SANTA
ROSA DE LIMA
(1586-1617)
Virgen
- Terciaria Dominica.
Patrona
Principal de Hispanoamérica; Lima, Perú; Filipinas; bordadores;
floristas; jardineros; personas ridiculizadas por su piedad.
Protectora contra la vanidad.
Día
Quinto
Per
signum Crucis, (†) de inimicis nostris, libera nos, (†) Deus
noster. (†)
In
Nomine (†) Patris, et Filii, et Spiritus Sancti. Amén.
Señor
mío Jesucristo.
ORACIÓN INICIAL
Oh
esclarecida Virgen, Rosa celestial, que con el buen olor de vuestras
virtudes habéis llenado de fragancia a toda la Iglesia de Dios y
merecido en la gloria una corona inmarcesible; a vuestra protección
acudimos para que nos alcances de vuestro celestial Esposo un corazón
desprendido de las vanidades del mundo y lleno de amor divino.
(Mencionar
aquí la gracia que se desea obtener)
Rezar
Pater, Ave y Gloria.
VIDA
DE SANTA ROSA
Unida
a la Cruz
Se
ciñó la cintura con tres cadenitas que cerró con un candado, cuya
llave arrojó al aljibe para que no se las pudieran quitar. Las
cadenas atravesaron pronto la piel y penetraban en las carnes al paso
que éstas iban creciendo, con lo que se le producían dolores
acerbísimos que soportó durante muchos años en silencio; hasta que
una noche no pudo contenerse y prorrumpió en sollozos. Se vio
entonces obligada a descubrir su secreto a una criada, con cuya ayuda
intentó vanamente romper las cadenas; sólo acudiendo a la oración
consiguió que se quebraran; pero aun así, no se las pudo quitar sin
arrancar partes vivas de su carne.
Muchas
veces ponía los pies desnudos en la piedra ardiente del hogar y
hacía larga meditación sobre las penas del infierno. Con una lámina
de plata se fabricó a manera de un cerquillo, practicó en él tres
filas de treinta y tres orificios en cada una, y por ellos introdujo
clavos con las puntas hacia dentro. Los treinta y tres clavos
representaban los treinta y tres años que vivió Cristo en la
tierra.
Esa
corona se la ponía todos los viernes, y la apretaba cada vez con
mayor fuerza, a fin de que los clavos penetrasen en la cabeza, y para
que el cabello no ofreciese su débil protección, se lo cortó.
Acaso habría quedado ignorada esa penitencia heroica, si cierto día
no se hubiese caído Rosa, hiriéndose en la cabeza, de la que se
escaparon tres hilos de sangre que denunciaron el martirizador
instrumento.
Pareciéndole
poco austero el lecho de madera en que por mucho tiempo descansó, se
fabricó otro con trozos de tabla unidos con cuerdas, y llenó los
intersticios con fragmentos de teja y de vajilla de modo que las
aristas más cortantes quedasen hacia arriba. Cuando por la noche se
acostaba en ese lecho de tormento, se llenaba la boca de hiel en
memoria de la que dieron a su amante Salvador en la Cruz. Ella misma
confesó que ese brebaje le ponía la boca tan ardorosa y desecada
que al levantarse no podía hablar y respiraba con muchísima
dificultad. Tal repugnancia le producía aquella cama que sólo el
verla o pensar en día le hacía temblar, y por la noche al prever lo
que en ella iba a sufrir le acometía una fiebre abrasadora. A tanto
llegó su temor cierto día, que antes de decidirse a sufrir aquel
martirio se quedó largo tiempo pensativa. Entonces le habló
claramente Jesús y le dijo- “Acuérdate, hija mía, que el lecho
de mi cruz fue mucho más duro, más estrecho y más espantoso que el
tuyo. Verdad es que yo no tenía como tú piedras bajo la espalda,
pero acerados clavos atravesaban mis manos y mis pies. Ni me
perdonaron la hiel. Me la presentaron los sayones cuando la fiebre
devoradora me angustiaba. Medita eso en tu lecho de dolor y la
caridad te dirá que, comparado con el mío, tu lecho es de flores”.
Fortalecida
con tales palabras nunca más decayó la constancia de Rosa durante
los dieciséis años que todavía vivió. Por eso dormía muy poco y
el insomnio fue para ella, como lo había sido para Santa Catalina de
Siena, una de las mortificaciones más difíciles de soportar.
ORACIÓN
FINAL
¡Oh
flor la más hermosa y delicada que ha producido la tierra
americana!, portento de la gracia y modelo de las almas que desean
seguir de cerca las huellas del Divino Maestro, obtened para nosotros
las bendiciones del Señor. Proteged a la Iglesia, sostened a las
almas buenas y apartad del pueblo cristiano las tinieblas de los
errores para que brille siempre majestuosa la luz de la Fe y para que
Jesús, vida nuestra, reine en las inteligencias de todos los hombres
y nos admita algún día en su eterna y dichosa mansión. Amén.
Santa
Rosa de Lima, rogad por nosotros.
In
Nomine (†) Patris, et Filii, et Spiritus Sancti. Amén.
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