en todo iguales, porque las tres son un mismo Dios.
Por
consiguiente, las tres Personas son igualmente buenas, sabias, etc.
Al
Padre se le atribuye la omnipotencia, porque es el principio de las
otras dos personas.
Al
Hijo se le atribuye la sabiduría, porque es el pensamiento, la idea,
el Verbo del Padre.
Al
Espíritu Santo se le atribuye la bondad, porque es el amor del Padre
y del Hijo.
El
Padre y el Espíritu Santo no tienen cuerpo; el Hijo tiene cuerpo en
cuanto hombre.
La
Santísima Trinidad se representa:
El
Padre en forma de anciano, porque es la primera Persona.
El
Hijo en forma de hombre joven, porque se hizo hombre y murió joven.
El
Espíritu Santo en forma de paloma, porque así apareció al ser
bautizado N. S. Jesucristo.
La
Creación.
Dios
es infinitamente feliz en Sí mismo, no necesita de nada ni de nadie.
Movido
de su bondad infinita, creó en seis días el cielo, la tierra y todo
cuanto ellos contienen.
Crear
es sacar las cosas de la nada.
Dios,
por su sola voluntad todopoderosa, creó el mundo.
Los
Ángeles.
En
el cielo Dios creó a los Ángeles y los
dotó de dones inefables.
Los
Ángeles son espíritus puros; no
tienen cuerpo.
Luzbel,
Lucifer,
era el más hermoso de todos: más lleno de soberbia, se
rebeló contra Dios y
dijo:
¡No
serviré!
Una
tercera parte de los Ángeles acompañó a Luzbel en su rebelión.
Miguel,
lleno de celo por el honor de Dios, exclamó: “¡Quién
como Dios!”.
Luchó
contra Luzbel y le venció.
Satanás
y los demás Ángeles rebeldes fueron arrojados al infierno.
Llamamos
demonios a los ángeles rebeldes.
Antes
que los Ángeles pecaran, el infierno no existía.
Dios
creó el infierno para castigo de los demonios y demás pecadores
impenitentes.
Los
Ángeles buenos en premio de su fidelidad, fueron confirmados en la
gracia y ven claramente a Dios.
Aunque
los Ángeles estaban en el cielo, no veían a Dios; estaban en un
lugar de prueba, como estamos ahora nosotros.
Si
los Ángeles hubieran visto a Dios, no habrían pecado.
Dios
es infinitamente bueno y hermoso; quien le ve, no puede dejar de
amarle.
La
historia de los Ángeles buenos y malos es para nosotros una lección
utilísima que no debemos olvidar.
Si
servimos a Dios, imitamos a los Ángeles buenos e iremos a gozar con
ellos eternamente en la gloria.
Si
pecamos y no nos arrepentimos, imitamos a los demonios y con ellos
iremos a sufrir eternamente en el infierno.
Los
Ángeles son ministros de Dios.
Todos
tenemos un Ángel Custodio, que nos acompaña y guarda continuamente.
Debemos
tener gran devoción y respeto a nuestro Ángel custodio, procurando
evitar el pecado para no ofender su santa presencia.
Los
Ángeles buenos son representados como niños o jóvenes con alas,
para manifestar su hermosura y la rapidez con que se trasladan de un
lugar a otro.
Los
demonios son representados en formas horribles, para manifestar su
gran fealdad.
El
hombre.
El
hombre es un ser racional compuesto de cuerpo
y alma.
El
alma es un espíritu inmortal.
El
alma ejerce actos espirituales, como el pensar, querer, etc.; por
consiguiente, es espíritu.
Es
inmortal, pues, siendo una substancia espiritual, simple, no tiene
partes en que se pueda descomponer.
Además
el alma humana ha sido elevada por Dios a la vida sobrenatural de la
gracia, para gozar eternamente con Él en la gloria.
La
fe y la sana razón nos dicen que nuestra alma no muere con el
cuerpo, sino que va a recibir premio o castigo eternos, según sus
obras.
