DISPOSICIONES
Que
debe procurar el cristiano para hacer el Triduo con aprovechamiento
de su alma. Será la primera disposición un buen acto de contrición
y, de ser posible, una buena confesión.
Que
María Santísima es Madre y Refugio de los pecadores, es una verdad
enseñada por la Santa Iglesia; pero también es otra verdad no menos
cierta, ni menos autorizada, que todos los pecadores que desean con
eficacia experimentar en vida y en muerte su poderoso valimiento y
patrocinio en la presencia de Dios, han de procurar en cuanto les sea
posible disponerse con un corazón verdaderamente contrito y
humillado.
Acto
de Contrición
Señor
mío Jesucristo, Dios y Hombre verdadero, Criador, Padre y Redentor
mío, en quien creo, en quien espero, a quien amo más que a mi alma,
más que a mi vida y más que a todas las cosas: por ser Vos quien
sois, y por vuestra bondad infinita, a mí me pesa, pésame mi Dios
de todo corazón de haberos ofendido: propongo firmemente nunca más
pecar, apartarme de todas las ocasiones de ofenderos, confesarme y
cumplir la penitencia que me fuere impuesta. Os ofrezco, Señor, mi
vida, obras y trabajos en satisfacción de todos mis pecados; y así
como os lo suplico, así confío en vuestra divina bondad y
misericordia infinita me los perdonaréis por los merecimientos de
vuestra preciosísima Sangre, Pasión y Muerte, me daréis gracia
para enmendar mi vida y para perseverar en vuestro santo servicio
hasta la hora de mi muerte. Amén.
Oración
para todos los días
Soberana
Virgen María, Madre de Dios y Madre mía, aquí tenéis postrado a
vuestros sacratísimos pies a este hijo pródigo, penetrado de
confusión, de dolor y de arrepentimiento por haber pecado contra el
cielo y contra Vos: conozco, Señora, y confieso en presencia del
cielo y de la tierra, que no soy digno de honrarme con el título de
hijo vuestro: recibid, Madre de misericordia, esta humilde confesión
de mi fea ingratitud, y mala correspondencia, dispensándome la
gracia de admitirme en el número de vuestros esclavos: miradme con
ojos de piedad, como acostumbráis ejecutarlo con vuestros siervos; y
alcanzadme del Todopoderoso la gracia que principalmente os pido en
este santo Triduo; y es, que reconocido de todos los yerros y
extravíos de mi vida pasada, empiece desde ahora a llorar con
amargas lágrimas todas mis culpas, a implorar las divinas
misericordias, arreglando los pasos de mi vida de tal manera que
logre por vuestra poderosa intercesión una preciosa muerte para
gozar de Dios en vuestra compañía por eternidades de gloria. Amén.
Aquí
se rezarán tres Ave Marías.
ORACIÓN
PARA EL DÍA SEGUNDO
POBREZA
Beati
pauperes spiritu, quoniam ipsorum est Regnum Cælorum.
Matth.
Cap. 5. V. 3.
Bienaventurados
los pobres de espíritu, porque de ellos es el Reino de los Cielos.
Dios
mío y todas mis cosas, que siendo infinitamente rico y señor de
todos los bienes del Cielo y de la tierra, tuvisteis la bondad de
haceros voluntariamente pobre, con el designio de que vuestra santa
pobreza enriqueciese a todos los hombres con los dones de vuestra
gracia; yo os suplico, Señor, por aquella pobreza en que vivió y
murió vuestra Santísima Madre, sin querer ni desear jamás otra
posesión, ni otra herencia, que a Vos en el Cielo y en la tierra, me
concedáis la gracia, de que mirando al mundo como lugar de mi
destierro, esté siempre desprendido mi corazón de todos los bienes
de esta vida perecedera. Haced, Señor, los repute todos como un poco
de estiércol y basura, para que, viviendo en pobreza de espíritu,
desde ahora en vuestras manos con una santa y total indiferencia, así
en los sucesos prósperos como en los adversos de mi vida. Si me
concedieseis bienes, o si me regalaseis con trabajos y con males,
haced, Señor, se cierre mi boca para la queja y sólo se abra para
bendecir y alabar vuestro santísimo Nombre. Dispensadme, Señor,
esta gracia, para que, adornado de esta conformidad, posea mi alma en
paciencia santa en esta vida y disfrute después eternamente la paz
de vuestra gloria. Amén.
ORACIÓN
PARA CONCLUIR TODOS LOS DÍAS
Dios
de bondad, en quien vivo, en quien me muevo, y en quien disfruto el
ser que tengo: que por un efecto de vuestra infinita misericordia
tenéis empeñada vuestra divina palabra, de que no queréis la
muerte eterna del pecador, sino que se convierta a Vos para vivir
eternamente en vuestra amistad y gracia: yo os suplico, Señor, por
vuestra bondad, por la vida, muerte y pasión de mi Redentor
Jesucristo, y por los méritos de vuestra Madre María Santísima,
elevada a los Cielos en cuerpo y alma, me otorguéis la gracia de
convertirme a Vos con todo mi corazón, con toda mi alma y con todas
las fuerzas de mi vida; viva yo, Señor, en adelante para amaros,
muévame para serviros y emplee todo cuanto soy en obedeceros; no
permitáis, Señor, se abran mis ojos, sino para miraros; no se
empleen mis oídos, sino en escucharos; mi lengua no tenga otro
ejercicio que alabaros y bendeciros; no se dirijan mis pasos sino a
buscaros. Hacedme en fin, Señor, la misericordia de que mi alma y mi
cuerpo detesten y aborrezcan sobre todo la muerte eterna de la culpa
y suspiren incesantemente por la vida de vuestra amistad y gracia,
para bendecir y alabar vuestras misericordias eternamente en la
gloria. Amén.
ANTÍFONA
Hodie
Maria Virgo cælos ascendit, gaudete quia cum Christo regnat in
æternum.
Exaltata
est Sancta Dei genitrix.
Super
Choros Angelorum ad cælestia Regna.
OREMUS
Famulorum
tuorum quaesumus Domine delictis ignosce, ut qui tibi placere de
actibus nostris non valemus, Genitricis Filii tui Domini nostri
intercessione salvemur.
Bendito
y alabado sea el Santísimo Sacramento del Altar
Sea
por siempre bendito y alabado Jesús Sacramentado.
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