miércoles, 28 de febrero de 2018

M E S D E S A N J O S É Día 1





ACTO DE CONTRICIÓN

¡Oh, Dios Omnipotente!, arrepentido por las muchas culpas que he cometido contra vuestra divina majestad, vengo a solicitar de vuestra misericordia infinita generoso perdón. Por la valiosa intercesión del Santísimo Patriarca Señor San José os suplico humildemente que me concedáis nuevas gracias para serviros y amaros, a fin de que después de haber combatido denodadamente en esta vida, tenga la dicha de alcanzar el galardón eterno a la hora de la muerte. Así sea.


CATECISMO DE SAN JOSÉ

    1. ¿Quién fue San José?

San José fue un grande y fiel siervo de Dios en la antigua ley, que mereció por su justicia ser elevado a la dignidad sublime de esposo castísimo de la Virgen Santísima, y padre nutricio del Santo Niño Jesús. José era justo, dice el Evangelio, y esta cualidad atribuida a José por el Espíritu Santo, es el elogio más eminente que hacerse puede de aquel patriarca tan excelso, porque la palabra justo, dice san Juan Crisóstomo, manifiesta un hombre perfecto en todas las virtudes; esta es la misma opinión de santo Tomás de Aquino y de todos los teólogos.

    2. ¿De qué familia fue oriundo San José?

Descendía por línea recta de la ilustre estirpe de José, que dio a Israel el santo rey David y que contaba entre sus abuelos a los venerables patriarcas del antiguo Testamento. La Escritura dice que era de la casa de David llamándole también hijo de este gran rey; José era, pues, de estirpe real, y hubiera sido rey, si el cielo, irritado por los crímenes de su pueblo, no le hubiese castigado con la más dura esclavitud; pero si por su origen era noble, lo era más aún por sus espirituales y relevantes cualidades. “Si José descendía de David según la carne, dice san Bernardo, es también evidente que se mostraba digno hijo de este santo rey, por su fe, santidad y devoción ardiente”.



Aquí se rezan 7 Ave Marías en honor de los dolores y gozos del Señor San José, pidiéndole la gracia de ser su fiel esclavo.

M  E  M  O  R  A  R  E

Acordaos, ¡oh castísimo esposo de la Virgen María, San José, mi amable protector, que nunca se ha oído decir que ninguno de los que ha invocado vuestra protección o implorado vuestros auxilios, hayan quedado sin consuelo. Lleno de confianza en vuestro poder, llego a vuestra presencia, y me recomiendo con fervor!
¡Ah! No desdeñéis mis oraciones, oh vos, que ha­béis sido llamado padre del Redentor, sino escu­chadlas con benevolencia, y dignaos recibirlas favo­rablemente.
Así sea.


Trescientos días de indulgencias (una vez por día) apli­cables a los difuntos. (Breve de N. S. P. el Papa León XIII.)
















No hay comentarios.:

Publicar un comentario