El
hombre es libre; puede hacer el bien o el mal, hacer una cosa o no
hacerla; o puede hacer una en vez de otra.
Tenemos
libertad, podemos hacer el mal, pero no tenemos el derecho de
hacerlo.
Por
lo mismo que uno es libre para hacer el bien o el mal, merece premio
o castigo.
El
hombre fue la última obra de la creación.
Fue
creado a imagen y semejanza de Dios.
Dios
dijo: “Hagamos al hombre a nuestra imagen y semejanza”.
El
Señor formó del barro el cuerpo del primer hombre; sopló en su
rostro y le infundió el alma racional, dándole así la vida.
El
primer hombre se llamó Adán.
Dios
dijo: “no es bueno que el hombre esté solo: Hagámosle una ayuda
semejante a él”.
Estando
Adán dormido, Dios le sacó una costilla; y con ella formó a la
mujer y
la presentó a Adán, quien la aceptó por esposa.
La
creación del primer hombre y de la primera mujer en la forma
indicada, no es imposible.
Dios,
por ser omnipotente, puede sacar las cosas de la nada; con más razón
puede cambiar una cosa en otra.
La
primera mujer se llamó Eva.
Todos
los hombres descendemos de Adán y Eva.
Adán
y Eva, adornados por Dios con la gracia santificante, moraban en el
Edén o Paraíso terrenal: estaban llenos de felicidad, libres de la
muerte y demás miserias.
Del
Paraíso terrenal habrían sido trasladados al celestial, sin pasar
por la muerte. Todo obedecía a la voz del hombre.
Dios
concedió estos dones a Adán y a todos sus descendientes, con la
condición de que Adán no comiera de la fruta del árbol llamado de
la ciencia del bien y del mal.
Esta
prohibición tenía por fin probar la fidelidad de nuestros primeros
padres y que demostraran reconocer el supremo dominio que tiene Dios
sobre todas las cosas.
Pecado
de Adán y Eva.
Eva,
engañada por el demonio, que se le presentó en figura de serpiente,
comió la fruta prohibida, y comió también Adán, invitado por Eva.
Por
este pecado Adán y Eva perdieron la gracia de Dios, fueron arrojados
del paraíso terrenal, y quedaron sujetos a todas las miserias de la
vida y a la muerte.
Este
pecado fue de soberbia y grave desobediencia.
Adán
y Eva hicieron penitencia y se salvaron.
El
pecado de Adán y Eva se llama original.
Han
heredado el pecado original todos los descendientes de Adán por
generación natural, menos María Santísima.
Jesús
no lo pudo tener, porque su persona divina es incapaz de pecado y no
procedió de Adán del mismo modo que los demás hombres.
María
no lo tuvo por privilegio especialísimo, en previsión de que sería
la Madre de Dios.
Celebramos
este privilegio de María el 8 de Diciembre, fiesta de la Inmaculada
Concepción.
El
pecado de Adán acarreó al género humano la privación de la gracia
de Dios, la ignorancia, la inclinación al mal, la muerte y todas las
demás miserias.
Por
el pecado original, nosotros, cuando empezamos a existir no tenemos
la gracia de Dios y demás dones, que tuviéramos, si Adán no
hubiera pecado.
El
pecado original es voluntario y, por tanto, culpa de nosotros, sólo
porque Adán lo cometió voluntariamente como cabeza de la humanidad.
Nosotros,
al contraer el pecado original, no pecamos con nuestra propia
voluntad; por esto Dios no castiga, sino que simplemente no premia
con el cielo, al que muere con el solo pecado original.
Los
hijos de un padre que ha disipado sus bienes, son pobres; así nos
sucede a los descendientes de Adán pecador.
Dios
nada debía a Adán y a sus descendientes.
La
gracia original y todos los demás dones sobrenaturales eran
concedidos graciosamente, con la condición de que Adán cumpliera el
precepto divino.
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